Henry 7

Mar 13, 2007 17:22

Henry 7

Era domingo al fin. Todos los habitantes de Hogwarts esperaban con ansias este día de descanso... menos Binns, a quién le daba igual todo.

Snape se concedió el lujo de levantarse más tarde de lo habitual. Tal vez pediría que le llevaran el desayuno a su habitación. Hoy se sentía perezoso. Adoraba esa sensación de libertad relativa, donde no tenía que intimidar a nadie, ni castigar, ni enfurecerse, ni obedecer, ni nada por el estilo. Allí, él era simplemente él.

Llevaban escasas dos semanas de curso y parecía que llevaran cinco años seguidos. Aún con los ojos cerrados, meditó acerca de sus alumnos. Potter y Malfoy se comportaban todavía como niños de cinco años, pero lo peor es que ahora no les importaba que lo supiera todo el mundo... pelearse de esa manera delante de un profesor. Por lo menos así se hacía cargo de todo Dumbledore y él se podía lavar las manos.

Y luego estaba Henry. Claro. Casi había desistido en conocer su origen, todavía le quedaba preguntarle a Dumbledore... pero no le apetecía hablar con él de ese asunto. Podría seguir acosando a Potter y Lupin sobre el tema, pero algo le decía que ellos dos no sabían más que él mismo.

Dio la vuelta perezosamente en su cama para cambiar la postura. A la mierda todos ellos. Hoy no pensaría más que en sí mismo y empezaría por dormir algo más. Desgraciadamente, no hay como arrebujarse en las sábanas como para que alguien te llame. Y eso fue lo que le sucedió a Snape.

No llevaba ni dos minutos en su actitud de “voy a olvidarme del mundo” cuando recibió la llamada de Lucius Malfoy. Snape gruñó y estaba en su derecho. Ahora es cuando tengo que explicar que desde hacía muchos años, Snape y Lucius tenían un medio personal de comunicación: a través de un libro. Es decir, cada uno tenía uno de esos libros y al activar el suyo, podía comunicarse con el otro. Lo que ves al hablar con alguien de ese modo es una caricatura de la otra persona que se mueve. El gran avance es que en vez de leer lo que decía el otro (que también podías hacerlo, si no querías que te descubriesen fácilmente) podías oírle. Básicamente era como una teleconferencia hecha a base de ilustraciones.

-Severus, Severus...- se oía la voz de Lucius en el dormitorio de Snape.

-Grrrr...

-Vamos, Severus, abre el libro de una puñetera vez.- la voz de Lucius sonaba como desde muy lejos.

Snape no tuvo más remedio que rodar por la cama, abrir el cajón de su escritorio, coger el libro y abrirlo. Al hacerlo por la página adecuada, encontró una caricatura bastante acertada de Lucius Malfoy, quien en ese momento desayunaba.

-Ah, ahí estás.

-Grrr- volvió a gruñir Snape. Se volvió a tumbar en la cama con el libro abierto entre sus brazos.

-Qué maleducado. Después de todo llevo sin hablar contigo mucho tiempo.

-Lucius, nos vimos en Londres... en el tren.- Snape bostezó y Lucius sonrió desde su mansión al ver una caricatura de Snape abriendo mucho la boca.

-Es cierto... y contigo iba ese mini-Potter. ¿Todavía no le han echado?

-No, Lucius.

-¿Y el Potter de verdad sigue vivo?

-Siempre me preguntas lo mismo. Tu querido hijo se le ha lanzado encima esta semana como si fuera un muggle de seis años. Desgraciadamente ninguno de los dos ha muerto.

Lucius hizo un gesto de contrariedad.

-No te permito que hables así de mi hijo.

Snape suspiró.

-Mira Lucius, tendría muchas cosas que contarte acerca de tu hijo, pero como tú eres igual que él, seguro que te darían igual.

-¿Me estás insultando?- Lucius se limpió la comisura de los labios con la servilleta y clavó los ojos en el retrato de Snape de su libro.

