PARA:
p160880DE PARTE DE: Amigus anonimus
Titulo: Vida
Pairing/Personaje: Albus Potter/Scorpius Malfoy
Resumen: historia de un amor.
Rating: R
Disclaimer: Todos los personajes son propiedad intelectual de J.K. Rowling
Notas: ¡Hola! Primero que nada tengo que informarte que quizás ésta puede no ser la obra maestra que esperaba realizar, ya que por algunas complicaciones estoy sin computadora. Pero bueno, la obra salió al fin, con el tiempo demasiado justo y el miedo a no llegar xD
Espero que te guste, a pesar de que no estoy acostumbrada a trabajar con estos personajes intenté que me sean lo más naturales posibles. ¡Disfruta!
I
El verdadero principio fue una caída.
Aunque no. El principio fue el error de su padre.
Bien, él tenía once años, y se encontraba perdido, pero su padre pensaba que además, él era una persona idiota. Y Scorpius Malfoy no se consideraba un idiota en absoluto.
Entonces en el momento que su padre lo encerró en un compartimiento con un par de gorilas que hablaban sin coordinar sus palabras, Scorpius sólo escapó. Tomó uno de sus libros favoritos y empezó a caminar por los pasillos del tren con la nariz hundida en el ejemplar.
Quizás debería haber prestado un poco más de atención al pasar por la puerta de ese compartimiento en el que estaban haciendo tanto desastre. Lo único que supo es que un segundo antes, estaba pasando por al lado del compartimiento, y un paso después, la puerta se abría y de ella salía expulsado un pequeño individuo que impactó con él con demasiada fuerza y lo arrojó contra el piso. La puerta se cerró con una carcajada mientras el muchachito gritaba:
- ¡ERES UN IDIOTA, JAMES! ¡SE LO VOY A DECIR A PAPÁ!
Scorpius sólo gimió mientras el pequeño se incorporaba disculpándose.
- ¡Lo siento mucho, de verdad, mi hermano es un idiota! ¿Te encuentras bien?
La cabeza le daba vueltas y le dolía el brazo derecho. Subió la mirada para encontrarse con un par de preocupados ojos verdes como el jade. Creía haberse roto una costilla y se había despeinado. Una mano se posó un su hombro y le ayudó a levantarse. Su cabeza quiso explotar y perdió el equilibrio.
- Estoy bien -se excusó mientras posaba una mano en el hombro del pequeño.
- Te diste un buen golpe, lo siento.
- No te preocupes, no fue tu culpa -dijo Scorpius mientras volvía en sí. Miró al muchacho que lo observaba con ojos preocupados. Alzó una ceja y se enderezó-. Tu hermano es un idiota.
El muchacho soltó una carcajada y le pasó la mano.
- Si que lo es. Soy Albus. Albus Potter.
Había escuchado ese apellido antes. Demasiadas veces. A su padre no le agradaría en absoluto.
Y sin embargo no le importó.
- Soy Scorpius Malfoy -respondió con una sonrisa.
II
- Relájate, todo va a estar bien -le dijo Albus al oído mientras él intentaba detener los temblores de su cuerpo-. Sólo vas a ponerte el sombrero y ¡listo! Todo saldrá genial.
Scorpius miró al techo mientras caminaba hacia el banco posicionado en el medio del Gran Salón. Suspiró y miró a Albus a los ojos.
- ¿Y qué pasa si no me gusta la casa que el sombrero elige para mi?
Albus sonrió de oreja a oreja.
- El sombrero no se equivocará, de eso estoy seguro. Pero para que te quedes más tranquilo, el sombrero sabe lo que te gusta o no. Es mágico, Scorp, no olvides eso.
El pequeño asintió y se sobresaltó cuando llamaron a su nombre. Miró una última vez a su nuevo amigo, quien le saludó con los pulgares hacia arriba y le guiñó el ojo. Scorpius sonrió y caminó hacia el sombrero.
- No te preocupes -dijo Albus en un susurro cuando Scorpius ya se sentaba en el taburete, con el sombrero cubriéndole los ojos-. Donde sea que tú vayas es a donde yo iré.
III
- Ojalá hubiera sido un Gryffindor -suspiró Albus, sentado bajo la entrada a la sala común de Ravenclaw-. Hubiera sido más simple.
Subió la cabeza para poder observar a la aldaba parlante quien volvió a preguntarle.
