Seasons of Beautiful Wolfram
Estaciones de Hermoso Wolfram
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Autora:
HARPGO Traductoras: Kotorichan y Petula Petunia
Traductora de este capítulo: Petula Petunia
Beta de este capítulo: Kotorichan (
kotori_chan88 )
Parejas: Yuuram, y otras que irán apareciendo.
Advertencias: Yaoi, más adelante un poco de escenas fuertes.
Chapter 12
Wolfram le dio un ligero codazo a Yuuri.
-E-espero que les gusten- el pelinegro empezó a repartir flores a las chicas. Estas se miraron entre ellas y sonrieron en respuesta. ¡El maou les estaba dando flores!
Yuuri observó sus reacciones y sonrió secretamente. Era exactamente la reacción que Wolfram planeó. Y, sí, funcionó. El Mazoku de ojos esmeraldas podía ser astuto cuando quería.
Por detrás de Yuuri y Wolfram apareció una repentina ráfaga de viento que se convirtió en ventarrón. Las chicas sintieron el golpe de viento y tuvieron que sostener sus largas faldas para evitar que volaran. Lamentablemente, la brisa se metió también entre la parte superior de sus vestidos, levantando las prendas para mostrar cuán dotadas estaban. Y ¡Eran chicas grandes! Murata se sentó y disfrutó del show, haciendo absolutamente nada para ayudarlas porque, sabía, que sería fuertemente abofeteado si lo intentaba. Y, como que no quería comprometerse con tres chicas a la vez.
Yuuri había estado entregando la tercera flor azul cuando aquello sucedió. Empuñó el tallo de la flor que le daba a Gracelynn. Y a causa del ventarrón, notó que la chica morena estaba muy bien “desarrollada”.
El adolescente Wolfram se giró para ver de dónde provenía ese aire. Parpadeó incrédulo porque vio una luz dorada brillante, en donde parecían estar dos figuras, una rubia y otra de cabello negro. El pelinegro era transparente, solo un ininteligible perfil. Pero el rubio se estaba haciendo sólido y lucía como… él mismo ¿cómo? El adolescente Wolfram alargó una mano para tocar el agraciado rostro. Entonces, en menos de un instante, desapareció.
Una vez que el ventarrón pasó, las hermanas estaban ocupadas en ajustar sus ropas y quejarse entre ellas acerca del viento y su inesperada aparición. Murata sonreía a la par que tomaba otro sándwich del plato antes que este se cayera. Yuuri terminó de entregar la flor a Gracelynn, quien la tomó y la colocó detrás de su oreja. Y Wolfram, permanecía en silencio mortal.
-¿Wolfram?- dijo Yuuri mirándolo con preocupación- ¿estás bien?
-No… es que vi…- parpadeó hacia el punto donde vio aquello raro. Su rostro se puso en blanco. ¿Fue un sueño? ¿Una visión? Quizá yo…
-Si te estás sintiendo mal, Wolfram, te llevaré de nuevo al castillo- dijo Yuuri dijo con un tono algo alto en su voz.
Oh, no, no lo harás, pensó Wolfram. Pasé por mucho para llegar a este punto. Tú solo te estás acobardando.
-Estoy bien- respondió Wolfram tranquilamente.
-Entonces, por favor, acompáñenos- Gracelynn señaló hacia un lugar vació junto a ella.
-Okay- contesto Yuuri y notando la mirada fija de Wolfram dijo:- Oh, sí, ¿dónde están mis modales?
Sí, ¿dónde están?, pensó Wolfram ácidamente.
-Wolfram Von Bielefeld, tercer hijo de Cecile Von Spitzbert- pasó sus ojos por el rubio, que irradiaba auto-confianza, lo que molestaba al pelinegro infinitamente- este es el Gran Sabio, Murata Ken.
