Cámara 4:
Jongin estaba cansado ya de esperar. Por mucho que teclease, aquel muchacho no daba con la contraseña. Si al menos Yifan estuviese ahí, lo habría solucionado en segundos. Suspiró y se levantó del amarillento sofá, y caminó hacia donde Baekhyun luchaba con el ordenador. Se sentó a su lado, apoyando su rostro en la palma de su mano y adornándolo con la mejor de sus sonrisas, clavó su mirada traviesa y juguetona en la del mayor.
- ¿No estás cansado ya de teclear? -Baekhyun se giró hacia él en cuanto habló, dedicándole una sonrisa-. Se te ve cansado.
- No, la verdad es que me gustaría conseguir abrir este maldito chisme de una vez -el más bajo deslizó las manos del teclado y apoyó la espalda contra el respaldo de la silla, echando la cabeza hacia atrás.
Jongin se levantó y se colocó detrás de él, agarrándole por los hombros y comenzando a hacerle un ligero masaje para relajar la tensión de su espalda. Baekhyun lo agradeció, dejando que un suspiro saliese de sus labios mientras cerraba los ojos, disfrutando del atento cuidado que le ofrecía el invitado.
- Jongin, ¿por qué necesitas tanto el ordenador? -no quería parecer demasiado descarado, pero tenía curiosidad por saber lo que le obligaba a quedarse con ellos hasta que solucionasen su problema.
El moreno dejó el masaje y bajó su rostro hasta dejarlo pegado al de Baekhyun, y le miró travieso.
- Ya os lo dije, para salir de aquí, como todos, ¿no? -se apartó y se volvió a sentar en la silla de al lado, colocando los pies encima de la mesa.
- No exactamente, nosotros lo queremos para saber lo que esconde el maldito USB, si me lo han dado será por algo -Baekhyun miró el pequeño pen que colgaba de un lado del pc.
- No, igual solo es una estratagema -Jongin sonrió mientras se comenzaba a rascar suavemente el abdomen, levantándose la camiseta y dejando ver su piel tostada. Baekhyun no pudo evitar mirar y sonrojarse, aquel muchacho era demasiado provocador.
- ¿Y cómo estás tan seguro? -la voz del mayor temblaba ante tal provocación, Jongin era demasiado exquisito para no fijarse en él.
Jongin bajó los pies y se inclinó hacia Baekhyun, mirándole fijamente.
- Puede que me haya fijado en la estrategia de PERSONA, o simplemente puede que te esté engañando.
Baekhyun se echó hacia atrás, evitando un contacto muy cercano con el visitante.
Chanyeol entró y les observó. No le gustaba lo que veía, pero no podía volver a montar una escena. Eso no le agradaría a Baekhyun, y si quería hacerse con el USB, no podía estar a malas con él.
Caminó hasta ellos, evitando dirigir la mirada al invitado. En verdad, cada vez que le veía le ardía la sangre y quería que desapareciese.
Se repetía mentalmente que debía controlarse, pero últimamente no se encontraba muy bien, y no era capaz de controlar lo que decía; las palabras parecían haber tomado posesión de él y ellas mismas decían cuándo y cómo salir.
Abrió la boca para hablar y hacerse notar, pero no dijo nada; paladeó un poco humedeciéndose los labios y después se aclaró la garganta.
Los ojos oscuros de Jongin se lanzaron sobre él y el botón interno que intentaba no presionar acabó por soltarse.
- ¡Vete! -le espetó de mala gana Chanyeol.
Baekhyun se giró, observando que Chanyeol estaba en la estancia, suspiró y negó con la cabeza. Le molestaba la actitud del alto ante Jongin, pero al parecer a éste le parecía gracioso el humor de Chanyeol. Se levantó del asiento y le miró, bromeando.
- ¿Adónde quieres que me vaya? -se encogió de hombros, dejando claro que no se iba a ir de allí y solo se mofaba del más alto.
Chanyeol apretó los dientes, furioso. No soportaba nada de ese Jongin, ni su rostro, su voz o sus gestos; le odiaba. No sabía por qué, no quería saberlo, le odiaba y eso le bastaba.
- Yo qué coño sé -le contestó. Eso sí que no era propio de él, pero le daba igual-. Pero vete de aquí, márchate.
- ¡Chanyeol! -Baekhyun elevó la voz, molesto por la actitud del rubio-. ¿Por qué eres así? Jongin no ha hecho nada para que lo trates de esa manera.
Jongin miró hacia Chanyeol y sonrió dulcemente antes de girarse a mirar a Baekhyun.
