Fic sin título ~ Supernatural
Título: No Título, en nombre de no darle en la torre al pobre fic *se esconde*
Pairing: Sam/Dean
Rating: PG-13 (?)
Disclaimer: Todo pertenece a ese cruel y caprichoso dios; no, no Chuck sino Kripke, triste historia.
Spoilers: Er… Pues no, a menos que no hayan visto el piloto, cosa que veo complicada.
Beta: escilas y alexz_ichihara; que leyeron y marcaron errores varios; si siguen habiendo, todos son culpa mía (Gracias a toneladas, chicas!).
N/A: La escena en que luchan… Sam recibe el golpe y solo gira la cara, el resto del cuerpo lo resiste y mira hacia Dean de nuevo y dirige una patada y lo siento, pero es todo taaaan sexy, tan welltrainedsoldier!Sam.
Eso.
Es mini y demás, pero va con todo el cariño del mundo para insideblue, porque la idea es culpa suya (aunque no haya sido ni por asomo lo que debería). Un besote, Blue! ♥♥
Love is not a place to come and go as we please,
Is a house we enter in, then commit to never leave…
Love is not a Fight - Warren Barfield
No sabe realmente qué espera encontrar mientras avanza como un gato en medio de la noche por el pequeño apartamento. Ir allí no ha sido la decisión más pensada del mundo, es cierto, pero más bien es que no ha tenido otra opción; parece ser que apenas un instante atrás está en un hotel perdido en Nueva Orléans, escuchando en bucle el mensaje de su padre y sintiendo el suelo desmoronarse poco a poco bajo sus pies, cuando piensa ‘¿Debería…?’ y entonces no hay vuelta atrás.
Ve leves rastros de Sam en el apartamento, huellas dejadas al descuido que Dean sabe leer con toda claridad, pero el resto le parece completamente desconocido (‘Dos años, Dean.’ Dice su mente y las viejas heridas, esas que se niegan a cicatrizar, punzan en respuesta.), así que cuando llega ese primer golpe se siente casi como una bienvenida a casa, pues puede notar su propio sello marcado en él.
Y sonríe mientras devuelve el ataque, el orgullo abriéndose paso hasta sus labios sin dudar, pues no puede evitar recordar los largos días que dedicó a enseñarle a pelear, diciéndole que incluso una princesa debe saber cómo defenderse, y de los que puede ver los frutos en cada golpe que frena.
Su sonrisa se ensancha cuando consigue tirarlo al piso, porque entonces puede reconocer a su Sammy, todo ángulos y sonrisas desafiantes, el Sammy que no dejaba de intentar ganarle en cada lucha (y tampoco puede evitar recordar ese beso, ese único beso robado en medio de una de ellas; ese beso que sabía a cerveza y a largos veranos compartidos en el asiento trasero del Impala, con un sobretono a despedida que Dean comprendió al ver por primera vez la carta de aceptación a Stanford), y es cuando ese “Calma, tigre” escapa de sus labios, haciendo que su estómago se encoja ante la familiaridad.
Hay un instante, un respiro, en el que Dean no se atreve siquiera a desear, cuando ve la duda cruzar por la mirada de Sam y siente que las heridas vuelven a punzar, mientras su mente grita ‘Acabas de joderla’ una y otra vez.
Pero cuando escucha su nombre escapar en un jadeo de sus labios, tiene que aceptar que Sam era la llave para que su mundo, detenido casi dos años atrás, volviera a girar.