Jul 25, 2008 11:53
Ayer volví con el cigarro. No iré a decir "No, yo no quería, pero algo más fuerte me obligó". No. No seré tan mentirosa para negar que encuentro en su ocre sabor el toque de gracia para mis ahora tan irónicos días. No fue un impulso de "debo hacerlo, aquí y ahora". No fue así, fue más bien encontrar el momento del día de ponerme a pensar en lo divertidas que pueden ser las estupideces humanas y coronarlas con calor en mi boca y frío en mis mejillas.
Él me dice que no tiene inconveniente con que lo haga, siempre y cuando no le suelte el humo en la boca tal como lo hice la primera vez que me vio fumar y me reprendió por ello. Curioso que él, el chico que prefiere marihuana a tabaco me lo diga. Aún recuerdo la primera vez que la fumamos juntos; se rió como idiota de mí porque le dije que prefería el olor de mis cigarros de clavo. Creo que es el recuerdo más nítido y divertido de esa ocasión. No creo que la escena de nuestro amigo completamente fascinado con su propia risa sea tan significativo para mí.
En fin, a lo que volvía. Aún no creo que sea un vicio obsesivo. Es simplemente un peligroso placer de cuando en cuando, porque, sea lo que sea, las personas rodeándome no son tan ingeniosas como para darme puntadas épcias diariamente.
yo y mis otros yo