Sangre Incólume c.22

Jul 15, 2012 15:10

TÍTULO: Sangre Incólume.
CAPÍTULO: XXII.
PAREJA: Ron / Ginny.
RATING: NC-17.
ADVERTENCIA: Incesto.
WORD COUNT: 2200~.



XXII.

La familia se quedó en silencio después de escuchar la condición que ponía Ginny para regresar. No la esperaban en absoluto.

Ron había escuchado todo, cada una de las palabras que habían dicho todos sobre él y Ginny y se había mantenido al margen, pero la condición de Ginny automáticamente le ponía una cornamenta en la cabeza. ¿A qué querría ir Ginny a Albania donde se encuentra Harry? Lo que Ginny quería era venganza y sabía dónde herirlo.

-Ginny, ¿para qué quieres ir a Albania? Piensa bien lo que estás haciendo. - aconsejó Bill temeroso de lo que aquello significaba.

-Es mi condición. Tengo derecho a ponerla. - Terminó tajante la chica mirando de frente a Ron. Lo retaba y él sabía que no podía ponerse los moños. Él sostuvo su mirada.

-¿Ron? - preguntó Bill a su hermano esperando una reacción mientras su madre miraba impresionada lo que sus hijos decían.

La pareja se miró durante unos momentos y finalmente el chico levantó los hombros y se giró para marcharse, pero Bill lo detuvo.

La familia entera se quedó en silencio. Bill esperaba que su madre dijera algo para los chicos pero Molly realmente no tenía palabras, todo lo que había sucedido en los últimos días la había sobrepasado en asombro. Percy, trataba por su parte de seguir los pensamientos de Bill pero no sabía hacia donde iba. Entonces Bill tomó la palabra como alguien debía hacerlo para dirigir lo que sucedía, para terminar con los problemas de una vez o ampliarlos definitivamente.

-Bien, si esa es tu única condición y Ron la acepta, puedes dormir esta misma noche en tu casa. Vamos. - dijo el hermano mayor poniéndose en movimiento.

-¿HOY? - se sorprendió la chica.

-Sí, hoy. Ya dijiste tu condición, ya puedes volver a tu casa. Yo me voy a encargar de poner el traslador en tu mano mañana mismo para que te vayas a Albania.

Y ante la mirada de todos tomó algunas cosas de Ginny y la tomó del brazo para llevarla a su casa, mientras Ron caminaba tras ellos tan sorprendido como ella.

-Ten tus cosas listas, mañana vendré por ti. - terminó Bill dirigiéndose a su hermana y al salir lo vieron poner un hechizo en la puerta. A Bill no le harían trampa.

Una vez solos los chicos tendrían que enfrentarse, que enfrentarlo todo. Y lo harían, esta vez las cosas no se guardarían en silencio, ambos tenían cosas clavadas dentro que necesitaban sacar y era el momento de hablarlo sin tapujos.

-Ya debes estar contento… - inició la chica con rencor.

-No tengo por qué estar contento. ¿Crees que me gusta todo esto?

-¡Tú lo provocaste!

-¡NO! Yo no lo provoqué. Yo no sabía qué demonios tenías en la cabeza… Dios sabe que yo no quería hacerte daño. Ni a ti ni a los bebés.

Ginny lo podía culpar de muchas cosas, pero nunca del deseo de perder a los bebés. Eso no. Si alguien había aceptado con gusto aquél embarazo desde un principio había sido él. De eso no podía culparlo, pero sí de infidelidad.

-Lo provocaste con tu engaño, revolcándote con Hermione.

-No lo niego, pero eso terminó hace mucho. Y la verdad, no entiendo la causa de tanto drama… no tienes derecho a celarme.

-¡No son celos! Es… es la traición, es tu deshonestidad. Yo lo dejé todo y tú tan cómodo sólo disfrutando.

-¿DISFRUTANDO? ¿Crees que yo disfruté de todo eso? Si yo te engañé con Hermione fue por tu culpa. ¡Tú me orillaste! Con tus actitudes y tú forma de hacer las cosas. Además, no te des baños de pureza. Si tú no me engañaste con Harry fue porque el muy cobarde se fue… sino, la historia a lo mejor hubiera sido al revés.

-No trates de justificarte con algo que pudo haber pasado. Tú sí lo hiciste y quien sabe por cuánto tiempo.

-Tienes razón, no voy a decir nada de lo que pudo ser… aunque, tú ya te estás encargando de que suceda ¿no? Te vas a Albania… ahora vamos a estar parejos según tú…

-Ya lo ves… tú también me orillaste. - finalizó la chica para después subir hacia su recámara.