Murata movió su cabeza y alzó una delicada ceja por un segundo y entonces, reflexionó un poco más acerca de la situación. Había oído del incidente en el laboratorio. Y, ahora, Wolfram lucía joven, un poco muy joven. Escuchó que Wolfram solo recordaba eventos de la época en la que él se suponía que se encontraba. Así que, obviamente, debió haber oído de El Gran Sabio pero nunca lo conoció en persona. Aún así, se sentía extraño. Y de nuevo, el rostro juvenil de Wolfram era extraño también. Pero tenía que admitir que era un rostro hermoso. Y parecía mirarlo con luminosos ojos esmeraldas. Y le gusto, pensó Murata.
Murata le dio un sabio movimiento de cabeza y el rubio le respondió con la misma confianza.
El pelinegro se giró hacia las chicas. -Y aquí tenemos a las tres hijas del alcalde local: Gracelyn y…- entonces, su mente se puso en blanco. ¡Era terriblemente malo para los nombres! Y, en Japón, olvidar el nombre de una persona podía ser una gran ofensa. Así que, empezó a sudar.
-Escuché un rumor- saltó Wolfram a la guardia- que sus nombres son Adelade y Adelina.
Las chicas asintieron con sonrisas brillantes. Sus ojos azules lo miraban con adoración.
¡Rescatado por Wolfram! Eso no era nada nuevo. Pero, en este caso, había cierto consuelo. Yuuri trató de no mostrarse aliviado y tomó su invitación para sentarse.
-Es para mi un extremo placer- dijo Wolfram con una profunda, sexy voz, que hizo a las chicas derretirse, a Murata sonreír burlonamente y que Yuuri lo mirara asombrado- el conocerlos.
Dice esa línea a menudo… Yuuri resopló para sí mismo. Sus ojos oscuros se entrecerraron. Murata inclinó su cabeza mientras empujaba sus anteojos hacia arriba de su nariz para esconder su sonrisa.
Sentadas alrededor de los bordes del mantel, Adelade y Adelina (y, honestamente, Murata no podría decir quien era quien, claro que tampoco importaba) estaban juntas al lado izquierdo de Murata. Del otro lado de Murata estaba Gracelynn. De este modo, sentados, Wolfram tenía a Gracelynn a su derecha y Yuuri a su izquierda.
Yuuri se dejó caer sobre la tela y se sentó al estilo indio. Colocó su codo sobre su muslo izquierdo y descansó su cabeza sobre su mano. Solo entonces fue cuando vio a Wolfram presionando la mano sobre su costado y arrodillarse con cuidado, que empezó a preocuparse.
-¿Wolfram?- la voz de Yuuri era sincera y apenas un susurro.
Viendo la incomodidad en el rostro del rubio, Gracelynn preguntó cautelosamente, -¿está usted bien, Lord Von Bielefeld?- Sus hermanas también giraron hacia él cuando ella habló. -Pareciera que presiona su lado como si le lastimara- continuó la hermana menor.
-Fui herido hace un tiempo- respondió Wolfram con simplicidad.
-¿En la línea del deber como un soldado?- preguntó Gracelynn, ansiosa. Las gemelas asintieron. Esa era su pregunta también. Las chicas se inclinaron hacia adelante con los ojos abiertos en anticipación.
-Es el posible destino de todos aquellos que visten el uniforme. Y mi deber-. Dictó con modestia. Era una declaración honesta, aunque también esperaba que esto le ganara esos lindos rostros que lo miraban. Observó a Murata para ver cuál era su reacción. Y, era difícil de precisar algo por el brillo en sus anteojos.
Las chicas articularon palabras de aprobación. -“¡Valiente! “¡Audaz”! “¡inspirador!”
Ah, gemelas… - Gracias- dijo el rubio, tomando las dos últimas flores de la mano de Yuuri. Wolfram alcanzó una a Murata, quien la tomó con diversión más que nada. La colocó entre su pulgar y dedo índice (mentalmente empezó a repasar los nombres de los tipos y especies de la planta).
Las chicas miraron a Murata también. - Las flores son lindas ¿cierto, Adelina?- dijo la gemela rubia a su hermana pero sus ojos azules se posaron en el Sabio.
