Sólo unos besos.
Unos besos como cualquier otros, un par de bocas que se han puesto de acuerdo en que sus respectivas señoras lenguas se conozcan y pasen un rato juntas y se cuenten cosas que han visto por ahí.
No deberían haber sido más que éso. Al fin y al cabo, era lo lógico. Y, dadas las circunstancias, tampoco estaba la cosa para permitirse mucho más.
Pero seguro que recuerdas lo que pasó.
Aquella sensación y separarnos al momento para, desde algo más lejos, mirarnos de nuevo para constatar que no, que no nos habíamos besado antes. Nunca, nunca jamás.
Que nuestras percepciones o se equivocaban o habían caído en algún engaño urdido por las drogas, lo que fuera posible para explicar esa sensación de haber vuelto a encontrar en un beso de un casi desconocido (lo es, seguro) las llaves de tu casa que perdiste al abandonar la niñez.
Luego, un par de besos más de despedida, tristes como el final de una película italiana y más corteses que unos buenos días ingleses. Era insultantemente evidente que tras ésto, una buena parte de lo que veníamos haciendo simplemente había perdido una buena parte de su sentido. Demasiado para lo tarde que era y lo ciegos que íbamos.
Y ya sabes como acabó, unas caricias, algún movimiento angular de cejas y volvimos como funcionarios a nuestro "por dónde íbamos".
No creo en Dios ni casi nunca lo he hecho, ni en casi nada, tampoco, la verdad. Puede que por éso haya buceado entre las profundidades de las esencias de casi todo lo que he conocido, buscando algo en lo que creer.
Mírate, estarás leyéndome desde la butaca de ruedas de tu dormitorio, o desde la biblioteca de la facultad, o desde el curro; pensando en si me lo invento, o si hablo de ti entre todos los muchos besos, y que si es así, como puedo tener tan poca vergüenza de enseñar ésto a cualquiera que pase por aquí.
Y, puede que tengas razón, que mi falta de humanidad me haga poner todo a la venta. O puede que quiera creer que de alguna manera te has sentido tocada por el texto, que hayas recordado cosas que complementen lo que he escrito. Y que te haya despertado lo suficiente como para abandonarte al impulso de compartirlo cuanto antes.
Aunque no sea conmigo, ni yo tenga que ver con tus recuerdos, al final es lo de menos. Casi seguro que ni hable de ti, ni te lo reconozca si sí.
Después de todo, sólo fueron unos besos, y éstos, por propia definición, son de vida corta, más de lo que se puede decir de casi todo lo demás.
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# Iron & Wine - Such Great Heights
## Canción de Garden State y fotograma de Beautiful Girls, dispersión hasta el final, pero me ha sido inevitable no pensar en Natalie Portman continuando un personaje que merecía un final mejor.