Mini fic Inception: No-beso

Nov 14, 2010 22:09

 Como dije... me voy a Francia y ando en las nubes. Eso me tiene en un nivel de exaltación anormal y me muero, porque de verdad necesito que sea 5 de enero >.< En fin, lo mismo del viaje me hizo derivar a Inception porque les juro que sueño conmigo paseando por Paris y de soundtrack Edith Piaf y ains, eso me hace alucinar. Así que me volví loca y escribí un montón de cosas, la mayoría impresentables xD pero que me mantuvieron entretenida toda la tarde.

Este no es presentable xD pero trata un tema que siempre me ha atraído y que creo que se da en la relación Arthur/Eames un montón. Aclaraciones al final.

Título: No-beso
Fandom: Inception
Pairing: Arthur/Eames
Advertencias: slash. Y si buscan algo serio, éste no es el lugar. mis desvaríos asustan. 
Resumen: demasiado corto para resumirse.


No-Beso

Ellos han estado constantemente persiguiéndose desde hace años. Eames con su risa, con su manera de disfrutar abiertamente mientras Arthur le amarra en el suelo, con sus susurros nada discretos cuando cruza por su lado. Arthur finge que no le sigue, pero lo hace, con los ojos entrecerrados mientras Eames hace alguna tontería o cuando aparece levemente despeinado y con pinta de haber dormido en cualquier lugar menos en su cama. Se siguen, se memorizan cada día, se saben al pie de la letra las frases mañaneras, las despedidas, los insultos, los silencios.

- Hola, cariño.- Eames esboza una sonrisa del tamaño del mundo mientras se inclina sobre el escritorio donde Arthur lee informes desde las nueve de la mañana. A éste no le sorprende el labial en el cuello de la camisa, pero de todos modos arruga el entrecejo y le ignora.- Arthur, cielo, se nuevo traes esa cara de estreñimiento, quizá…

Arthur gruñe entre dientes y recibe un vaso de papel del Starbucks de la esquina, que Eames le tiende con un leve guiño de ojo. En la cinta del nombre dice ‘cariño’, pero como es un capuccino extra grande, Arthur no puede quejarse y se permite acariciar levemente el vaso.

- Señor Eames, sería correcto si esta tarde me acompañara a la casa del señor Reagan para ultimar detalles…

- ¡Oh, cielo! ¿Me estás proponiendo una cita?- los ojos grises se abren imposiblemente, mientras Eames finge un gesto de pretendida sorpresa.- ¡Oh, Dios, no sé qué ponerme!

- Señor Eames…- le advierte Arthur regresando la atención a los papeles, mientras bebe un sorbo largo de su café, el cual, como es usual, está exactamente cómo le gusta.

- Ay, Arthur, estaré aguardando impaciente.

Eames continúa su camino, probablemente al sofá de la sala, donde el muy patán finge trabajar en su ‘personaje’ cada tarde cuando en vez se dedica a dormitar. Sin embargo se detiene a dos pasos de la silla de Arthur y éste, al percibir la mirada fija en su nuca, se voltea irritado. Eames le observa con el rostro ligeramente ladeado y Arthur no puede evitar sentirse desarmado al percibir algo distinto en su mirada, lejos de su desenfadada coquetería habitual. Hay algo que ablanda los ojos grises de Eames mientras le mira, un algo que le impulsa a acercarse los dos pasos e inclinarse ligeramente sobre la silla en donde sigue Arthur, petrificado y sin palabras. Ni siquiera hace el gesto de alejarse esta vez y permanece observando a Eames en silencio, el corazón golpeteándole el pecho a un ritmo totalmente inusual que de estar en condiciones normales le preocuparía la posibilidad próxima de un ataque cardíaco. Pero ahora sólo puede oír la sangre golpearle los oídos con violencia, mientras Eames le observa desde muy cerca, libre de malicia y de estupidez.

- Eames…- logra decir a duras penas.

Pero Eames se inclina un poco más, su barbilla ligeramente angulosa y mal afeitada roza la suya perfectamente lampiña, le hace estremecer desde la punta de los dedos y Arthur teme que ya está, Eames le va a besar y toda esta persecución de años se va a acabar en lo que parece el fin obvio. Eames le va a besar y él no tendrá más solución que responderle, porque casi se extraña que esto no haya pasado mucho antes, siendo de pronto el final de las miradas furtivas, las bromas en doble (y triple sentido, viniendo de Eames), los roces intencionados, las sonrisas sin sentido. Arthur no sabe si es lo que quiere exactamente en ese momento, pero de algún modo tiene claro que se morirá si no sucede.

Los labios le rozan suavemente la mejilla, en un no-beso que le arranca unas mariposas en el estómago - levemente similares a pterodáctilos, las muy putas - las pestañas de Eames se agitan contra su sien y el temblor que estremece ambos cuerpos es imposible de ignorar. Pero Eames se queda ahí, exactamente, quieto y sin besarle y esa rara espera que ya ha durado demasiados años a Arthur se le antoja desesperante y exquisita, una rara extensión de un beso que se ha ido formando pero que aún no está ahí. Un beso que una vez suceda probablemente no podrán detener y al que le seguirán tantos que Arthur no tiene la menor idea cómo podrán compatibilizarlos con trabajar y vivir en general. Han tenido muchos no-besos antes, preludios de uno que, a juzgar por cómo son sus versiones incompletas, valdrá totalmente la pena. Porque, en serio, si sus no-besos les dejan idiotas todo el día, con las manos levemente sudadas de los nervios, el corazón agitado y los pantalones quizá una talla más pequeño, no quieren saber cómo serán los besos. O quizá sí.

Ambos se permiten respirar por unos segundos contra la piel del otro y a Arthur le llega perfectamente el perfume masculino y totalmente Eames que emana el otro cuerpo. Entonces Arthur empuja la silla hacia atrás con toda la fuerza de voluntad que puede encontrar y a pesar de que siente que los labios y la piel gritan por ser besados, y definitivamente los labios de Eames están exigiendo exactamente lo mismo, se siente aliviado y decepcionado a partes iguales. Eames se levanta y retrocede a una distancia prudencial, sus ojos ya son los de siempre y no hay nada más perturbador en ellos, aparte de las bromas formándose a toda velocidad en su cabeza.

- Entonces a las cinco.- logra pronunciar Arthur, consiguiendo asombrosamente que su voz suene neutra y tranquila.

- Sí, a las cinco, perfecto, perfecto.- Eames sonríe con todos los dientes y le observa y Arthur se imagina que quizá está pensando lo mismo.- Perfecto.

Probablemente sí están pensando en lo mismo.

FIN

Lo sé! Lo sé! Es una idiotez xD es que estaba desvariando de lo divertido que era cuando estaba flirteando (o joteando, en chilensis) con alguien, y había tentativas de besos pero no eran en el momento adecuado y no llegaban a buen puerto. Pero igualmente la sensación de cosquillitas de OH-DIOS-LO-VOY-A-BESAR no la cambiaría por nada, como que era un sustituto sicológico bastante bueno del beso. Era saber que yo quería, él quería y bueno, que ya habría tiempo para esas cosas. En fin... siempre me imagino que Arthur y Eames están llenos de esos no-besos mientras se deciden lanzarse a la aventura.

Amenazas finales: Voy a escribir de estos dos en París, porque estoy obsesionada y no puedo quedarme quieta. Y también escribiré de los sí-besos, que deben estar buenísimos.

Cariños!

slash, inception, fanfic, francia, arthur/eames

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