Oh, la gemela sentada a mi lado debe ser Adelina, pensó Murata con una sonrisa.
-Sí, muy lindas.
De nuevo con cuidado, Wolfram se movió a una posición más confortable (tratando de cruzar sus piernas como Yuuri). Se las apañó, pero con las uñas de la mano derecha clavadas sobre su rodilla. Los ojos oscuros de Yuuri lo observaron.
Espero que Wolfram esté bien, temió Yuuri. Dio una mirada de lado y vio, para su consternación, que el rubio tenía el rostro pálido. Se estaba volviendo de un color blanco como la nieve y, honestamente, Yuuri no sabía qué hacer. Toda esta situación está mal, pensó. Pero si no fuera por el “Dry Wind” y el accidente en el laboratorio… En su mente, vio la imagen de sí mismo y Wolfram, no mucho tiempo atrás. Ambos estaban en la máquina. Y vieron, cada uno, un posible “futuro” diferente, uno temido. Pero, ¿realmente era aterrador? Yuuri reflexionó. Entonces, su mente se iluminó a donde se encontraba ahora. ¿Qué acabo de hacer? Solo tomé flores para… mujeres escasamente vestidas mientras… ¡Wolfram miraba! ¡Ese fue el futuro que Wolfram vio en la máquina! El pelinegro parpadeó con fuerza. Lentamente, giró su cabeza para revisar el perfil del rubio junto a él. Sí, era el futuro que Wolfram más temía. Había estado muy triste acerca de ello cuando despertaron de su “viaje”. Wolfram le había gritado, ruidosamente en su oreja, que nunca quería ver eso… de nuevo. Pero lo vivió. ¡Justo ahora!
Por un breve segundo, Yuuri quiso colocar un brazo alrededor de los hombros del rubio y abrazarlo estrechamente. Esta era tu pesadilla… y, de cierta forma… mía también. En ese entonces, no quería que tú… realmente me gustaras. Obtuve lo que deseaba ¿no es cierto?
-¿Shibuya?- dijo Murata. - Solo te preguntábamos si querías una bebida.
-Oh, perdón- dijo, colocando una mano detrás de su cabeza.- Solo me desconecté por un segundo.- Murata vio a Yuuri parpadear algo que lucía como lágrimas en la esquina de sus ojos.
Algo está mal con Shibuya.
La atención del pelinegro se centró lentamente en la gente a su alrededor (incluso si tenía que forzarse para hacerlo). El grupo charló ligeramente con un Murata en su usual tono encantador. Cuando no estaban hablando, Yuuri notó que Wolfram podía mantenerse contento solo observando los “hermosos rostros” que había venido a ver. También notó cuales rostros eran más interesantes que otros. Por ejemplo, se dio cuenta que él mismo no estaba en las altas prioridades y solo obtuvo unas cuantas miradas. Yuuri pensó que, como prometido, debería haber tenido algo más de atención que la recibida.
-Cuéntenos una historia, Lord Von Bielefeld- dijo Adelina dulcemente. Su pedido recordó a Yuuri las demandas de Greta por cuentos a la hora de dormir. Con la hija de ambos lejos, Yuuri estaba extrañando las historias a la hora de dormir.
Wolfram pensó sobre ello. -Veamos… Oh, hubo una vez, cuando fui al “Festival de la Linterna”… hace tres años.
-¡Oh, amo ese festival!- contestó Adelade, sus manos palmotearon juntas repentinamente por las memorias: la parada de las brillantes linternas, la comida, y la música de flautas siendo ejecutadas como fondo.
-Sí, bueno, yo asistía al festival con- y su voz se detuvo repentinamente.
-¿Con alguien más que no es el Maou?- dijo Murata con diversión, sus ojos se giraron con maldad en dirección a Yuuri.
El pelinegro le lanzó una amarga mirada. Solo hay tres años en la mente de Wolfram. Fue mucho más antes que eso.