- Tranquilo, puedo entender la situación de tu compañero -se volvió a sentar y colocó los pies muy cerca del ordenador-. No me molesta.
Chanyeol avanzó hasta Jongin a zancadas y empujó sus pies de la mesa, haciendo que se tambalease y cayera de su asiento.
- No pretendo que lo entiendas, Baekhyun -las palabras de Chanyeol era frías y duras y sus ojos llenos de ira estaban clavados en Jongin, que ahora estaba en el suelo-. Y en cuanto a ti -añadió hacia Jongin- ¿tienes algún problema de audición, o no entiendes lo que significa “vete”?
Baekhyun se levantó de su silla, mirando perplejo cómo se comportaba Chanyeol, preguntándose dónde se encontraba el dulce y tierno niño grande que no hacía ni un par de días estaba abrazándole y prometiéndole que le iba a proteger.
Jongin se levantó del suelo, aguantándose las ganas de romperle las narices al impertinente del “niño grande”. Se metió las manos en los bolsillos y miró de reojo al pequeño compañero del rubio, que parecía ensimismado por la actuación de Chanyeol.
- Está bien -suspiró y volvió a actuar de la manera más simpática posible-. Iré a dar una vuelta si es lo que quieres, ya te dejo con tu propiedad.
Jongin se alejó de la habitación caminando lentamente, mientras se reía por el último chiste que sólo le había parecido apropiado a él. Chanyeol resopló aliviado, y de nuevo, como si volviese a la realidad, miró a Baekhyun con sus ojos llenos de inocencia, aunque con el semblante algo cansado.
- ¿Qué te pasa? -las palabras de Baekhyun no sonaron a regañina, sino que estaban cargadas de preocupación.
- Nada -le dijo con una sonrisa enorme en los labios-. No me fio de él, nada más -añadió, haciendo un puchero.
- Pero es que tú no eres así -respiró hondo-. ¿O es que realmente no me has dejado conocerte después de todo esto?
Chanyeol apretó con fuerza la mano derecha en un puño sobre la mesa, tanto que sus nudillos se pusieron blancos, mientras que en su cara no se veía ningún signo de ira, ya que seguía sonriendo.
- Claro que te he dejado conocerme, Baekhyun, ¿por qué no te fías de mí?
Baekhyun bajó la mirada, algo triste, y se sentó sobre la mesa cruzándose de brazos.
- Claro que me fio de ti, pero no entiendo por qué te estás comportando así.
Chanyeol suspiró, derrotado.
- Tienes razón, me he comportado bastante mal con el invitado.
Baekhyun sonrió y le miró tierno. Le agarró una mano y asintió.
- Cuando vuelva del paseo, será mejor que te disculpes con él, no nos viene bien crearnos enemigos.
- ¿Por qué no vas a buscarle? Si vas tú, seguro que vuelve y así me puedo disculpar -Chanyeol le miró con los ojos brillantes llenos de emoción.
Baekhyun se lo pensó y sonrió. Iría a buscar a Jongin, lo llevaría de vuelta e intentaría que ambos muchachos se llevaran bien.
- Está bien, no te muevas de aquí. Volveré pronto con Jongin y haréis las paces.
En cuanto Baekhyun salió del rango de visión de Chanyeol, su semblante cambió de nuevo por completo; la sonrisa se esfumó y una expresión de asco la sustituyó con rapidez.
- Por mí ese Jongin se puede ir a la mierda -masculló molesto, caminando hacia el pc.
Desenganchó el USB de la entrada y lo metió en el bolsillo.
Caminó hasta la puerta de salida y lanzó una leve mirada hacia donde se había ido Baekhyun. Le sabía mal haberle engañado, pero tenía que hacerlo.
Cámara 5:
Estaba sentado, apoyado cerca de unos arbustos. Su nerviosismo le había obligado a no alejarse de la casa. Estaba seguro de que el larguirucho conseguiría hacerse con el USB, pero no quería levantar sospechas y mucho menos ser descubierto.
Sonrió para sí, premiándose mentalmente por la gran hazaña conseguida. Caminaba en círculos, frotándose las manos y respirando relajadamente.
No iba a negar que aquella situación le había alterado lo suficiente como para sacrificar el gran trabajo que había hecho ocultándose de los ojos de los demás. Pero ahora, ahora que por fin sus obras iban a volver a sus manos, su corazón latía por mera excitación. No podía esperar el momento de volver a sentirse acompañado, a ser uno con sus miles y miles de datos sobre ella, sobre ellos.
