chocolate caliente [3/?]

Dec 03, 2010 10:22


Aquí un nuevo capi :3
Algo más corto que los demás pero de vez en cuando son necesarios estos capis puente, no?

Fandom: Harry Potter
Personajes principales: Harry Potter y Draco Malfoy
Personajes secundarios: OFC, Hermione, Ron, Luna, Ginny (y puede que varios más)
Pareja: Harry/Draco
Rating: PG 
Word count: 1.742
Spoilers: si no has leído el 7 (a parte de muy mal hecho ¬¬ xD) muchooos
Warnings: Hm... Divagaciones varias y monólogos interiores? por este capi creo que solo eso
Summary: Ha pasado un año desde la Gran Guerra y Harry, que ha pasado todo este tiempo viviendo en Menorca y apartado de la vida magica, vuelve a Londres para pasar la Navidad con sus amigos.

  
Todo el mundo creía que una vez acabada la guerra, Harry tendría la vida resuelta. Un buen trabajo en el Ministerio, Ginny como su novia, y años después como su mujer, una bonita casa, llena de niños con el tiempo, y si lo pretendía, hasta podría convertirse en el Ministro de Magia. El mismo Harry había llegado a planteárselo, pero después de pasar un mes en el hospital sonriendo a periodistas cotillas, respondiendo a doctores y psiquiatras, y recibiendo regalos de gente a la que no conocía, Harry decidió que lo mejor que podía hacer era tomarse un año sabático; después ya vería cómo avanzaban las cosas. No quería que la prensa le agobiar más de lo necesario, que le pidieran que asistiera a cada fiesta y a cada recepción, no quería tener que aguantar miradas indiscretas ni agradecimientos por parte de extraños que le recordaran a los que habían muerto luchando. Quería, por una vez, vivir una vida normal como el chico de dieciocho años que todos parecían olvidar que era.

Escogió Menorca por qué siempre le había hecho gracia el nombre; una pequeña isla en el Mediterráneo, con un clima suave y vida tranquila. Como no le faltaba dinero, alquiló un apartamento espacioso y cerca de la playa, compró algunos muebles y electrodomésticos y se dedicó a vivir la vida apartada que necesitaba. Las primeras semanas estuvieron llenas de visitas; los Weasley, Luna y Neville, Andrómeda y Teddy… Incluso Kingsley y McGonagall. Poco a poco, pero, las clases fueron empezando y Harry topó con la realidad, vivía en un lugar extraño del que no conocía la cultura ni el idioma ─las primeras y últimas clases de español fueron el año antes de empezar en Hogwarts, y aquello que llamaban mallorquín era demasiado complicado para él─, por lo que tampoco tenía amigos y se le hacía ligeramente difícil la inserción social. Pero eso era lo que había querido, empezar de cero, olvidarlo todo durante un tiempo. Así que tras un mes y medio desde su traslado, decidió comprarse un curso de español básico, apuntarse al gimnasio y a clases de cocina ─nunca lo hubiera dicho, pero eso de cocinar, cuando se hacía para uno mismo y no para una familia de desalmados como los Dursley, era divertido y entretenido. Cuando Ginny fue a visitarle quedó más que sorprendida.

Ginny, la chica con la quien todos habían creído que iba a casarse, incluso él, al principio, y a establecer una familia. La chica a la que había decidido dejar por aquel nuevo comienzo. A veces se arrepentía; cuando echaba de menos su piel cálida contra la suya, bajo sus dedos; cuando extrañaba su perfume o sus risas, pero no podía permitir que la chica lo abandonara todo por él. Ginny había intentado, en un primer momento, hacerle cambiar de idea, hacer que se quedara en Londres diciéndole que todo acabaría por pasar y relajarse hasta que nadie se acordara de él, pero viendo cuan seguro estaba Harry de su decisión, acabó por ceder. Tampoco podía permitir que el chico lo abandonara todo por ella, no cuando entendía que ahora, por fin, Harry era verdaderamente libre. A veces, cuando iba a la playa a pasear, cuando observaba los tranquilos muggles que vivían junto a él, Harry se arrepentía de haber decidido acabar con la relación del todo. Ginny podría haber ido a visitarle algunos fines de semana ¿no? Seguro que McGonagall y el Ministerio lo hubieran podido arreglar…

Acabó por hacer amigos en el gimnasio, un par de chicas de su edad y otro chico dos años mayor. Salió durante dos meses con una de las chicas, Nuria, pero no funcionó. Para Navidades volvió a Londres y Ginny le contó que había conocido un chico muy mono en Hogsmeade y que éste la había invitado a una fiesta para fin de año ─llevaban juntos desde entonces. Lo que Harry hizo fue celebrarlo con sus compañeros de Gryffindor y liarse con una de las amigas de alguien. No se acordaba de nada, y solo cuando los periódicos permanecieron callados durante los siguientes días, pudo Harry respirar tranquilo. No quiso preguntar ni cotillear, si nadie decía nada acabaría por desaparecer. Al volver a Menorca, buscando un nuevo libo de pastelería en la librería que había al final de su calle, conoció a una chica llamada Montse; morena, alta y de increíbles ojos grises. La chica buscaba el libro que había comprado Harry la última vez, así que el chico la invitó a su apartamento para que lo ojeara y fotocopiara si quería alguna receta concreta. Habían quedad un puñado de veces, cuando Harry se vio a si mismo besándola una noche a mediados de febrero. La chica era perfecta; simpática, inteligente, deportista, algo tiquis miquis en cuanto a comida pero con un corazón tan grande como sus ojos. La chica era perfecta y así veía ella a Harry, no había ninguna duda de eso, por lo que al chico le dolía cada vez que tenía que mentir sobre su pasado. Quería contárselo todo, o al menos la parte que incluía sus poderes como mago ─que utilizaba cuanto menos mejor─, pero algo dentro de él se lo impedía, no sabía cómo se tomaría la existencia de un mundo mágico y Harry no se atrevía ni a mencionarlo. Finalmente, cuando empezaron a llegar las primeras cartas de Hermione preguntando si vendría a Londres de nuevo para las Navidades y si traería a Montse con él, Harry hizo gala de la valentía Gryffiindor y cortó con la chica. Ésta se puso a llorar y no volvió a verla más.