-Bueno, sí…- continúo Wolfram incómodamente. - En todo caso, mi…- tosió en su puño - mi dama acompañante y yo conocimos a una adivina de la fortuna. Por una moneda, ella podía leer nuestros futuros para ver si éramos compatibles o no.
Genial, pensó Yuuri con desagrado, esa vez fue una chica.
-¿Y?- dijo Adelade. Adoraba a las adivinas de la fortuna.
-Estaba totalmente esperando que ella dijera que nosotros éramos la pareja ideal. Unidos por siempre.- elevó su cabeza en un forma encantadora hacia las gemelas.- Después de todo, le había dado una moneda a ella por una fortuna.
-pero ella no lo hizo- Adelade supuso mientras su pequeña y morena hermana menor pretendió ahogar un gritito. A Gracelynn no le gustaban los cuentos sobre adivinas para nada. Eran bastante espeluznantes.
-Tiene mucha razón, mi lady- dijo Wolfram y gentilmente cosquilleó bajo la barbilla de la rubia. Ella rió. Yuuri cruzó los brazos y miró a otro lado. ¿Qué es todo eso de ‘mi lady’?
-Bien, la mujer miró en un espejo de agua, uno de esos recipientes de porcelana llenos de agua bendita, y dijo unas palabras mágicas, las cuales no me permitiré repetir ahora porque podrían causar problemas.
Murata ahogó una risa. ¡Hombre!, Wolfram era un mentiroso de cuidado.
-¿Y entonces…?- las gemelas urgieron, ambas inclinadas hacia él.
Wolfram, brevemente, tuvo la fantasía de estar besando a las gemelas y Murata, por turno. Gracelynn podría conseguir un pico en la frente si tenía buena suerte.
-Y entonces, la adivina me dijo que mi alma gemela, a la que estoy atado por el hilo rojo del destino a mi tobillo, que mi “flama gemela”, estaba…
Ahora, todas las chicas se inclinaron hacia él. Los ojos de Murata también se posaron en él.
-Estaba en el agua.
-Oh… no lo creo- dijo Gracelynn, luciendo completamente confusa.- ¿Quiere decir, en el recipiente de agua mágica de la adivina?
-¡Espejo de agua!- corrigieron las gemelas.
-Sí, claro…- asintió Gracelynn impaciente.
Wolfram le sonrió avergonzado. - Mi hilo rojo me guía hacia el agua. Supongo que mi alma gemela probablemente se ahogó-. Esto fue seguido por un ligero encogimiento de hombros. -Así que, en esta, vida, yo estaré por mi cuenta.
-!Oh, qué triste!- las gemelas suspiraron a la vez.
Yuuri y Murata, por otro lado, se dieron extrañas miradas. Yuuri usaba el agua para viajar entre los mundos. Podía viajar a la Tierra y regresar. Murata había estado con él en muchos de esos viajes. ¿Cómo podía una adivina saber acerca de eso?
-Coincidencia- Yuuri movió sus labios sin hablar hacia Murata.
-Posiblemente- el Gran Sabio murmuró bajo con una ilegible expresión en su rostro.
-Ahora- dijo Adelina- creo que sería genial escuchar una historia de nuestro Sabio-. Sonrió a Murata, quien fácilmente le sonrió en respuesta incluso cuando trataba de sacudirse el extraño sentimiento que le había dejado la historia de Wolfram. - Está bien- respondió -tengo un par de historias-. Y empezó a hablar de los días del Sabio Original y cómo Yuuri había traído la paz a la tierra hace poco tiempo.
-¿No es maravilloso?- dijo Gracelynn a Wolfram. Yuuri notó que ellos parecían tener exactamente la misma edad. Así que tenía sentido que ella le diera atención extra. El pelinegro se había desconectado de nuevo y estaba totalmente confundido sobre lo que era “tan maravilloso” que Gracelynn necesitaba la aprobación de Wolfram. El maou notó que Wolfram le sonrió galante y con encanto a ella.
