ELECCIONES
- Taylor…, Justin Taylor -respondió en voz alta, pero su mente siguió adelante por su cuenta, ampliando la respuesta- “agente secreto ¡Con licencia para follar!“
Tardó unos segundos en reponerse del ataque de risa mental que la sencilla pregunta del maître, al pedirle que se identificara ante el atril de las reservas, había provocado. Pero es que mientras pronunciaba su nombre, su mirada lo había descubierto acodado en la barra del bar, y la asociación de ideas resultó inevitable. Y para acabarlo de arreglar, la pinta de engreído del maître había agravado el problema, aumentada su hilaridad al imaginar la cara que hubiera puesto si le hubiera soltado la respuesta completa.
-¡He cambiado de opinión! -le dijo al maître- Les cedo mi reserva a esta pareja tan simpática, que parece que llevan un buen rato esperando.
Sonrió ligeramente ante los gestos de agradecimiento de aquellos dos jóvenes a los que el maître, con una perversidad digna de Darth Vader, había impedido, hasta el momento, que pudieran acceder a ese Edén reservado a gente “guay”. Y se felicitó a sí mismo por no haberse convertido en un gilipollas, simplemente por el hecho de tener la posibilidad de conseguir reserva en el restaurante de moda.
Mientras se dirigía a la barra, cayó en la cuenta de que no había preparada ninguna estrategia para conseguir su objetivo. En fin, algo se le ocurriría. Debía ser el karma o el destino o, simplemente, que Brian tenía una suerte del copón cuando decidía que algo debía hacerse, porque él no lo había buscado pero, ¡allí estaba! y no era cuestión de desaprovechar la oportunidad. Brian iba a estar encantado cuando se lo dijera. Y a él también le hacía ilusión conseguirlo. ¡Y eso que la cosa no había empezado demasiado bien cuando Brian se lo propuso!
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-¿QUÉÉÉ? -Justin no se podía creer lo que estaba oyendo.
-No es para tanto, Justin. Bastará con que le dirijas una de esas seductoras sonrisas tuyas y… -Brian intentaba que su propuesta sonara razonable.
-¡Tú estás loco! -acusó Justin perdiendo la paciencia ante la actitud de su compañero -¡Sabes que yo nunca haría algo parecido!
-No te hagas el inocente ahora. Lo haces continuamente y, francamente no le veo la dificultad…
-¡¿Que yo…?! ¿Continuamente? -Justin balbuceaba ofendido ante la acusación- ¡Joder, Brian! ¡Yo nunca…!
-¡Oh, vamos hombre! Llevo años viéndotelo hacer. Y siempre consigues que…
-Pero… pero… -Justin no encontraba las palabras, aquello no tenía sentido- pero… ¿no has pensado en Ted?
-¡Pues claro que pienso en Ted! ¿Por qué coño te crees que te lo estoy pidiendo? -Brian lanzó a Justin una mirada de absoluta incomprensión.
-¿Por Ted? ¡¡¿QUIERES QUE SEDUZCA A BLAKE, POR TED?!! -Justin empezó a flipar en colores. Nada de eso tenía sentido. En su mente bailaba la absurda idea de que Brian quería montar una cama redonda con Ted y Blake y ya había convencido a su amigo, pero como Blake se resistía…
“Para motores” -se ordenó a sí mismo- “Eso es demasiado pervertido incluso para Brian”.
-A ver, empecemos de nuevo ¿Qué esperas, exactamente, que haga con Blake?
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Justin evaluó el ambiente del local mientras se acercaba a Blake. Respiró hondo y se lanzó sin problemas. Después de todo, ni el local ni el sujeto tenían nada que ver con su anterior misión “al servicio de su majestad… Kinney”. Rió para sus adentros mientras se ordenaba dejar a un lado los chistes sobre James Bond. Se concentró en Blake. Parecía deprimido, y miraba fijamente el interior de su vaso, como si allí pudiera encontrar la respuesta a algún problema. Era extraño, porque no recordaba haberlo visto nunca antes bebiendo alcohol.
-¡Hey, Blake! -saludó con su mejor sonrisa, cuando el otro se volvió al sentir el golpecito en su hombro.
