El polvo revuela en el desierto.
Los autos y buses pasan de un lado a otro. Es sábado, y la oficina de registros está tan llena como siempre. Manuel suspira, Miguel tiene que hacer algo con esta organización, es demasiado problemático para quedarse así. Más tiempo perdido en el papeleo que en el viaje.
-¿Vienes a almorzar a mi casa o no?-
-Que sí voy, pero deja de joder ya.-
No sabe porque no lo ha citado en Lima está vez. No que se este quejando, Tacna le queda cerca y es bastante agradable, dentro de todo. No lo admitirá en voz alta, por supuesto que no, ninguna ciudad del otro es mejor que alguna suya pero. No tiene porqué rehusarse. No sería educado, se dice.
No sabe que quiere discutir Perú esta vez, pero mientras no le saque pelea de la nada…
Igual el hambre ya empieza a molestarle.
***
Recibes a Chile como sueles hacer: una mirada suspicaz y luego un apretón de manos más fuerte del acostumbrado.
Algo pica cuando tocas su mano, quizás si la aprietas con suficiente fuerza deje de notarse.
El apretón de Manuel siempre es más fuerte, pero tú te crees ganador mientras esto no se extienda mucho.
-¡Saludas como niña!-
-Pfff, mira quién habla.-
El sonido de bocinas es incesante, pero hace un lindo día en Tacna. Seguro que en Arica también, pero están aquí ahora y tienes que hablar de cosas impor…
-¿Ya solucionaste lo de la delincuencia o tengo que cuidarme los bolsillos?-
-¡Que estoy trabajando en eso!-
Primer tema de conversación y ya están discutiendo. Medio que es de esperarse, pero no deja de ser molesto porque en serio estás haciendo lo posible, mierda, nunca ha sido tu culpa que el resto no colabore. De todos modos aceleras el paso, como amenazando al otro con dejarlo atrás.
Aunque, de todos modos, no es como si se fuera a perder.
***
(Tacna y Arica, ciudades hermanas. Algunos periódicos sueltan frases así a veces. No deja de resultarle extraño.)
Terminan en un restaurante criollo; no es como si esperara que el otro le cocinara todas las veces. De hecho, esa costumbre es reciente, y aún puede decir que recuerda la época en la cual no se veían para nada, en la cual acceder a Tacna no era tan fácil. De hecho parte de sí aún siente inconformidad por parte de su gente.
(En el momento no se dio cuenta, le dolían otras cosas. Antes escuchaba los gritos, hoy sólo tiene pesadillas el once. Hoy en día, sólo le pica la mano a veces).
-Oe, idiota.-
-¿Qué, imbécil?-
Oye a Miguel musitar algo para sí. Arquea la ceja, ¿qué te pasa ahora?
-¡Nada!- y lo dice como reclamo.- Hasta que se te ocurre hacer caso.-
-No es como si tuvieses algo bueno que decir…-
-¡¿Qué quieres decir con eso?!-
***
(Lo que tengo que hacer para que te fijes.)
Observas al otro comer apresuradamente como suele hacerlo, y te deprime no poderle encontrar mayor gusto a la comida que tu pueblo te prepara con tanta dedicación. Y con eso intentas esconder el hecho de que nada está saliendo como lo planeado, de que nunca puedes decir, de que ni siquiera sabes qué decir.
-Entonces, ¿para qué era la reunión?-
Siempre es lo mismo, siempre. Puedes insultarlo todo lo que quieras, hacer todo el escándalo que puedas e igual su atención no estará en ti más allá de unos instantes. Y por alguna razón el odio es menos accesible hoy, aquí.
Y si te distraes por un instante, dos tipos de voces te rodean, y ambas las conoces muy bien.
-Es como si me invadieras de nuevo.-
(-Me encanta venir a comer acá, ¡este tipo de comida es tan distinta!-.)
-¿Qué…?-
Te haces el distraído, mirando al resto de personas en el restaurante. De reojo, puedes ver el rostro incrédulo de Manuel y sabes que de no ser tan él te haría un escándalo ahí mismo.
Claro que tú no tienes problemas con eso.
***
Realmente está loco, no sabes que otra cosa pensar, y sin querer entiendes por donde va el tren de pensamiento. Siempre es lo mismo, siempre reclamando por las mismas cosas cuando en realidad sería mejor que lo dejara todo atrás.
(Mírame a lo ojos y dime algo coherente por una vez, mierda.)