En su cara se dibujó una amplia sonrisa, se paró y caminó hacia la casa, contemplando cómo el invitado y el que se hacía llamar Baekhyun conversaban en la cocina. Al parecer, el más bajo intentaba convencer al moreno de algo, pero no le llamó la atención.
Cuando giró la mirada a la parte delantera de la casa, allí estaba, aquel chico de mirada infantil y sonrisa de idiota, corriendo hacia él como si fuera un niño de cinco años que acabara de atrapar un bicho extraño y quisiera enseñárselo a sus padres.
Chen le miró con total tranquilidad y asintió con la cabeza.
- ¿Lo tienes? -no quiso parecer entusiasmado, aunque por dentro se moría por atrapar aquel aparato entre sus manos.
Chanyeol asintió, con la respiración agitada y adelantó el brazo para mostrárselo.
- Aquí está -le dijo con una amplia sonrisa-. Quiero mi premio.
Jongdae sonrió y estiró el brazo para agarrar el USB. Miró al rubio a los ojos, sorprendido, pero luego se dio cuenta de a qué se refería.
- Ah, sí, por supuesto -carraspeó y asintió, fingiendo un total interés-. ¿Qué es lo que quieres?
- Quiero que Jongin se marche -Chanyeol le miraba muy fijamente, totalmente concentrado y seguro de sus palabras.
Jongdae levantó una ceja y luego sonrió. Qué plano y sencillo era aquel chico. Sería muy fácil hacer que pareciera que había sido el staff quien lograra hacer que el muchacho se fuera.
- Está bien. Esta noche, Jongin se irá de la casa.
- ¿De verdad? -la sonrisa de Chanyeol se hizo más grande-. ¿Cómo lo harás?
Jongdae negó con la cabeza y se guardó el USB en el bolsillo.
- No tengo permiso para comentar nada sobre el trabajo tras las cámaras del personal. Siento mucho todo este altercado, pero tu posición en el ranking de PERSONA mejorará tras haber colaborado -se inclinó, haciendo una reverencia, y aprovechando para sonreír de manera traviesa.
- No me importa mucho eso del ranking. Me da igual, yo sólo quiero que nadie toque lo que es mío.
Jongdae asintió y sonrió. Entendía perfectamente lo que quería decir aquel chico, él tampoco soportaba que tocasen o hurgasen en sus cosas.
- Bien, Chanyeol, ahora debo retirarme, pero pronto recibirás tu premio -se despidió del chico mientras caminaba hacia el bosque.
Corrió todo lo deprisa que pudo. Su respiración se cortaba con el aire de la noche, y sus piernas parecían volar por el suelo abrupto; pero allí estaba, a lo lejos pudo ver la ciudad ante él. Sonrió y no pudo evitar soltar un grito de victoria cuando el primer pie pisó el asfalto.
Estaba exaltado.
Metió la mano en su bolsillo y apretó el USB entre sus dedos, al fin podía sentirse seguro de nuevo. Todos los datos sobre Joonmyeon, Luhan, Sehun, Yifan y ella estaban de nuevo en su poder. Se sintió el ser más afortunado dentro de aquel lugar, incluso fue capaz de caminar tranquilo, sin preocuparse por si alguien lo encontraba.
Se acercó a un edificio de oficinas y entró, subió un par de plantas y allí, bien ordenado y apilado, se encontraba su escondite. Dejó el USB entre un par de mantas que había robado de una tienda y se apresuró a coger el gel y una pequeña esponja en forma de pato. En el último piso de la oficina había un lavabo; era pequeño, pero muy útil para su higiene personal.
Después de unos minutos el joven salió totalmente aseado. Su cuerpo lo agradeció, esos dos días en el campo le habían pasado factura. Pero cuando volvió a su pequeña alcoba, algo iba mal.
Dejó la ropa sucia a un lado y se apresuró a buscar el USB que había escondido. Para su sorpresa, no estaba. La rabia de Jongdae volvió como si nunca se hubiese ido, y giró rápidamente la vista hacia la cámara.
Corrió por la oficina buscando alguno de los monitores encendido, estaba seguro de que había sido PERSONA quien le había arrebatado aquello. Sólo él sabía que lo tenía, y le importaba más que nada tenerlo en su poder.
Como era de esperar, uno de los monitores a lo lejos se encendió con un mensaje para Jongdae.
«Felicidades, Jongdae. Lo has conseguido.»
Jongdae sonrió y asintió, se apoyó en una de las mesas que se encontraban alineadas y negó con la cabeza.
- Es injusto -respiró hondo y miró hacia la pantalla-. Si he conseguido el USB, ¿por qué me lo quitas ahora?
«Nada es tan sencillo.»
