[Trad] (IM)Pulso - Cap 3 1/2

Nov 26, 2013 00:56

Y  aquí tenemos la continuación de (IM)Pulso! Espero que os guste,  ¿de qué manera perversa se llevará Kyungsoo a Jongin al Infierno?

Capítulo escrito por: Anna (@AnnaSooPimpa)
Capítulo corregido por: Carol (@carolsandt)
Link original: Extasiado
Traducción del portugués: joker_coker ( @JokerCoker)
Revisión: deernicorn ( @XOXOT12) y jaystomp_virus ( @JayStomp_virus)




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¿Piensas en mí tanto como lo hago yo en ti?

Es ridícula la necesidad que siento de tocarte.

Me avergüenzo de admitir que te deseo tanto, pero serás mío;

Y, no te preocupes, te gustara.

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(IM)PULSO

Capítulo Tres - Extasiado

Si diez años pasaban demasiado rápido (aunque no lo pareciese), para alguien que poseía la inmortalidad, cinco míseros años pasaban en un abrir y cerrar de ojos.

Los cinco años que le faltaban a Jongin habían quedado atrás, en el pasado. Había llegado el momento en el que el alma del joven sería llevada al Infierno.

Cuando Kyungsoo recibió el aviso, le indicaron que había un alma en la Tierra a la que había que recoger, pero no pensó que se tratase de Jongin. El tiempo en el Infierno pasaba de diferente manera que en el mundo humano, el pasar estaba tan distorsionado que hasta los propios demonios se perdían en el tiempo mientras estaban en el submundo.

Mientras Kyungsoo esperaba el momento de ir en busca del alma de Jongin, deseaba con todas sus fuerzas que el tiempo pasase más rápido; para que la tardanza no lo ahogase y para que volver a tocar al humano no fuese una eternidad. Y realmente no lo fue.

Le avisaron de que fuera para buscar a Jongin en cuestión de lo que le parecieron a él semanas.

Baekhyun le deseó buena suerte y sonrió antes de que Kyungsoo entrase en el portal. Al final, los dos colegas Grimorios realmente acabaron pasando una noche juntos en “compensación” al demonio de pelo color chocolate por distraer a los Baal que guardaban las puertas de la Torre del Placer.

Baekhyun hasta intentó dominar al demonio de pelo negro porque era unos centímetros más bajo; le dijo que el menor tenía una cara muy delicada e infantil y necesitaba de cuidados especiales que sólo Baekhyun le podía dar. Lo que el demonio de cabellos castaños no imaginaba era que Kyungsoo jamás dejaba que lo dominasen tan fácilmente.

Baekhyun recibió su castigo. Kyungsoo lo castigó por todas las veces en las que había dicho alguna tontería o le había dejado prácticamente humillado en frente de Minos, el jefe de ambos. La piel de Baekhyun terminó marcada con demasiados arañazos, mordiscos y chupetones, estos últimos tan marcados y rojos que le dolían al mínimo roce.

También tuvo una marca grande y roja en el cuello durante bastante tiempo, demostrando que su piel había sido succionada con violencia, revelando que había entregado su cuerpo a alguien.

Aunque Baekhyun fue castigado de una manera sexualmente malvada por su colega más bajo, le había gustado. El demonio de pelo castaño continuaba sonriendo cínicamente como siempre cuando se despidió de Kyungsoo  y este suspiró antes de entrar al portal que lo llevaría a la Tierra.

Lo peor de todo era que Kyungsoo no podía decir que no le había gustado tener a Baekhyun sobre él... En cierta forma, era verdad.

El caso era que Kyungsoo prefería ignorar lo que había ocurrido entre él y Baekhyun. Todo lo que hizo fue para cumplir una promesa que nunca debió haber hecho con un niño humano. Todo el placer que sintió con su compañero demonio de cabello castaño no se comparaba con lo que sintió con apenas el roce de los labios del joven mortal, cuya alma iría a buscar en ese instante.

Cuando el demonio de pelo negro abrió los ojos, sintió que ya estaba en el mundo humano, se olvidó por completo del otro Grimorio, del Infierno o de cualquier otro problema que pudiese tener. Kyungsoo tenía cosas mucho más importantes de las que preocuparse en ese momento.

Cosas como Jongin, por ejemplo.