-¿Te parece un insulto compararte a Draco?

Lucius se calló por un momento y Snape aprovechó:

-Escucha... vamos a dejarlo. Qué es lo que querías.

Lucius dejó la servilleta sobre el mantel.

-Nada, sólo hablar contigo sobre Draco... pero ya veo que no tienes nada bueno que contar. Te doy mi permiso para que hagas algo con él. De todos modos yo... ya veré que hago.

Snape ya estaba cansado de hablar con Lucius.

-Bueno, Lucius... pues si eso es todo...

-¡Espera! También quería pedirte un favor...

Snape volteó los ojos. Ya sabía él que era muy raro que Lucius se preocupara por su hijo.

-¿Qué?

-Necesito que me prepares una poción para dormir a alguien profundamente.

-¿Puedo preguntar por qué?- Snape estaba seguro de que no sería para algo bueno.

-No, no puedes. Te pagaré.

-De acuerdo. En cuanto esté lista te la enviaré.- Snape se apuntó mentalmente que le diría a Henry que la preparase él. Eso mataría dos pájaros de un tiro. Movió el libro para ponerse más cómodo y en ese momento algo cayó de entre sus páginas.

Snape reconoció la tarjeta que había acompañado a Henry en su cesta en el orfanato. La cogió distraídamente.

-¿Qué es eso?- preguntó Lucius desde el otro lado. No es que realmente le interesara, sino que no tenía nada mejor que hacer.

-Nada... -Snape miró de nuevo a Lucius... podría probar- Oye, Lucius... ¿A ti te suenan de algo las siglas SB?

Lucius meditó un momento y al fin habló

-La verdad es que sí. Esa tarjeta que tienes entre tus manos se parece a las que uso yo, y las compro especialmente en S&B... o sea: Stamps & Books. Es un negocio de papel, pero es muy caro. Sólo las familias ricas las usan... de hecho estos libros los encargué allí. También hacen cosas más modestas, como sellos de anillo, o marcapáginas personalizados... Y a todo lo que hacen le ponen su sello...

Snape dio la vuelta el libro. Efectivamente, en la cubierta trasera estaban estampadas la S y la B con la misma tipografía que la tarjeta de Henry. Volvió a poner el libro bien. Lucius seguía hablando.

-... a no ser, claro, que te refieras al desgraciadamente fallecido Sirius Black.

Snape y Lucius sonrieron. Ninguno de los dos lo lamentaba, eso seguro.

-No, creo que no.

-Te daré la dirección de la tienda cuando me envíes mi poción.

-¿Y por qué no me la das ahora?

-Vamos, Severus... soy un negociante.

-Está bien.

Y cerró el libro.

Acto seguido, lo arrojó lejos de sí y se metió entre las sábanas. Ya hallaría la forma de llegar hasta la tienda. Por lo menos ya no tendría que interrogar a Dumbledore ni a nadie más sobre Black... aunque sería divertido seguir torturando a Lupin con el tema.

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Lestat abrió los ojos aquel domingo y se sintió complacido al contemplar la oscuridad que reinaba en su habitación. Tenía mucha suerte de estar allí, sus padres habían luchado mucho para que los demás le tratasen como a un igual... pero sabía que desde aquel día ya no había solución posible, él era diferente y lo sería eternamente.

Tenía mucho que agradecer a Dumbledore, ese hombre acogía a todos sin pensar en el qué dirán. ¡Hasta tenía un profesor que era Hombre lobo! Le caía bien Lupin. Eso sí, allí tenía que seguir unas normas.

Por ejemplo: dormiría solo en una habitación sin ventanas, no comía con los demás, a pesar de que se sentaba con ellos en el Gran Comedor. Su alimentación era especial, pero había sido convenientemente regulada por Dumbledore. Obviamente no podía salir a la luz del sol y... bueno, algún día tendrían que enterarse los demás de lo que era él.

