PARA: Akemi Malfoy
DE PARTE DE: Amigus anonimus
Titulo: Relación de un Malfoy y un Potter con mil y un proverbios a la carta
Pairing/Personaje: Albus S. P. /Scorpius
Resumen: Una vida siempre puede estar adornada con frases, el que Albus prefiriera los proverbios, quizá no estuviera tan mal
Rating: K
Disclaimer: Nada me pertenece
Advertencias: Limme
Notas: Beteado por S......
“La manzana no cae muy lejos del árbol”, dícese de la acción donde no se puede ir muy aya de donde se ha nacido, había sido el primer proverbio que Albus recordara haber escuchado y a partir de ahí nunca pudo dejarles.
Era ese compendio de conocimiento empírico y fácil de recordar lo que le atraía además del hecho de solo buscar los de procedencia muggle, para así fastidiar un poco a los de sangre puramente mágica que aun después de innumerables guerras seguían con sus problemas de sangre. Era un placer oculto, un juego que solía sacar lo peor y lo mejor de su pareja, era cuestión de escuchar un “incluso los changos se caen de los árboles” para ver rabiar a Scorpius, sobre todo cuando erraba en hacer una poción siendo todo un master en esos menesteres.
Y es que no había nada más agradable de ver que ese rostro normalmente como la porcelana coloreada por un rojo intenso, debido al coraje que cometer errores provocaba y más aun el que fuera Severus quien “echara mas leña al fuego”.
A Severus siempre le gusto el de “hijo de tigre pintito”, decirlo en voz alta en el nido de serpientes en el que habían estado en Hogwarts siempre había llevado a discusiones amplias y acaloradas.
Sobre todo porque cierto rubio detestaba que se le comparara con felinos, al parecer aunque ya no hubiera guerra, los Malfoy siempre tendrían como cruzada privada el pelear con los Gryffindor y pertenecer a los Slytherin.
Albus en veces considera que si alguno de los Malfoy resultara como Sirius, que fue la excepción familiar, definitivamente seria extraído de Hogwarts para luego mandado a una institución bien lejos y poco ortodoxa donde le hicieran olvidar esos “arranques de valentía descerebrada” que a palabras de Scorpius es el proceder innato de todos los Grys.
Albus debe admitir que estar en Sly después de toda una gran lista de Grys en su familia le había resultado contradictorio, peor no pensaba dejar que nimiedades como esas lo dejaran solo y aislado, aun así había decidido hacer caso al proverbio que rezaba “Nadie prueba la profundidad del río con ambos pies”.
Así que los primeros meses fue de escuchar e hilar ideas, hasta cuando descubrió el trasfondo de “no arriesgamos nuestro pellejo mas que por nuestra propia sangre”, le gusto, tomándolo como el ‘porque’ oculto de su estadía en esa casa y su lema.
Su familia decía que “Cuando una paloma empieza a frecuentar los cuervos sus plumas permanecen blancas, pero su corazón se vuelve negro”, no podía negarlo, en el fondo termino por aceptarse como el Slytherin que era, con ello empezó a dejar que su ahora maduro y guapo novio empezara a colársele hasta los huesos.
Y aunque su hermano James en un intento ya desesperado por hacerle entrar en cordura recurriera a ese recurso que tanto gustaba a Albus, Severus no pudo mas que reír a carcajada abierta, "No hay que dar por el pito, mas de lo que el pito vale" recuerda haberle escuchado decir con un sonrojo bastante avergonzado y airado.
Pues valla que ese pito valía el tener a toda la familia repudiándolo en primera instancia, hasta que llego el momento donde aceptaron que "Lo que no tiene remedio está remediado ya" y se empezaron a ocupar de aceptar al novio de Albus, en lugar de intentar convencerle de dejarle.
Después de todo "No hay sustituto para la experiencia" y de sobra sabían tanto Weasleys como Potters, que una vez un Potter daba su corazón en serio, ni mil terremotos, inundaciones o guerras les harían desistir de ese amor "Que nadie le diga lo que tiene que hacer a alguien que ya ha decidido cuál tiene que ser su destino".
Pero bueno, dentro de su corazón Sly todavía tenia algunos muy arraigados defectos Gry como el de ser perseverantes, “terco como una mula” y gracias a eso había conseguido a su rubia perdición.
Ya que hemos vuelto a mencionar a Scorpius, Albus aun recordaba una vez que lo saco tanto de sus casillas diciendo en voz cantarina “Antes de poner en duda el buen juicio de tu mujer, fíjate con quien se ha casado ella.” No es que se aplicara textual pero Scorpius bien que capto el mensaje, aunque eso no le evito a Albus el dormir en el sillón aquella noche.
Pero bien, dejando atrás el que los proverbios bien podían definir cada parte de su vida había ciertos que Albus tenia escritos en su libreta de más añorados recuerdos, entre ellos “El amor y la tos no pueden ocultarse”.
Ese fue el proverbio de su victoria sobre el corazón del Sly, con el que ahora compartía la cama y aunque se gano una gran colleja también obtuvo un beso intenso por el que había estado ansiando.