-Sí, creo que Murata es un gran narrador- se inclinó un poco hacia adelante cuando dijo eso, esperando un contacto visual con el Sabio.
-Estoy de acuerdo- dijo la morena y colocó una mano sobre el hombro de Wolfram con una sonrisa.
¡Oi! Ella simplemente se saltó la etapa de “rozar” a la de tocar. Y ni siquiera es la mano. ¡Es el hombro! !Pero, ¿qué significa el hombro?! Yuuri observó su emparedado a medio comer. Nunca notó, hasta ahora, que había estado comiendo uno en realidad.
-Bastante bueno, ¿Cierto, Señoritas?- dijo Wolfram a las gemelas. Ellas asintieron y sonrieron un poco a Murata. Yuuri notó que Wolfram había colocado su mano suavemente sobre la de Gracelynn. Entonces, con gentileza la guió de nuevo hacia abajo y lejos de él en un sutil y ágil movimiento que la chica ni notó. La chica no se había ofendido.
¿Cómo es que hizo eso? Yuuri parpadeó. No pudo evitar impresionarse.
Gracelynn giró sus ojos abiertos hacia Wolfram de nuevo. Yuuri podía ver una chispa de irritación en los ojos verdes ahora y rió oscuramente para sí. Eso es lo que obtienes por ser un “maestro del flirteo”, Wolfram, pensó el pelinegro con una sonrisa. Si fueras el mismo de antes, y yo hubiera hecho eso, me hubieras tomado de la oreja. Soy mucho más paciente y comprensivo de lo que tú eres. Ese pensamiento también fue para él.
-Qué rudo de mi parte- dijo el rubio a la chica, -no le he preguntado a mi prometido lo que piensa.
-¿Prometido?- repitió la chica.
-porque, de hecho, nuestro maou y Lord von Bielefeld están comprometidos,- dijo Murata con un movimiento de cabeza hacia Wolfram.
Wolfram asintió de nuevo con seriedad.
-¿No lo sabías?- dijo Adelina a su pequeña hermanita,- pensé que todo el mundo lo sabía.
Antes que Gracelynn pudiera replicar, hubo un súbito estruendo.
La cabeza de Wolfram se giró hacia el pelinegro. -¡Yuuri!- dijo en el mismo tono medio agresivo medio insistente que siempre hacía cuando su prometido estaba en pelinegro. La voz era alta y llana pero la reacción fue típica del rubio.
Antes que Yuuri lo supiera, Wolfram lo había colocado abajo y cubierto con su propio cuerpo. La acción resultó agónica también, el movimiento rápido y el cambio de posición hizo que el rubio quisiera desmayarse solo para escapar del dolor de su costado. Mentalmente, espantó la oscuridad y se juró que estaría con Yuuri sin importar qué.
-¡Oh, no!- escuchó a una estridente voz femenina decir.
Tomó un minuto, pero Wolfram se elevó lo suficiente para terminar sentado.
-¡Lo siento mucho!- les dijo Lasagna. - Estaba trayéndoles un pequeño postre y tiré los platos para el pastel.- Miró abajo y hacia delante de ella a los restos de porcelana blanca esparcida por todas partes. Preocupada y apresurada se fue para encontrar algo con lo qué limpiar el desastre.
-Qué alivio- suspiró Wolfram, colocando una mano sobre su corazón latiendo. No tenía idea de que todos estaban mirándolo. Todo fue por instinto. Y, si hubiera sido un peligro real, si hubiera muerto en el proceso, hubiera estado bien para él. Una parte de su alma estaría feliz de eso, incluso contenta.
-ummm… ¿Wolfram?- dijo Yuuri sofocado- ¿puedes bajarte?
Wolfram aún estaba sobre Yuuri. De hecho, prácticamente estaba montado sobre él con las caderas encima y una mano cubriendo la mejilla derecha del pelinegro. Los ojos esmeraldas parpadearon. -Maldición- jadeó y se bajó.