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Kyungsoo entró como si fuera una sombra en la casa que Jongin llamó hogar durante los últimos diez años de su vida. El demonio podía sentir el alma del humano a unos metros de distancia mientras se movía por las habitaciones, subía las escaleras con lentitud y deslizaba los dedos por las paredes, intentando calmar su nerviosismo.

No era normal para un demonio estar nervioso de esa manera.

Todos dormían en la casa y Kyungsoo trataría de mantenerlos así, pues no necesitaba que alguien le molestara mientras llevaba a cabo el ritual para llevarse el alma hasta el Infierno. La puerta del cuarto de Jongin, en cuestión de minutos, estaba en frente suya y el Grimorio suspiró suavemente antes de acercar su mano hasta la manilla.

Lo que el demonio no esperaba es que la puerta se abriera de pronto antes de que sus dedos alcanzasen el picaporte. Un Jongin más adulto, más alto y más guapo lo miraba de frente dentro de la habitación, y parecía molesto.

-Has tardado-siseó el humano, parpadeando un par de veces mientras miraba a Kyungsoo (increíblemente) desde arriba-. Pensé que no volverías.

Kyungsoo levantó una ceja sin entender cómo Jongin se había enterado de que había llegado…¿Había hecho algún ruido sin darse cuenta?

-Yo también me alegro de verte, Jongin-dijo el demonio con una sonrisa-. Has crecido bastante…

Jongin parpadeó un par de veces, confuso, y dio algunos pasos hacia atrás, dejando espacio para que el otro entrase en su cuarto. Kyungsoo ahora era mucho más bajo que él, pero su rostro no había cambiado nada.

-Tú estás igual… -murmuró el humano y recibió una risa floja en respuesta, mientras el demonio cerraba la puerta.

-Los demonios no envejecemos al contrario que los humanos… Y tampoco crecemos. En serio, ¿qué has tomado para crecer tanto? Me siento incómodo a tu lado.

Kyungsoo estaba nervioso antes de entrar en la habitación del chico, pues no sabía cuál sería la reacción de éste al verlo, si todavía se acordaría de él  o si estaría dispuesto a ir al Infierno de buen grado. Ver que Jongin le había esperado , le alegraba.

Perplejo, pero feliz.

-La pubertad-murmuró Jongin, encogiéndose de hombros, mientras se sentaba en la cama.

El demonio sonrió y continuó de pie, mientras miraba a aquel Jongin de diecinueve años. Tan diferente, pero tan parecido al que había conocido cuando era un niño y después adolescente.

-¿Me estabas esperando?-preguntó Kyungsoo, con una sonrisa casi imperceptible.

-Claro, te dije que lo haría, ¿no?

Realmente Jongin no mentía. Vestía una camisa blanca de botones, con los dos primeros abiertos a propósito, y unos sencillos pantalones oscuros. Aunque esa no fuese una ropa elegante (una de tantas que sus padres le habían comprado) Jongin creía que era el traje adecuado para ir al Infierno.

-¿Tengo que llevar zapatos?-preguntó Jongin, mientras movía la cabeza hacia un lado cuando se dio cuenta de que el demonio miraba hacia sus pies.

La verdad era que Kyungsoo observaba todo el cuerpo de Jongin. La luz (que provenía de las velas del candelabro sobre sus cabezas) era débil, pero eso no impedía que el demonio notase como la piel de Jongin parecía suave y bronceada en las partes que estaban a la vista.

-No, no hace falta-dijo el Grimorio moviendo la cabeza, y respiró hondo, sin saber cómo empezar una conversación tan delicada con Jogin-. Sinceramente, tenemos que hablar sobre ello.

-Vale… -sonrió Jongin, animando al demonio a iniciar la conversación. El humano golpeó un par de veces en el colchón, indicándole al más bajo que podía sentarse a su lado.

El demonio obedeció.

-¿Te despediste de tus padres, Jongin?-preguntó Kyungsoo mientras se sentaba  al lado de Jongin y  miró hacia el frente, evitando encarar al humano que mantenía la mirada clavada en él.

-Se puede decir que sí. En la comida, les agradecí todo lo que hicieron por mí, hasta les escribí una carta que está allí en mi escritorio. Mi madre se rió cuando terminé de hablar, preguntándome por qué parecía que me estaba despidiendo…

El demonio se mordió el labio inferior y giró su rostro hacia el humano. Las miradas se encontraron y ninguno de los dos se movió, sin romper el contacto visual.

