“Solo un poco más…”
Se auto convencía el chico de cabello moreno, caminando despacio por una calle, apretando sus músculos encogiéndose sobre sí mismo como si así pudiese aplacar el frío.
Miró hacia el cielo, parecía que iba a llover, así que debería de darse prisa antes de que comenzase y acabase listo para enjabonarse. Sus pies comenzaron a caminar más rápido y de sus gruesos labios salía ese humo característico que demostraba que estaba vivo. Hacía frío, por lo que se había abrigado, pero aún así bajó la bufanda antes de ponerse a correr para poder manejarse mejor.
Se pasó la lengua por los labios y frenó en seco cuando escuchó aquella música, le parecía imposible, y mucho más con el frío que hacía; que alguien estuviese con una guitarra en plena calle a esas horas. Dio unos pasos más adentrándose en la pequeña multitud de gente y ahí estaba, aquella voz grave y dulce, tranquila, relajada, esa voz que le envolvió desde la primera nota. Abrió los ojos sorprendido de que aquel muchacho pudiese hacer algo así, no parecía muy fuerte y mucho menos alguien entendido en materia, pero todo el mundo lo escuchaba sin pronunciar o hacer otro sonido.
Jongin se acercó un poco más y disfrutó de esa voz, siempre había amado la música, de hecho el mismo era bailarín, pero amaba más a los que vivían y sentían la música, y aquel muchacho desconocido lo hacía de una manera sorprendente y vivaz.
Espero a que todo el tumulto de gente se dispersara y con una sonrisa triunfadora en sus labios se acercó para hablar con aquel joven. No sabía que decirle, así que solo se presentó ahí de pié sin decir una palabra, el chico de ojos grandes le miró sorprendido y en sus labios se dibujó una sonrisa; era extraña hasta podría confundirse con un gesto de repulsión pero a Jongin le pareció una sonrisa encantadora.
-Jongin.- Dejó que su nombre adornase la noche.
-Kyungsoo.- añadió el chico más bajo mientras se colocaba la guitarra al hombro.
Esa misma noche el moreno invitó al canto-autor a tomar algo pero el mayor la rechazó de manera cortés, al parecer ya se había excedido de la hora; según dijo. Aunque Jongin no supiese a lo que se refería no pidió explicaciones, pero si le pidió que quedasen la noche siguiente. El más bajo de los dos solo asintió y le miró con dulzura.
“Quizá esto es suficiente?...”
No sabía cuando, pero la noche siguiente había sido perfecta, como suponía el más joven, el canto-autor estaba en el mismo lugar haciendo de nuevo otro recital, pero esta vez y para desgracia de sus “fans” recogió antes para dedicarle tiempo al moreno. Con una sonrisa en los labios ambos caminaron por aquella calle hasta el viejo café, se sentaron y se quitaron toda la ropa de abrigo en la que estaban enfundados. Se miraron por unos segundos y luego el más mayor de los dos comenzó a hablar.
-Gracias por la invitación, siento no haber podido ir ayer, pero de verdad que se me había hecho demasiado tarde. - miró hacia la mesa mientras jugaba con sus manitas con una servilleta de papel, doblándola y desdoblándola.
-No te preocupes, lo importante es que pudimos quedar. Tu actuación de hoy ha sido incluso mejor que la de anoche.- Sonrió Jongin, provocando que el mayor de los dos se pusiese algo nervioso.
-¿De verdad? Vaya gracias, la canción de hoy…la última.- le miró de manera fugaz antes de volver a colocar los ojos en aquella servilleta, la cual ya era inservible de tantas vueltas que le había dado. - Bueno, la compuse ayer… y no estaba seguro de si tocarla o no.
-¿En serio?- sonrió emocionado el moreno atrapando las manos de él otro chico entre las suyas, saltándose toda barrera de intimidad.- Pues ha sido la que más me ha conmovido esta noche.
El muchacho no dijo nada, solo sonrió de manera sencilla, dejando que se mostrara claramente la ilusión que le hacían aquellas palabras.
La noche transcurrió normal, ambos hablaban, el más joven le había hablado de su vida y de sus metas futuras, le había dicho que siempre había querido ser bailarín y que hacía poco que había entrado en la mejor escuela de danza de Seúl; en cambio el mayor solo se limitaba a escuchar añadía de vez en cuando un ligero pero leve comentario hacia su vida pero sin entrar en demasiados detalles. Pero eso el moreno no lo percató.
No fue solo esa noche, sino que desde aquella, todas las noches después de los ensayos del moreno y cuando Kyungsoo terminaba su pequeño recital callejero ambos quedaban y charlaban un par de horas, antes de que cada uno se dirigiese a su casa.
Ninguno de los dos pedía más, ambos sabían que aquellos momentos, aquellas noches eran mágicas. Solo de ellos dos, el más joven siempre hacia que el mayor riese y se divirtiese y el mayor regañaba al más joven cuando le comentaba lo que le había pasado en la escuela o porque había llegado tarde a la cita.
Podía decirse que, desde la primera noche en que la voz de Kyungsoo viajó hasta el corazón de Jongin ambos quedaron conectados.
“Me gustaría saber más de ti…”
Aquella noche, Kyungsoo no se esperaba que el más joven le “invitase” a su escuela. Paseando por las calles el moreno le había conducido hasta las puertas de aquella enorme residencia, parecía un palacio para el mayor, pero aquellas letras perfectamente caligrafiadas le indicaban en donde se encontraba.
