KHR kink meme

May 12, 2010 22:27

Yo no sé por qué me meto en estos líos... Ayer necesitaba un descanso, pero de ahí a acabar escribiendo un fic, que nadie me pregunte cómo llegué a ese punto.

En la comunidad khr_kink_esp  se empezó a principio de año un kink meme y a mí me dio por entrar y vi el prompt que vi y se me hizo la boca agua de pensarlo.

Disculpas al Sr. o Sra. Anon si no he sabido llevarlo como esperaba.

¡A ver si la gentecilla se anima a tomar más requests!

Ahí va:

Título: El intuidor de sonrisas.
Rating: M
Fandom: KHR
Pairing: SqualoxDino
Prompt: "Pareja: Superbi Squalo/Dino Cavallone; KINK: Felación"

Era la millonésima vez que Tsuna y los suyos se metían en un lío. Aún así, él siempre estaba ahí para ayudarlos. Lo estaba porque le debía la vida a Reborn; la vida y su familia, sin la cual no sería nadie.
También estaba ahí porque quería a Tsuna como un hermano pequeño, alguien a quien ayudar y enseñar el buen camino.

Aunque, últimamente, debía reconocer que había otra razón para acudir en ayuda de los Vongola, incluso para resolver los conflictos más estúpidos. Y ahí estaba de nuevo, frente al décimo capo de la familia Vongola una vez más.

- Muchas gracias por venir, Dino-san pero… - el chico se rascó la cara algo incómodo - no era para nada necesario.

- Ya, ya lo sé, Tsuna - sonrió - sólo quería darte mi apoyo para... - se silenció durante unos instantes con gesto pensativo - ¿qué fue lo que ocurrió?

El más joven aceptó el despiste del rubio aunque se preguntaba por qué extraña razón el jefe de los Cavallone se presentaba en Namimori una y otra vez ante la más mínima señal de alarma. Ese extraño comportamiento se había venido repitiendo desde los conflictos de sucesión en los que no habían tenido que pedir tan sólo la ayuda a la familia Cavallone sino también a los Varia y a otras familias aliadas. Por otro lado, había acostumbrado a venir solo y la mayoría de las veces causaba más problemas de los que podía solucionar.

- Lambo y Reborn tuvieron una pelea después de la cena porque se comió su postre y al usar una de las granadas salió volando por la ventana. No lo encontrábamos y… bueno. Fue a parar a casa de Haru así que está bien.

- Me alegra saberlo. ¿Pero seguro que está todo bien? - inquirió el otro poniéndose muy serio - ¿No hay nada más que resulte un peligro? ¿No deberíamos pedir más ayuda por si acaso…?

No pudo continuar la frase porque en ese momento un pequeño niño de 5 años vestido de vaca y con unos cuernos en su cabeza pasó corriendo entre ambos gritando:

- ¡¡Muahahaha!! ¡¡Me he comido cuatro postres en casa de Haru!! ¡¡Chúpate esa, Reborn!!

Momento en el cual el arcobaleno apareció para darle una patada en la cabeza, lo que provocó que Lambo quedase inconsciente sobre la entrada de la casa.

- ¡Reborn! - le inquirió Tsuna - ¡No deberías pegarle así a Lambo! - entonces se giró hacia el rubio y se inclinó a modo de agradecimiento - Muchas gracias por venir, Dino-san. Pero no es necesaria tu ayuda. No quiero que descuides tu familia por ayudarnos a nosotros. Nos las apañamos bien solos. Más o menos. ¡Hasta otra!

Dino observó como el castaño arrastraba al inconsciente Lambo hacia el interior de la casa, dejándolo solo en medio de la calle.

Suspiró, pasándose una mano por el pelo. Había intentado convencerse a sí mismo que acudir a Namimori con el pretexto de ayudar a Tsuna en sus más banales dificultades no iba a hacer que volviera a toparse con él. Tendría que, o bien resignarse, o bien ir a buscarle por sí mismo. Pero eso que estaba haciendo era completamente ridículo.

No quería volver a casa y enfrentarse a los problemas de su familia sin antes solucionar los suyos propios. Aún así, lo único que había hecho había sido pasear por las calles de Namimori sin ser capaz de tomar una decisión para su problema. Ni quería rendirse ni tenía el valor de buscarle para pedirle que terminara lo que el inicio de la verdadera batalla le había impedido acabar.

Tan concentrado estaba en sus pensamientos que no se dio cuenta del brillo metálico que relucía en la oscuridad del callejón contiguo y se vio arrastrado sin previo aviso hacia él.
Algo frío y afilado le apretó la garganta, haciendo que sintiera un leve escozor en esa zona. Sin embargo, pese a lo horrible que podría parecerle a otra persona ser arrastrado a un callejón oscuro con lo que probablemente sería una espada sobre su cuello, a Dino tan sólo se le pudo acelerar el corazón de excitación.