No es que fuera un estricto secreto, de hecho Dumbledore le aconsejaba que lo revelara a aquellos que él quisiera... pero tampoco le apetecía ver a sus amigos corriendo espantados al enterarse. Se imaginó a aquel chico de Slytherin con cara de pánico.

Empezaba a caerle bien ese chico. Tal vez algún día se lo diría. De todos modos, era cuestión de tiempo que se enterase todo el colegio. Ya había algunos que sospechaban... la rubia de Slytherin no paraba de perseguirle para hacerle preguntas.

De todos modos, ya era hora de levantarse. Se estiró un poco y se vistió para bajar a desayunar.

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-Eres idiota¿Sabes?

-Y tú eres muy pesada.

-¡Ja! Habló el petardo del colegio.

Henry miró a Di con odio.

-Has vuelto a hacerlo, arrugas la nariz y se te vuelve... no sé... rara.

-A mi nariz no le pasa nada. ¿Por qué no vas con tus amigas?

-Por que ya no les queda ningún trapo sucio por soltar. Tienen unas vidas de lo más aburridas.

-Yo tampoco.

-Vamos, Snape... ¡todo el mundo habla de ti! Y algunos no precisamente bien. -Di sacó disimuladamente su cuaderno de notas y la pluma de color rosa que le regaló su madre por Navidad.- ¿Qué se siente siendo el payaso del curso?

Henry empezaba a estar molesto de verdad.

-He dicho que te largues.

Pero Di no se iba a dar por vencida tan pronto.

-Vale, si no quieres hablar de ti, hablemos de tu amigo de Ravenclaw.

-No voy a decirte nada... de hecho tampoco sé mucho sobre él.

-Oh, vamos... ¿No te ha contado todavía cómo fue ni cómo es que Dumbledore le deja estar entre los estudiantes?

Henry absorbió con fuerza su zumo de calabaza. Dejó su mal humor a un lado vencido por la curiosidad.

-¿cómo?

-Sí, ya sabes... ¿quién le mordió?

Henry se sintió de repente muy confuso. ¿Morder?

-Ein? Que yo sepa no le ha mordido nadie. ¿Quién iba a hacerlo? Si alguien te molesta, le hechizas, pero no le muerdes...

Di volteó los ojos, no podía creer que mantuviera esa conversación con alguien tan estúpido.

-No sé si te estás quedando conmigo, Snape. Respóndeme una cosa¿Tú sabes lo que es ese chico?

Henry meditó la pregunta.

-¿Ravenclaw¿Rubio?

Diógena soltó un resoplido burlón.

-¡Aún no te has dado cuenta! Es increíble...

-¿De qué me estás hablando?

Di pensó que podría ser divertido ponérselo un poco más difícil.

-Muy bien, Snape. Te daré unas cuantas pistas. Primero: nunca sale a la luz del sol y es muy pálido. Segundo: nunca come lo mismo que los demás... a menos que consideres comer a ese... “vino tinto” que lleva a todas partes. Tercero: nunca enseña sus dientes.

Di observó a Henry para ver si le seguía. Henry en ese momento miraba a Lestat que acababa de entrar al Gran Comedor y se sentaba en la mesa de Ravenclaw.

-Hum... la verdad es que hace cosas diferentes... pero no veo que sea nada raro. Sever... digo, el profesor Snape hace cosas parecidas, menos lo del vino.

Di soltó una carcajada.

-Ja, muy bueno. La verdad es que después de que acabe con tu amigo, me gustaría investigar a nuestro querido jefe de casa.

Henry dejó de observar a Lestat para encarar a Di.

-Oye¿y tú por qué haces tantas preguntas e investigas tanto sobre los demás?

Di sonrió y se llevó la pluma rosa a los labios.

-Bueno... supongo que es cosa de familia.

En ese momento Draco Malfoy llegó al Comedor y se sentó justo al lado de Henry. Le apartó de un codazo y luego dijo en voz alta:

-Aquí huele a sangre sucia estúpida de primero.

