Noches de Bohemia

Sep 16, 2009 20:59

Título: Noches de Bohemia.
Fandom: Vampire Knight.
Claim: Shizuka/Zero
Prompt: "In silent moments imagine you here"
Extensión: 679

El fonógrafo se apagó a lo lejos pero la música seguía sonando en su cabeza, en las noches blancas como aquella cuando el viento se desgarraba la garganta intentando contar alguna triste historia ella le recordaba.

Rememoraba la oscura noche cubierta por densas nubes negras arremolinándose para crear una poderosa tormenta de nieve, el viento azotándose sobre los árboles, las casas o las montañas por igual, clamando con ella por venganza, uniendo su canto de furia a los dos seres que buscaban desquitar un poco de las injusticias perpetuadas, usando como víctimas a las herramientas que Destino había usado para las mismas.

A veces se encontraba preguntándose a sí misma si había hecho lo correcto, su corazón chillaba doblemente, porque se desgarraba al saber que a pesar de tener las manos teñidas de rojo también eran inocentes, pero no podía dejar de culparlos, por no dudar, por ser máquinas, por no pensar. ¡Que importaba si también eran víctimas! Entonces ahora todos estarían del mismo lado, no volvería a estar sola, “ese hombre” tampoco lo estaría.

Su mente dibujaba sus delicadas facciones, con esos fieros ojos que le anunciaban la muerte de la más dulce manera. En ese entonces era un niño pequeño, que todavía no residía en el núcleo mismo del vicio y la hipocresía, ahora lo más probable es que fuera un joven impetuoso. En su hermano podía verlo, aunque a él le faltaba ese coraje y el profundo resentimiento por obligarle a odiar.

El amor es tan malentendido. ¿Por qué siempre tiene que ir de la mano de un ramo de rosas y de unos desesperados besos? Tal vez Zero caminaría por un sendero espinado, pero se haría más fuerte que antes, abriría su mente a la maldad para saber rechazarla, sus ojos verían a través de las malas intenciones de la gente de su alrededor, se convertiría en forjador de su propio destino, sería líder, pero nunca arma de un mequetrefe.

¡Oh, que galante se veía su ángel plateado, postrado en sus rodillas cubierto de sangre! ¡Ni siquiera la Luna podía hacerle competencia!

Sería emocionante cuando lo volvieran a ver ¿ya se habría entregado al sinrazón del vampirismo? ¡Por supuesto que no! Su alma mater le impediría sucumbir de manera tan insulsa, se aferraría a sus crueles principios de los caníbales humanos, trataría de amarrarse a la cordura humana tomando por bandera el odio a los hijos de la noche, trozaría su mente hasta asegurarse que seguía siendo quien era antes; pero un día se descubriría abrazando el salvajismo inhumano.

Probaría el éxtasis de la sangre, se dejaría arrastrar por la lujuria de los sentimientos en rojo, su corazón comenzaría a palpitar con el desespero de la longeva genética, su mente se desesperaría al pensar en recorrer los milenios y no los fútiles años. ¡Sufriría, lloraría, penaría y odiaría!

¡Ah, su dulce niño batiría sus alas recién adquiridas para entrar en el reino de lo siniestramente eterno!

Quizás entonces le platicase sobre el corrosivo poder del amor, el lado oscuro de las poderosas emociones de los inhumanamente bestiales, la brutalidad de la que eran dueños esos hermosos seres que dejaban pasar los años sin cambiar demasiado. Le explicaría el significado de entregarse en cuerpo y alma al ser amado.

Bebe de mi sangre, come de mi cuerpo, levántate sobre mis huesos. ¡Oh amor pérfido! Dime que no te he amado, dime que mis manos han sido incapaces de tocar tu alma, dime que tu corazón no se ha conmocionado, dime que tus labios nunca han suplicado por mi nombre, dime que mi presencia no ha llenado tu cuerpo, ¡miente gritando que me odias!

Una sonrisa acudió a su rostro, debía prepararse para cuando volviera a verlo, para entregarle con total intensidad la extensión de sus sentimientos. Sí, cuando lo volviera a ver, se encargaría de sacudir el mundo de Zero hasta los más bajos cimientos, de esa forma él se enteraría que existían sentimientos que iban más allá de las palabras, las definiciones u otros caprichosos amores. Y eso, eso era lo que compartían ellos dos.

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Por lo menos no puede decir que no me esfuerzo.

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