-¿Y qué dices de ti?- te controlas lo mejor que puedes para no apretar tanto la mandíbula.-¿Tú qué haces, entonces?-
-¿Qué qué hago aquí?- Miguel se encoge de hombros y sigue caminando. Manuel ya ni sabe porqué pregunta, debería estar acostumbrado a que el otro se pasee por su casa como si nada. Aún así, un poco de cortesía…
-Bueno, ya no importa. Sólo no te metas en problemas.- y sinceramente no cree que no lo haga, pero cumple con decirlo y luego verán sobre las consecuencias. Después de todo, Arica está acostumbrada al drama de sus vecinos…
-¿Así se trata a un invitado, Manuel?- claramente Perú está con ganas de joder hoy.
-Tú te invitaste solo.-
-¡Pero ya estoy aquí!-
Entre discusión y discusión, lo termina acompañando. Y tiene que ver su mirada nostálgica al poner un pie en el Huáscar, al recordar la figura de su homónimo sobre la cubierta. Quizá el sonido de algún cañón perdido en la memoria los alcance, pero aún cuando suceda, ninguno dirá nada.
-Vamos, quiero ir a otro lugar.-
***
No sabes porque Manuel te sigue.
(Tacna y Arica, “Las Cautivas”. Pero un día Arica dejó de sentirse tuya, perdiste esa porción de calor y te preguntaste si Manuel la sentiría de la misma manera).
Pero no dejas de hablarle, a pesar de que el corazón te pesa con cada paso que das en este lugar. Tan familiar, antes, ahora. Chile no podría entenderlo.
Pero esta es la casa de Chile ahora, aún cuando te esfuerces por buscar uno que otro fantasma, ese calor, dónde está, necesito sentirlo.
-Ha pasado mucho tiempo.-
-Ya lo sé.-
-¿Por qué sigues viniendo aquí?-
El viento y el sol te dan en la cara y tienes que entrecerrarlos. A tus pies está la ciudad en toda su extensión y por todos lados gritando el nombre del otro. Tras tuyo se para él, haciendo esa pregunta que quisieras responder a ti mismo en primer lugar.
Sobre tu cabeza, la Estrella Solitaria.
Cierras los ojos antes de decir algo, intentas imaginar los cascos de un caballo asustado y el último grito de su jinete.
-No lo sé.- respondes sin voltear.-¿No es lo que hacen todos?-
(¿Me estás botando?)
No oyes a Manuel responder, pero si notas como avanza un par de pasos hasta quedar a tu lado.
(Me robaste la calidez, me dejaste solo).
-Le dicen la ciudad de la Eterna Primavera. El clima es bastante agradable.-
-Ha crecido mucho.-
-Hay mucha gente.-
Guardan silencio otro instante. El sol que se oculta baña con su luz el morro y sus perfiles. A tal altura, parado sobre algo que ya no te pertenece, de ninguna manera.
-Ya no recuerdo bien. Me llega.-
Aún cuando veas al frente, sientes la mirada sorprendida del otro sobre ti.
(No pertenezco aquí, ya lo sé. ¿Vas a botarme?)
Y cuando quieres imaginar el vértigo de la caída, cuando quieres imaginar los colores de tu pabellón envolviéndote-
Una mano toma la tuya con brusquedad.
-Está bien.- admite en voz baja, con incomodidad.-Está bien.-
(Y de repente, deja de picar).
-¡Está bien!- exclamas, y un par de comensales voltean.
Tras unos instantes, el bullicio vuelve a la normalidad.
***
Miguel, estás loco. Demente. Eres un peligro para el orden público, maldice en su cabeza. Porque cuando se le ocurrió que esto era ya demasiada ridiculez, que no tenía porque aguantar los reclamos idiotas del otro y que bien se iría para darle el gusto, el otro lo jaló del brazo gritando y ya es mucha humillación por un día, en serio.
-Está bien… eso no es lo que quería decir.- dice finalmente Perú, mirando hacia otra parte, de nuevo, ¿cómo espera que le crea así?
-Seguro que no.- le espetas con sarcasmo, volviendo a tomar asiento.- ¿Qué quieres ahora? ¡Te quejas de que me meto en tus cosas cuando tú eres el primero en meterte en las mías! ¿Alguna vez escuchas lo que dices?-
-¡Qué no es eso!-
Y sin que se de cuenta, Miguel ha deslizado la mano desde su brazo hasta su mano.