Henry frunció el ceño sin darse cuenta de que Di le observaba desde el otro lado. Síp, la verdad es que al enfadarse Henry cambiaba el perfil y le recordaba a... alguien.

-Vaya, pero si es nuestro estimado colega Slytherin.- dijo Draco fingiendo sorpresa al ver a Henry a su lado. Detrás de Draco los dos gorilas reían de pie.

-¡Hola Draco¿Has dormido bien?- le preguntó Henry cambiando súbitamente su expresión por la de atontado de siempre.

-Eso no te importa- Draco todavía se acordaba de la pelea que había tenido con Potter y de sus múltiples castigos.- ¡Vaya, pero si ya tienes novia!- Draco señaló a Di. Dos risas estúpidas sonaron tras su espalda.

-Oye... Malfoy¿verdad?- preguntó Di haciendo a un lado a Henry.- si quieres podemos hablar de novias... Por ejemplo, he oído en los dormitorios de las chicas que una tal.. Pansy Parkinson lleva persiguiéndote desde que estabais en primero pero que tú nunca le haces más caso de lo que le harías a la Granger. -la cara de Draco se contrajo levemente en algo parecido a una mueca.- hay muchas chicas que darían lo que fuera por estar contigo, sin embargo he observado que siempre vas acompañado de esos dos- señaló a Crabbe y Goyle- y de que te estás peleando siempre delante de Potter o con Potter. Lo que me lleva a pensar que eres gay.

Las cejas de Henry se alzaron con sorpresa.

-¡Draco¿Eres gay?- chilló.

La mitad de la mesa de Slytherin que estaba cerca de ellos se calló y más de una docena de rostros se volvieron hacia Draco. El rubio estaba rígido y apretaba los nudillos con fuerza. Hasta los gorilas le miraban con aturdimiento.

-Y ahora, Malfoy, cuéntame... ¿Has pensado alguna vez en salir del armario?- Di apoyó la pluma sobre su cuaderno y esperó la respuesta de Draco, que no llegaba- ¿Qué sientes cuando estás con Potter¿Habías pensado alguna vez en esta posibilidad?

Draco estaba muy, muy enfadado y avergonzado. ¡Cómo se atrevían dos mocosos a hablarle de esa manera! Se vengaría... tenía a aquella listilla en el punto de mira. De momento ella había ganado. Se levantó de donde estaba lentamente y poniendo la cara de desprecio que mejor sabía hacer dijo:

-Yo que tú no andaría sola por los pasillos, podrías tener algún encuentro... desagradable.- y se fue al otro extremo de la mesa.

-¡Adiós Draco!-le despidió Henry.

Di sonreía satisfecha mientras apuntaba cosas rápidamente en su cuaderno.

-¿Cómo sabes tantas cosas?- oyó a Henry preguntarle.

-Ya te lo he dicho, cosa de familia. Ese tardará un tiempo en molestarte... lo mejor será ver cómo reaccione cuando se tope con Potter. Jejeje

-¿En serio crees que es gay?

-No, pero es divertido meterle la duda. Ya verás, cuando llegue Potter seguro que le cambia la cara. Avísame cuando entre.

Henry esperó ansioso a que Harry Potter entrara por la puerta para ver qué cara ponía Draco al verle. Cuando el Gryffindor llegó, Henry le pegó un codazo a Di quien dejó de escribir al instante.

Los dos pudieron ver así a Draco, quien al ver al moreno, se escondió tras Goyle para que Harry no le viera y desde allí le observó cruzar el Comedor hasta sentarse en la mesa de Gryffindor.

Henry y Di se miraron. Diógena sonrió.

-Tal vez sí que lo sea.- y apuntó algo más en su cuaderno.

Henry, que ya había terminado de desayunar, se levantó y se despidió de Di, ella sólo le dijo:

-Piensa en lo que te he dicho sobre tu amigo el Ravenclaw.

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