-¡Justin! -respondió Blake, y bajo su sonrisa sorprendida Justin adivinó la incomodidad de haberse visto ¿descubierto? No. No daba la sensación de estar esperando a nadie.
-¿Molesto? -preguntó educadamente a pesar de que ya se estaba sentando en el taburete vacío, junto a él, y de nuevo vio la retención de Blake antes de negar con escaso entusiasmo. Sí, molestaba. Y mucho.
-Lo mismo, por favor -pidió al camarero mientras acomodaba los codos sobre la barra y lanzaba una mirada valorativa alrededor, como si fuera a comprar el local- ¿Vienes mucho por aquí?
-No, que va -respondió Blake, aceptando que se le había acabado beber en solitario- Hace poco que descubrí el local. No es muy de mi estilo pero…
“Pero aquí no te sueles encontrar con nadie que te conozca” terminó Justin la frase por él. Definitivamente Brian tenía razón. A Blake le preocupaba algo.
-Yo, es la primera vez -Justin desplegó todo el encanto de sus dotes sociales de club de campo- He tenido una reunión con el representante de un grupo de marchantes en el hotel y como se nos ha hecho tarde iba a quedarme a cenar aquí con mi agente pero le ha surgido un problema y…, la verdad, no me apetecía cenar sólo y he regalado mi reserva a una parejita de enamorados.
-¡Ah! ¡Es cierto! -Blake cabeceó- Brian también se ha ido a Nueva York. Con Ted.
-Y nosotros aquí, en este bar, ahogando la soledad en alcohol, ¡juntos! -bromeó Justin, bebiendo de un trago la copa que le habían acabado de servir y pidiendo otra por señas- como pobres “esposas” abandonadas.
-Si -Blake bebió también su copa, con algo parecido al enfado- Ni que lo hubiéramos hecho aposta ¿verdad? -rio sin humor.
--- cinco güisquis más tarde ---
-¿Cómo pudiste? ¿Cómo pudiste hacerlo? -insistió Blake.
-¿El qué? -preguntó Justin mientras se abofeteaba mentalmente por haber dejado de prestar atención. Blake había pasado los últimos dos minutos hablando solo en voz baja, (mientras él se preocupaba por si no conseguía convertirse en su confidente antes de que cayera redondo), y la pregunta era el resultado de esa discusión “interna". Estaba claro que no resistía nada bien el alcohol, tal vez porque llevaba años sin probarlo. Justin acababa de recordar que el programa de desintoxicación hacía mucho hincapié en abandonar el consumo de cualquier sustancia adictiva, aunque no fuera la que en un principio lo había enganchado.
-Largarte a Nueva York. ¡Ibais a casaros! ¿Cómo pudiste hacerlo? -
-Bueno, Brian y yo lo hablamos y… acordamos que era lo mejor -respondió Justin incapaz de adivinar hacia dónde le llevaba eso.
-Lo… hablasteis. ¡Ya! -Blake no parecía convencido.
-¿Por qué te interesa? -preguntó Justin, cautamente, intentando sonar indiferente, aunque por dentro se estaba felicitando a sí mismo muy calurosamente. ¡Por fin había llegado a algo personal!
-Es que… es que… no lo entiendo ¿sabes? Os… amabais ¡joder! ¡aún estáis juntos! ¡teníais la boda preparada! ¡¿Y te largas?!
Justin dudó antes de responder y no sólo porque la respuesta fuera complicada de explicar, sino porque el tono, al hacer la pregunta, era casi beligerante, como si le estuviera reprochando…
-¿Te pareció mal que lo hiciera? -preguntó a su vez y vio como Blake retrocedía y respondía a la defensiva.
-¡No! ¡Claro que no! No es asunto mío lo que hagas.
-Pero tú no lo hubieras hecho ¿verdad? -Justin por fin tenía la sensación de que estaba llegando a algo.