Ron por su parte se quedó rumiando su coraje y su ofensa en la sala de su casa. No subiría a la habitación hasta que ella se fuera. No quería ver, ni saber qué demonios pondría ella dentro de la maleta para verse con Harry. Ya podía imaginarlos juntos en la cama. El chico estaba furioso y herido en su dignidad hasta hacerle humedecer los ojos. Más tarde, mientras trataba de conciliar el sueño comprimido en el pequeño sofá de su sala, tuvo que limpiar las lágrimas que su orgullo había derramado.

Al día siguiente por la mañana, poco le importó llegar tarde a trabajar. No subiría a la habitación hasta que ella se hubiera ido. Cuando Bill llegó por ella, Ron ya se había desayunado. Después de que Bill tocara a la puerta apenas si pudieron cruzar palabra, Ginny ya venía bajando con una pequeña maleta y un momento después se habían ido.

Durante el día, en la oficina era imposible que lograra concentrarse. Algunos de sus compañeros todavía seguían preguntándole el estado de su esposa y cada que se lo recordaban sentía arder las entrañas. Cada que le hablaban de Ginny, cada que recordaba que estaba ya en Albania, la imaginaba automáticamente en los brazos de Harry y le daban ganas de golpear algo.

No pudo quedarse por mucho tiempo en el Ministerio y pronto regresó a casa para poder sufrir en soledad al menos. Pero a pesar de todo, su familia no lo dejaría solo. Cuando volvió a casa, su madre estaba ahí terminando de cocinar para él. Cuando Ron entró, apenas verla se dejó caer en una silla. Su madre le acarició la cabeza en silencio y después de unos minutos, cuando Ron levantó la vista, vio que ella lloraba.

-Hijo, no te imaginas el dolor que siento. Esto no debió suceder así… No pueden quejarse uno del otro cuando ambos se han faltado. No sé si tu padre cometió el peor error de su vida justo al morir… tal vez no valía la pena. ¡No quiero que nuestra familia se rompa!

-No llores mamá. - la abrazó el chico con preocupación, tratando de consolar en el abrazo de su madre sus propias penas. -No llores.

Por la noche, Ron finalmente subió a la recamara, y aunque le quemaba la curiosidad por revisar los cajones de Ginny y ver las ropas que se había llevado, logró controlarse con un baño de agua fría, eso distraería su cabeza. Al salir, alguien llamó a la puerta.

Bill le esperaba a la puerta con lo único que recuperaría al menos por un rato el corazón de Ron: Victorie.

La niña le estiró los brazos de inmediato.

-¡Nena! - se sonrió Ron.

-Dale un beso a tu padrino. - pidió Bill.

-¡Psshp!… -tronó en el aire Victorie con los labios levantados.

-¡Hermosa! - respondió el joven tronándole un beso en la mejilla.

-¿Qué tal, cómo estás? - preguntó el mayor mientras se sentaban en los sillones de la sala de la casa, con la escasa luz que se filtraba.

Ron no contestó de inmediato, simplemente se entretuvo tocando los rubios rizos de Victorie que estaba sentada en sus piernas. Pero la niña no quiso estar más ahí y se fue a caminar por la casa dejándolo sin escudo.

Ron se tocó la cabeza e ironizó: -¿Ya se me ven…?

Bill rodó los ojos. -¿Sabes? No creo que lo haga. No se va a atrever.

-Bill, por Merlin, a eso fue. A vengarse. Todavía me tiene mucho coraje.

-Bueno, no es para menos…

Ron levantó inmediatamente la mirada reaccionando.

-¡Pero hay una gran diferencia! Yo la engañé… t-tú sabes por qué la engañe. Todo lo que sucedió al principio. Yo no la había engañado hasta que me fui de la casa por sus actitudes, ella prácticamente me echó en los brazos de Hermione. Ella sabía que yo amaba a Hermione cuando nos casamos. Pero ella… ella a pesar de todo lo que hemos vivido y de que lo de Hermione acabó hace mucho ¿me obliga a aceptar estos pinches cuernos nomás por venganza?? ¿Qué quieres que te diga?

-Sshh, -recordó Bill señalando con la mirada a la niña que volteó rápidamente ante el tono que había tomado su tío. -Ron, un engaño es un engaño. Nada de eso te disculpa… ni hay marchas atrás. ¿Hablaron anoche?

-Pues sí, pero ella está de necia y ¿sabes qué? ¡Que haga lo que le dé la gana! - terminó Ron levantándose de su lugar y cargando en brazos a Victorie haciéndole cariños para terminar definitivamente con el tema.