- ¿Qué haces tú aquí? - esa voz que había estado deseando escuchar tanto tiempo ahora sonaba a apenas unos centímetros de su oreja. Notó como se estremecía cuando su aliento le hizo cosquillas y su corazón se desbocó aún más, salvaje como el caballo que decían que él era.

- He venido a ver a Tsuna - dijo en un susurro, despacio, temiendo estropear la situación - ¿Qué es lo que haces tú aquí?

Casi podía ver la sonrisa perversa del peli-plateado aunque la oscuridad del callejón no estuviera ayudando para nada. Intentó esforzar sus pupilas y pudo reconocer mejor la figura del otro, aunque sin conseguir un gran éxito.

- Es una vergüenza y una deshonra para un espadachín no acabar las batallas que empieza - contestó con un tono provocador. El rubio se sentía delirar y la mala visión que tenía y las veces que había fantaseado con esa situación no ayudaban a hacerla más real. Lo que sí ayudó fue el frío metal de la espada de Squalo recorriendo tentativamente por debajo de su camiseta su torso, haciendo que se le erizaran todos los pelos de su cuerpo.
Acto seguido, notó un tirón y el sonido de su ropa al rasgarse provocando que su pecho quedara al descubierto.

Su mundo se convirtió finalmente en algo muy real cuando notó el aliento del otro sobre uno de sus pezones y, a continuación, una lengua húmeda que lamía con tal intensidad que rozaba el límite entre el placer y el dolor. La sensación se avivó cuando notó unos dedos sobre el pezón que había quedado libre, que apretaban, estimulaban y masajeaban casi al mismo ritmo que ese músculo demencial.
Tras eso, ya no pudo más y dejó escapar un gemido. Como respuesta, recibió una mordida y una succión que le hicieron gemir aún más fuerte. Notó como la boca se detenía un momento y pudo, por segunda vez, intuir una sonrisa satisfecha que imaginaba tal y como la había visto la vez anterior, cuando había tenido a su disposición algo más de luz.

Aunque echaba de menos poder observar los movimientos del espadachín admitía que el no poder observar nada también le hacía sentirse excitado en cierto modo. Sus reflexiones acabaron aquí cuando la boca del otro empezó a repartir besos por su torso, dirigiéndose hacia abajo. Se detuvo con alevosía en el ombligo, jugando un poco con él, pero decidiendo que seguir su camino hasta llegar al borde del pantalón era más importante.

Dino se preguntó cómo iba a presentarse frente a su familia, si el miembro de los Varia continuaba destrozando cada pieza de ropa con su espada como acababa de hacer con el cinturón y apenas tuvo tiempo de alegrarse cuando comprobó que los pantalones no seguían el mismo camino sino que eran deslizados hacia abajo con brusquedad junto a su ropa interior.

Podía notar una vez más ese condenado aliento sobre su piel, esta vez sobre la piel de su muslo y, como si se tratara de un patrón, ahí estaba otra vez esa lengua, lamiendo y dejando una sensación de frío ahí por donde había pasado. Y el camino seguía, vago, siempre cerca de su miembro pero nunca tocándolo y pasaba de una pierna a otra con arbitrariedad.

La sensación de la sangre ejerciendo una presión dolorosa sobre su pene le hizo suplicar dándose cuenta de que estaba débil y a su merced, consiguiendo con eso tan sólo que se excitara aún más.

- Por favor… Por favor… ¡Vamos! - se retorció un poco sintiendo que necesitaba esa boca de nuevo en su miembro ya.

Lo que obtuvo, en cambio, fue una mano aferrándose a la base de su pene erecto a más no poder y de nuevo ese aliento sobre su piel, esta vez sobre la punta de su miembro, que se volvió más intenso cuando habló:

- ¿Por favor qué? - la malicia y la perversión eran elementos que se translucían más en esa frase que su significado en sí.

- Mmm… Squalo… Por favor, por favor.

Aún no había terminado de rogar cuando sintió una lamida en su punta haciendo que soltase un sonoro gemido. Por tercera vez, podía ver, incluso aunque tenía los ojos cerrados, esa sonrisa malévola y pervertida. No debió durar, porque segundos después sentía como su miembro era engullido de una vez.

Notaba que las piernas le temblaban así que se apoyó más sobre la pared mientras el espadachín se dedicaba ahora a lamer su erección de arriba abajo. Por puro instinto, su mano se dirigió hacia la cabeza del otro y este detuvo su movimiento para alzar la cabeza en la oscuridad. Podía intuir el escrutinio al que estaba siendo sometido por esos ojos grises pero estaba demasiado excitado como para sentirse intimidado así que retiró su mano, llevándose consigo un interminable mechón de pelo que acarició con devoción.