Recuerda como las chicas en el ahora su antiguo colegio lo miraban envidiosas y celosas de que tuviera el mejor partido serpiente a su lado, Albus siempre les pagaba con lo mejor; besando a su Scorpius hasta dejarle sin aire, demostrándoles lo bien que el rubio sabia besar y dejarse guiar, después de todo “Castiga a los que tienen envidia haciéndoles bien” y que mejor bien que demostrarles lo que ni en sus mas locos sueños podrían tener.
Y aunque sabía que las cosas con Scorpius no serian siempre miel sobre hojuelas pues “Es más fácil variar el curso de un río que el carácter de un hombre”, amaba cada parte de ese carácter estricto, arrogante, mimado, completamente adorable y pagado de si mismo, por lo cual lo soportaba.
Sin contar el echo de que en su mente siempre se repetía que “Una vez terminado el juego el rey y el peón vuelven a la misma caja”, sobre todo en esos momentos donde la parte snob de su pareja relucía en todo su esplendor, recordando que esa caja era una cama donde él siempre conquistaba en todos los sentidos a su rubio concubino.
Sobre todo cuando tenia esa ardiente carne a su merced, ese apetitoso juguete que solo suyo era, “Cuando bebas agua, recuerda la fuente” venia a su mente mientras su lenga recorría esa blanquecina piel y valla que la recordaba y se perdía “Es una locura amar, a menos de que se ame con locura”, todo se convertía en locura y olvidaba que sus vecinos de departamento merecían dormir.
Arrancando suspiros, gemidos y gritos de los labios de su amado consorte masculino, sin compasión de esos oídos que con sorprendente frecuencia eran ofendidos, bueno es que no era culpa de Albus que su adorable corazoncito quisiera vivir en ese departamento, que tenia como vecino a unas santiguadas que casi morían persignándose cuando ellos llegaban.
Olvidándonos de las vecinas que antes que religiosas son chismosas, podemos movernos la siguiente proverbio “No hay árbol que el viento no haya sacudido” se podría aplicar y es aplicado, sobre todo si en lugar de árboles se entendiera como centímetros de piel y viento como una lengua húmeda y calida (cosa que tanto Albus y Scorpius entendían), por lo cual no es de sorprenderse que cuando Albus le susurrara el proverbio al rubio en una de esas cenas de aristócratas a las que se veía forzado a ir.
Porque como pareja oficial de Scorpius tenia que asistir a las endemoniadamente aburridas recepciones Malfoy, que serian de lo más elegantes pero no es que uno pudiera ponerse como una cuba sin que fuera el tema de cotilleo y desprestigio hasta la siguiente vergüenza publica.
Retomando las implicaciones que el proverbio, era garantizado que apenas Albus lo dijera Scorpius obtuviera un sonrojo que lo hacia ver mas apetecible y besable, lo hacía ganador del gran bochorno de tener que explicar por qué el súbito acaloramiento que siempre excusaba invitando a bailar a su pareja, dándole la oportunidad de tenerle entre sus brazos sin ocasionar un gran tumulto de escandalosos susurros.
Las cosas eran con mucho diferentes en las reuniones de Weasleys y Potters que no necesitaban mas invitados que ellos mismos para llenar el mas grande de los salones de la ciudad.
Esas fiestas de toque familiar y hogareño que seguían desarrollándose en la madriguera que mágicamente era la única forma de explicar que pudiera albergarles a todos sin ocasionar el desplome de esa casilla simpática a ojos de Severus y trampa mortal para el rubiecito Scorpius
En esas fiestas todo se regia por una sola frase “Las palabras son enanos, los ejemplos son gigantes”, así que cunado el tío George empezaba a provocarle o sus primos a hostigarle, nada mejor que un beso apasionante y santa solución a los cometarios, demostraba el gran amor que por su novio sentía y de regalo venia un gran sonrojo por parte de Scorpius.
Cabe mencionar que sin importar que después de una de esas fiestas tanto fuera por parte del Malfoy o de Potter siempre tenía un final donde lo único que salía altamente lastimado era el departamento y la habitación.
No es que alguien pudiera culparles, pero con tanta provocación era difícil seguirse conteniendo cuando por fin llegaban a estar solos, una cosa era que Albus fuera un exhibicionista y otra que Scorpius quisiera que sus intimidades se supieran.
Albus sabia que Scorpius usaría el típico “Si no quieres que se sepa, no lo hagas”, sino fuera porque los proverbios era lo suyo y nunca se ‘rebajaría’ a caer en ese jugo de plebeyos que a él tanto le divertía, eso y que en alguna ocasión lograron usar el gran escritorio del estudio Malfoy para menesteres no muy usuales para el mueble.
Y aunque “El hombre no puede saltar fuera de su sombra” cuando estaban en la cama, valla que su Scorpius se revelaba contra ella, mostrando ese lado sumiso del que Albus se aprovechaba constantemente, vamos que un poquito de juegos estimulantes como ponerle un par de orejitas de lo mas mordisqueables de gato no iban a hacer ningún daño, pero nunca pensaría en proponérselas a menos que estuvieran ya por la tercera ronda y el moreno dijera que si a todo con tal de que se lo follara hasta que la Luna se despidiera de la noche.
