Jun 28, 2011 04:01
Creo que hacía muchísimo tiempo que no me sentía tan decepcionada. Como una rama de hielo me retorcía desde dentro, adentrándose dentro de mi, destruyendo la confianza con fuerza y contundencia para después desaparecer y no dejar nada.
Lo cierto es que luego, tras muchas decepciones o quizás no muchas, pero si muy puntuales, he conseguido encajarlas con maestría y mayor saber. Aun así, hay algo que tengo que reconocer y es que duelen.
Son cosas sin importancia, llevadas a un extremo, lo se. Pero no puedo evitarlo, tengo una concepción de la vida tan romántica, idealizada... ¡y no me juzguéis ingenua! Se que no es así. Pero cuando alguien manifiesta este gusto cultivado y extraño por la vida y las relaciones lo cierto es que le creo. Supongo que peco de inocente, que me debería tomar las cosas con mas calma, pero yo creo que ya tengo suficiente paciencia con todo y con todos. Para la única cosa en la que antepongo mis exigencias me encuentro con esta situación.
Creo que lo mejor será dormir, he descubierto que el sueño lo repara todo, desde rencores hasta mal sabores de boca. Un sueño, hermoso exquisito y frágil hace la labor de cualquier conversación revitalizante ¡que demonios! Es mejor aún. La sensación de hundirse plácida en los brazos de Morfeo quien en sus días buenos nos hunde en un manto de estrellas tornasoladas, mares transparentes a la luz de la luna y el vuelo de pegasos al amanecer. Con su delirio nos crea la mas extraña fantasía que anhelen nuestros pensamientos, nuestras ideas maltrechas y rotas, maltratadas por la convicción de otros o bien por la impasible rutina. Sea como sea, ese sueño, lleno de árboles que cantan como sopranos al atardecer, de dragones escondidos en armarios y sonrisas cogidas al vuelo del viento. Ese sueño absurdo y escurridizo es lo que muchas noches nos infunden, para que tengamos ganas de levantarnos una mañana mas y llenarnos de decepciones.
¿ Merece la pena ? Un sueño siempre la merece.