Después de una semana estresante y horrible de clases, he podido acabar este fic que empezó a crearse en mi cabecita loca hará como un mes XD
Fandom: Supernatural
Pareja: Dean/Cas
Personajes: Dean y Castiel
Rating: PG-13
Word count: 2.508
Spoilers: nope
Warnings: AU. Angst
Notas: Como muchos sabréis, la gran mayoría de mis fics vienen inspirados por una canción. En este caso, Wonderful life de HURTS. Es curioso, pero la mayoría de canciones de este grupo me hacen pensar en Dean y Cas, así que quizá haya más fics sobre ellos basados en sus canciones XD
De momento, y por si os interesa, un día que me aburría hice
esto, con la canción de
Blood, tears and Gold.
Ya posteé la canción hace unas entradas, pero aquí la tenéis de nuevo por si acaso :3
So she throws him at the wall and kisses burn like fire,
And suddenly he starts to believe
He takes her in his arms and he doesn't know why,
But he thinks that he begins to see
Es un sábado por la tarde, el anochecer se acerca tintando el cielo de rosa, naranja y morado, las estrellas empiezan a brillar y el suave viento que lleva soplando todo el día cobra más fuerza. El parque está ya casi desierto, las familias han ido marchándose poco a poco a casa para que los niños hagan los deberes, se bañen y cenen. O lo que sea que hagan las familias normales, Dean no sabe lo que es eso. Des de que su madre murió, nada ha sido lo mismo; gritos por todas partes; de John cuando Dean llega tarde a casa, o suspende un examen por haber estado trabajando todo el fin de semana para conseguir algo más de dinero. De Sam por querer ir a la universidad en unos años y huir de esa casa de locos, recuerdos y alcohol a casa esquina. Y de Dean, los silenciosos gritos de Dean bien entrada la noche, llenos de desesperación, y de frustración por no saber qué hacer para arreglarlo todo, hacer de ellos tres de nuevo una familia. Es su trabajo, como hermano mayor, pero ni eso se le da bien. A veces, cuando la situación le abruma y se vuelve más fuerte que él, piensa si no hubiera sido mejor que él hubiera muerto en el fuego, un inútil menos en el mundo.
Oye los pasos a lo lejos pero no les presta atención, sigue con la cabeza nublada por ideas conocidas que jamás pierden el poder de atormentarle. Cuando dichos pasos paran y alguien se sienta junto a él en el banco, Dean alza los ojos para encontrarse con la mirada más azul que jamás haya visto, y como sus depresivos pensamientos, ésta nunca falla en sorprenderle.
Es Cas.
Oh, Dean conoce a mucha gente, en clase es uno de los chicos más populares aunque no forme parte de ningún equipo o club. Tampoco faltan nunca chicas babeando tras él. Pero todos ellos sólo conocen al Dean detrás de la mascara de normalidad, del tío bueno alocado y ligón que no se preocupa nunca por nada; Cas sabe que todo eso es una burda patraña, es el único que ve más allá de la primera capa de pintura. Con aquellos ojos tan azules y tan intensos fue sólo cuestión de unos segundos. Dean nunca supo cómo ni porqué -y el “eres interesante” que el moreno le había dado como respuesta no le servía- un chico como Cas había decidido hacerse su amigo; hablándole e insistiéndole hasta que Dean había empezado a contestarle, a devolverle las sonrisas y finalmente, sin ser consciente de ello, a contarle toda la verdad. Aquel día fue uno de los más surrealistas que Dean había vivido jamás. Él, que nunca contaba nada a nadie que no fuera su hermano -y últimamente ya ni eso-, había empezado a vomitar todos sus miedos y frustraciones frente a un chico que se había ganado su confianza a base de sonrisas tímidas, miradas penetrantes, ignorancia casi total hacia la cultura popular y frases tan ciertas que herían a Dean en lo más profundo de su ser. Hablando con Cas no había derramado ni una lágrima, pero cuando llegó a casa, cenó, hizo los deberes y se tumbó en su cama, su alma estaba tan destrozada que no pudo más y empezó a llorar silenciosamente. El ángel de porcelana que su madre había comprado para él antes y todo de que naciera, le miraba fijamente desde la estantería, y fue entonces que Dean se dio cuenta, lo que su madre siempre había susurrado al darle las buenas noches era cierto; “los ángeles estarán siempre cuidándote”. Cas, Castiel, el ángel de los jueves, de los cambios y los viajes, aquel chico tan rarito que había estado junto a él los dos últimos años de su vida, aguantándole sin pedir nada a cambio. Con la cara empapada de lágrimas y los ojos rojos e hinchados, Dean se dio cuenta de que quería a Cas, mucho más que a un amigo, más que a un hermano. Estaba enamorado. Pero sabía que algo así no podría llegar a ser nunca, él no era bueno para la extraña perfección del otro chico, tan solo conseguiría corromperle como hacía con todo. Aun y así, ver que su corazón era capaz de sentir algo más que simple deseo le hizo sonreír, una suave calma se apoderó de él, y se durmió.
Así, en silencio, habían pasado los últimos meses.
