Aadkjhdso.
Hey, I'm alive -waves hand- >>;;
Oh, right. First than anything... thanks to
x_alesan_x,
nakuruchan,
tsumetaitsubasa and
ladayhiwatari for your greetings :DDDDD It always make me happy to recieve such nice words for my birthday, so thank you very, veeeeeeeeery much! <33333
And this year, I thought my birthday would be weird, but instead, I received much more greetings, presents and attention than I ever thought, senerade and invitation to go to a japanese restaurant included, so it was really much more than I deserved. Besides that, even though I'm still studying --tomorrow it's my last day of classes, and next week I have three days with exams-- I've been enjoying being here. So, I'm happy ;D
Oh, and again, very, very, very sorry to be so absent... because there are times when I really want to read my f-list, and comment on everyone's entries, but I don't have as much time as I want, so sorry ;;
I hope everyone had spent a very lovely christmas, as I did... and... new year is coming! :DDD
Skjfhgiuodf. Ddkasj. Uhm.
Sorry, don't have anything else to say, I'm being boring XD
Just one more episode and junjou romantica is over. And because of that, a while ago I wrote a little... thing about junjou egoist, in spanish, of course D:
Si pensaba en Nowaki, una de las primeras palabras que se le venían a la cabeza -ignorando lo que el simple nombre podía causarle en otras partes muy diferentes- era determinación. Aunque Hiroki a veces prefería llamarlo terquedad.
Terco. Tozudo. Testarudo. Obcecado. Cabezota.
Le igualaba en tenacidad, y por eso al principio se había sentido sofocado. Intimidado por su presencia y su postura, por la decisión que llenaba esas orbes. Descolocado por su sinceridad tan cruel. Inundado por la fuerza que conllevaba incluso su nombre.
Lo irónico era el contraste entre la gentileza y suavidad que mostraba cuando lo tocaba, y la fuerza que Kusama Nowaki despedía y que lograba que Kamijou Hiroki se sintiese totalmente perdido, con esa altura y ese cuerpo de hombros anchos. Simplemente se había entregado a la avasallante fuerza de Nowaki, y se había dejado envolver por completo.
No que estuviese arrepentido.
No que alguna vez lo fuese a confesar, tampoco.
Dobló y dejó el periódico que llevaba mirando distraídamente por los últimos 5 minutos a un lado.
Pero si Kusama no tuviese aquella determinación que muchas veces desesperaba a Hiroki, entonces... entonces esto nunca hubiese existido. Si a Nowaki le faltase esa determinación que quién sabía de dónde diablos sacaba, entonces él se encontraría solo, aún añorando algo que nunca sería suyo. Si Nowaki no fuese tan cabezota... entonces no sentiría cada día esos brazos fuertes rodeándolo, la voz suave susurrándole palabras cursis, el aroma enviciante que llenaba el departamento, esas manos cálidas...
Si debía ser sincero -algo que realmente le costaba, no como al tonto de Nowaki-, todo había sido por Nowaki. Porque Nowaki le perseguía e insistía sin importar cuán cruel o frío pudiese haber sido, aún cuando en un principio, pensaba que él era el que perseguía y era perfectamente al revés.
Por eso adoraba y, quizás, admiraba un poco la determinación de Nowaki.
El sonido de la puerta abriéndose hizo que el profesor saltara un tanto de su posición, girando casi automáticamente justo a tiempo para ver a Kusama entrando, con esa sonrisa de siempre, como si su vida fuese la más feliz del mundo.
-¡Hiro-san, tadaima!-
Y su voz también sonaba como la más feliz del mundo, quién sabía por qué.
-O-Okaeri,- Alcanzó a murmurar Kamijou, antes de sonrojarse profusamente y tomar el mismo periódico que recién había plegado para taparse por completo. Como si su novio pudiese en realidad leer mentes o algo; era igual de embarazoso, eso sí, que justo llegase cuando Hiroki estaba pensando ese tipo de cosas. Tipo de cosas que no debería estar pensando. ¿Qué le pasaba? Él no era tan cursi como para andar pensando en tales cosas.