Bill no pudo hacer nada más. Todo eso sólo el tiempo podría solucionarlo y la disposición que ellos pudieran poner de su parte. Por esa noche, lo mejor que podía hacer es otorgarle a su hermano un poco de distracción y el entregado cariño de su hija que parecía lo único que lograba mitigar un poco el dolor de su corazón.

Aquella fue una mala noche para Ron, lo cual lo hizo madrugar y estar disponiéndose para partir al Ministerio a tiempo por primera vez en los últimos días. Pero aún le faltaba la cereza al pastel. Cuando llamaron a la puerta, a la última persona que esperaba era al Delegado Porter, quien, para variar, iba a ver a Ginny.

-No está. - respondió secamente Ron. Sólo al verlo tenía ganas de golpearlo.

-¿Alguna cita médica? No hay problema, la espero. ¿Sigue delicada?

-Está fuera de la ciudad, de visita con una tía.

-Caramba, ¿y después de lo sucedido la ha dejado viajar sola? -comentó Porter lleno de veneno. Sabía que Ron no podría controlarse y acertó, en menos de lo que pensó Ron lo tenía ya sujeto de la toga.

-¡Eso es cosa que no le importa!

-No la culpo… debe ser difícil tener un marido tan violento…

Una voz dentro de su cabeza le aconsejó a Ron que se calmara o provocaría más problemas, le fue difícil pero terminó por soltarlo.

-Yo no soy violento. Pero si me buscan, me encuentran.

-Oh. - musitó el hombre falsamente interesado. -Y ¿Cuándo podré verla?

-Tal vez mañana.

-Bien, espero pueda hacerme el favor de decirle que estoy interesado en ella… es decir, en hablar con ella.

Ron estaba controlando su respiración para no soltarle un golpe que le rompiera por lo menos la nariz. No le contestó. El hombre finalmente se marchó no sin antes despedirse con una sonrisa maliciosa.

Al día siguiente, después de pasar una noche todavía más atormentada que la anterior; al regresar a casa mientras se preparaba un desabrido sándwich escuchó sus pasos bajando las escaleras. Al instante su piel se encogió. La tenía a sus espaldas pero no se giró. Ella se había detenido y después continuó caminando hasta salir de la casa con la maleta vacía hacia la casa de su madre.

Regresó un par de minutos más tarde y subió dejándolo solo de nuevo sin que alguno de los dos hiciera sonido. Ron lamentó no haber previsto que ella ya estaría allí y haber bajado al menos una cobija. No quería subir ni siquiera por un pijama. No quería mirarla a la cara, no quería estar en la misma habitación que ella. No pudo ni darle una mordida a su sándwich. El estómago empezó a arderle con tanta fuerza que el chico terminó vomitando en el patio.

Por otra parte, Ginny volvía más perdida y más vacía que al despedirse. Se acurrucó estrechamente en la orilla de la cama y, sabiendo que él no subiría, empezó a llorar desahogando sus sentimientos.

La verdad era que en su viaje no había hecho más que confirmar que es la mujer de Ron. Es lastimosamente y totalmente suya. Para su propia sorpresa no había hecho más que pensar en él. Ni siquiera había podido darse un beso con Harry. Aquél amor tan inmenso que sentía por Harry increíblemente se había transformado en un cariño entrañable lleno de confianza y respeto. No podía convertir a Harry simplemente en su amante bajo esos términos. Había pasado un par de días llenos de tranquilidad y reflexión en donde ni ella buscó acercamientos con Harry ni él los había creado.

Harry no era tonto, y no en vano Ron había sido su mejor amigo la mayor parte de su vida, y ella la mujer que más amaría. No necesitaba saber absolutamente nada cuando la vio visitándolo. Un embarazo perdido y la decisión de pasar unos días en Albania eran mucho más de lo que Harry necesitaba para saber cómo estaban las cosas. Él le ofreció distracción y su mano como un buen amigo y nada más.

Las noches que Ginny pasó en Albania, sola, humedeciendo la almohada del hotel con sus lágrimas no fueron mejores que las de Ron. Mientras estaba en Albania, al lado de Harry como tanto había deseado, no podía pensar siquiera en intimidad con él. Parecía que aquellas ocasiones en que ella se había entregado a él, de pronto se habían borrado de su mente o habían quedado empañadas por la imponente imagen de Ron. Parecía no conocer otra forma de amar, no podía pensar en estar con otro hombre, ni aún Harry. Ron era todo lo que ella parecía necesitar.

N/A: El amor es como el mar,... impredecible...
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