Maribell sabe que Vincent fuma cigarrillos fuertes a la hora del almuerzo. Sabe que va a la sala de profesores a llenarse los pulmones con el humo proveniente del tabaco quemado.
También sabe que deberían expulsarlo o castigarlo si lo descubrieran, pero que no lo harán. Puede que sea porque los padres de Vincent donan mucho dinero al colegio anualmente, o porque el chico tiene las mejores calificaciones del país entre los de su nivel, o porque el director Kiarot fue el que le pasó un cigarrillo por primera vez.
A Maribell eso no le importa. Ya no se preocupa del riesgo de que atrapen a Vincent. Hay algo peor.
Ella sabe que esa niña, a la que Vincent le ayuda a estudiar prácticamente todo, no fuma. Lo sabe porque se le nota, simplemente. Esa chica, Naima, nunca ha tocado un cigarro en su vida.
Y por eso, Maribell se preocupa y cada vez que ve a esa muchachita en el cuarto de Vincent, con un cuaderno en las manos, y es saludada por ella, quiere golpearla y gritarle que no se acerque a Vincent. Porque ella lo ha estado tratando de seducir por años, es suyo.
Mas no hace nada, sólo sonríe y aprieta disimuladamente los puños, para marcharse después de un rato.
Porque le preocupa. Naima nunca ha fumado.
Entonces, se pregunta Maribell, ¿por qué su aliento huele a tabaco, de ése en los cigarros que Vincent fuma sin cesar?