Jul 29, 2005 23:16
Así como algunos nacen con estrella y otros, estrellados; hay quien nace envidioso y quien nace para ser envidiado. Como yo la envidia es un defecto (y pecado capital, no se me pase por alto con lo católico que soy yo) que detesto mucho, y que no ejerzo porque no tengo la formación adecuada (en casa se me enseñaron tácticas solo para combatir la envidia ajena o potenciarla según el momento), me pondré del lado de los envidiados. No por presunción, sino porque ponerme del otro bando, no me parecería consecuente con mi realidad ni con mi calidad humana (no me caso conmigo porque solo hay uno). Hasta cierto punto, que te envidien puede resultar halagador, divertido y placentero. Porque siempre apetece que te recuerden lo bien que hablas, andas, escribes, te vistes y haces crucigramas. Pero ese cierto punto que decía antes, esa delgada línea roja (porque yo la pinto del color que quiero), o quizá verde por aquello de que sea su tradicionalmente asociado (cosa que me molesta), que delimita la frontera del estado de "Admiración" con el de "Odio" (o "Amor Excesivo" que está dos pueblos más en dirección al norte), llega cuando tus antiguos fans derivan en tus detractores o lo que es infinitamente peor: tus clones. Réplicas tuyas en las que invierten tiempo y esfuerzo, pero que no dejan de ser como las falsificaciones de marca que venden en Canal Street: muchas veces, similares; en ocasiones, conseguidas y casi exactas; pero nunca superan al espécimen original.
Un consejo: nunca intentes ser como alguien. Si realmente idolatras a una persona, lo mejor que puedes hacerle sentir es que no intentas usurpar su vida. Gracias a esto, conseguirás desmarcarte de entre sus demás seguidores y llamar su atención positivamente. Él te admirará entonces a ti. Por supuesto que esta idea va enfocada a gente inteligente, no a devotos de que les regalen los oídos ni a amantes del sentimiento de superioridad. Si es así, no sé qué diablos haces mitificándolos... Lee un libro. Yo ahora estoy con uno de Virginia Woolf bastante entretenido. Y en caso de que mi recomendación acerca de hacerte ganar en las distancias cortas con tu estimado ídolo no funcionase, lo mejor que puedes decidir es resaltar los rasgos más atractivos de tu personalidad y carácter para de este modo, ser tu propio mito y puede que, el de alguien más. O sea, que si eres tú mismo, haces lo que sientes, eres consecuente y no copias a nadie desde el principio, ahorras bastante tiempo en esto de forjarse un carácter individual. No sé lo que os parecerá a vosotros, pero yo, desde mi condición de únicamente poder ser quien soy, rompo una lanza a favor de la coherencia con uno mismo y la autoestima.
Porque, como dijo Carrie Bradshaw: "La más emocionante, difícil y significativa de las relaciones es la que se mantiene con uno mismo; y si encuentras a alguien que sepa apreciar esa relación "tú-tú", entonces, es alucinante".