Seasons of Beautiful Wolfram 9/37

Mar 05, 2009 21:48


Seasons of Beautiful Wolfram

Estaciones de Hermoso Wolfram

--oOoOoOo--

Autora: HARPGO

Traductoras: Kotorichan y Petula Petunia

Traductora de este capítulo: Petula Petunia

Beta de este capítulo: kotorichan (
kotori_chan88 )

Parejas: Yuuram, y otras que irán apareciendo.

Advertencias: Yaoi, más adelante un poco de escenas fuertes.


Capítulo 09

Yuuri y Gwendal abrieron la puerta de la habitación dirigiéndose hacia el pequeño Wolfram dentro, quien aún estaba secándose el cabello con la toalla.

Yuuri notó, divertido, que este Wolfram no era del todo encantador ni formal. El niño se envolvió con la blanca toalla de izquierda a derecha, dejando unos mechones de pelo rubio fuera.

-¡Oi!- repentinamente agitó la toalla húmeda hacia Gwendal para llamar su atención. -Esta no es mi habitación- se quejó el niño. Sus manos estaban nuevamente en su cintura, con una ligeramente más arriba. El dolor había regresado, vagamente, pero ahí estaba. Trató de ignorarlo. Estaba tan cerca de convertirse en soldado. Y los soldados no eran enclenques.

-No me digas que mi habitación está… ¿perdida? Y ¿qué hay con todas mis cosas?- miró a Yuuri y Gwendal, captando cómo estos se daban miradas mutuas que él no podía descifrar. -No les pudieron crecer patas durante la noche y se fueron caminando- protestó el rubio.

Cuando no estuvo prestando atención, Gwendal tomó la toalla húmeda de Wolfram y le azotó su pequeño trasero mientras el rubio miraba a Yuuri en espera de una respuesta.

Wolfram miró fijamente a su hermano con la mandíbula prácticamente en el suelo, los mechones húmedos. -No tenías que hacer algo así- se quejó el niño.

Yuuri se movió de un lado a otro. -Decidimos… ya que últimamente has estado enfermo… que permanezcas cerca a nosotros- no era la verdad, pero Yuuri necesitaba una buena excusa para que Wolfram dejara de estar molesto, lo cual requería de más explicaciones de las que ellos tenían tiempo para dar.

-O bien es esto o duermes conmigo- murmuró Gwendal.

-O conmigo- dijo Yuuri, bajando la mirada para atrapar los ojos de Wolfram.

-No gracias ¡a ambos!- arrugó la cara como si tuviera un mal sabor en la boca. -Ustedes deciden todo, y esperan que solo me siente y lo acepte- plantó con fuerza su pie derecho contra el suelo. Todo eso estaba mal. Realmente, pero, él no era débil y no quería la lástima de ellos por sentirse enfermo. Nop, no quería su lástima para nada. “Son unos tarados…ambos lo son”.- Y no necesito a alguien que sostenga mi mano para protegerme del Gremlin asalta nucas ni de los ácaros de pelusa.

-¿El qué?- dijo Yuuri, luciendo totalmente confuso.

-Ya sabes… el Gremlin asalta nucas- Wolfram bufó impaciente mirándolo con ojos de “¿Bajo qué roca has estado viviendo todo este tiempo?”- El gremlin que viene en la noche y te afloja los dientes de leche cuando duermes con la boca abierta.

-Ah… bueno- dijo Yuuri, sintiéndose algo enfermo de pensar en la cara de un gremlin irrumpiendo y entrando solo para aflojar los dientes de su boca.

-Los ácaros de pelusa- agregó Gwendal, luciendo ligeramente divertido pero tratando de esconderlo- escalan hasta tu ombligo y construyen pelusa en él.

-Bien…- exhaló ruidosamente Yuuri.

-Estoy algo mayor para toda esa tontería. Así que puedo ver por mí mismo… como siempre.

Wolfram notó que ni Yuuri o su hermano parecían muy convencidos. Otra serie de extrañas miradas se dieron entre ambos. Entonces se encaramó sobre la gran cama, jalando las cubiertas y moviéndose lentamente entre ellas- no se preocupen, soy valiente.

-Claro… no podría esperar menos de mi hermano menor- replicó Gwendal con su mano en la perilla. Yuuri observó, sonriendo internamente, que Wolfram estaba mirando hacia abajo con una gran sonrisa seguida de un asentimiento de cabeza.

