Y los libros eran...

Mar 20, 2012 11:19

Pues lo prometido es deuda y ahora traigo por aquí a que libro pertenecía el fragmento que puse hace un par de entradas. Pero primero que nada decir quien fue la persona que adivino más.

Y ha sido un empate con tres aciertos (creo que me muevo por los géneros no muy populares por mi f-list) aglaiacallia y seelphy fueron las personas quienes adivinaron más :D




Desesperación de Stephen King



Johnny comprendió que de nada servía dorar la píldora, o hacer malabarismos mentales, o - y ése era el truco más viejo de todos - utilizar otras voces para disuadirse de su actitud. La cuestión se reducía al simple hecho de que ya no soló temía al policía o a las otras fuerzas que pudiesen haberse desencadenado en aquel pueblo.
Temía también a David Carver.

El Testamento Maya de Steve Alten



¿Estoy loco? Esa idea no me abandona nunca. Con cada nuevo amanecer he de obligarme a mí mismo a leer de nuevo los puntos más destacados de mis crónicas, aunque sólo sea para recordarme que soy, por encima de todo, un científico, y no sólo un científico, sino también un arqueólogo, un buscador del pasado de la humanidad, un buscador de la verdad ... ¿Es mi destino salvar a la humanidad, o simplemente morir como un necio? ¿Es posible que haya pasado la vida entera interpretando de forma incorrecta las señales?

Paciente Cero de Jonathan Maberry



Aunque todo esto estaba ocurriendo muy rápido, me dio tiempo a fijarme en su mirada. A pesar del gruñido hambriento y retorcido, y del castañeo de sus dientes, tenía los ojos totalmente vacíos. No había destello de consciencia, ni rastro de reconocimiento de sí mismo, ni siquiera el fuego del odio. Esta no era la mirada muerta de un tiburón, ni mucho menos. Era algo monstruoso porque allí no había nada. Era como mirar una habitación vacía.
Creo que eso me aterraba mas que los dientes que mordían el aire a un centímetro de mi tráquea.

Mujercitas de Louisa M. Alcott



La riqueza es sin duda deseable pero no por eso debe creerse que los pobres carecen de alegría: una de las mejores satisfacciones de la adversidad es el trabajo mental o manual, cuando se lleva acabo con entusiasmo y energía. Y no es aventurado asegurar que una gran parte de las cosas más bonitas útiles e inteligentes del mundo, se debe al acicate de la necesidad. En cuanto Jo se hubo dado cuenta de eso, cesó de admirar a las muchachas ricas, puesto que en su mano tenía la posibilidad de satisfacer sus necesidades sin pedir nada a otras personas.

Coraje El libro de las virtudes de William J Bennett



La mujercita cerró los ojitos. Ya iba a dormirse cuando... ¡Oyo un ruido!
Salió de la cama. Encendió la vela. Bajó la escalera. Entró en el comedor. Subió a la mesa. Levantó el mantel. Miró debajo. Y en eso salió... ¡bu!
- Vaya, vaya - dijo la mujercita -, ¡que te parece! Asustarse de un simple ¡bu!

Anecdotario de una vida inútil pero divertida de Fulana de Tal



Mefis es médico, cuate, maestro, amigo, consejero, doctor corazón, adelgaza gordas, engorda flacas, tiene la sonrisa a flor de labios (P.L.T.D.S), inspira confianza, da seguridad, te da por tu lado, te hecha tus porras, hace trou-trou, viste niños-dioses, etc. etc., y de vez eb cuando por muy allá de vez en cuando te receta si lo necesitas; su único defecto es que cobra.
Escucha todo lo que tengas que contarle, enfermedades, problemas, amores, aventuras, emociones, etc y te ayuda a encontrarles solución (no se la encuentras, pero te ayuda), te da ánimos, te dice que eres casi casi lo máximo, que si tienes un figurón de miedo, que te traes al rey por los cabellos, que no te preocupes por los problemas (porque de nada te sirve), total que sales "creyéndote avión" (al día siguiente te estrellas pero, ¡que te quiten lo bailado! ¡MUCHO MEFIS!!!)

Hotel Sarajevo de Jack Kersh



Milorad crispa las manos en las que lleva las piedras. Siento el impulso de gritarle. Me mira y comprendo que sufre, que desea huir pero no puede. Por pura desesperación, apedrea un enorme espejo que se rompe con estrépito y provoca los vítores de los jevos. Deian con una sonrisa de oreja a oreja, le da a Milorad una palmadita en espalda, como diciéndole que es uno de ellos. Milorad ni siquiera me mira sino que corre con los demás pasillo adelante. No grita, pero forma también parte de sus gritos.
Me alegra no sentir como ellos la necesidad de gritar, aunque imagino que debe ser un gran desahogo. Tal vez ésa sea la verdadera razón de la incursión: Poder gritar a pleno pulmón.

El resplandor de Stephen King



No creo que puedan hacerte daño... son como las figuras de un libro... Cierra los ojos y desaparecerán
Los párpados se le cerraron. Las manos se le contrajeron en puños. El esfuerzo de la concentración le encorvo los hombros al pensar: ¡Ahí no hay nada, nada en absoluto!
¡No hay nada!
El tiempo pasó. Y cuando empezaba a relajarse, a entender que la puerta no debía tener llave y que podía salir, las manos sumergidas durante años, hinchadas, hediondas, se cerraron suavemente en torno a su cuello y lo obligaron a volverse para contemplar el rostro morado de la muerte.

Los puentes de Madison County de Robert James Waller



Y, mire, él lloraba mientras me lo contaba. Lloraba con grandes lágrimas, como lloran los viejos; como la lagrimas que se arrancan con un saxofón. Después entendía por qué siempre pedía las hojas muertas. Y, bueno, empece a querer a ese hombre. Cualquiera que pueda tener esos sentimientos por una mujer es digno de que lo quieran a él.

Cementerio de mascotas de Stephen King


Lo que se adquiere es de uno, y tarde o temprano lo que es de uno vuelve, pensó Louis Creed.
No volteó, sino sólo contempló las cartas mientras se aproximaron los lentos, ásperos pasos. Vio la dama de corazones negros.Le puso la mano encima.
Los pasos se detuvieron directamente detrás de él.
Silencio.
Una mano fría se poso en el hombro de Louis. La voz de Rachel era bronca, llena de tierra:
- Mi amor - jadeó

La historia del loco de John Katzenbach


Normalmente, mis voces no eran demasiado exigentes. Eran más bien sugerencias, consejos, preguntas perspicaces. A veces un poco rezongonas, como una tía abuela solterona con la que nadie sabe muy bien qué hacer en una comida familiar, pero que aun así es invitada y que, de vez en cuando, suelta algo grosero, disparatado o políticamente incorrecto, pero a la que nadie hace demasiado caso.
En cierto sentido, las voces me hacían compañía, en especial las muchas ocasiones en que no tenía amigos. Tuve dos amigos, una vez, y fueron parte de la historia. Antes creía que eran la parte más importante, pero ya no estoy tan seguro.

IT(Eso) de Stephen King



Entraron en el Town House. En el momento en que Bill empujaba la puerta de vidrio, Beverly distinguió algo que jamás mencionaría, aunque nunca lo olvidaría: Por un momento vio las imágenes de todos reflejadas en el cristal... soló que eran seis y no cuatro, por que Eddie estaba detrás de Richie y Stan detrás de Bill, son su leve sonrisa en la cara.

meme, libros

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