- Por más que se cubra, al final se descubre.
- ¡Estoy cansado! -aulló Albus- ¡No quiero pensar!
En ese momento, una risita se escuchó a sus espaldas. Albus volteó y al ver la sonrisa del muchacho frunció los labios.
- Llevo HORAS esperándote, ¿dónde estabas? -preguntó mientras se incorporaba-. Necesito bañarme ¡y en media hora tengo práctica de Quidditch! Hace más de cuarenta minutos que estoy allí sentado.
- Lo lamento, Al -rió Scorpius mientras se acomodaba la mochila sobre los hombros y tocaba la aldaba una vez más-. No tengo la culpa de que en tres años aún no hallas podido superar el tema de la puerta.
- Por más que se cubra, al final se descubre.
- Hay muchas cosas que pueden ser descubiertas, pero todas aquellas cosas por lo general están basadas en engaños; así que mi respuesta será: las mentiras.
- Buen razonamiento lógico -respondió la aldaba al tiempo que abría el pasadizo a la torre de Ravenclaw.
- Merlín, eso era sencillo -dijo Albus mientras caminaba por el paso junto con Scorpius y se sentaba en uno de los sillones.
- Ya te lo dije, Al. No estarías aquí si no te merecieras el lugar. Puedes hacerlo, sólo que eres un flojo. Y llegarás tarde a la práctica si no te bañas en este mismo instante.
Albus se sobresaltó y corrió hacia la habitación. Pero antes de llegar a la puerta de ésta, viró a toda velocidad para volver donde su amigo y abrazarlo fuertemente.
- Gracias, Scorp. Esa es otra que te quedo debiendo.
Scorpius sonrió mientras notaba como el calor se expandía por sus mejillas y le dio unas palmaditas en la espalda.
- Descuida -rió en el oído de Albus-. Me lo vas a pagar dedicándome el punto que vas a hacer contra Slytherin este sábado.
Albus soltó una carcajada mientras lo soltaba y se acomodaba el pelo.
- James se va a poner furioso cuando sepa que el gol es para ti, amigo.
Scorpius se encogió de hombros y dejó caer la mochila sobre un sillón.
- Lo sé. Por eso lo pido.
Y ambos volvieron a reír.
IV
- Deberías conseguirte una novia, Scorp -le dijo Albus mientras se recostaba a su lado en la cama-. Pasas demasiado tiempo estudiando.
- No paso demasiado tiempo estudiando, también te sigo en cualquiera que sea la locura que planeas día a día -respondió Scorpius sonrojándose-. Y no quiero una novia.
- Claro que sí, Scorp, todos queremos una novia -le dijo mientras se acomodaba mejor en la cama y pasaba un brazo por encima de la cabeza de su amigo-. Una persona que te haga sentir bien, alguien que esté siempre contigo, con la que puedas compartir cosas.
“Todo lo que ofreces, ya lo tengo”
- Alguien con quien te sientes seguro, alguien con quien no te importa estar día y noche por días y días.
“Y por meses y por años. Ya lo tengo, no quiero más.”
- Y las chicas son suaves y sedosas. Y si te consigues la adecuada, puedes tener muchas, muchas cosas, Scorp.
La voz de Albus se hizo más ronca y su agarre en el hombro de Scorpius un poco más duro.
- Porque hay algunas que… que no les importa lo que diga la gente, ¿entiendes lo que digo? Y hacen lo que sea amigo. Donde sea.
- No quiero escuchar más, Al -dijo entonces Scorpius con la voz agitada, mientras su amigo se reía bajito y se acercaba a su oído -Basta, Al, no molestes, estoy leyendo-. Scorp intentó librarse del agarre, pero fue en vano. Albus se le acercó un poco más aún y rió, el aliento caliente sobre su cuello pétreo.
- Como Regina, Scorp, a quién no le importa encontrarse contigo en el aula de transformaciones para hacerte una buena mamada. O como Griselda Backstain, de Hufflepuff, que le encanta follar en el armario de las escobas. O la prefecto de Slytherin, la rubia ponzoñosa que quiere que todos piensen que es una princesa. A ella le gusta desde atrás en el baño de los prefectos.
Scorpius respiró duro mientras el libro resbalaba un poco de sus manos. Podía sentir su excitación crecer en sus pantalones y el aliento de Al, caliente sobre su garganta. Sin que el otro se hubiera dado cuenta, Scorpius podía ver y sentir como Albus se frotaba lentamente con una mano.
