Feb 13, 2005 23:56
I had a fabulous time sleeping and snowboarding and snuggling this weekend. Who knows when it'll happen again? Oh wait. It's happening again next weekend.
I wrote something for my spanish class. The prompt was to tell about how a certain, specific experience explains your life or gives it a base or has a lot of impact on how you live it. So, like a good evangelical, I wrote about my conversion experience. The second one. I tried to make it all doubtful and funny, but I haven't yet mastered the subjunctive mood and I think it came out somber.
On another note: when am I gonna start writing about my spirituality from the POV that's like, "I used to _________, but now I just look to the Lord"? It's like that John Mayer line that goes
"Cause I can’t wait to figure out what’s wrong with me
So I can say this is the way that I used to be"
But anyways. Good luck reading.
Conversión y Claridad
Yo soy una persona carnal, según un librito que se llama "Satisfied?". La organización Campus Crusade for Christ publica esos folletos para ayudarnos distinguir entre niveles diferentes de espiritualidad, un concepto que está basado en los libros de Romanos y 1 Corintios de la Biblia. El primer nivel es la persona natural, alguién que no ha decido seguir a Jesucristo. El nivel opuesto se llama la persona espiritual, quien acepta Jesucristo y le deja reinar sobre su vida. Entre las dos categorias es la persona carnal, alguién que le pide a Jesucristo entrar su vida, pero no le deja controlarla como Señor. El puente que conecta el estado carnal al estado espiritual es "fe." Yo supongo que, hipotéticamente, una persona pueda mover entre espiritualidad y carnalidad varias veces durante el día. Yo, sin embargo, pienso que he quedado en el puesto carnal por un bloque suficiente de tiempo, no pocos días. Yo escaneé el folleto la semana pasada, durante una clase de Campus Crusade que nos enseña compartir nuestra fe con otros. Nuestra tarea es leer por el librito por lo menos una vez, y, más importantamente, con otra persona.
Me siento muy nerviosa y rara a esta tarea porque todavía puedo recordar mi reacción al primer tiempo que escuché de las personas naturales, espirituales y carnales. Era el verano antes de me último año a la escuela secundaria, cuando tenía diez y siete años. Yo estaba platicando con un maestro, practicamente un desconocido, sobre unas actividades que mi iglesia hace para salvar el mundo cada verano. La conversación se dirige a la Biblia y mis experiencias como una cristiana, y después de dos minutos de charla, el maestro me dijo que yo tuve suficiente razón a dudar la presencia del espiritu sancto en mi vida. Me asustó terriblemente; para mí, una joven remojada en la cultura evangélica, era como decir que toda mi vida fue una mentira. Él me presentó con un boceto de las tres personas y en un principio me estaba aliviada porque razoné que yo estaba la persona carnal, como una cristiana perezosa o algo así. Pero él insistió y insistió, y sus preguntas estaban quitando todas las ilusiones que yo tuve sobre mi propia rectitud ante Dios. Me puse de rodillas en su oficina con él, llorando, cuestionando mi salvación y dudando cualquiera experiencia espiritual que yo tuve hasta este punto. Oré la oración de pecadores con miedo y asombro, un paso que en la cultura evangélica se tiene que hacer solamente una vez para entrar en una relación con Jesucristo. Esperé que, esta vez, mi corazón sería más sincera que antes y que Dios lo sabería, y que sería una cristiana autentica.
Aquel año, mi último año de escuela secundaria, yo usé la experiencia a dar pábulo a un estilo de vida obediente a Dios. Quizá fue un poco fundamentalista. Hize una esfuerza a parar de usar groserías. Busqué unas abuelitas a ayudarles cruzar las calles. Paré de saltar las clases Biblicas antes del servicio para ir a Starbucks los domingos, mi costumbre usual. Me rompé con mi novio porque él no era cristiano y ya nos habían tocamos en los sitios incorrectos. Mi pastor llegó a ser uno de mis amigos mejores. Cuando un amigo me preguntaba una cosa sobre Jesucristo o la Biblia, yo sonreía y me sentaba para una conversación/conversión larga, aunque muchas veces realmente no tuve ningun idea de lo que estabamos hablando. Quería ser una persona totalmente diferente, y yo era: nueva y pía y brillando como la luz del mundo, como se dice en los hymnos. Era un tiempo cuando el evangelio de Jesucristo era tan claro a mí, la verdad era tan simple y fijada y la música de rock cristiano explicaba todo el mundo.
Cuando llegue al colegio, yo fui en busca de otros cristianos, otros estudios y otras iglesias asistir. La busca era larga y loca porque visitaba un grupo distinto cada semana. No sentí cómoda en ningun lugar y extrañé mi hogar y mis amigos que tenían los mismos metas y camisetas evangélicas. Traté de combatir mi tristeza con más Biblia, más rock cristiano y más reuniones de oración. No me ayudaba que esa busca era sóla, ni que estaba comenzando a ver todos los lugares donde cristianidad y el resto del mundo chocan. También, las personas que fueron mis mentores a mi ciudad en Pleasanton, de donde soy, se estaban mostrando ser seres humanos meros, pecadores también. Era una combinación de mis amigos musulmánes y agnósticos tan sinceros, un deseo a convertirlos, general fracaso evangelístico, soledad y miedo que me hizo dudar, otra vez, mi espiritualidad. Pero esta vez era peor; ahora no solamente estaba dudando yo misma, estaba dudando la existensia de Dios.
No sé como yo llegue a estar en esta clase evangelística este año, ni como todavía estoy asociada con un club cristiano que tiene, a mí, una preocupacción con compartir el evangelio. Pueda ser que la gracia de Dios y su promesa a guardarme en sus manos por siempre es de un persona real, que es una promesa auténtica. O quizá pueda ser que yo tengo problemas en dejar situaciones o comunidades cómodas, que no tengo suficiente valor a desviar. Pueda ser los ambos o ninguno, y que solamente estoy aquí para la comida. Estoy examinando este folleto y pensando en todas las maneras mi vida ha explorado todas tres personalidades. Todavía no sé como van a parar esas inseguridades espirituales o cuando mi fe va a cimentar. Y no estoy segura como compartirla con otro persona.