Cas posa su mano en el hombro de Dean y éste sigue mirándole en silencio. El viento se vuelve cada vez más frío a medida que el cielo se oscurece y Dean se maldice por haber olvidado la chaqueta en casa. Con un seco movimiento, indica a Cas que aparte la mano, quiere estar solo. El chico así lo hace, pero su mirada sigue fija en los ojos verdes de Dean y ésta será mucho más difícil de vencer. Los dos saben lo que el otro está pensando; si él se aleja Cas le seguirá. Finalmente, tras largos instantes de silencio y de hojas movidas por el viento rozándoles los zapatos, Cas se levanta, cierra su mano entorno a la muñeca izquierda de Dean y le insta a que haga lo mismo, que se ponga en pie y le siga. Los dos empiezan a andar en silencio y rompe a llover. La primera gota se hace presente cayendo por la mejilla de Dean. Quizá sea un mensaje del cielo para que se libere y llore, no lo sabe, pero no lo hará.
Llegan a uno de sus locales favoritos, un pequeño establecimiento escondido en uno de los callejones cercanos a la parte vieja de la ciudad en el que sirven los mejores pasteles del mundo. Cas no libera su agarre y Dean siente como algún que otro par de ojos indiscretos se dirigen hacia ellos. Evita por todos los medios ruborizarse pero no cree conseguirlo. Cas pide un pastel de manzana y un batido de chocolate para Dean, y un capucchino para él. Cuando saca la cartera de uno de los bolsillos de aquella gabardina que parece no haber envejecido en dos años, Dean aprovecha para zafarse de él y dirigirse a una de las mesas del final, no quiere que su vida sea entretenimiento para otros.
Cas llega con el pedido, se sienta y con la cucharilla coge un poco de nata, se la lleva a los labios y éstos se cierran entorno a ella. Dean se encuentra hipnotizado por la acción, por aquellos labios rosados que tanto desearía poder acariciar. Cuando siente la mirada azul de Cas sobre él, baja la mirada y sus manos van a por el cuchillo y el tenedor. Unos minutos más pasan en silencio hasta que Dean siente la necesidad de hablar, si no lo hace se ahogará en las profundidades azules de los ojos de Cas, en la pálida suavidad de su piel o el sexy desaliño de su cabello.
- Había oído hablar del desayuno a la hora de comer, pero no de la merienda a la hora de cenar -Cas se encoje de hombros y deja la taza sobre el plato a juego.
- Así al menos me aseguro de que comes algo.
Dean baja la mirada, sabiendo que Cas tiene toda la razón. Al llegar a casa, a la hora que fuera, hubiera ido directo a su habitación. El chico lo sabe bien por todas las veces que ha sucedido antes.
El silencio vuelve a caer sobre ellos, pesado sobre el cuello de Dean e instándole de nuevo a hablar, susurrándole al oído que le explique a Cas cómo se siente, cómo de nuevo Sam y John han discutido y Dean ha sido incapaz de ponerse del lado de su hermano. Sabe que éste tiene razón, que puede ir a la universidad que quiera, que le recibirán con los brazos bien abiertos donde sea, pero Dean no se ve capaz de decirlo en alto y frente a su padre, sabe que eso haría daño al hombre, ver como todos sus seres queridos le abandonan. Y ese sentimiento de dualidad, hacer daño a su hermano o a su padre, le está carcomiendo por dentro, le grita bien fuerte a la oreja por las noches que eso no es lo que un buen hermano mayor responsable haría. Y si no sabe ser un buen hermano ¿cómo va a ser un buen novio? Sin quererlo, sus labios se curvan en una sonrisa amarga.
La mano de Cas se posa sobre la suya sobresaltándole, pero no la aparta. Tan solo mira al chico con la pregunta clara en sus ojos.
- Dean… -dice Cas con aquella voz grave con la que tantas veces ha fantaseado Dean, preguntándose cómo sonaría si estuviera besando al chico, acariciándole, follán- Lo malo de pensar demasiado es que cualquier pensamiento consigue colarse en tu mente y llegar a primer plano. Dean siente la mano que tiene bajo la de Cas arder, trata de apartarla pero el otro chico se lo impide- Dean, no puedes seguir así. Si no quieres contarme qué sucede no lo hagas, pero no pienses nunca, ni por asomo, que es culpa tuya.
El aludido alza la mirada de nuevo hacia su amigo, sorprendido aunque no sea la primera vez, al ver a Cas hablar como si pudiera leerle el pensamiento.
- Claro que es culpa mía, Cas. Tendría que poder hacer de intermediario entre Sam y papá y no…- sus manos se cierran en puños y Cas empieza a acariciar la piel que tiene bajo sus dedos. Es una bonita sensación y la tensión empieza a evaporarse lentamente de su cuerpo. Si pudiera abrirse completamente a Cas para que éste se encargara de abrazarle fuerte y hacerle olvidar… Dean cierra los ojos con fuerza y trata de no ponerse a reír; tendría que caérsele la polla de la vergüenza, está actuando como una niña sensiblera necesitada de besitos, abrazos y amor. Aun y así, en el fondo, sabe que es eso precisamente lo que necesita. Pero nunca lo conseguirá…
- Dean -la voz de Cas parece retumbar por las paredes de la cafetería, pero nadie más parece haberla oído, y como siempre que el chico utiliza ese tono directo y serio, Dean no puede evitar olvidar lo que estaba pensando y fijarse en él- Nos vamos.