- Puedes tener mucho más de lo que imaginas, Scorp. Sólo debes salir.
Albus sonrió y Scorpius se incorporó violentamente.
- No me interesan esas ofertas -dijo con voz temblorosa.
Y mientras se levantaba y caminaba hacia la puerta no pudo evitar terminar la frase inconclusa.
- No me interesan de chicas, Al. No me interesan.
V
- ¿No tienes cita para el baile? -preguntó sorprendido Albus, mientras se abrochaba los botones de la túnica de gala.
Scorpius se sonrojó y escondió la cabeza, mientras pretendía abrocharse los zapatos.
- Si y no. Voy con alguien, pero no es una cita.
Albus alzó una ceja.
- Hace tiempo que te comportas extraño, ¿cuándo me vas a decir qué sucede?
Scorpius se encogió de hombros.
- De todas maneras no importa, tú vas al baile con Griselda, no necesitas estar conmigo.
Albus pudo captar un dejo de resentimiento en su voz, pero lo dejó pasar mientras se incorporaba.
- Sólo es que pensé que éramos amigos, Scorp. Que tú y yo nos contamos todo.
Scorpius sonrió y se terminó de peinar el pelo.
- No creo que te oculte nada, pero eso tampoco implica que deba contarte todo. Hay cosas que sólo ocurren. Igualmente lo sabes, sé que lo sabes. Eres inteligente, Al, sólo que te cuesta pensar las cosas.
Le guiñó un ojo y salió de la habitación.
Al se quedó pensando por un rato antes de bajar por su cita.
Al llegar al Gran Salón, no hizo más que buscar a Scorpius con la mirada, para conocer ese tal secreto a voces que el muchacho guardaba.
Se sorprendió encontrarlo sentado junto a un muchacho de sexto, de Gryffindor. No se acercó a saludar, pero sin embargo cuando Griselda insistió con elegir un lugar donde sentarse. Se situó en una esquina desde donde podía ver con claridad a Scorp.
Griselda captó su mirada y la siguió. Albus no se había percatado de lo evidente que estaba siendo hasta que escuchó la voz de Griselda sobre su oído.
- Creo que andan juntos -expresó ella en un susurro-. Escuché que Mathilda Franklin y Anabella Gore hablaban de cómo Scorpius rechazó a Jessica Butler cuando ella le invitó al baile. Y me han dicho que luego los vieron en la biblioteca, cerca de la sección de Aritmancia donde nadie entra besándose.
Albus volteó violentamente. Tan rápido fue que Griselda se sobresaltó.
- ¿Qué dices, Griselda? -su voz sonó mucho más venenosa de lo que hubiera querido. Ella se llevó una mano a la boca.
- Al, ¿no lo sabías? -parecía apenada y hasta un poco afligida-, Scorpius es gay. Rechazó a Jessica y le dijo que ya tenía pareja para el baile y que no era por ella, sino por su género. En realidad usó otro juego de palabras, el cual resultó muy poético. Hay que darle crédito, nunca nadie ha rechazado a una niña con tanto estilo.
Griselda rió suavemente, pero Albus no respondió. Empezó a repasar en su cabeza las palabras que él utilizaba cuando él le sugería mujeres para conocer. “No es mi tipo”, “No me agrada”, “Su estilo es muy distinto al mío”, “No estoy interesado”.
No estaba interesado.
- El muchacho con el que está es Robert Patt. Creo que es su pareja.
¿Conque pareja, eh?
No creo que te oculte nada, pero eso tampoco implica que deba contarte todo. Hay cosas que sólo ocurren. Igualmente lo sabes, sé que lo sabes. Eres inteligente, Al, solo que te cuesta pensar las cosas.
Conque pareja.
Albus cerró los puños a sus costados y frunció el seño.
VI
- No me lo dijiste.
- No me lo preguntaste.
- Ni siquiera me lo diste a entender.
- Nunca te mostraste interesado.
- Nunca pensé que fuera posible.
- Es sólo naturaleza humana, suele pasar.
- ¿Por qué no me lo dijiste?
- De todos modos lo ibas a saber…
- Hubiera preferido que fueras tú el que me lo diga.
- Siendo yo o cualquier otra persona, de todos modos…
- ¡CREÍ QUE ÉRAMOS AMIGOS!