-Entonces, buenas noches- dijo Yuuri- nos veremos mañana en la mañana- con un golpe de manos, todas las velas se apagaron en la habitación. Y el rubio también sonrió por eso.

Justo cuando la puerta se iba a cerrar dijo- ¿Yuuri?

-¿Sí? ¿Wolfram?- me llamó “Yuuri” ¡SI!

-Gracias.

Después de una hora remoloneando en cama, Yuuri llegó a la conclusión de que dormir era algo que no iba a suceder. Al menos no en ese momento. Quizá, era porque no tenía a Greta y Wolfram con él. O, quizá, era solo por Wolfram. Honestamente, no lo sabía. El pelinegro decidió dejar ese tema para otro momento. Sino, seguramente estaría despierto toda la noche.

Estoy completamente despierto y aburrido.

Golpeó la almohada con su puño y, habría dormido con la ropa de dormir de Wolfram como almohada de nuevo pero, ahora, esta no olía más a él. Una de las sirvientas la encontró en donde él la había ocultado bajo la cama, y le dio una buena lavada.

Al final, Yuuri tomó una decisión. Solo por esta vez rompería su regla de “no comer a media noche”, que había hecho (más que nada por el bien de Greta, que adoraba alguna excusa para un “refrigerio de medianoche de Leche y Galletas”) y planeó una incursión a la cocina.

Bostezó. Se estiró.

La puerta que daba al pasillo se abrió con un gruñido de la madera. Se deslizó por el pasillo con otro estirón de cuerpo. Lucía estúpido con los brazos extendidos en el aire. Yuuri pasó al guardia de turno con otro bostezo tratando de dominarlo. Entonces, el maou se agitó un poco y continuó su camino. Espero que nadie más esté por acá. Solo estoy en bata y pantuflas, no es exactamente “digno” atuendo para un Rey Demonio. Caminó por el frío pasillo y giró a la izquierda, jalando su bata cerca a su cuerpo. No había nadie. Casi estaba ahí. Solo tres pasillos más. Quizá, solo quizá, podría entrar y coger algo rápidamente.

¡Maldición!

Por las voces provenientes de la cocina, Yuuri se dio cuenta que su deseo no se iba a cumplir. Suspiró para sí mismo. Mirando su bata, se pegó hacia la pared y debatió. ¿Debería entrar y unirse a ellos en sus pijamas reales? ¿Debería volver a la cama? serían muchas menos calorías si él regresaba a la cama.

-Y ellos dijeron que Lord Bielefeld podría volver a ser como antes tan pronto como “crezca lo suficiente”- dijo una voz femenina, seguida de una risa aniñada.

-Esa voz… la conozco. Es de Emmaline- pensó Yuuri.

-Sí, es lo que dicen. Oh, ¡este té está bueno, Señora Malapropos! Gracias por su amabilidad- escuchó decir seguido del sonido de un dulce sorbo.

Okay, ese suena a uno de los guardias y el nombre es de la asistente de cocina. Así que, ella debe estar ahí también- pensó Yuuri.

-¿El té? Oh, creo que fueron Lasagna o Sangría quienes encontraron el té de menta en la villa.

-Como sea- el guardia prosiguió- ¿Creen que las cosas volverán a ser como antes? Digo, ¿Tendremos al antiguo ‘Wolfram el Indeseable’ de regreso?

Wolfram… ¿el indeseable? los ojos negros de Yuuri se abrieron al oír aquello.

Emmaline suspiró- ¿quién sabe, Jacob?

-oh, por cierto- el guardia inquirió- ¿lo llaman “indeseable” porque es malcriado, en el sentido de “Pequeño Lord Mocoso” como escuché que su hermano mayor lo llama?

¿Jacob…? Oh, conozco a este guardia. Es el nuevo que estaba fuera de mi oficina. Estaba del otro lado de la puerta cuando yo trabajaba con Gwendal en la firma de papeles. Yuuri se pegó más a la pared. Empezó a debatir si irse ahora por una nueva tanda de razones. Quizá debería. Personalmente, nunca había escuchado rumores de castillo antes (y nunca le gustó hacerlo en la escuela) pero, ahora, parecía casi imposible irse.

-En realidad, no- dijo Emmaline, conocedora de que tenía una pequeña audiencia prestándole total atención en la mesa. -Es “Indeseable” porque es el prometido de un rey que no lo… desea. Si entienden lo que quiero decir- tomó un sorbo y dejó salir el sonido de un “hmm” de su boca- pobre chico solitario- suspiró.

