Dec 25, 2013 15:32
¿Han visto como siempre presentan las películas a la Navidad? ¿Con un paisaje nevado y comida y bebida caliente? Pues en Argentina es casi completamente diferente. Empezando porque la ciudad es un infierno sobre cemento con 42º de temperatura y ni hablar de la sensación térmica. Pero aún así, Navidad es especial.
Navidad empieza el veintitrés, con las compras navideñas y los regalos, porque pocos son los precavidos que evitan morirse de calor y el gentío y compran todo semanas antes. La mayoría somos argentinos, somos procrastinadores y debemos dejar todo a último momento para quejarnos a gusto y disfrutar de la adrenalina que es intentar conseguir algo . El veinticuatro, el centro comercial se llena también de personas, pero porque muchos tenemos la costumbre de ir a pasear. A mirar las vidrieras con tranquilidad, disfrutar de los adornos y los pequeños espectáculos callejeros e ir a ver a los cachorros y gatitos en adopción, que siempre se ubican al final del centro, esperando esa familia que sea su milagro navideño. (Y para los que no podemos con tantas mascotas, simplemente miramos y deseamos que alguien se los lleve y los cuide y- ¡oh, Dios! Papá, decí que sí, déjame llevarme ese gatito, que no importa que ya tengamos cinco, uno más no hace la diferencia). Y después ir a tomar algo y comer alguna cosa chiquita, porque necesitamos refrescarnos y algunos ya empiezan con los festejos.
A la tarde, se prepara para la noche. Con mi hermana nos pusimos a envolver regalos (mientras la aturdía con el álbum navideño de EXO, y luego con la radio, donde los locutores también se divierten anticipando la noche), aunque muchos ya empiezan a adobar la comida. Y en Fiestas se comen sandwiches de miga, así que se preparan muuuuchos, y se come asado o lechón a la parrilla, o pollo a la parrilla, así que se prender el fuego y se prepara la parrilla y quien se encargue empieza ya a brindar y tomar cerveza o fernet. Y se empieza temprano a brindar y se termina tarde. Y se come el alboroto, en lo posible, porque cuántos más se junten, mejor; y a las doce se brinda y se reparte regalos y luego se come el postre. Helado, en lo posible. Y luego se sigue brindando y se abren los pan dulce, los budines y las avellanas o maní con chocolate, que del calor se derriten, pero no importa.
Porque Navidad es más una excusa para divertirse y comer con la familia.
El veinticinco, se comen las sobras. Porque se hace tanta comida, que uno planea las sobras; aunque en realidad ya no puedas comer más. Y se descansa. Porque Navidad también es otra excusa para no hacer nada. Y no sentirse culpable.
Y quien tiene pileta disfruta todo el día del agua con una copa de champán o de sidra o de helado en la mano, y quienes no, solo los envidiamos, pero tenemos nuestra propia copa en la mano.
Entre tantos festejos, se compran medicamentos para el estómago y el hígado. Porque es lo único en lo que los argentinos aprendimos a ser precavidos. Y la culpabilidad por todo lo que hicimos vendrá después, pero hoy se descansa y solo se dice:
¡¡FELICES FIESTAS!! :D
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