Aunque había veces en que el rubio se ponía intransigente y Albus se ponía caliente solo de pensar que “Por bueno que sea un caballo, necesita espuelas” y valla que se podía auto decir caballos si su pequeño Scorpius le montara así de por vida.
Ver ese cabello sedoso moviéndose en algunas partes y en otras pegadas a la pálida frente, los ojos grises diciéndole que solo ellos son sus dueños, las rodillas apretándole en los costados y llegado el momento exacto verle auto estimularse, realmente le hacia a Albus decir que las espuelas eran mas que bien venidas.
En algunas ocasiones Albus poseía otro placer, el escuchar a la gente repudiar a los gays, hablar como si supieran y despotricar contra ellos, era delicioso escucharles, no solo eran fuente de un inigualable montón de nuevas ideas, que según para ellos eran imposibles, retándolo a hacerles posible sea intentarlo solo llegar a casa.
Les escuchaba reprimiendo risas, evitando abrir los ojos en demasía cunado una idea resultaba de lo mas inverosímil, conteniéndose de interrumpirles hasta que habían terminado y una vez empezaban a despedirse, cuestión de aprontárseles en frente y emplear sus dos mejores armas contra ellos.
“El que hambre tiene en pan piensa” acompañado de un no tan sutil “No hables mal del puente hasta haber cruzado el río”.
Solo que el empleo de esas frases siempre le traía una urgencia creciente de aparecerse tras Scorpius estuviera donde estuviera y tomarle sin más, porque él era de los que cuando tenia hambre comía, lastima que en el sexo hubiera las implicaciones de que la gente podría terminar con graves lesiones cerebrales.
Como volverse adicta a ver dos hombres demostrándose el amor mas puro de una manera que hasta las barreras de la naturaleza han sabido sortear, si porque vamos quien en este mundo podría dejar de apreciar algo tan sublime.
Así que solo quedaba esperar a al noche, “Si tu mal tiene remedio ¿por qué te quejas? Si no lo tiene ¿por qué te quejas?”, Severus no se quejaba utilizaba el tiempo ideando la forma de convencer a su rubia tentación para intentar esas cosas tan descabelladas de aquellos a los que espiaba
No es que batallara mucho unos besos estratégicos en la respingona nariz del aristócrata, un elogio a su siempre impecable cabello, si bueno Scorpius, de inmediato sabia que Albus quería intentar alguna cosa por demás extraña, pero nunca admitiría abiertamente que le fascinaba experimentar además era mucho más interesante que Severus intentara convencerlo.
El problema venia cuando Scorpius había tenido un día difícil, peor el era un Potter cabezota además, "El mosquito no se apiada del hombre, por más flaco que esté", además un buen arrumaco y unas cuantas posiciones eróticas eran un buen energizante, bueno al menos eso decían, lo que el podía decir es que era un buen desestresante y nunca se podía dormir mejor.
Que importaba eso de que "Una buena conciencia es la mejor de las almohadas", la verdad es que para Severus la mejor de las almohadas era quedarse tirado sobre Scorpius, después de haber tocado el nirvana con todos sus sentidos y despertar hasta que el despertador timbrara.
Algunas mañanas mientras se alistaba Albus pensaba "Se puede dormir en la misma cama sin tener el mismo sueño", no es que dejara que el proverbio lo desanimara, simplemente lo hacia sentirse mejor porque aunque bien el sueño de Scorpius era uno y el suyo otro ambos tenían una pequeña semejanza, que ninguno de los dos consideraba poder lograrlo sin estar juntos los dos
Si el futuro resulta muy incierto y quizá no legarían a ver todo sus sueños realizados pero acaso no se decía “Es mejor viajar lleno de esperanza que llegar” y nada lo llenaba tanto de esperanza como un alentador ‘Eres una serpiente, conseguirás lo que desees’ de Scorpius y un beso en la frente cuando la adversidad lo abrumaba
Con lo cual recordaba que “Primero vivir, luego filosofar”, con lo cual sonreía y corría a alcanzar a su oji-gris amado y le besaba hasta el hartazgo, dejando que las inseguridades se fueran con el viento, solo tenia una vida y no pensaba desperdiciar a su Scorpius.
“Por el amor de una rosa el jardinero es servidor de mil espinas”, luchando cada día por que su amado aristócrata presumido estuviera a su lado, sin importar que la vida no fuera fácil "Cuando un hombre tiene un porqué vivir; soporta cualquier cómo".
Y Albus tenia por quien vivir y por quien luchar, por quien arrepentirse y por quien llorar, el tenia el cielo en la tierra, aunque en veces le tocara el sillón por cama, no importaba porque por siempre Albus estaba allí para complacer a su serpiente.
Porque después de todo “Si te caes siete veces, levántate ocho” y por Scorpius él se levantaría hasta de la muerte.