Hubiese jurado que había oído un suave ronroneo de no ser porque esa boca había vuelto a sus quehaceres lamiendo con esmero cada milímetro de su miembro provocando que gimiera tan alto que cualquier otro sonido habría sido completamente ensordecido.

El peli-plateado le volvía completamente loco. Ahora succionando la punta, ahora lamiéndola con pericia, ahora acariciando sus testículos con una mano, ahora engullendo su miembro varias veces, ahora introduciéndose en su boca una de sus bolas mientras con una mano masajeaba la punta de su pene.

- Oh, Dios… Squalo. ¡Sí! - movía sus caderas en busca de más contacto - ¡Ah!

El espadachín volvió a introducirse su pene en la boca y empezó a deslizarla a un ritmo constante, metiendo y sacándosela una y otra vez. En ese preciso instante, un coche pasó por la calle. Tan adentrados en el callejón como estaban era imposible que les hubieran visto pero la luz de los faros bastó para que el rubio pudiese al fin contemplar la silueta arrodillada frente a él. El pelo plateado resplandeció con el brillo de la luz mientras bajaba por su espalda, sobre el negro de su uniforme Varia. La luz iluminó lo suficiente para que el rubio, pese a su estado de éxtasis contemplase dos cosas. La primera, cómo esa cabeza plateada se inclinaba una vez más sobre su propio pene y lo tragaba por completo. La segunda, como una de esas manos sujetaba su cadera mientras la otra se encontraba medio metida en los pantalones del espadachín acariciando su también muy erecta erección.

La imagen volvió a convertirse en oscuridad en cuanto el coche hubo desaparecido, pero había quedado grabada a fuego en los ojos de Dino y ahora gemía con mucha más fuerza.

- Dios… voy a correrme. ¡Voy a correrme! - y ante tal seguridad intentó apartarse para no derramarse en su boca.
En un gesto que sólo provocó que su orgasmo fuera aún más rápido y brusco, el espadachín aferró con su brazo libre la cadera del rubio impidiendo que se alejara y acercándole aún más hacia sí, tragándose la erección hasta el fondo.

Dino alcanzó el orgasmo en ese momento, sintiendo como todo su cuerpo se estremecía mientras su semen llenaba la boca del otro. Oyó al final un sonido algo extraño que le pareció a una mezcla de un atragantamiento con un gemido ronco y prolongado que tardó en reconocer hasta que sintió un líquido caliente dispararse contra su pierna y pudo entender que el peli-plateado también había llegado al orgasmo.

Ahora que los gemidos y los sonidos de succión habían terminado, el sonido de sus respiraciones alteradas era mucho más evidente en el ambiente y les perforaba los oídos con su intensidad.

Al cabo de unos instantes, escuchó como el miembro de los Varia se incorporaba a la vez que subía la cremallera de su pantalón y se daba la vuelta con la intención de marcharse.
Una sensación de vacío se apoderó de él y permitió a sus instintos tomar el control, agarrándole fuertemente por el brazo y acercándose mucho al otro para decirle:
- ¿Dónde crees que vas?

- Cuando hay una batalla de verdad uno de los espadachines gana y el otro pierde y ya no hay necesidad de que se vuelvan a encontrar.

Por un momento pensó que tenía sentido, tan sólo había empezado todo eso porque se lo debía. Pero eso había sido esta vez, la vez anterior… ¿qué les había llevado a verse involucrados? ¿Había sido casualidad, destino o premeditación?

Dino sabía que sin su familia él no era nadie. Aunque fingía ignorarlo, su torpeza le era muy evidente. Pero ahora, aunque estuviera solo, quería demostrarse a sí mismo que no cometería un acto tan torpe como dejarlo marchar sin más.

- Sí, tienes razón - dijo tanteando la oscuridad y acercando sus labios a la oreja del peli-plateado - eso es lo que ocurre en las batallas. - lamió descaradamente produciendo que el otro se estremeciese - Pero podríamos considerar esto como un entrenamiento para que mejoremos o como una lucha lúdica para nuestra diversión - y acercó ahora su boca a los labios del otro, depositando un suave beso mezclado con su sonrisa - y placer - terminó volviendo a darle un beso pero esta vez con un intento de profundizar. El espadachín se dejo hacer, abriendo la boca y permitiéndole el acceso a lo que se convirtió en un beso pasional.

- Hacía tiempo que esperaba que alguien a mi nivel me ofreciese un acuerdo así. - dijo mientras se separaba de él y se daba la vuelta - Prometo buscarte para entrenar.

Y esa era la cuarta y última vez en la noche que intuía una sonrisa sin necesidad de verla ni equivocarse.

Intentaré volver actualizar pronto con algunas cosas más.

fandom: khr, fanfic

Previous post Next post
Up