Ya solo me queda uno para terminar~ el de la lujuria curiosamente xD ni me lo propuse dejarlo para el final pero ahora me hace gracia: normalmente es el que más ganas tiene la gente de escribir y yo aún estoy pensándolo bien para cerrar como merece el fic.
Considerad esto mi regalo de semana santa... y pronto habrá doujinshis porque me aburrí de lo lindo y en vez de pasar apuntes me puse a traducir xD que responsable soy...
Titulo y prompt: 2# Pereza
Claim: Nórdicos - Islandia
Clasificación: K.
Aclaración: Elegí este pecado para él pensando sobre todo en la tira de los productos, me hizo demasiada gracia.
Palabras: 445
Era mediodía.
-Ah… -Islandia suspiró, tumbado sobre el sofá. El lazo de su cuello le incordiaba así que lo aflojó un poco. Sobre el respaldo del sofá Mr. Puffin le miraba. El animal ladeó la cabeza, emitiendo un pequeño ruidito. Islandia le miró-. ¿Qué ocurre?
El pájaro aleteo un poco, señalando hacia la puerta, sin decir ni pio esta vez.
Alguien acababa de llamar. Lo había oído claramente pese a que no habían usado el timbre, sino que habían golpeado la puerta con los nudillos.
-Eso significa que tengo que levantarme… -comentó al aire o al frailecillo. Normalmente el islandés era poco hablador. No sentía que tuviera que decir nada así que permanecía callado. No le quitaba el sueño, la verdad, pese a que molestaba a alguna gente, sobre todo a los que no le conocían. Pero a veces si hablaba al aire, como en aquel momento. Sobre todo cuando estaba solo y nadie podía oírlo-. Que lata…
No le apetecía en absoluto. Era un día apático, tranquilo, sin novedad. Se había despertado ya con la sensación de cansancio en el cuerpo, pese a haber dormido casi diez horas. Se había ido a dormir temprano y no tenía motivos para madrugar.
Y así había permanecido el resto del día.
Hacer el desayuno, con calma, mientras Mr. Puffin le miraba desde su hombro. Su peso encima ya le era familiar. Más de una vez Dinamarca le había preguntado si no era molesto tener al pájaro ahí puesto medio día lo menos. Se había encogido de hombros como respuesta. Ya ni se percataba de que estaba ahí hasta que se quitaba. Se había acostumbrado.
Ahora, después de la comida, se había tumbado encendiendo la tele, pese a no prestar atención. Aburrido ahora no tenía ganas de ir a abrir la puerta, pese a que prometía que quizá eso le daría un poco más de movimiento al día.
Por fin, tras exhalar otro suspiro, se puso en pie. Esperaba que fuese interesante.
Al final resultó ser una carta de su hermano. Le preguntaba si le apetecía ir a verle esa tarde. Podría hablar y tomar una merienda juntos. Prometía ser entretenido, sin Dinamarca para estresarlos, mientras Noruega no insistiese en que lo llamase “hermano” otra vez. Solo de pensarlo notó que se alteraba. Seguía sin creer aquellas pruebas, le había costado asimilarlas, mientras que a Noruega no le había costado nada…
El frailecillo graznó de nuevo e Islandia le miró, cogiendo una pequeña golosina de un cuenco cercano.
-¿Qué me dices? ¿Vamos? -preguntó.
El pájaro le miró en silencio, comiéndose la golosina. Islandia suspiró por tercera vez aquel día.
-Bueno, ¿por qué no?... Pero no pienso llamarlo hermano.
Titulo y prompt: 5# Avaricia
Claim: Nórdicos - Suecia
Clasificación: K.
Aclaración: No es tan Suecia centric como pretendía pero salió esto y me gusta... aunque aclaro que la idea es que se note la avaricia de Suecia en lo que intenta negarlo tanto, conste. Salió más corto per no veía por qué alargarlo, la verdad.
Palabras: 319
Suecia nunca había considerado que llevarse a Finlandia consigo aquella noche fuese un acto avaricioso. Por eso cuento Dinamarca aprovechaba cualquier momento para acusarle de avaricioso no le daba importancia.
Al fin y al cabo Tino había ido con él por propia voluntad. Ni siquiera esperaba irse con él pero así había sido al final. Y para los dos había sido una liberación.
Realmente pensaba que si alguien de los cinco pecaba de avaricioso, era Dinamarca. No soportaba la idea de que se hubieran ido y todos lo sabían. Al igual que odiaba que Noruega se hubiera ido luego -sobre todo porque había sido gracias a él- y, más tarde, Islandia, más pacíficamente.
Dinamarca no toleraba la idea de que sus hermanos se fuesen. Si por él fuera los encerraría a los cuatro y no los dejaría escapar nunca.
¿Quién era el avaricioso entonces?
El silencioso sueco miró a Finlandia, que cocinaba alegremente. Estaba troceando verduras, mientras Hanatamago ladraba a sus pies, rodeándole y dando pequeños saltos, esperando llevarse algún premio. Miró luego hacia la sala: Peter hablaba por teléfono para ver a Raivis aquella tarde.
Una pequeña familia.
Comparado con Dinamarca ¿qué tenía de avaricioso aquello? Tener su propia casa, su propia familia. Negó con la cabeza. Las acusaciones del danés rara vez tenían sentido, ¿para qué pensar en aquello?
-¡Su-san! -la voz de Tino hizo que se girase.
-¿S’? -preguntó.
-Ven, necesito ayuda -le pidió el finlandes y él acudió. Era amable. Poco hablador, era consciente de ello, de que a veces no gustaba por eso. Aunque decir que daba miedo era exagerar, o eso creía Suecia. Nada que ver con el danés, ¿y era él el avaricioso?
Se planteó, mientras freía la carne, qué haría si Tino intentase irse pero no lo haría, ¿para qué considerarlo? Él era un buen compañero, ¿para qué irse?
No, Suecia no se consideraba, para nada, avaricioso.
Al menos eso pensaba.