Yuuri apretó los ojos queriendo golpear su cabeza contra el muro. Wolfram…no… Digo, sabía que la gente hablaba de ti… acerca de nosotros. Pero esto, nunca planeé hacerte esto. Todo este asunto del “compromiso” fue un error desde el comienzo. Después, se complicó más cuando decidiste que tú me querías después de todo. Soy tu “persona especial”. Lo sé. ¿Cuántas veces me lo dijiste? ¿Lo sugeriste?... ¿Destinados?

-¡¿En serio?! ¡oh!- dijo el guardia- eso, realmente es malo… y algo vergonzoso. Ya sabes, pensaba que todos estaban algo enamorados de él… especialmente su guardia privada.

Yuuri parpadeó fuertemente al oír aquello. ¿Su guardia privada… un poco enamorados… de Wolfram? momento… su trabajo es protegerlo y trabajar con él. Eso es todo… Ahora, Yuuri se encontró sintiendo algo más en su totalidad. Era como una comezón en el pecho que no podía ser rascada. Algo como rabia mezclada con una buena dosis de… algo más… una especie de ¿rivalidad emocional? Pero no, no podía ser eso. ¿Celos? ¡No! Era solo su reacción al escuchar los rumores de Castillo por primera vez. Pero ciertamente, estaba sintiéndolo con fuerza. Pero no podía decidir a quien dirigir su ira….no, “irritación”.

-Escuché eso también- gorjeó Emmaline- todos sus hombres lo aman.

¿Por qué no estoy sorprendido? Yuuri frunció el ceño desde el otro lado de la pared.

-Ah, pero ¿qué podemos decir de un corazón hambriento?- la asistenta de cocina, la Señora Malapropos, dijo con autoridad- el amor sube y baja como un metrónomo.

Sip, pensó Yuuri, esa es la Señora Malapropos. Es la persona más ingenua que conocí. Por qué le confiamos nuestra comida. Nunca lo sabré.

-Podría ser- continuo el guardia- escuché un rumor de uno de los jardineros que decía que los que atacaron a Lord Bielefeld podrían tratar una segunda vez.

-¿Esos humanos? Nunca. Él está perfectamente a salvo aquí… o, al menos eso dijo mi Señora- comentó Emmaline. Entonces, su voz sonó algo incierta- ¿no es así Jacob? Digo, eres un guardia. Debería saberlo mejor que nadie…

-Definitivamente… perfectamente a salvo- dijo él.

-No estoy tan segura acerca de eso, Jacob, porque los jardineros siempre están cerca a las raíces de cualquier cosa, ¡con sus pies bien plantados en la tierra!

-Creo que eso se “sabe”- corrigió Emmaline cortésmente.

-Sí, eso también- la Señora Malapropos asintió en un tono pomposo.

¡Momento!¿Realmente, ellos saben que Wolfram no está a salvo? O ¿solo están suponiendo? El mensaje de Yozak era bastante claro. Esos hombres podrían conseguir más de esas flechas pintadas. Y, es posible que Wolfram o alguien más con un alto rango Mazoku, pueda ser el siguiente objetivo.

-Bien, sería mejor volver a mi habitación para dormir un poco. Tengo guardia al salir el sol. Dado que soy nuevo, no puedo darme el lujo de dormir de más y llegar tarde.

-Mejor me voy también. Al menos mi Señora nunca despierta antes de las nueve-dijo con una ligera risilla Emmaline- muchas gracias por el té, Señora Malapropos.

-Oh, no se preocupen por las tazas, queridos. Yo limpiaré. Váyanse ya.

Se escuchó el sonido de tres sillas siendo apartadas de la mesa de la cocina.

Ambos, la dama y el soldado salieron por la puerta cercana pero, nunca llegaron a ver la sombra de Yuuri alejándose en otra dirección.

El símbolo en la madera decía “Posada de los tres pinos”, colgando del clavo oxidado del exterior del edificio. La Posada tenía un largo y estrecho porche delantero con bancas para sentarse. El frente del porche tenía casi cincuenta carillones de viento hechos en metal colgando, obra del dueño, cuyo nuevo pasatiempo era fabricarlos. Los suaves tintineos flotaban en la brisa de la mañana mientras la Señora Renaldo escuchaba con satisfacción, barriendo algo de suciedad y sacándola por la puerta con movimientos rudos, con su escoba casera, que podría convertirse en su siguiente afición, esperaba.