-Bueno… -balbuceó Blake- las… circunstancias no son las mismas, quiero decir que… tú… tú tenías 20 años y… aunque fueras a casarte… vuestra relación no era como… quiero decir…
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Siempre se le había dado bien fingir seguridad. O por lo menos eso es lo que quería creer. Pero aquella mañana, al sentarse en el avión, no pudo mantener la máscara por más tiempo y se echó a llorar ¡por fin!. En el taxi al aeropuerto, únicamente su cabezonería innata le había impedido pedir al conductor que diera la vuelta. El mundo entero parecía conspirar contra él, desde la música de la radio hasta los semáforos. Todo gritaba ¡quédate, quédate! Incluso el cuerpo desnudo y dormido de Brian, sobre la cama, pareció gritárselo, haciéndole sentir como un fugitivo perseguido por los remordimientos cuando salió del loft a hurtadillas, a pesar de que el hombre en ningún momento había dicho nada y siguió durmiendo mientras él se vestía y marchaba. Algún día tendría que preguntarle si realmente estaba dormido o sólo fingía para hacérselo más fácil... algún día...
Pero ¿por qué insistía en engañarse? Él ya conocía la respuesta. Sólo era una más de las muchas cosas que Brian había hecho por él sin otro objetivo que ayudarle, porque la noche anterior, la de la despedida, después de una más que increíble sesión de sexo (y eso, viviendo con Brian como él había vivido, era mucho decir), Brian se había dormido mientras le mantenía apretado contra sí, como si quisiera retenerle incluso en sueños. Y sólo esa misma cabezonería había impedido que las lágrimas saliesen y pudieran ser descubiertas por el hombre que dormía abrazando su cuerpo con tanta fuerza y que, sin embargo, prácticamente le había convencido de que debía marchar.
Él quería ir a Nueva York y al mismo tiempo odiaba ir a Nueva York. Querer irse. Querer quedarse. Dos deseos irreconciliables. Había que elegir. Siempre hay que elegir. Y cuando escoges, al mismo tiempo estás renunciando a algo. Y eso duele… duele mucho y asusta. Porque cada elección es una apuesta de futuro y apostar es arriesgarse a perder. Y perder a Brian era algo de lo que no creía poder recuperarse. Y en aquel momento era una posibilidad muy real, por mucho que hubiera repetido que podrían mantener una relación a distancia o por mucho que hubiera intentando auto convencerse de que las cosas iban a ir bien, que podrían con todo, que saldrían adelante... La verdad es que le daba un miedo horrible la posibilidad de perderlo.
Solo ahora, después de todo ese tiempo, era capaz de comprender y apreciar lo que Brian había hecho por él la noche en que se puso casi histérico por la expresión "abrazaditos", demostrando que no estaba tan tranquilo como quería parecer respecto a su renuncia. Y Brian lo había comprendido y en vez de callar para conservarlo a su lado le obligó a hablar de Nueva York y a enfrentarse a sus propios deseos y ambiciones. Lindsay había comentado más de una vez que Brian le había "dejado ir" a Nueva York. La pobre aún no había comprendido ni a Brian, ni su relación con él. Brian no le dejó ir. ¡Le animó a ir! ¡A volar solo! ¡A tomar sus propias decisiones! Y no sólo en esa ocasión sino ¡Siempre! Siempre le animó a que pensara en sí mismo como un individuo completo y no como la mitad de algo, cosa que ni Mel ni ella habían sabido hacer. ¡Y así habían acabado! Pero, para ser justos, no podía dárselas de listo, porque él también había tardado mucho en entender que Brian le ofreció desde el principio el mayor regalo que se le puede dar a alguien. La libertad.
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-¡Estás pensando en marcharte! -Justin lo soltó de golpe y sus palabras sonaron como una acusación.
-¡No! ¡Claro que no! -Blake negó con vehemencia- ¡No me voy a ninguna parte!
-No… supongo que no… -asintió Justin comprendiendo al fin y suavizando la voz al ver que Blake había llegado ya a ese momento alcoholizado en que necesitas explicarte y descargar lo que te pesa en tu interior. A quién sea- pero lo has pensado ¿verdad?
-Yo…-Blake estaba deshecho- Me… Yo… He pasado años trabajando… trabajando muy duro ¿sabes? estudiando, asistiendo a simposios, conferencias, cursos y grados. Y he ido subiendo, peldaño a peldaño desde lo más bajo hasta… ¡Soy subdirector del Centro de Desintoxicación! ¡Y tengo tantas ideas! Tantas. Sobre nuevos sistemas, nuevas terapias, organización… ¡Todo está aquí! ¿sabes? -preguntó golpeándose la frente con el índice- pero el Director no quiere hacer innovaciones y aunque las hiciera siempre tendría que pedir su permiso, buscar su consentimiento… negociar…
-¿Y? -Justin le animó a continuar.