Ambos tenían las mejillas de un rojo brillante cuando se sentaron.
¡Hice esto en público! Wolfram hizo una mueca de desagrado para sí mismo. ¡Ugh!
-¡Qué valiente!- dijo Adelina con estrellas en los ojos. Sus manos estaban juntas sobre su corazón.
-Aww… Yo quiero alguien que me proteja así también- dijo Adelade con el mismo gesto.
Gracelynn simplemente hizo un pucherito y se encontró con Murata dándole palmaditas en el hombro en un tono amigable pero muy divertido.
Wolfram se movió con una lentitud agónica hacia su sitio. En adición a su dolor, aún respirada con dificultad y podía sentir su corazón latiendo con violencia en su pecho. Esperaba que se debiera al miedo por lo sucedido o, quizá, a la vergüenza por la “posición” en que terminó. Pero, estaba comenzando a tener sus dudas. Entonces, miró a los otros. Todos los ojos estaban sobre él. Tenía que decir algo. -Bueno, recibir el golpe mortal en lugar de nuestro maou… sería un gran honor.
Sonrió para sí secretamente. ¡Sí! Esa frase arreglaría todo.
-Eso no va a pasar - dijo Yuuri impulsivamente, moviendo su espalda, jalando su chaqueta de escuela. No iba a tener ninguna conversación sobre Wolfram muriendo. Ya había pasado por esa agonía más de una vez, con un Wolfram siendo impulsivo en ciertas situaciones.
Todos palidecieron ante el comentario de Yuuri.
-¿Yuuri Heika?- Wolfram llevó sus estrecha mirada verde hacia su prometido. - ¿Estás diciendo que no soy lo suficientemente bueno para morir en tu lugar? -había un tono peligroso en él ahora. Sus puños cerrados con fuerza y su mirada fiera hacían obvio su enojo.
-Claro que no -dijo Murata sabiamente -es solo que nuestro nuevo maou no sabe acerca de nuestras costumbres aún. Y, él no entiende el honor que un guerrero recibe al hacer el sacrificio final-. Murata enfatizó “entender” por una razón y esperaba que Yuuri pudiera atinarle.
Las chicas murmuraban un, de algún modo, falso: -oh, ya veo -seguido de otros comentarios como: “Necesita un buen tutor”, “Aprenderá rápido nuestras tradiciones” y “conozco buenos libros de etiqueta”.
Yuuri colocó una mano sobre sus ojos mientras las chicas parloteaban. No está bien. Definitivamente no está bien, incluso si esa es la tradición yo realmente me siento…
Entonces, Yuuri se apoyó sobre el hombro de Wolfram. Su prometido tenía una mirada oscura clavada al suelo pero permitió el contacto. Entonces, el pelinegro se sintió ligeramente mejor.
-Perdón, Wolfram -susurró.
Obtuvo un “humph” como respuesta. Así que Yuuri decidió tratar de nuevo. -Por favor, sé razonable-. Seguido de una risa nerviosa.
El rostro del rubio se endureció ante la implicación de que él era el único culpable.
Yuuri exhaló ruidosamente de nuevo -es solo que yo no puedo…estar sin ti. Así que, perdón. Perdóname por ser tan egoísta.
-¿En serio? -vino una calmada respuesta. Esta vez, el rubio pareció algo más abierto pero aún actuaba molesto. Cruzó los brazos y dijo, -si tú lo dices.
-No te enojes conmigo -susurró el pelinegro. Casi instantáneamente, pudo ver los últimos vestigios de ira marcharse de los ojos verdes. Entonces, Yuuri sonrió ligeramente en su interior, viendo por primera vez cómo manejar a Wolfram. Porque, no fue lo que dijo sino la suavidad, y él modo “solo entre nosotros” en que lo dijo lo que ganó al rubio finalmente. Yuuri entendía ahora. Dándose por vencido por el comportamiento de Wolfram era “el debilucho”. Y ladrándole a Wolfram era ser como Gwendal o “un hermano”. Su relación con Wolfram era diferente. Tenía que ser profunda, más personal.