El morenos subió por una tapia y le tendió la mano, el mayor se la estrechó no muy convencido de colarse en la universidad de su compañero, pero ya era demasiado tarde, cuando consiguió ordenar sus ideas y llegar a la conclusión de que era una mala acción ya estaban en un salón, ambos rodeados de cristales, bañados solo con la ligera luz de la calle y una pequeña lámpara al lado del reproductor musical. El moreno le miró y sonrió dulce, como aniñado provocando que el más mayor le sonriese, olvidándose de todas las normas que se habían saltado al adentrarse en plena noche en un lugar como ese.
Y entonces sucedió, el pequeño encendió la música y comenzó a bailar, fusionándose con el ambiente de una manera mágica, incluso podría decirse que divina. El corazón de Kyungsoo se aceleró tanto que pensó que le saldría del pecho, no podía dejar de mirarle, sus piernas fuertes y duras parecían tan ligeras que hasta podría jurar que ni tocaban el suelo, sus brazos firmes y robustos ejercían movimientos tan delicados y sensuales que parecía que acariciaba el aire, los gestos de Jongin, la mirada, todo lo que en su rostro se reflejaba era perfección. No sabía como había ocurrido pero el mayor de los dos, había comenzado a cantar llevado por la música, regalándole al joven una actuación privada, algo que ninguno de los dos se esperaba.
Pasaron unos minutos mecidos en esos sentimientos locos a los que la música y el baile del moreno les habían sumergido, y para cuando está terminó ambos estaban el uno frente al otro. El más joven le miraba fijamente, con la respiración entrecortada gracias al ejercicio físico que había realizado apenas unos segundos, y el mayor estaba ahí plantado, nervioso, intentando que sus piernas no le obligasen a irse de aquella habitación, ya que ambos sabían lo que sucedería.
Y si, sin poder evitarlo, Jongin agarró delicada pero posesivamente al mayor por la cintura, atrayéndolo hacia él, haciendo que ambos estuviesen a escasos centímetros, regalándole a Kyungsoo su cálido aliento rozando sus labios, y el mayor deseando que aquellos segundos se desvaneciesen para llegar a su meta, poco a poco se levantó en sus puntas y entrelazó sus brazos en el cuello del moreno, juntando sus labios temblorosos de pasión con los del más joven , hundiéndose ambos en un beso completo. En el que se encerraba algo más que deseos, y sentimientos, en el que ambos se dejaban claro que desde aquella noche todo lo que uno necesitaba lo había encontrado en el otro.
“Y entonces… cuando lo descubres todo se acaba”
Y otra noche más en la que el mayor de los dos no había aparecido. Jongin seguía de pié en aquel pequeño parque enfrente a la estación; esperando a que su querido Kyungsoo apareciese; pero nada. Nevaba y hacía mucho frío pero aún así no desistía, tenía la estúpida sensación de que si dejaba de ir a aquel lugar nunca volvería a ver al mayor.
Su obsesión por volverlo a ver se había vuelto tan grande que había dejado todo por esperar y esperar en aquel lugar, en el lugar donde lo había visto por primera vez. De hecho la gente ya lo conocía por el chico de la calle, el soñador empedernido, el enamorado de la noche, y más de un motes a los cuales el moreno no respondía, ya que le daban igual; porque él solo esperaba a que su otra mitad, a que Kyungsoo apareciese.
Ya se había hecho tarde aquella noche, el frío era demasiado, sus labios gruesos estaban cortados y a pesar de estar helado ardía. Respiró hondo y se apoyó en un muro, deseando que aquella noche si apareciese. La calle estaba totalmente desierta, se abrazaba a sí mismo para intentar abrigarse del frío inútilmente, resbaló por la pared sentándose en el suelo húmedo de la calle. Respiraba con dificultad, su vista estaba nublada y su sentido estaba perdido, podría haber jurado que unas chicas se reían de él, pero no le dio importancia porque estaba ahí esperando a su Kyungsoo.
Sus pulmones luchaban por respirar y tosió un par de veces más antes de volver a apoyarse en aquel frío lugar, a encogerse sobre sí mismo y a llamar con insistencia al mayor de los dos. Sonrió para sí cuando notó una cálida mano que le acariciaba el rostro.
-Kyungsoo…?- murmuró con dificultad.
-Jongin?..Por qué lo has hecho?.- le regañó sin regañarle el más mayor.
-Pensé que te habías ido, que no volvería a verte…- se explicó entre susurros el más mayor.
-¿Cómo? No… eso nunca pasará, sabes que siempre voy a estar contigo.- le tranquilizó el mayor mesándole el pelo.
-¿De verdad? …Me prometes que no volverás a irte?...- le suplicó el moreno desesperado.
-¿irme? No, que va, de hecho he vuelto para llevarte conmigo.- Le abrazó dulce y protectoramente el mayor, proporcionándole un calor inmenso al más joven.
-Kyungsoo…yo…te quiero…- Jongin sonrió juntando sus labios fríos y cortados con el mayor por segunda vez.
“Y se que a partir de ahora estaremos juntos. Pase lo que pase”
Una madre regañaba a su hijo y lo cogía de la mano mientras lo separaba del cuerpo inerte de aquel muchacho. Ya hacía como unas tres semanas que aquel chico vivía allí, en aquel pequeño parque; protegiéndose del frío con un fino abrigo y una bufanda. Sobreviviendo con las limosnas que la gente le dejaba; soñando, viviendo su propia fantasía. Hacía ya tres semanas que aquel chico, perdido en sus sueños se había encontrado con su felicidad, con sus ganas de luchar y cumplir sus sueños, con el ser más perfecto, con su otra mitad; con Kyungsoo. Y él, estrechando su mano había abandonado aquella fría calle, aquel lugar sucio y mal oliente donde poco a poco se estaba destruyendo.
Cuando los operarios vinieron a levantar su cuerpo se sorprendieron de que en sus labios, morados, se dibujase una sonrisa sincera, que claramente definía la felicidad.