-Los de Spencer Medecin Inc vinieron a buscarme. ¡Ellos vinieron a buscarme! Habían oído hablar de mí… Están construyendo un nuevo centro y necesitan un director. Es un proyecto nuevo, completamente nuevo. Y me ofrecían el puesto. ¡A mí! Yo… yo… ¿Sabes lo que significaba eso para mí… para cualquiera? El director podría decidirlo todo, ¡todo! desde el número de pacientes hasta el color de las paredes. Dijeron que era el mejor candidato, dijeron…
-¡Pero eso es estupendo, Blake! -Justin se alegró por él- ¡Sienta de maravilla que a uno le valoren el trabajo! ¡Debes estar entusiasmado!
-Sí, ¿verdad? -Blake sonrió orgulloso para luego bajar la cabeza triste de nuevo- El centro está en Pasadena, California.
-¡Ah! -Justin se apagó de golpe- ¿Y qué ha dicho Ted?
-Ted no lo sabe -de nuevo Blake sonaba retador- ¿Para qué preocuparle? No voy a aceptar.
"Bueno, pues ya sé lo que le preocupa ¡misión cumplida!" -se dijo Justin mientras se planteaba dejarlo ahí.
"Sólo tengo que convencer a Blake de compartir el taxi y llevarlo a casa. No me costará demasiado... A Blake se le pasará el disgusto y Ted podrá estar tranquilo... No. No es justo. ¿Justo? ¿Justo para quién? ¿Para Blake que va a renunciar a sus sueños de dirigir un centro? ¿Para Ted que puede perder a su pareja si éste decide aceptar el trabajo? ¡Joder! ¡Pasadena! No podía estar aquí cerca, no. Tenían que montar el maldito Centro en el otro extremo del país... ¿Y a mí que más me da? No es asunto mío. O no lo era ¡Mierda! Me he pasado media vida quejándome de que Brian no se preocupe más por los que le rodean y ahora..."
-O sea que aún no has contestado -preguntó.
-Les dije que no, pero me dieron un mes para que lo pensara -reconoció Blake- Pasado mañana llamarán para que les dé mi respuesta definitiva. ¡Son muy insistentes!
Justin tomó una decisión.
-¡No puedes hacerlo! -afirmó convencido
-No voy a hacerlo. Ya te lo he dicho -respondió Blake intentando atraer la atención del camarero para que volviera a llenarle el vaso, pero Justin se le adelantó negando.
-No me refiero a eso. Me refiero a Ted. No puedes mantenerlo ignorante de algo así.
-¿Por qué no? -Blake se enfrentó a él molesto.
-Porque no es justo, Blake.
-¿Justo? -Blake le miró asombrado.
-Sí, Blake, justo -corroboró Justin- Es tu pareja, os habéis comprometido a compartir vuestro futuro. Esto va de futuro, Blake. No puedes dejarle fuera de tu decisión.
-Pero... -Blake lo miró suplicante- le dolerá. Pensará que me está coartando las opciones. Se sentirá mal por mí. Puede que incluso se sienta culpable, como si yo me estuviera sacrificando y no es así. Es mi decisión. Tú no lo entiendes porque Ted no es como Brian. Él es... no... no es tan fuerte, Justin. Si no se entera no sufrirá.
"Ya está sufriendo, Blake -Justin quiso decírselo, pero se contuvo- Está sufriendo porque nota que algo pasa pero no sabe qué es ni cómo lidiar con ello"
-No es justo, Blake -repitió Justin- y lo sabes. ¿Puede, por favor, pedirnos un taxi? -dijo dirigiéndose al camarero- ¡Vamos, Blake! Te llevo a casa.
El teléfono sonó insistente y Justin no pudo evitar que el sonido se filtrara a través de la almohada con la que estaba intentando taparse la cabeza.
-Ya voy ¡joder! -aceptó levantándose y mirando a su alrededor para ver de localizar el móvil- ¡Ya voy! -gritó como si el aparato pudiera oírle.
-Buenos días, sunshine -la voz de Brian sonó ligeramente cantarina y Justin, prácticamente, ladró su respuesta.