Castiel se levanta y se pone la gabardina, sus ojos nunca separándose de Dean, quien le mira sin saber qué decir. Finalmente, dando un último sorbo al batido, éste también se levanta y sigue al chico hasta fuera de la cafetería.
Cas empieza a andar y Dean le preguntaría a dónde va, qué es lo que pretende, pero las palabras no le salen y tampoco está muy seguro de querer oír la respuesta. Llegan a uno de los callejones paralelos a la calle de la cafetería y allí es donde Cas decide parar. Respira hondo y se gira para encarar a Dean. Antes de que éste logre decir nada, Cas alza su mano derecha y la posa sobre el pecho del chico, sintiendo cómo le late el corazón, y con una fuerza que muy pocos saben que posee, Castiel hace retroceder a Dean hasta que éste choca contra la pared.
Las gotas caen lentamente sobre la ciudad, coches pasan lentamente por la calle a unos metros de ellos, y el viento transporta de aquí hacia allá papeles y hojas que vuelan y se balancean sin ninguna preocupación. Pero los chicos no se percatan de nada de eso; no importa que el agua fría caiga sobre sus rostros, que alguien les vea y les llame la atención, o que la hoja de un diario quede atrapada entre sus piernas, lo único que importa es el otro.
Y de repente, sin que su cerebro pueda procesar lo sucedido para que pueda evitarlo, Castiel le besa. Aquellos labios rosados y resecos que siempre ha querido rozar están sobre los suyos, aquellas manos de dedos largos y elegantes que siempre ha admirado están sobre sus hombros y un calor más abrasador que el del mismo infierno empieza a expandirse por todo su ser. Labios, manos y calor le abruman y le insisten, así que sin más demora Dean cede a ellos y sus labios empiezan a moverse junto a los de Cas, sus manos encuentran hogar en las caderas del chico y el calor aumenta tanto que está seguro que las gotas de lluvia se evaporarán antes de tocar su piel.
La gravedad de lo sucedido empieza a colarse poco a poco en su mente, y cuando Dean siente la lengua de Cas acariciarle los labios, su cerebro consigue por fin hacerse de nuevo el amo y señor de su cuerpo y hace que Dean separe a Cas de él.
- ¿Qué…? ¿Qué haces? - dice. Cas le mira con más intensidad que nunca, las pupilas dilatadas mostrando tan solo un fino anillo de azul. Y el hecho de que no solo haya deseo en ellos, si no enfado y preocupación, es lo que más nervioso pone a Dean.
- Estoy harto de que creas que eres un inútil incapaz de nada bueno. Estoy harto de que me mires y observes, de que me sonrías y trates como si fuera algo sagrado para que después no hagas nada más allá. Te quiero Dean, y no vas a hacer que crea que no te merezco.
Dean no sabía qué contestar. Aquello no podía estar sucediendo, Castiel no podía estar diciéndole aquello. ¿Realmente no veía la monumental escusa de ser humano que era Dean? ¿Que le quería? Era imposible… Cerró los ojos, incapaz de soportar un segundo más aquella mirada oscura, y respiró hondo.
- Cas… no puedes…
- ¿Qué, Dean? ¿Qué hay de ti que no pueda querer? Eres inteligente, aunque no quieras que los demás lo sepan. Eres amable, generoso, leal, honesto, valiente, fuerte, divertido… Tienes la paciencia necesaria para explicarme todas esas referencias que no entiendo y aguantar los rollos filosóficos que te cuento. Tienes un corazón tan grande que duele al no poder hacer feliz a todo el mundo, y por ello mismo crees que no mereces el amor que los otros te profesan… -Cas alzó la mano derecha y acarició la mejilla de Dean, quien continuó con los ojos cerrados pero no se apartó- Dean… -susurró acercándose de nuevo al chico- No puedes huir, todo el mundo merece ser feliz… y tú hace demasiado que has olvidado cómo se siente.
Dicho eso Cas volvió a besar a Dean. Éste tardó en responder el beso, pero una vez su cerebro hubo decidido que lo mejor era rendirse y dejarse llevar por el momento, por esas ansias que nacían en el fondo de sus entrañas y gritaban en su interior que aquello era lo que tendría que haber hecho hacía tiempo, no hubo nada que le impidiera mostrar a Cas todo lo que sentía por él.
Quizá un beso no lo arreglaría todo como en los cuentos de hadas, pero si un ángel decidía que era digno de él y de su ayuda, sería por algo ¿no? Mejor hacerle caso, dejar que su cuerpo se fundiera con el otro y jamás dejarle ir.
PD: Aix... quiero que llegue mañana y ver a mi querido Mr. Flowers en directo *_*