Ahora, viendo a Ron y Hermione discutir sobre qué mantel era el más adecuado para la cena, si el azul porqué hace juego con los platos y cubiertos o el morado porqué contrasta con el árbol de Navidad, Harry se preguntaba si realmente había sido buena idea; dejarlo definitivamente con Ginny, no decirle la verdad a Montse… Hermione se salió con la suya y el mantel azul fue el que acabó encima de la mesa.

─ Harry ¿quieres otra cerveza? La cena no estará lista hasta dentro de veinte minutos.

─ No hace falta, gracias.

─ ¿Podrías ayudarme con las copas al menos no? ─preguntó Ron abriendo un armario y moviendo la varita para que tres copas flotaran hasta la mesa.

─ Parece que te las apañas muy bien solito ─dijo Harry. Aun y así, el chico se levantó y fue hasta la cocina para dejar la cerveza vacía y coger los cubiertos.

Fue una cena tranquila y relajada que Harry agradeció internamente. No sólo echaba de menos a Ginny ─o lo que había tenido con ella, más bien─ si no que también extrañaba a sus amigos, estas últimas semanas se había percatado de cuánto. Tras casi un año y medio quizá iba siendo hora de volver, de aceptar lo que el destino le tuviera preparado, pero al menos hacerlo junto aquellos a los que más quería. Llegó el café Harry sentía que iba a reventar, Hermione parecía haber tomado ejemplo de la señora Weasley y querer alimentar a Harry hasta que engordara cien kilos. El televisor estaba encendido con una comedia absurda llegando a su fin, el volumen bajito para que los tres pudieran seguir con su conversación sobre qué hacer para fin de año. George había decidido celebrar una fiesta en la tienda, con bromas navideñas exclusivas y todo tipo de sorpresas. Era la primera vez después de la Guerra que se le veía completamente interesado y emocionado por algo, así que los tres decidieron asistir y repartir folletos, avisar a conocidos y hacer de la fiesta un éxito. Cuando a Harry se le ocurrió que podía invitar a Draco, el chico decidió que eso era un signo de cansancio grave y pocos minutos después se fue a casa.

*

Draco abrió la puerta de su piso y se estremeció placenteramente al sentir el calor que lo inundaba todo. Encantar el piso para que empezara a caldearse media hora antes de que él llegara a casa era uno de los hechizos de los que estaba más orgulloso, y uno de los pocos que podía usar sin alertar al Ministerio. Dejó las llaves sobre la mesilla que tenía en la entrada, junto a una fotografía ─mágica─ de sus compañeros en Hogwarts, cerró la puerta y se quitó la chaqueta, los guantes y la bufanda, dejándolo todo bien puesto en el colgador. Echaba de menos aquellos días en los que creía que por tener dinero e influencias la vida siempre le sonreiría, tener amigos con los que poder hablar de casi cualquier cosa. Ahora tan solo hablaba con Blasie cuando este le llamaba, las expediciones arqueológicas a las que se había decidido aventurar no contaban con una buena cobertura, ni muggle ni mágica. Y Pansy estaba en Francia, estudiando en uno de los institutos de moda más famosos, se veían una vez al mes e intercambiaban lechuzas, pero nada era como antes. Bendita ignorancia.

Draco suspiró y se dejó caer en el sofá, encendió la tele y alargando un brazo hasta la mesa cogió el portátil y lo encendió. Hacía dos días había recibido un mensaje, por mail, el nuevo gobierno estaba muy puesto en lo de la tecnología muggle, del mismísimo Ministro de Magia contándole cuán orgullosos estaban de él y de su buena conducta, por lo que le habían rebajado un año los servicios comunitarios. Draco había sonreído ante aquello, ¿de qué le serviría? No podía volver a entrar en el mundo mágico, no por la puerta grande como él quería al menos. Pero contra todo pronóstico se había acostumbrado a la vida muggle, quizá quedarse allí entre la masa de gente desconocida, sería lo mejor. Así que Draco había empezado a buscar alternativas al estilo de vida que siempre había querido llevar, de momento tenía dos grandes ideas en mente. Abrió el correo y entre varios mensajes de spam encontró uno de Pansy en el que le contaba, emocionada, que participaría como diseñadora central en el desfile de primavera que daba su curso en abril. Junto a eso le seguían toda una retahíla de ideas y comentarios que hicieron sonreír al chico. Se alegraba por su amiga. Respiró hondo y se puso a contestarle; aceptando algunas de sus ideas y puntualizando otras, exigiéndole, como quien dice, que le pasara todos los esbozos cuando los tuviera y que no olvidara enviarle una invitación a tan gran evento.

continurá...   

harry/draco, fanfic, harry potter

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