-¿QUÉ?
-¿Resaca mi amor? -se burló Brian- Te dejo sólo un día y aprovechas para...
-Vete a la mierda, Brian. ¡Todo esto es por tu culpa! -acusó.
-¡Huy! Que mal humor -Brian seguía burlándose- ¿Por mi culpa? ¿Te has emborrachado para combatir la soledad provocada por mi ausencia? ¡Dios! ¡Que mala cara tienes!
-Sabrás tú como tengo la cara -masculló Justin.
-Esto es videoconferencia, amor mío -Brian ya se carcajeaba directamente y Justin estuvo en un tris de lanzar el móvil contra la pared.
-Oye, me voy a la ducha y te llamo yo -respondió controlándose a duras penas y dirigiéndose hacia el baño.
-Deja el móvil conectado mientras te duchas, que para algo ha de servir que sea waterproof -sugirió Brian risueño y Justin no pudo evitar echarse a reír a pesar del dolor de cabeza.
-Vaaaaaleeeee, tu ganas. Buenos días, Brian.
-Explícame por qué tengo la culpa de tu resaca -exigió el moreno.
-Ya he hablado con Blake -informó Justin.
-¡Ah! ¡Vaya! Tu estancia en Suecia no ha enfríado tu eficacia seductora.
-Soy el espía que llegó del frío -bromeó Justin mientras se enjabonaba el pelo.
-¿Y qué has descubierto? -preguntó Brian, interesado- ¡Oye! Aleja un poco más el móvil para que tenga una buena panorámica...
-Brian ¡concéntrate! Verás, a Blake le han ofrecido un empleo en Pasadena y...
-¡Mierda! -interrumpió Brian- Ted va a quedar hecho trocitos.
-¿Te quieres esperar a que termine? -exigió Justin- No va a aceptarlo ¿Vale? No va a coger el empleo aunque se muere por hacerlo... Para él, su relación con Ted es más importante. Aunque es el empleo de sus sueños...
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"Nunca pensé que me sentiría tan mal. ¡Nunca! Creí que podría alejarme de todo con indiferencia. Si tan sólo me hubieran ofrecido ese empleo unos meses antes, hubiera podido cerrar la maleta y largarme silbando de Pittsburgh con la misma indiferencia con que cada día salía del loft. Sí. Lo hubiera dejado todo sin remordimiento alguno. Sin mirar atrás. De hecho, así es como siempre había soñado que sería. Un día, me levantaría y diría adiós a esta ciudad llevando como equipaje tan sólo unos pocos buenos recuerdos de Michael, Deb y Vic, mi familia Dovotny, Linds, Cinthya, Emmet, e incluso Ted, personas a las que recordar con agrado y con las que hablar de tanto en tanto por teléfono. Mi familia consanguínea borrada completamente del álbum de fotos mental y Nueva York... una ciudad de la que disfrutar a tope.
Pero eso había sido antes. ¿Cómo puede cambiar tanto la vida en unos pocos meses? O peor aún... ¿Cómo puede uno cambiar tanto en unos pocos meses? Y todo ¿Por qué? ¿Por Gus? ¿Por Justin? Aún me recuerdo preguntándome ¿Qué coño me estaba pasando? ¿Por qué dudaba? ¿Se me había debilitado el cerebro de tanto darle al éxtasis? ¡Joder! ¡Basta de sensiblerías! me dije. ¡Ni que me hubiera salido coño!
Estaba convencido de que Gus estaría mejor sin mí. Al fin y al cabo era solo un bebé con dos madres dedicadas. ¡Un chico con suerte! Tenía dos madres más de las que yo tuve y ahora además iba a librarse de su padre. ¡Con mi marcha todo iban a ser ventajas para él!
Y Justin... Justin... también creía que Justin estaría mejor sin mí. De hecho no entendía qué estaba haciendo con él todavía. Estaba convencido de que si el chico tuviera dos dedos de frente hubiera salido huyendo de mi lado. Pero era un jodido cabezota sentimental y claro... se había "enamorado" (comillas mentales). ¡Y mira que se lo dije! ¡Mira que le avisé! Pero nada, el chico erre que erre y ¿qué había conseguido al final con su enamoramiento? Yo te lo diré : ¡Sufrir! Sufrir es lo único que se consigue cuando se ignora la realidad. Y en aquellos momentos, yo creía que la realidad era que el amor no existía. Solo existía el sexo.