Albus se levantó enfurecido y caminó hacia la cama de Albus.
Le acorraló entre su cuerpo y el colchón y le gritó a la cara mientras le pinchaba con el dedo en el pecho.
- Me ocultaste una verdad, Scorp, ¡traicionaste mi confianza!
- ¡Yo no oculté nada! -le gritó mientras le empujaba hacia atrás y se incorporaba para empujar su pecho. Respiraba duro y lo miraba con furia-. Simplemente no fui evidente.
- ¡Soy tu mejor amigo, Scorp!
Albus cerró la mano sobre el pecho de Scorpius, tomándolo de la camiseta y acercándolo hacia él. Scorpius pudo leer el dolor que en sus ojos se reflejaba bajo la furia, pero decidió ignorarlo y se deshizo del agarre.
- ¡Y aún así tienes que cuestionarme! ¡No puedes pensar que solamente fue por el bien común!
Albus se volteó dejando a un nervioso Scorpius respirando duro al lado de su cama. Se pasó una mano por el cabello y cerró los ojos con fuerza. La respiración de Scorpius fue bajando hasta estabilizarse totalmente. Albus abrió los ojos y lo volvió a enfrentar.
- No vas a seguir con ese tipo -sentenció.
Scorpius lo miró entre confundido y horrorizado.
- ¿Qué… cómo… -Scorpius cerró los ojos con furia, intentando impedir que las lágrimas brotaran de ellos- quién DIABLOS te crees que eres para decirme con quién puedo o no salir?
Albus caminó violentamente hacia él y lo tomó por los hombros.
- No puedes salir con él, Scorp, él no es nadie.
- Al, ¿qué demo…?
Pero no pudo terminar su pregunta.
Porque antes de darse cuenta tenía los labios de Al sobre los suyos. Y sus forcejeos para librarse de él pasaron a ser forcejeos por dominar el cuerpo ajeno. Dejó que Al le presionara fuerte contra su cuerpo, que le abrazara fuertemente la cintura y que mordiera sus labios. Él se trepó al cuello de su mejor amigo y gimió en sus labios. Sin poder evitarlo se frotó contra él, sintiendo su excitación crecer bajo los pantalones y los latidos de su corazón aumentar de ritmo.
Cuando se separaron sólo pudo mirarlo a los ojos, confundido, descubriendo en los ojos de Albus a misma expresión. Aún estaban abrazados y ambos respiraban agitados. Albus tragó saliva y miró a Scorpius a los ojos, pero no soltó el agarre.
- ¿Ya no saldrás con él, por favor? -dijo en un susurro casi inaudible.
Scorpius sonrió y levantó una mano para peinarle el pelo azabache.
- Ok.
- Ok.
VII
- Llueve - dijo Albus mientras se desperezaba y se echaba de espaldas sobre la frazada tirada en el piso.
A su lado, la capa de invisibilidad que había tomado prestada de James y el mapa del merodeador descansaban junto a un par de velas. Una mano cálida le acarició la frente y dejó un suave beso sobre ella.
- ¿Qué importa? -dijeron un par de labios sobre los suyos para después desplazarse por su boca en un simple beso.
Albus suspiró en el beso y abrió la boca para profundizarlo. Jugó con la lengua de Scorpius en su boca y gimió ante el suave contacto de las manos que desprendían su camisa y acariciaban su pecho. Albus cerró la mano en el dorado cabello que rozaba sus costados, cuando el cálido aliento acariciaba su piel. Se dejó besar y quitar la ropa, hasta quedar desnudo sobre la frazada, abrazado al cuerpo de Scorpius en iguales condiciones.
Las gotas de lluvia repiqueteaban sobre el techo de la Casa de los Gritos pero Albus y Scorpius no escuchaban nada más que sus propias respiraciones y gemidos.
Albus se aferraba a la espalda de Scorpius mientras que éste besaba sus labios continuamente, abrazándolo como si la vida se le fuera en ello.
No necesitaban palabras, las acciones valían más para ellos. Sus manos entrelazadas por sus cabezas, sus cuerpos desnudos unidos, siendo la única barrera para que sus almas se transformen en una.
Una ráfaga de aire se coló por una rendija robando las luces de las velas. Albus clavó las uñas en la espalda de Scorpius y éste cerró los ojos con fuerza mientras se mordía los labios para no gritar.
FIN