-¿Hiro-san?- La voz de Nowaki, más cerca. Detestaba el nerviosismo que se formaba como nudo en su estómago, cuando ansiaba sentir al pelinegro cerca.
-¿Qué?- Murmuró, entrerrando más su rostro en el periódico. Podía sentir aún el sonrojo quemando sus mejillas. No quería que Nowaki lo viese así, porque o si no preguntaría. Y si preguntaba, podía ser que entre la posible discusión -debía admitir que podía ser un poco irritable- él soltase algo que no debía, como solía suceder, y no quería decir algo embarazoso. No quería decir que había estado pensando en el tonto de Nowaki más de un par de horas. O que ya lo extrañaba.
-Hiro-san,- Dijo el joven de mayor estatura, sentándose a un lado del pelicastaño, aunque no logrando verlo. Hiroki parecía escudarse en el gigantesco periódico, que fácilmente le tapaba desde la cintura para arriba. -Quiero ver a Hiro-san,- Pidió con naturalidad, recurriendo a las palabras como primer recurso, como siempre.
-¿A-A-Ah? ¿¡De qué estás hablando, tonto?! ¡Si me viste en la mañana! ¡Vete a duchar o algo!-
Qué molesto. Solo el pedido inocente de Nowaki le hacía sentir más avergonzado. A estas alturas sus mejillas debían estar ardiendo. ¿Cómo era posible que aún no se acostumbrara a Nowaki? No era algo del otro mundo que su novio pidiese cosas ridículas.
-Pero ya pasaron 13 horas desde que no veo a Hiro-san,-
¿Es que acaso las contaba? Por todos los cielos, ¿¡por qué solo no se iba?! ¡Solo cinco malditos minutos hasta que dejara de sentirse así! Solo pedía cinco minutos y ya, ¿tan difícil era?
-¡Cuando estuviste en Estados Unidos pasó un año sin que me vieras!-
Y ahí iba de nuevo. Realmente no tenía intención de herir a Nowaki, porque no era que aún sintiese rencor, después de todo era un tema superado, pero no podía evitar decir lo primero que cruzara su cabeza con tal de quitarse el asunto. Cerró los ojos y se encogió de hombros, sabiendo que había dicho algo indebido.
-¡Eso fue diferente, Hiro-san!-
Ah. Suspiro. Era bueno que no se lo hubiese tomado en serio.
-Hiro-san, voy a quitar el periódico,- No era una pregunta. Manos sobre las suyas, y Hiroki comenzó a entrar en pánico, porque aún sentía su rostro cálido, y su estómago revoloteando, y no, no quería que Nowaki leyera sus expresiones tan fácil.
-¡Quita, estúpido!-
Forcejeo.
-¡No voy a soltar, quiero ver a Hiro-san!-
El periódico comenzaba a arrugarse.
-¡Entonces espérate 10 minutos!-
-¿Por qué? ¿Te pasó algo, Hiro-san?-
-¡No, idiota, déjame!-
-¡No puedo esperar, estuve 13 horas esperando!-
Oh, por todos los cielos. Podía apostar, en este momento, que odiaba más que adoraba la determinación que Nowaki ponía en todo lo que hacía. Si no fuese tan ridículamente terco, le estaría dando cinco minutos para que dejara de sentirse como un libro abierto.
-¡La mañana no cuenta, tonto, no puedes haber estado esperando desde que entraste a trabajar, es muy pronto!-
-¡Pero si estuve esperando! ¡Quería quedarme observando Hiro-san un rato más, pero se me hacía tarde!-
-¡Psicópata!-
-¡Es porque amo a Hiro-san!-
Eso fue más que necesario para que el cuerpo de Hiroki dejara de funcionar, sus mejillas se tornaran casi violetas de tanta sangre, el periódico se despedazara y saliese volando a un lado, y Kusama se tirase, literalmente, sobre Kamijou.
-¿Hiro-san? ¿Estás bien?- No importaba cuántas veces le dijera esa palabra, no podía dejar de sentirse avergonzado.
Estúpido Nowaki.