Hace un año dejé LiveJournal.
No recuerdo muy bien por qué lo hice, pero hace poco sí recordé por qué vine.
Hace exactamente un rato volvía del Eutopía de Córdoba de ver a, al menos, un par de grupazos, y la chica que iba en los asientos de al lado hizo un amago de empezar una conversación en un intervalo en el que me había quitado los auriculares y trataba de ajustar los botones del MP3.
Antes de que empezase, ya los tenía puestos de nuevo, aunque no sonara música en esos momentos.
El resto del camino anduve mirando por el cristal perdido en dilemas morales sobre la comunicación, sobre el deseo de expresarte y la obligación de transmitir.
Un año después quedan pocos de mis contactos de por aquí en activo, y los que quedan, ni se acordarán de los 3 meses escasos que debí llevarme escribiendo aquí. Curiosamente, éso es lo que me trae de nuevo, y me aleja por un tiempo de un fotolog en el que cada vez me cuesta más quitarme la corbata.
No hay nada estropeado si no te comportas como tú mismo a veces. Después de todo, no somos figuras de ficción de carácteres inmutables y arquetípicos de valores incorruptibles. No hay nada estropeado si no te apetece compartir. Sólo fases.
El resto del camino también estuve pensando en las aureolas de las luces de los pueblos que el tren cruzaba despiadadamente. En como me gusta saltar por sus pulsos de luz como el que atraviesa un río saltando de piedra en piedra a pies juntos.
Hola.