Encuentro
La ví entre bastidores, llevaba un abrigo de piel blanco, tan blanco que me recordaba la paz de los inviernos en Tokio. Su cabellera, larga y reluciente, su rostro, el de una diosa. Era un ser superior entre tantos humanos. Podía ver que llevaba una falda larga, hasta el suelo, con brillos modestos, o quizás era un vestido. Recuerdo que al entrar a la sala había saludado a todos con una formalidad no tan común en estos días, muchas personas parecían conocerla.
Yo me encontraba con mis compañeros de banda y algunos otros con los cuales compartimos compañía, y nuestro jefe. Todos, menos él, nos encontrabamos embobados con esa belleza caída del cielo, quien no nos miraba... es más, dudo que haya estado mirando a alguien, aunque parecía estar esperando.
De pronto, veo como su cuerpo lentamente, con gracia y habilidad se gira. No lo creo, es hacia nosotros, lo debo estar soñando. Quiero pensar que sus ojos se posaron en mí, al menos por un segundo, tengo la dicha de no poder negar ni comprobar esto. Sus ojos se posan en la persona menos pensada (¿por que esto es siempre así?), nuestro jefe. Él es una persona mayor, por su aspecto podría decir que ella es la mitad de su edad.
Vi la sonrisa más hermosa del mundo y mi corazón se partió en mil pedazos, tal no esta dirigida hacía mí. La deseo fervientemente. Nuestro jefe se acerca a ella con suma tranquilidad, como si fuesen familia, conocidos de toda la vida.
No puedo escuchar lo que dicen, aun en este silencio (mis compañeros tambien desean lo mismo que yo), pero parecen hablarse con tanta facilidad, siento envidia. De pronto, el posa una mano sobre su espalda y con la otra parece señalarnos, como invitándola.
Yo me encontraba con mis compañeros de banda y algunos otros con los cuales compartimos compañía, y nuestro jefe. Todos, menos él, nos encontrabamos embobados con esa belleza caída del cielo, quien no nos miraba... es más, dudo que haya estado mirando a alguien, aunque parecía estar esperando.
De pronto, veo como su cuerpo lentamente, con gracia y habilidad se gira. No lo creo, es hacia nosotros, lo debo estar soñando. Quiero pensar que sus ojos se posaron en mí, al menos por un segundo, tengo la dicha de no poder negar ni comprobar esto. Sus ojos se posan en la persona menos pensada (¿por que esto es siempre así?), nuestro jefe. Él es una persona mayor, por su aspecto podría decir que ella es la mitad de su edad.
Vi la sonrisa más hermosa del mundo y mi corazón se partió en mil pedazos, tal no esta dirigida hacía mí. La deseo fervientemente. Nuestro jefe se acerca a ella con suma tranquilidad, como si fuesen familia, conocidos de toda la vida.
No puedo escuchar lo que dicen, aun en este silencio (mis compañeros tambien desean lo mismo que yo), pero parecen hablarse con tanta facilidad, siento envidia. De pronto, el posa una mano sobre su espalda y con la otra parece señalarnos, como invitándola.