Holaaa!!! Pues nada, me estoy pasando a dejarle su regalo de cumpleaños a la magnífica
amandabeicker , con un par de días de retraso, INACEPTABLES :(. Y es que damn, no sé cómo se me pudo pasar por alto. Y entonces estoy aquí, esperando que este chorrific de los míos lo mejore todo, porque no sabes lo mucho que te aprecio como mi primera amiga en el elejota y porque aunque todavía no nos conozcamos mucho, sé que puedo contar contigo y tú sabes que puedes contar conmigo como una amiga DE VERDAD. Muchas gracias por todo, guapísima, y feliz cumpleaños (HYPER LATE!)♥♥♥
Fandom: Lost
Categoría: Drabbles/Viñetas que se juntaron
Palabras: 1527.
Género: Drama.
Personajes: Claire Littleton, Charlie/Claire.
Advertencias: Spoilers hasta la tercera temporada.
Notas: Básicamente viñetas de distintos momentos de la vida de Claire Littleton con bastante Charlie/Claire. Un homenaje a la Claire-no-psicópata de las primeras temporadas. Fue muy divertido intentar meterme en la cabeza de Claire y en todos esos momentos que vemos en la serie y en su relación con Charlie (Que aunque sean una de mis otps favoritas de la serie, jamás había llegado a escribirla) y sólo espero que sea del agrado de todos, aunque esté sin betear, probablemente esté un poquito fuzzy y sea puro angst. :D
.
"Salvación y Silencio"
Era como si el mundo se derrumbase.
De nuevo.
Por un instante, el tiempo se detuvo y nada pareció real, ni las nubes, ni la mirada de compasión de Hurley ni el susurro inquieto de aquella isla maldita pudo penetrar la coraza que de pronto se había armado a su alrededor.
Por unos segundos, se repitió a sí misma en su mente que aquello no debía de estar pasando, y cerró los ojos, porque simplemente no creía soportarlo y no quería ver las caras de todos cuando se enterasen.
Cerró los ojos porque la sorpresa pudo más con ella que cualquier pesar que hubiese comenzado a sentir, y porque quiso recordarlo durante un segundo más, guardándolo en su memoria como un preciado secreto, como aquel que siempre había sido y no un fantasma de alguien que no volvería.
Cerró los ojos porque creyó que así el mundo no seguiría su curso.
Y entonces Aaron lloró.
-
La hoguera chisporroteaba entre el silencio y ella no podía encontrarse a sí misma.
Había estado asustada, muy asustada, mientras el avión se caía a pedazos y el agua salada le entraba por los poros, y la vida que alguna vez había conocido explotaba de pronto en aquel mar de desesperanza.
Había sido depositada allí, por un juego del destino, aunque no se sentía ni remotamente viva. Creía haber estado preparada para todo. Pero jamás para aquello. El sonido de la gente muriendo. El miedo aferrándose a su pecho. La soledad. El cielo oscuro. La jungla rugiente. Las estrellas perdidas entre un abismo de niebla.
Y el calor, recordándole que estaba allí y que siempre estaría allí. Pero estaba sola. Una Eva despojada del orgullo, una niña con la inocencia arrebatada, una mujer que no sabría por qué despertarse a la mañana siguiente ni cómo seguir adelante.
Las olas del mar la calmaban hasta cierto punto, pero no le hablaban. Nadie le hablaba. Todo el mundo estaba sumergido en un perpetuo pesar, en un agujero negro de caos, un estrés, un trauma más, un trauma menos. Y había sido aquel el día en el que la tierra se había quedado quieta, y todos los pasajeros con ella.
Excepto él. Con su acento extraño, y sus ojos brillantes y sus tics nerviosos que no sabría qué significaban hasta mucho después.
Y estaba bien. Estaba bien porque era el único que le hablaba.
Estaba bien porque era el único que se le acercaba y le demostraba que todo seguiría, y que ella no había muerto el 22 de Septiembre del 2004.
Estaba bien porque él era el único que se daba cuenta de pronto de que ella necesitaba algo a lo que aferrarse. Salvación.
Y mientras una mano de pronto volvía a tocar aquel prominente vientre al que no se terminaba de acostumbrar, y la otra se hundía entre la arena de aquella tierra desconocida que parecía querer abrirse y tragársela en un abrir y cerrar de ojos; pensó que tal vez aquello no estaba del todo mal.
-
Nunca había sentido un dolor semejante. Y eso que su madre le había advertido. Jamás podría haber llegado a imaginarse cómo sería. Y que sería en aquellas circunstancias.
La selva de aquella isla maldita luchaba por engullirla, pero ella no se iba a dejar.
No recordaba nada, sólo su propio nombre. Y aún así, aunque su cordura todavía no hubiese vuelto y las alucinaciones envolviesen su cabeza, sabía que aquella no era la manera correcta de hacer las cosas.
Habría debido tener a su bebé en un hospital, con su madre susurrándole palabras de aliento al oído, con su novio nervioso al otro lado de la puerta, con una enfermera plástica ahorrándole el dolor. Habría debido de ser así. Unos padres esperando su nuevo bebé al otro lado de la puerta. Un vuelo que había llegado a destino seguro. Una pesadilla que jamás había ocurrido.