-¿Chicas?- un hombre calvo de edad mediana y en traje nuevo dijo con un complacido Gwendal a su lado. -Terminamos con las firmas y es tiempo de marcharnos.
-Heika -dijo Gwendal. -Este es Joshua Stein, nuestro Alcalde.
-Y nuestro padre- dijeron las chicas al unísono, entonces, rieron porque lo dijeron al mismo tiempo.
El Alcalde hizo una profunda reverencia y las chicas se levantaron, haciendo cortesías con las flores azules en sus manos. Este era el momento de la separación con el maou y ellas querían causarle una última y muy buena impresión. Y funcionó. Yuuri se sonrojó, lo mismo que Wolfram.
-¿Heika?- dijo Gwendal -necesito que consigne los documentos que acabamos de terminar. ¿Puede venir un momento para esto?
Yuuri se sintió algo mal. Sonaba como trabajo de nuevo. ¡Trabajo! Y se había prometido una semana entera libre. Pero, también vio la mirada esperanzada del alcalde. Y odiaba decepcionar a la gente. Así que se levantó.
-Fue un placer conocerles- dijo Yuuri a las chicas y su padre.
-¿Nos vamos?- dijo Gwendal al pequeño grupo. Todos asintieron y atravesaron el bien cuidado césped hacia el camino de piedra.
Una vez cerca al camino que los llevaría a la puerta, Gwendal asignó un guardia para que escolte al mayor y a sus hijas hacia fuera. Hubo otra inclinación. Y Yuuri y Gwendal se dirigieron al castillo.
Mientras el maou y su hermano se marchaban, Wolfram se encontró así mismo aún sentado sobre el mantel con Murata. El Sabio sonreía y empujaba sus anteojos sobre su nariz un poco.
El par continuó su camino. Gwendal se aclaró la garganta y dijo: -así que, ¿cómo está mi hermano? Quiero una respuesta honesta.
Yuuri parpadeó ante la pregunta. ¿Debería decirle que Wolfram tiene dolor? ¿Qué se puso blanco ante mí? Yuuri miró hacia atrás. Frunció el ceño profundamente al ver a Wolfram colocarse rápidamente más cerca de Murata, quién parecía no molestarle la atención para nada. Sus hombros se tocaban y parecían hablar tranquilamente el uno con el otro.
-Oh, yo diría que él… solo está…-Yuuri buscó una palabra. -Imposible -empezó a alejarse marchando y Gwendal se sintió algo confundido mientras trataba de tomarle el paso al Rey Demonio.
A la distancia, Conrad pudo ver a su hermano mayor caminando con su ahijado. Era bueno ver a Yuuri en los jardines. Ya que ambos parecían estar libres, podrían divertirse un rato jugando un poco de baseball. Había oído que Gwendal le había dado a Yuuri una semana entera libre. Así que, era perfectamente seguro jugar un poco a atrapar la pelota o practicar algo de bateo.
La mirada de Conrad quedó prendada a algo en los jardines, y se encontró estupefacto al ver a su hermano menor sentado junto a Murata. No era la forma usual en la que se sentaban juntos. Wolfram se desenvolvía con agresividad, su lenguaje corporal era de flirteo y su sonrisa brillaba.
Empezando a sentirse enfermo al ver eso, Conrad quiso taparse los ojos. Eso no estaba bien. Una vez que Wolfram volviera a ser “él mismo”, esta pequeña escapada lo estaría acechando por meses. Conrad no estaba sorprendido al ver que los sirvientes del castillo miraban con gran interés. Lasagna, en particular, estaba comiendo mientras tomaba notas en un cuadernito rosa.