Así que dije ¡basta! Ya he hecho mi elección. La hice hace un montón de años y voy a mantenerla. ¡Me largo a Nueva York! Me voy lejos de Pittsburgh. Me voy y no volveré... ¡Joder! Cuando Justin llegó al loft estaba a punto de llorar, pude notarlo y su emoción casi me contagia. El jodido crío tuvo los santos cojones de preguntar ¿Qué vas a hacer sin mí? antes de... Pero creía sinceramente que era mejor así. Mejor para él. Mejor para los dos. Le dije que no volvería a pensar en él. Que cuando saliera por esa puerta no tenía intención de mirar atrás. Y que esperaba que él hiciera lo mismo. Hice mi elección aquel día... y nunca agradeceré lo suficiente haber perdido ese empleo. "El empleo de mis sueños".
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Ted permanecía sentado apretándose las manos mientras escuchaba a Blake. Las tenía frías a pesar de estar en pleno verano. Todo él estaba frío mientras Blake le explicaba lo de su oferta de empleo y, aunque intentaba hacerlo sonar como un empleo cualquiera, él no se dejaba engañar. Había asistido a todos los pasos del ascenso de su pareja, animándole, ayudándole, enorgulleciéndose de cada uno de sus logros. Feliz al verlo subir poco a poco en el escalafón, consciente del esfuerzo que ello había significado para Blake y, sobre todo, del mérito que suponía. Porque Blake había conseguido salir del infierno de las drogas por sí mismo. Y él sabía lo difícil que era eso. De primera mano. Aunque él había tenido ayuda, porque cuando ya había pasado la fase aguda en que la adicción física remite, había podido contar con amigos que lo habían vuelto a aceptar y le habían ayudado a integrarse de nuevo en su mundo, en tanto que Blake no tuvo a nadie... ni amigos ni familia... nadie que le animara, que le apoyara, que confiara en él. Blake sólo se había tenido a sí mismo para salir, y encima le había ayudado a salir a él y ahora estaba ayudando a otros. Era alguien de quien sentirse tremendamente orgulloso. Y como era su pareja y le había acompañado en cada paso de su ascenso, sabía perfectamente cuánto deseaba Blake un empleo como ése y cuánto había trabajado para conseguirlo.
¡Pero era en Pasadena, joder! ¡El quinto coño! ¿A quién cojones se le ocurre montar una clínica en Pasadena? Durante un segundo la parte egoísta de su cerebro se alegró. ¡Había dicho que no! Pero luego...
-Lo... ¿lo has pensado bien, Blake? ¿Estás seguro? -preguntó luchando contra la mezquindad que hubiera supuesto lanzarse a consolarlo por la pérdida, simplemente para que no volviese atrás de su decisión.
-Pues claro, Ted -Blake sonaba cansado- ¡Claro que lo he pensado bien!
-Podríamos probar... otros lo consiguen... mira a Brian y Justin -Ted se tropezaba con las palabras y Blake comprendió el esfuerzo que estaba haciendo.
-Ted, déjalo, ¿vale? Justin es artista. Puede trabajar en cualquier sitio. Sin horarios ni restricciones. Tú y yo, no. Yo tendría que permanecer en Pasadena hasta que se acabase de construir la clínica y dedicarle horas y más horas para organizarla, escoger el personal, los médicos... Son más de siete horas de vuelo de ida y otras siete de vuelta. Nos veríamos dos veces al mes como mucho. Y la cosa no mejoraría con el tiempo, si acaso empeoraría en cuanto la clínica entrase en funcionamiento. Y tú no vas a dejar Kinnetic -atajó- Yo nunca te lo permitiría. Esa empresa te encanta. Has trabajado para hacerla crecer tanto o más que Brian. ¡Está decidido!
-Lo siento mucho, Blake -Ted se sentía triste por su compañero y se levantó para abrazarlo.
-Lo sé, Ted -Blake aceptó el abrazo, respondiendo a él con fuerza. Luego se separó y miró a su pareja a los ojos- y ahora vamos a olvidarnos del asunto ¿vale? Yo ya he hecho mi elección.