-¿Tienes miedo?-preguntó Kyungsoo y Jongin sonrió, negando con la cabeza.

-¿Crees que debería de tener miedo?-la pregunta del humano hizo que el Grimorio dudase sobre cuál sería la respuesta adecuada durante algunos segundos antes de susurrar un no.

Una  de las manos de Kyungsoo alcanzó el rostro del humano y deslizó sus dedos sobre la piel morena, perfilando el contorno del maxilar de Jongin hasta llegar a su barbilla.

-Realmente has crecido…-murmuró el Grimorio con una sonrisa fugaz, antes de volver a parecer serio-. Te acuerdas de que soy un demonio del Valle de los Vientos, donde los lujuriosos habitan, ¿no?

Jongin asintió con la cabeza y cerró los ojos cuando Kyungsoo comenzó a deslizar sus dedos, que descansaban en su barbilla, por la extensión de su cuello. Aunque el demonio esperase alguna reacción adversa del humano, no ocurrió.

-Necesito hacer una… cosa antes de llevarme tu alma al Infierno, Jonginnie...

El susurro del demonio fue bajo y el humano sintió un escalofrío cuando notó el aliento caliente chocar en su rostro. La verdad era que Kyungsoo estaba cerca, muy cerca.

El corazón de Jongin latía fuerte en su pecho cuando se giró suavemente y abrió los ojos despacio para enfrentarse al rostro infantil que tenía en frente; la cara con ojos grandes, la nariz delicada y los labios gruesos y rosados.

-¿Qué tienes que hacer, Kyungsoo? Y, por favor, no me llames por ese mote infantil...-murmuró Jongin con los ojos entreabiertos. No era tan inocente, sabía lo que era. Pero necesitaba oírlo, necesitaba confirmarlo.

El demonio Grimorio sonrió.

-Jonginnie...-comenzó en un susurro, mientras provocaba al más alto-. Para que podamos llevarnos las almas al Infierno, nosotros… Bueno, tenemos que tocaros, a los humanos. ¿Está bien si te toco?

Los dedos de Kyungsoo se deslizaron por la piel del cuello de Jongin hasta llegar a su nuca. El humano inspiró el aire por la boca y sintió un escalofrío atravesar su columna vertebral.

-¿Igual que hace cinco años?-preguntó el humano y el demonio acercó su rostro, mirándole profundamente a los ojos. Las respiraciones ya se mezclaban y Jongin no podía negarlo, deseaba aquello.

-Algo más que un beso… -susurró Kyungsoo contra la piel de Jongin antes de hundir sus uñas en la nuca de éste, y lo atrajo hacia él para sellar sus labios.

El humano no se alejó. La verdad era que desde que Kyungsoo lo había besado hacía cinco años, Jongin no conseguía pensar en otra cosa  que no fuese en el día en el que se encontrarían de nuevo, ansioso de que algo así sucediese nuevamente. El adolescente intentó sentir la misma sensación que tuvo con Kyungsoo besándose con otras mujeres y hasta a otros chicos, pero no lo consiguió.

Jongin, en realidad, ya había pasado de un simple beso muchas veces con otras personas, pero la sensación nunca se parecía a lo que sentía con el demonio. Jongin se preguntaba si eso se debía al hecho de que Kyungsoo perteneciese al Infierno o si había otro motivo…

-Puedes tocarme si quieres, Jonginnie-murmuró Kyungsoo mientras separaba los labios lentamente y recibía un murmullo como respuesta.

-Te dije que no me llamaras así… -dijo el humano con un mohín, mientras sus dedos se deslizaban por la cama hasta alcanzar la tela del abrigo negro que llevaba Kyungsoo, para apretar después los pliegues de lo que parecía terciopelo.

-Me gusta llamarte así, Jonginnie...-le susurró el demonio con una sonrisa traviesa. Los labios se acercaban de nuevo, pero antes de que el contacto se realizase Kyungsoo se detuvo una vez más  y miró fijamente los ojos negros que tenía en frente de él.

-¿Qué pasa?-preguntó Jongin, confuso, mientras estiraba el cuello despacio para intentar sellar esos labios ajenos.

