Cuento de un Niño Egotista.
Es inevitable que él sobresalga entre un tumulto de gente, tal vez no tiene los ojos de color claro; no es rubio despampanante o pelirrojo tentación; tampoco tiene una hermosura que el mismo Narciso le envidiaría; no es muy alto, por el contrario, a duras penas llega al promedio; ni siquiera ha desarrollado una musculatura de muerte. Sin embargo, dentro de aquella fachada de colores y formas cuasi comunes y corrientes, alberga un no-sé-qué interior, el cual deslumbra a la gente. Algunos le llaman carisma otros, personalidad.
Camina completamente erguido, con paso firme y gamberro, pecho inflado, las manos en algún lado demostrando su desfachatez por la vida, pero siempre con la impresión de estar listas para el combate; el mentón arriba, la ropa desgarbada, todo parece estar en el lugar exacto para mostrar que a él las reglas de la moda o de la moral misma, le importan un bledo, pues está por encima de ellas; el cabello desordenado y negro como sus intenciones. ¿Aún no sientes su imponente presencia? Bueno, en cuanto esos ojos cafés escondidos tras unas gafas aburridas se posan sobre ti, sabes que estás ante un niño que se cree dueño de mundo. Nah, SABE que es dueño del mundo y no tienes el valor de decirle lo contrario, o crees que sería un desperdicio mencionárselo.
Su voz es firme, demandante, con una cadencia tiránica. Su palabra es la ley, porque no hay más verdad que la que sale de su boca, así lo dicta la mente de él y así tú te la crees, o al menos finges ante él. Si él dice que eres genial, entonces casi nadie lo pone en duda; si él dice que eres un perdedor, es porque así lo eres. Lo ves, él manda, él ordena, él rige este pedazo del mundo.
Se pasea de aquí para allá haciendo de las suyas a diestra y siniestra, molestando gente, jugándole bromas por placer al primero que se cruce. Insolente, sí lo es…lo sabe y disfruta siéndolo. Además siempre anda con sus amigos esos, deambulando por el castillo.
Ódialo, aborrécelo con toda tu alma, grita que es un ser despreciable, no lo mires, no lo toques, escucha mis palabras, él es malo, terriblemente siniestro. ¡No te fijes en él! Porque no quiero que aprecies su dulzura, la facilidad de su ser para hacerme reír, su delicadeza para tomar las cosas, el tono gravemente sensual de su voz al susurrar, la calidez de sus ojos, su sonrisa seductora, la tristeza de su genialidad, la melancolía del hijo único que esconde tras un pícaro guiño.
No vuelvas tu mirada hacía él, no notes que en sus movimientos también hay inseguridad, olvida ese momento de duda al hablar, no veas la confusión en sus ojos cuando se ha dado cuenta de su estupidez, no perdones sus errores al verlo como el humano imperfecto que es.
No tomes en cuenta su fidelidad hacia sus seres queridos, el valor para parase y ser la persona que él desea ser y no lo que los demás quieren ver, o su conciencia para salvar incluso a su peor enemigo.
Porque sobre todo eso bueno, recuerda la gran insolencia, prepotencia, arrogancia, y crueldad que carga sobre su inflada cabeza. Así que ya sabes: enamórate, encandílate con los niños rectos, que siempre hacen el bien o aquellos memes que cuya vida creen que es completamente marginada y por ello tiene derecho a destrozar el mundo, quédate con todos esos. Porque la perfección no va con él, ¿Dónde está escrito que él por poseer todo eso grandioso que tiene, debe ser un santo? Búscate a héroes o anti-héroes, príncipes o santos en otro lugar, que yo me quedo con este simple ser humano.
¡Te digo que no es digno de ser querido! ¡Aléjate de él! No quiero que fije su atención en ti.
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Sigo con esto de las tablas de Duelo Literario, que me están costando un friego (yo no soy de drabble o one-shots). Anyway, aquí sigo en mi lucha. ¿De qué va este drabble? Habla de James Potter, ¿quién habla de él? Pues...se me ocurrieron tres personas, pero se los dejo al gusto, again...(mayor información visitar: Cenizas de una Anatema Inefable).
Agradecimientos a
charlonee y a Maquita, gracias por su veloz Beteo, me ayudaís mucho chicas.