Su estómago se revolvió. Si pudiera caminar suficientemente rápido, quizá Wolfram podría verlo y se comportaría con algo más de dignidad. Conrad recordaba que Wolfram podía ser fácilmente avergonzado por la atención de su familia a esa edad. Entonces, otro pensamiento vino a él. Le dio una mirada a Yuuri. ¿Había visto él eso? El soldado no lo sabía con certeza pero, los fuertes pasos marciales con los puños apretados y un bufido molesto del chico parecían decirle que “sí”.
-Bueno, eso fue interesante- murmuró Murata al rubio mientras sentía el cuerpo inclinarse hacia él. Estaban sentados hombro con hombro.
-¿Así es? -dijo una sexy, casi “ronroneante” voz.
-Sí… sí, claro…- el Sabio miró profundamente en los ojos esmeraldas y sonrió misteriosamente. La expresión de Wolfram era diferente, muy diferente. -Shinou Heika, el Primer Rey de Shin Makoku, te ha poseído más de una vez. ¿Sabías eso?- dijo Murata. -Probablemente no lo recuerdas porque has estado muy enfermo. Ni siquiera recuerdas a tu prometido en este momento… o a mí.
Wolfram inclinó su cabeza hacia abajo. Pero afilados ojos verdes miraron al Sabio desde una esquina. Había una sonrisa cruel ahora.
-Y sería de lo más infortunado -continuó Murata -que esa situación volviera a ocurrir.
Hubo una risa oscura. No sonaba como la de Wolfram para nada.
-Voy a evitar a Shinou por el resto de este tiempo de vida si él se permite causarle algún tipo de daño a un hombre enfermo.
Los ojos lo miraron. Rabia muda naciendo. La mirada de Wolfram parecía decir “¿Lo dice de verdad?”
-Y no tengo ninguna intención de cargar estas memorias, como el Gran Sabio, a mi siguiente reencarnación. Así que, esta es la última “vida” en la que tendré memoria sobre Shinou.
Amenaza. Sí, era una amenaza. Los ojos Esmeraldas se aceraron ante eso.
Murata cruzó sus brazos y bufó impaciente. -Así que ya deja de ser tan difícil y problemático-. Su rostro se endureció, mirando lejos a nada en particular. -Deja de dar problemas. Sabes lo que quiero-. Llegó al punto donde iba a decir: “estas bromitas se están haciendo viejas. Así que, ¡solo sal!”, cuando los delgados dedos de Wolfram tocaron su brazo con suavidad. El rubio se inclinó seductivamente, susurrando: -Como tú mandes, pero te arrepentirás.
El cuerpo de Wolfram colapsó.
Murata se encontró con el repentino peso de un atractivo soldado rubio presionando sobre él, un brazo enrollado sobre su hombro y la cabeza contra su pecho.
-¡Wolfram!- gritó Conrad. Había visto a su hermano susurrar algo al oído de Murata y, entonces, simplemente se desplomó sobre él.
Yuuri escuchó el grito y se volvió con Gwendal a su lado.
-Wolfram, ¡no! -exclamó Yuuri con pánico.
-¡Trae a Gisela! -ladró Gwendal a Lasagna, quien observaba con los ojos desencajados de horror. Asintió y se marchó rápidamente a través del castillo.
Murata no estaba preparado para esto. Se enorgullecía de sí mismo por ser el Sabio. Pero, incluso el sabio no podía predecir todos los posibles resultados, especialmente este.
El cuerpo de Wolfram se curvó. Ahora, Murata estaba soportando la cabeza de Wolfram en su mano izquierda con su brazo envuelto alrededor de la cintura del otro para evitar que cayera y se lastimara aún más. El cuerpo estaba blanco, demasiado pálido. Los labios ligeramente separados. Tenía una respiración leve. El Sabio podía sentirla en su propio pecho.
-¡Wolfram! -gritó Yuuri mientras atravesaba el césped con los brazos agitándose. Sabía que estaba empalideciendo y no hice nada. Se sintió mal y no dijo nada porque estaba flirteando. No le dije a Gwendal porque… me estaba sintiendo…
Corrió más rápido que nunca para poder estar a su lado.
Estaba celoso.