Pero Kyungsoo se apartó.

El demonio se levantó de la cama y caminó algunos pasos, mientras abría los botones de su abrigo. Jongin permaneció sentado, mientras observaba al más bajo, que soltó el abrigo en el suelo, antes de volver a mirarlo.

-¿Ya hiciste esto antes, Jongin?-preguntó serio Kyungsoo, mirando fijamente al humano.

Cuando el humano asintió con la cabeza, el demonio no se contuvo y sonrió de medio lado, mientras levantaba una ceja.

Jongin ya no era inocente.

Kyungsoo hizo un pequeño mohín involuntario al saber que no sería el primero del humano. Le había dicho al joven que aprovechara su tiempo de vida en la Tierra, pero no pensó que él fuese de verdad a seguir sus consejos. Era una pena que Jongin ya se hubiese desflorado. Siempre era más divertido cuando la persona que se llevaban al Infierno era virgen.

-Ven aquí, Jongin-murmuró Kyungsoo, haciendo un gesto con la mano para que el otro se acercase.

El humano obedeció.

Jongin se levantó de la cama y dio algunos pasos hasta llegar al demonio. Era increíble cómo Kyungsoo todavía tenía aquellos ojos grandes e infantiles, aquellos labios gruesos y aquella expresión dulce en su rostro. Jongin sonrió al acercarse y aproximó sus manos hasta la cara del demonio, mientras apretaba sus mejillas con las palmas de las manos.

-Pareces más joven que yo ahora-murmuró Jongin y el otro puso los ojos en blanco.

-Acuérdate de que yo soy el demonio aquí: un ser malvado, maligno y cruel y no puedes hacer bromas conmigo, si no te torturaré hasta la muerte-bromeó Kyungsoo, con un mohín en los labios, y recibió una carcajada como respuesta.

Jongin se inclinó un poco acercando su rostro al del demonio.

-No te tengo miedo.

El demonio intentó responder a las palabras, pero le callaron. Jongin selló los labios de los dos y Kyungsoo prefirió demostrarle al humano cuán maligno podía ser a través de gestos y no de palabras. Las manos del menor apretaban firmemente la cadera del otro mientras su lengua pedía permiso.

El contacto fue intensificándose sin vacilación. Los labios se revolcaban mientras que las lenguas se encontraban en medio de un beso urgente, que sabía a ansia, deseo y a un escaso anhelo. Kyungsoo y Jongin no sabían el porqué, pero habían esperado por aquello durante casi todo el tiempo que habían estado separados. Esperaban y deseaban aquello más de lo normal.

Emoción anormal principalmente para un demonio que ya estaba en el Infierno desde hacía tanto tiempo.

Kyungsoo mordió el labio inferior de Jongin con fuerza, mientras separaba el beso y llevaba sus manos hasta la camisa del humano, para desabrocharla con calma. Un botón, después otro… Jongin se mordió los labios mientras admiraba sonriente al más bajo frente a él y desabrochaba el último botón de la camisa del humano.

-Eres muy hermoso, Jongin-murmuró Kyungsoo mientras pasaba la punta de sus dedos por toda la extensión del tronco del humano, como en una caricia.

El demonio sintió con sus dedos algunas irregularidades en la piel del mortal y miró para las marcas de las que no se había dado cuenta de que existieran hasta ahora. Varias cicatrices pequeñas estaban esparcidas por el tronco de Jongin, principalmente  sobre sus hombros y tórax.

Creo que todavía debo tener marcas de hierro caliente en el cuerpo.

Kyungsoo se acordó de pronto de las palabras del niño Jongin de diez años atrás, hablándole sobre cómo sus padres lo torturaban y lo culpaban por un crimen que no había cometido.

-¿Qué pasa?-murmuró el humano, dándose cuenta de que el demonio se había quedado en silencio.

-Esas marcas… ¿todavía te duelen?-preguntó Kyungsoo, mientras acariciaba una cicatriz particularmente grande en el hombro izquierdo de Jongin.

El humano sonrió con sinceridad y negó con la cabeza antes de sentir los labios de Kyungsoo tocar la cicatriz de su hombro.

-Cuidaré de ti… -murmuró el menor con una media sonrisa antes de pasar, sin prisa, la lengua por los labios de Jongin.

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