Pain
Últimamente parece que no escriba sobre otra cosa. Y realmente es asi... pero no puedo evitarlo.
Siempre he dicho que los edificios más altos son los que con más estrépito se derrumban... y ahora debo decir que es lo más cierto que se me ocurre en este momento.
Tengo el alivio de que esto es practicamente personal, aunque si alguien lo leyera lo más seguro es que se riera bien a gusto... y me lo tengo merecido.
No deseaba que esto sucediera. No deseaba que el castillo de hielo que tan costosamente habia levantado para proteger mis sentimientos se fundiese. Pero todo aquello que no deseaba se ha hecho realidad.
¿Por qué no podía enamorarme de un compañero de clase? Alguien mas... como decirlo... cercano, accesible... alguien con el que tuviese una oportunidad, por mínima que fuera... pero no. Me he tenido que... enamorar... de un profesor. Un hombre que me saca 20 años, con una experiencia que está a años de mi... que me hace sentir... infantil. No inferior, eso nunca. Vicente no puede hacer sentir inferior a nadie. Es solo que me doy cuenta de que con la edad que tengo, soy una niña. Me gustaría ser más madura, tener algo que ofrecerle. Pero no tengo nada. No soy nada.
Supongo que muchos dirán que simplemente estoy fascinada por su inteligencia. Ya me lo dijeron (gracias Sara), pero lo he estado pensando y... no, por más que me pese (ya que eso significaría que sigo con las defensas intactas) le quiero como es, por quién es... por como habla, gesticula, se rie... le quiero porque es él.
Le quiero por como me hace sentir cuando me mira (aunque esté hablando de Brunelleschi y su mirada no esté realmente fija en mi), por como me hace sentir cuando se rie (después de decir una de sus barbaridades), por como es de directo y sincero, por como me siento cuando habla. Cuando habla. Supongo que fue en ese momento cuando me di cuenta. Cuando tu cuerpo reacciona simplemente con una palabra, que además, no está dirigida a ti, es que estás enamorada.
Queda un mes escaso para dejar de verle. Y no sé que es lo que me hace sentir peor, si el hecho de verle o dejar de verle. Aunque siempre le agradeceré que me haya enseñado a apreciar de verdad el arte. Gracias.
