¿Es un pájaro, es un avión?

Aug 06, 2007 15:18

Gojyo nunca supo como decirlo.

-Gojyo, tu café se va a enfriar.-

Se infiltraba en su vida con la facilidad con la que el viento se colaba en su hogar (Antes eso sucedía, antes de que Hakkai reemplazara el cristal quebrado). Era refrescante, era curioso, era agradable, era opresivo.

-Voy, voy…-

Era ajeno a tantas cosas, un prototipo de hombre en una vida de incoherencias; el destino siempre original, repitiendo los mismos patrones, alternando el orden de las cosas… Orden, todo era sobre el orden.

Sonrisa. -Luces como si te hubieras excedido anoche.-

La naturaleza de afirmación traicionaba la pregunta.

-Hmph, ¿no lo volveré a hacer?- Y sorbió, y el sabor era mejor que el del día anterior (eso también era rutina, inusual y rutina): amargo, había azúcar, sí, pero tan amargo.

La dulzura era sólo un compromiso.

Hakkai observaba el agua oscurecerse, migrar de puro a opaco; pronto se acabarían las bolsitas de té. Ahogó un suspiro llevándose la taza a los labios y le quemó, pero no dijo nada. Ardían, las cosas impuras y necesarias ardían. ¿Ardería él también, algún día? Estaba impregnado en él, el rastro de sangre, y Gonou -Hakkai-  siempre había buscado impregnarse en tantos objetos, Kannan, tantos lugares…

-¿Entonces vale la pena que prepare más estofado esta noche?-

No estaba seguro del porqué se molestaba -molestaba al otro- en preguntar, mas el tono era tan familiar que sintió que embestía contra las paredes. ¿Cuánto tiempo había pasado desde conocerlas? Lo vulgar iba desapareciendo, que error pensar en morir.

-Siempre podrías guardar un poco.-

Todo tenía una solución, y con una sonrisa (no un reflejo, ambas eran tan diferentes) Gojyo abandonó la taza en el lavabo y se dispuso a salir. Fue entonces cuando se detuvo y miró hacia atrás, cosa que odiaba hacer. Cuanto cambio, fresco, asfixiante. No obstante, no lo atrapaba, ya no.

Sonreía suavemente. -Está bien.-

Gonou se entregaba -impregnaba- de modo que no sería abandonado de nuevo. Hakkai había sido abandonado y se entregaba con el único deseo de hacerlo correctamente.

Gojyo nunca supo como decirlo, Hakkai no se molestaba en ponerle un nombre. El necesitar el uno del otro era demasiado compromiso, demasiado intruso, pero siempre cierto.

***

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