Aquello no era justo. Jamás había sido justo y bajo aquellas circunstancias menos. Se preguntó si le querría. Se preguntó si era posible que una madre quisiese a su hijo después de tantas horas de agonía. Se preguntó cuál era su apellido, por qué no parecía recordar nada, por qué de pronto tenía miedo y por qué había terminado allí.
Y aún así lo hizo.
-
Todos estaban allí por una razón. Todos habían terminado allí para buscar la salvación.
Porque eso eran después de todo. Almas perdidas. Desviadas de su camino. Gente con secretos, que reía a voces, pero que guardaban la mayor parte de sí en su interior, intentando aferrarse a lo que alguna vez habían tenido, puestos importantes, trabajo, familia. Intentando mantener todo aquello fresco en la memoria porque la mayoría estaba seguro de que jamás volvería.
Porque una parte de ellos había muerto aquel día del accidente y ahora sólo eran sombras. Porque habían tenido algo desde un inicio.
Y sin embargo, ella no. Porque ella no había tenido nada y ahora lo encontraba todo.
Porque en cuanto Aaron había comenzado a crecer dentro de ella, millones de expectativas la había hecho cómplices de sus sueños perdidos en la infancia, y luego habían sido despedazadas, una por una. Había llegado a pensar que después de dar a su hijo en adopción, no quedaría nada para ella. Porque su familia estaba rota, su trabajo no era nada, su felicidad era apenas un vacío donde una vez hubo amor.
Y allí había terminado, con personas igual de destrozadas que ella. Con fugitivos, con torturadores, con suertudos, con alcohólicos, con delincuentes, con desesperados,… con drogadictos, con gente que no tenía nada y siempre lo había querido todo. Había terminado allí llenando un vacío de una manera insospechada, porque había descubierto que tal vez ella no necesitaba ser protegida, sino ser necesitada.
Y eso lo veía todos los días, cuando se despertaba por la mañana y estaban allí los ojos de Aaron observándola, como todo aquello que hacía su mundo girar. Lo veía todos los días cuando recordaba que a quien besaba era a Charlie, y que Charlie había dado todo por ella, y llevaba limpio más de tres meses, y que alguna vez había sido una persona tan rota como ella, pero que ahora contemplaba el mar y era feliz.
Porque al final, aunque todos buscasen salvarse de sus vidas pasadas. Aunque todos volviesen a renacer de entre sus cenizas. Todavía cuando apenas comenzaba a acostumbrarse al sabor de sus labios, a amar a alguien desde cero, a contarle secretos a un desconocido, a descubrir aquel pequeño pedazo de alegría que se agitaba entre sus brazos, Claire Littleton se preguntaba quién se ellos era el salvador y cuál el salvado.
-
Su universo crujía en silencio, porque ni las palabras en su cabeza producían algún ruido entre sus labios cuando lloraba. Porque ni sus pensamientos eran coherentes, ni eran sonoros sus chillidos, cuando la vida comenzaba a desmoronarse.
Y si estaba allí, no queriendo aferrarse a nadie, mientras el silencio se abatía sobre ella, y el cansancio le impedía musitar ni una sola palabra más, era por él.
Porque él había estado allí apenas un segundo. Porque todo aquello ahora era injusto. Porque gracias a él había sobrevivido, había aprendido a no tener miedo, había aprendido a confiar de nuevo. Y ahora le era arrebatado. Ahora Aaron jamás le recordaría, ahora, aquella isla se tragaría sus entrañas, su historia, como hacía con todo aquel que pisaba en falso, y llegaba a pensar que allí se podría llegar a más.
Porque ya las lágrimas no le salían y porque lo que quería ahora era gritar, y gritar con todas sus fuerzas. Pero Aaron estaba allí y estaba durmiendo. Y de nuevo el campamento estaba callado, y el silencio era sepulcral y nadie le hablaba. Pero ahora no tenía miedo, ahora, ni siquiera tenía fuerzas para sentir rabia, porque ahora, miraba el manto de estrellas por encima de ella, envolviéndola como la criatura fugaz que era, como una mota de polvo cósmica sonriéndole tal como él lo había hecho tantas veces.
Y ahora, se daba cuenta de que la noche no era tan oscura, y la selva no era tan espeluznante, y que morir no debía de ser tan malo tampoco. Porque ahora, sabía, que él por lo menos había muerto como lo merecía, por una razón, no por un azar del destino, porque había muerto como un héroe, con toda la fuerza que ella siempre había sabido era él capaz.
Porque había muerto en un segundo, y ya no sería nada. Y dentro de poco nadie le recordaría ni dirían su nombre, y su espíritu se perdería en el silencio. Excepto para ella, porque cuando el mundo temblase ella le llamaría en apenas un susurro, porque él la había protegido y se había acordado de ella cuando todo el mundo estaba en lo suyo, y ahora ella le debía a él exactamente eso mismo.
Llamaría su nombre, y contemplaría las estrellas, y buscaría su mano y la hundiría en la tierra, su llanto se lo llevarían las olas, y la oscuridad se cerniría. Pero sería valiente, y lo sería sólo por una razón. Porque él lo habría querido así.