-¿Entonces qué…?-
-¡Esto!- y levanta su mano levemente, la tuya consigo.-…gracias.-
Y así como los autos transitan la frontera entre ambos, sientes un símil de calidez moverse entre sus dedos. Pasa de su mano a la tuya, de la tuya a la suya y entonces comprendes.
-Primero sólo te iba a agradecer por cuidar mi barco.- y ahora lo mira a los ojos, aunque parece costarle.- Pero luego, esto, eso.-
Aprieta un poco más su mano, casi como el saludo de más temprano, pero mira alrededor mientras lo hace. Como cualquier sábado en Tacna, el acento alrededor no es exactamente peruano.
-Esto no es malo. No necesariamente.- y siente como Miguel se atora antes de decir lo último, como si una respuesta tan obvia le hubiese costado siglos admitir.-Está bien.-
(Claro que está bien, si siempre ha sido así. Tenías que ser Perú).
-Si serás imbécil.-
-Argh, idiota, ¿con qué cara vienes a decir eso?-
(Porque aún cuando hayan sido segundos antes, lo admití antes que tú).
-¿Quién te necesita, de todos modos?-
(Tu ciudad, que necesita venderle a alguien.)
-Entonces, ¿cómo hacemos con esa carretera?-
-¡Sabía que había algo…!-
Para Manuel también está bien, sin embargo. Porque al estar ahí, una parte de él se calla y agradece. Una parte cansada, resentida, el Norte Grande olvidado de siempre, un brazo cansado que por fin puede descansar.
Al menos Arica siempre ha tenido una mano que tomar.
Y sí, se pregunta cuando lo va a soltar.
(El que lo mencione primero, pierde).
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Aclaraciones:
-¿Ya solucionaste lo de la delincuencia o tengo que cuidarme los bolsillos?-
-¡Que estoy trabajando en eso!-
A pesar de que los Ariqueños adoran pasearse por Tacna le critican mucho el crimen y exigen que las autoridades locales se hagan cargo al respecto.
Tacna y Arica, ciudades hermanas. Algunos periódicos sueltan frases así a veces. No deja de resultarle extraño.
El Morrocotudo es mi principal referencia para esto ♥. Léanlo, es adorable ;A;.
… y aún puede decir que recuerda la época en la cual no se veían para nada, en la cual acceder a Tacna no era tan fácil. De hecho parte de sí aún siente inconformidad por parte de su gente.
Durante la dictadura de Pinochet, Arica pasó de ser una ciudad bohemia y relajada a ser prácticamente un fuerte militar, cortando todas las relaciones con Tacna. Los Ariqueños aún resienten esto.
En el momento no se dio cuenta, le dolían otras cosas. Antes escuchaba los gritos, hoy sólo tiene pesadillas el once.
Referencia más obvia a la Dictadura. “El once” se refiere al 11 de Septiembre, como sabrán bien las chilenas.
Y tiene que ver su mirada nostálgica al poner un pie en el Huáscar, al recordar la figura de su homónimo sobre cubierta.
En Arica se encuentra el monitor Huáscar, barco del almirante peruano Miguel Grau, tomado como trofeo al finalizar el combate naval.
Tacna y Arica, “Las Cautivas”.
Durante varios años tras la guerra, Tacna y Arica permanecieron bajo el dominio de Chile. Durante esa época se las llamó así.
Cierras los ojos antes de decir algo, intentas imaginar los cascos de un caballo asustado y el último grito de su jinete.
Foto del Morro de Arica
aquí. La leyenda peruana cuenta que el general Alfonso Ugarte se rehusó a entregar la bandera y se lanzó desde el morro con su caballo.
-Primero sólo te iba a agradecer por cuidar mi barco.-
Opinión personal aquí, si ese barco estuviese en nuestras manos estaría hecho un asco. Gracias Chilito, por remodelarlo y tenerlo bonito ♥ (pero sí, sigue siendo nuestro barco xD).
Una parte cansada, resentida, el Norte Grande olvidado de siempre, un brazo cansado que por fin puede descansar.
Referirse al
fic de
ilye_aru aquí, por favor :).
Y en algo más personal, toda la información sobre el sentir de Arica y el norte de Chile se la debo a Ilye y a un Ariqueño awesome que conocí en la última convención realizada aquí en Lima, perteneciente a la agrupación
Kaiseki Manga. Me impresionó mucho y estuve muy feliz de haber hablado con él de tantos temas en común, desde la relación de nuestros países hasta la importancia de los medios en la formación de identidad. Gracias, Ibar, eres una persona maravillosa :).