Jongdae bufó y golpeó una de las sillas de la oficina, tan fuerte que el sonido produjo un eco que llenó toda la estancia.
- Ya veo. ¿Qué es lo que tengo que hacer ahora?
PERSONA tardó unos segundos en responderle antes de que la pantalla oscura volviese a llenarse con las letras blancas.
«Escoger. Todo esto está llegando a una situación en la que el pasado dejará de importar para que el futuro llegue.»
Jongdae levantó una ceja sin entender, y se paró unos segundos, meditando aquella respuesta. ¿Quería decir que el USB ya no le sería útil, o incluso que ya no sería una amenaza? ¿Qué es lo que tendría que escoger? Si a lo que se refería PERSONA era a que necesitaba escoger entre él y los demás, la respuesta estaba clara, pero esperó a que el aparato volviese a llenarse de letras.
«Un arma, para proteger tu futuro.
o
El USB, para salvaguardar tu pasado.»
No sabía qué responder. Estaba seguro de que respondiese lo que respondiese, todo aquello tendría truco. Se levantó y caminó de un lado a otro pensando en los pros y los contras de todo aquello. Volvió a mirar a la pantalla y tragó saliva. Se revolvió el pelo y gritó. No soportaba sentirse con esa presión en el pecho.
Bajó la cabeza y asintió. Lo había decidido, después de todo, el pasado allí ya no importaba tanto, aunque él le estuviese dando el valor que para sí mismo era el acertado.
- Mi futuro. Escojo un futuro protegido.
«DECIDIDO.
Tu protección se encuentra en el lugar donde has dejado el USB.
Buena suerte.»
Jongdae corrió de nuevo a esa pequeña habitación en el piso superior y revolvió la ropa amontonada. Allí, entre todo ese revoltijo, se encontraba una pequeña pistola plateada que brillaba gracias el reflejo de la lámpara.
La cogió con manos temblorosas y se la llevó al pecho. Había vendido su pasado y el de los demás chicos por un arma.
Se apoyó contra la pared y no pudo evitar comenzar a llorar por lo imbécil que se sentía en ese momento. Allí, solo, acompañado tan sólo por un objeto de metal tan frío como su corazón.
Cámara 6:
Observó el suelo totalmente limpio; reluciente y brillante, tanto que podía ver su reflejo mirando desde el otro lado de las baldosas; si es que las baldosas tenían otro lado.
Se agachó y pasó su dedo índice por la superficie reluciente y lo examinó; como era de esperar, ni una pizca de suciedad. Aquello le gustaba, y normalmente lo tranquilizaba, pero en esa ocasión no estaba tranquilo.
Respiró el fuerte aroma a frescor oceánico que habían dejado los productos que Luhan le había hecho perder en el suelo, y se tapó la nariz. Aquel olor estaba tan concentrado y era tan fuerte que le molestaba.
Contó los botes medio vacíos apilados en una esquina; uno, dos, tres, cuatro. Eran cuatro botes. Se levantó y caminó hacia ellos; los observó con indiferencia y una enorme sensación de vacío se asentó sin permiso en su estómago.
Luhan estaba enfadado con él, y Suho... Era obvio que Suho también lo estaba. Todo el mundo lo señalaba con el dedo y él era el culpable, por ser idiota, porque siempre había sido un idiota. De nuevo se dejó caer al suelo y se acurrucó contra sus piernas, respirando, intentando tranquilizarse para no llorar, pateó con furia los botes que había delante de él y chilló.
Le pareció escuchar unos pasos en su dirección y cruzó mentalmente los dedos, esperando que, como siempre, decidiesen pasar de él. Tuvo suerte, los pasos al otro lado se detuvieron y escuchó el sonido de una puerta abriéndose y luego cerrándose. Se sintió aliviado, pero aun así las ganas de llorar se agolpaban dentro de él de forma tan fuerte que casi le era imposible controlarlas, y aquello le enfurecía, tanto que estaba a punto de estallar.
Se levantó, apretando los puños y cerrando los ojos; cogió aire con profundidad y, tras retenerlo un poco, lo dejó salir lentamente.
Lo había hecho, había tirado las pastillas de Joonmyeon por el cuarto de baño, por el retrete. Sabía que eso implicaba dejar a Suho libre, y eso les ponía a todos en peligro. Si en vez de Suho hubiese estado Joonmyeon, todos habrían estado mejor; pero...