Cinco hombres le gruñeron un saludo mientras salían. El sexto, un viejo con una suerte de afro blanco y extraña forma de caminar, les siguió aunque mucho más atento para con ella. De hecho, este le guiñó el ojo. Ella se sonrojó diciéndose así misma que a pesar de estar casada por ya veinticinco años “aún tenía el toque”. Como resultado, la Señora Renaldo estuvo de excelente humor por el resto del día.

Cinco caballos tomaron el camino que llevaba de regreso, extrañamente, para el lado Mazoku de la frontera, hacia las tabernas que había ahí. Yozak, rápidamente, se montó a su caballo y los siguió discretamente.

Hmmm…se han limpiado bastante, pensó Yozak secamente, notando los disfraces Mazoku que los humanos vestían ahora. Todos ellos, de hecho, estaban lavados y afeitados, con excepción del mayor de ellos, el que tenía el cabello coloreado de blanco y negro saliendo de sus orejas. Pero, estaba luciendo una generosa peluca para equilibrar. Así que, su disfraz parecía encajar en cierta forma.

Yozak también notó que el jefe, encabezaba el camino con una mueca altanera en su cara. Cargaba un carcaj de madera decorado, el cual estaba atado con cordones de nervio trenzado, junto a (no sorprendentemente) flechas que tenían largas rayas de metal mágico pintado que brillaban ligeramente cuando el sol caía sobre estas. Todos los hombres estaban, además, armados con espadas. Buenas espadas, forjadas a mano, de alta calidad, listas para la batalla.

Estos tipos pueden parecer escoria, pero definitivamente, no son amateurs.

Yozak disminuyó el paso un poco cuando notó que el humano con la peluca celeste se dio cuenta que él andaba detrás.

¡Oi!- el de nariz gorda dijo a sus compañeros, muy suspicaz- ¿qué está haciendo ese tío?- señaló a Yozak que se encontraba atrás. En el instante que a los otros les tomó buscarlo, Yozak saltó del caballo, se bajó los pantalones y empezó a regar un árbol con alivio.

El de nariz gorda, de pronto, sintió miradas de todos lados. -Eres un enfermo y estúpido- dijo el jefe. Los otros asintieron y siguieron el viaje a la taberna.

Usando un par pinzas metálicas, la cabeza de la flecha fue ubicada sobre el mostrador de mármol blanco, revelando los brillantes colores del arco iris que tenía en su interior.

Desde la zona más alejada de la habitación, Greta habló- ¿es suficientemente lejos?

-Sí…

-Pero, no soy Mazoku, como Wolfram o Papi.

-Sí…- la pelirroja miró detrás suyo a la pequeña princesa de diez años.- Pero, olvidas que la flecha también estaba envenenada.

-Oh, cierto- dijo la niña, luciendo preocupada ahora- ¿me podría dar desde aquí?

Anissina sonrió para sí con maldad dando la espalda a la niña. -Oh, no creo… si mantienes tus manos en tu regazo sin moverte… estarás bien.

Durante los siguientes quince minutos, Greta estuvo, virtualmente, hecha una estatua, parpadeando ocasionalmente.

Atravesando la puerta abierta, una pequeña anciana cubierta con una larga manta a mosaicos y un pequeño cráneo con grises hebras de cabello, entró a la habitación. -Perdón por hacer esperar.

-Oh, no hay ningún problema- dijo Anissina animadamente- porque no es que todos los días tenga una, la oportunidad de hablar con Leona Constania, la famosa alquimista.

-Gracias- sonrió, empujando sus espéculos para poder mirar mejor el objeto sobre su mesa.- Sí… muchas gracias…- su voz se desvaneció en un susurro mientras tomaba las pinzas y cogía la cabeza de la flecha.

-Es posible que desee tener cuidado con eso- comenzó Anissina.

-Porque está envenenada- terminó Leona por ella.- Sí, sí… conozco todo acerca de flechas pintadas. Bañadas en veneno. La obsidiana arcoíris empieza a quemarse en tu interior el minuto en que te impacta. El silbido que hace en el aire cuando es disparada…- volteó el objeto de nuevo. - Sabes que estas cosas fueron una vez muy solicitadas… por los humanos… hace unos doscientos años y… oh… podría decir veinte años o más…- Sonrió educadamente sin quitar los ojos de la piedra. -Oh, puedo ver que la mayoría del veneno se había ido de esta. Perdió el tinte grisáceo.

Leona miró y parpadeó. Sus gruesos anteojos le daban una apariencia de insecto.- Así que, ¿tuvo esa persona un mal final en su muerte?- dijo sin rodeos.

