Corramos un estúpido velo

Dec 22, 2006 12:35

                A veces los perros ladran a los gatos. Invaden su espacio, les desafían con la mirada fría de los felinos y ellos se defienden. La incertidumbre y el miedo a perder lo que ellos entienden como “propio” les rasga por dentro cual uña a una pizarra. En la mayoría de ocasiones, los gatos entienden el mensaje y lo respetan. Pero hay una minoría de gatos, los que se consideran “valientes”, que para demostrar al mundo que son fieros y que tienen algún tipo de conexión genética con los grandes de la selva y la sabana, se lanzan directos a la yugular de los perros tranquilos.

Esos gatos nunca han visto nada. No hubieran actuado de tal manera si supieran que hay convivencia entre gatos y perros en otros (escasos) lugares, y que no por tener el pelaje más largo o la cola más corta son un “bando contrario”. Esos gatos nunca sabran qué significa coexistir, y mucho menos tolerar. Porque algunos gatos, cuyo peor defecto es la ofuscación y la tozudería, nunca sabrán qué hay ahí fuera. Nunca escuchan.

Y si escuchan es para maullar fuerte y sin razón mientras otro expone. Cuando el otro acaba, sale al estrado y con gallardía intenta mostrar al mundo que él sí sabe hablar. Pero sólo es un gato. Así de triste y así de cierto.
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