Al final los tres días encerrados en la pensión de Worcester, sirvieron para algo. Ya sé lo que tengo que hacer. Y lo que nunca más haré.
Sé que no soy la persona más idónea para pediros un favor, pero... os lo agradecería, mucho.
¿Podríais estar sobre las diez de la noche junto a los rosales del jardín? Están al lado de un gran abeto, casi pegado al edificio. Si traéis a más gente, mejor.
Gracias.