Mar 03, 2005 21:07
Estoy cambiando a un ritmo tan rápido que ni yo mismo puedo seguirlo. Sigo mateniendo mi esencia: mi aparente inocencia que esconde una maldad inconcebible, mi sentido del humor, mis relaciones sociales como la seda (o como el saco XD) y mi mal carácter medio-oculto... Sigo siendo yo, en definitiva, pero cada vez se me hace más complejo definirme y no acierto ni a la de tres cuando lo hago.
El hecho es que no sé a qué debe este proceso así tan bestia, pero 2005 me ha cambiado mucho en estos tres mesecillos que llevamos con él. Estoy dejando de ser un niño y empezando a ser un proyecto de hombre; lo mejor de todo es que puedo comportarme como un niño si quiero y como un adulto si se me viene en gana también.
Ahora soy mucho más positivo y no me preocupo por casi nada que no merezca mucho la pena. Prefiero no provocar nada, ni bueno ni malo y mantenerme así de neutro siempre que puedo. Me lo planteo todo con la mejor cara que puedo y afronto las cosas con optimismo. No me centro en los problemas y quiero seguir así: viviendo cada situación lo mejor que sé y no preocupándome por nada más. Ha sido como si de un plumazo todas mis paranoias se hubiesen esfumado y ya, casi no me da tiempo ni me paro a pensar en nada en profundidad, porque lo que quiero ser y lo que soy lo tengo muy claro y no me hace falta replanteármelo a cada paso.
En estos momentos, aprecio lo bueno de cada uno y me hago creer a mí mismo que tengo suerte. El amor es algo muy abstracto en mi vida y no sé explicarlo o definirlo... Sólo sé que lo vivo, que siempre lo he vivido y lo seguiré viviendo tanto tiempo como me sea posible. No vivo deprisa y no me duermo en los laureles.
Me encanto y me valoro mucho más que nunca.