-¡No! Wolfram lo está haciendo bien- Greta giró sus preocupados ojos hacia Anissina- Estará bien ¿cierto?

-Encontramos un antídoto en uno de los antiguos textos- dijo la inventora arrogantemente. Decidió dejar de lado el resto de la historia, la cual sería muy complicada de relatar.

-Oh, eso es bueno- siseó Leona, sin prestar atención realmente. - Pero, saben, esto es realmente raro. Es demasiado lío encontrar una piedra así de grande y poderosa. Es mucho más fácil hacer una flecha ordinaria y embeberla de veneno.

-Eso es lo que pensaba también, a menos- dijo Anissina- que alguien encontrara muchas de estas piedras y empezara a prepararlas.

-Poco probable- dijo la alquimista. -Piedras como esta pueden ser obtenidas a un alto precio solo de alquimistas, como yo- Sus ojos centellaron ante la piedra. -Sabes, Soy muy buena con piedras, pero he hecho algunos avances en alquimia de hierbas también. -Sonrió para sí misma. -Por eso pregunté si la persona a quien dispararon con esta flecha sobrevivió.

-Oh, ya veo… la Naturaleza es una forma primitiva y puede pensarse que la combinación de estos elementos naturales podrían dar a la naturaleza un nivel más alto.

-Esa es la idea básica- dijo Leona. Tomó una pequeña pieza de tela marrón y empezó a envolverla en la cabeza de la flecha. Pequeños puntos rojos aparecieron. - Sangre…seca… de Mazoku… comprensible…pero…- tomó un pequeño recipiente de líquido claro y vertió un poco sobre la tela. Entonces, frotó la punta de la flecha de nuevo. La tela se volvió negra y chirrió como tocino.

Leona detuvo la tela cerca a su rostro y sonrió ácidamente.

-¿Algo?- Anissina respiró expectante, observando la tela oscura.

-Esta cabeza de flecha estaba hechizada, para hacer que le flecha volara más rápido y provocara dolor extra al dar en su blanco. Ahora, ¿por qué molestarse por pasar por todo esto?

Anissina dio una mueca agria a la flecha.

-Oh, vamos… creo que sabes de lo que hablo. Esta flecha (salvo que ellos hicieran más de una, lo cual creo probable que ya hayan hecho) fue construida…preparada…diseñada para dar en una persona en particular. Este es el resultado de un plan de asesinato. No hay otra explicación acerca de estos materiales tan costosos y manufacturados recientemente.- La mujer miró el rostro de Anissina a través de sus anteojos.- Y, solo hay un clan que conozca, que pueda realizar esta clase de trabajo, con este estilo, ya que son de la elite mazoku de mercantes de armas- sonrió oscuramente y arrojó la tela al basurero. -Y si viajas a la frontera de las tierras Bielefeld, podrías conocerlos.

Wolfram, ¿qué somos? Ya no lo sé más. Estaba bien ignorando nuestro compromiso, pretendiendo que nunca había sucedido y que no tenía importancia. Pero ahora yo… realmente te he lastimado ¿no es cierto?

Peor aún. Soy miserable contigo… y soy miserable… sin ti.

Realmente, no entiendo qué es el amor de ninguna forma. Quizá, ambos nos estamos acercando. Pero, nuestras respuestas… ¿Serán las correctas?

Metió sus manos en los bolsillos de su bata.

El verdadero tú… ¿Alguna vez regresará?

Yuuri estaba atravesando la habitación de Wolfram cuando notó el suave brillo de una luz bajo la puerta.

-Creo que le dijimos que fuera a la cama hace un buen rato- gruñó Yuuri para sí mismo, sintiéndose algo molesto porque el pequeño Wolfram no escuchaba, de nuevo.

Había una sola llama encendida. Abrió la puerta un poco, solo para ver por el resquicio la figura del rubio fuera de la cama, con una manta sobre sus hombros. Estaba en el balcón, mirando las estrellas. Incluso en las sombras, Yuuri pudo ver que Wolfram estaba sonriendo asombrado, impresionado, con el cielo estrellado. Jugando a “conectar los puntos” entre estrellas con el dedo índice muy ocupado.

Cuidadosamente, Yuuri cerró la puerta. Regresó a su habitación, se metió a la cama y colocó las cubiertas sobre él.

En ese momento, Wolfram era feliz. Realmente feliz. Y eso era suficiente.

fl: seasons of beautiful wolfram, fanfics, yuuram, kyou kara maou

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