No podía. Él los había conocido a ambos y los había amado a los dos, los había amado y necesitado más que a cualquier otra cosa en su vida. Había querido a Joonmyeon como a alguien a quien respetar y admirar, él siempre era bueno y dedicado, era una persona amable, un auténtico ángel; tan bueno que había acabado por dejar de existir para muchos, había recibido los problemas de los demás y los había sufrido como si fuesen suyos propios. Y luego estaba Suho. Suho era peligro, eran dudas, era miedo y excitación. Hablar y estar con él era igual que montar continuamente en una montaña rusa, y aquella sensación era adictiva, una adicción malsana que Kyungsoo no quería volver a sentir.
Pero aun así, le había permitido quedarse en vez de darle la oportunidad a Joonmyeon de volver. ¿Por qué lo había hecho? Quizá porque no lo pensó bien, quizá porque en alguna parte de él quería que Suho pudiese vengarse, o quizá porque en el fondo, deseaba que las cosas entre ellos pudiesen volver a ser como eran antes.
Abrió los ojos y dejó que sus pupilas se centrasen, acomodándose a la luz de la habitación. Caminó por la estancia hasta la ventana y la abrió, colocando los codos sobre el marco y dejando que la brisa, ahora algo más fría que las otras veces, le acariciase la cara.
La imagen de Jongin vino de pronto a su mente; el color tostado de su piel, su sonrisa inocente y despreocupada, la manera en la que sus ojos brillaban cuando intentaba ser directo y cómo esos labios dejaban de ser los de un niño para pasar a ser los de un seductor.
Sintió que Jongin no era para nada sincero con él, que le estaba utilizando; pero Kyungsoo, de una manera u otra, había acabado por acostumbrarse a aquellas extrañas relaciones en los que la parte dominante era tan dominante que le usaba.
Se había olvidado de sí mismo y se había dado un valor que venía determinado por la cantidad de satisfacción que proporcionaba a la otra persona. Era un estúpido, sí, pero un estúpido feliz.
Cerró la ventana y salió por la puerta del cuarto, bajó las escaleras y fue hasta la salida trasera. No sabía adónde ir; porque más que nada no sabía a dónde se había ido Jongin, pero necesitaba verle, necesitaba tenerle cerca, y sentirle. Porque cuando Jongin estaba cerca, todo parecía calmarse, todo parecía cobrar sentido, dejar de dar vueltas y centrarse.
Sus pasos errantes le llevaron hasta el centro comercial. Entró deslizando la mano perezosamente por los cristales de la entrada, recordando la manera en la que Luhan y él habían entrado la primera vez.
Habían pasado sólo unos días, pero de alguna extraña manera se sentía como si fuese más tiempo. Kyungsoo sonrió para sí mismo; Luhan era una persona extraña, aunque no tan extraña como él. Le gustaba tenerle cerca; no como le había gustado tener a Joonmyeon y a Suho, no de la misma manera que le hacía sentir Jongin, sino de una manera diferente, como si él pudiese entenderle sin necesidad de hablar.
Se adentró en el supermercado golpeando algunas latas caídas con el pie y haciendo ruido. Aquel lugar todavía le parecía sacado de una película de zombies y le ponía los pelos de punta; pero tenía que buscar a Jongin, tenía que encontrarle.
Cuando llevaba más o menos unos 10 minutos dando vueltas por el local escuchó un ruido proveniente de la sección de electrodomésticos. Fue corriendo hasta allá con la esperanza de encontrarse a Jongin, pero en vez de a él, se encontró con las pantallas de la televisión encendidas y su imagen en todas ellas.
Sin duda era él la persona que estaba en aquella pantalla, pero no era el de ahora, sino un Kyungsoo que hacía tiempo que pensó que había dejado atrás.
Estaba en un hospital, y ese hospital estaba ardiendo. Pudo ver cómo el fuego casi le rodeaba; una mujer que mantenía la calma con mucha serenidad intentaba convencerle de que tenían que irse, le agarraba del brazo e intentaba tirar de él; pero aquel Kyungsoo no se movía.
Aunque la mujer no perdía la calma, se le notaba que estaba nerviosa y cuando ésta le agarró la cara para hacerle reaccionar y que la mirara, Kyungsoo estalló en un ataque de ira. La golpeó, tirándola al suelo y dejándola inconsciente y salió corriendo de la habitación, dejándola atrás.
Las llamas envolvieron el lugar y cercaron a la mujer. La imagen se hizo cada vez menos visible y el humo comenzó a llenar toda la visión de la pantalla.
Kyungsoo observó perplejo la escena del golpe que se repetía en las innumerables pantallas de televisión colocadas unas encima y junto a otras como en una fortificación.
Se mordió el labio. Había olvidado demasiadas cosas y todas ellas parecían querer volver de golpe para cobrarse aquel tiempo perdido.
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