Dec 27, 2012 20:35
Recuerdo nuestros primeros momentos de amistad, eras la hermana más tímida de las March -de hecho, aún lo eres- y con la que todos contábamos para recibir alguna palabra dulce o para alegrarnos cada vez que tocabas el piano. Lo que más me asombra de ti es que nunca fuiste una soñadora desaforada como lo éramos Jo y yo. Más bien, tu deseo siempre fue quedarte con tus padres y cuidar de ellos. Todos dábamos por hecho que siempre estarías ahí de una u otra manera.
¿Sabes, Beth? Creo que empezaste a gustarme desde que tocabas el piano en mi casa. No solamente a mi abuelo le gustaba que anduvieras allí. A mí me gustaba mucho tu silenciosa compañía. Nunca se lo he confesado a nadie y lo más probable es que esta confesión no salga pronto de estas cuatro paredes, pero dejaba las canciones en el piano del abuelo porque me gustabas.
Sí, ya sé que tú eras una niña de trece años y yo un chiquillo de quince y todo mundo, incluido yo mismo, pensaba que estaba enamorado de Jo. Creo que tu hermana es increíblemente sabia, en su excéntrica forma. Ella me rechazó, adivinando que nuestras formas de ser son increíblemente parecidas y que a la larga nos provocarían infelicidad. Ya sabemos que Jo es dolorosamente sincera y su rechazo me hirió en su momento, pero ahora la comprendo mejor. Hemos vuelto a ser los compinches de siempre, solamente que ella ya está comprometida con Fritz Baer, ese buen profesor alemán que cuida de dos sobrinos. Me alegró que ver que Jo adquiría algo de femineidad, por fin. Pronto será una señora casada, como su hermana Meg. Y yo… bueno, de mí no se puede decir gran cosa porque ahora actúo como un muchacho tímido. Hasta mi abuelo se ríe de mí.
Creo, mi querida Elizabeth (nunca te he llamado así, pero me gusta imaginar tu gracioso rostro sorprendido al oír tu nombre) que debería confesarte que te amo y que agradezco que estés conmigo y que hayas cuidado de mí en ausencia de Jo. Me sirvió para darme cuenta de que siempre te quise.
escrito,
fanfic,
drabble