Pues ya estamos un paso más cerca de las vacaciones! :D Yeah! Y todavía no sé si las voy poder disfrutar en su totalidad o me quedará alguna materia, que espero que no, sinceramente, pero es que ya ho hay demasiado que pueda hacer, entonces me queda esperar simplemente lo mejor.
1) Ayer fuí a ver Robin Hood, la pelí live action, no la de Disney. Y me gustó bastante :D. aunque seguramente tiene bastantes cositas históricas incorrectas, es Hollywood, people, pues me gustó lo de historia que le mnetieron de alguna manera. Además de que me disfruté viendo a Keamy (Y por ende, mentándole la madre xD) como Little John. Que eso no me lo esperaba, eh?
2) Nunca había visto Amelié. Sí, sí, yo sé. Pecado mortal xD. Pero lo remedié, y voilá. Moi la amó en su totalidad. Aunque sería más edgy mentir y decir que la odié, porque qué poco original y qué indie-mal es que te guste Amelié. Así que a eso le doy un gran FUCK IT. Me encantó. Point. Y el personaje se ha convertido en mi role model a la décima potencia. Ya me gustaría a mí tener la habilidad que demuestra ella de ayudar de tal manera a la gente :). Pero bueno, I will keep dreaming.
3)Siguiendo con el tema, hice una lista de películas que quiero ver en vacaciones, así sea por Megavideo, pues porque sí, son más o menos como que clásicos que no he visto y que me gustaría ver. La dejo aquí, sólo por si alguien quiere curiosear:
-The Butterfly Effect
-The Princess Bride
-Labyrinth
-The Orange Clockwork
-Ferris Bueller´s Day Off
-Requiem For A Dream
-Pulp Fiction
-Being John Malkovich
-The Eternal Sunshine of the Spotless Mind
-The Piano
-Breakfast at Tiffany´s
-Casablanca
4) Y vagando por ahí me he encontrado con algo verdaderamente raro. Es casualidad que más o menos la mitad de la gente del fandom, aspirantes a escritores, escritores de fanfiction, etc. estudien psicología? No saben la cantidad de gente que me he encontrado, Y como futura estudiante de psicología, pues me interesa el asunto, vamos, no entiendo xD. Será que estamos más locos que la mayoría? O guat?
5) Capítulo de Doctor Who de esta semana: HGKAOFUDGLFBIAWUEDGJDHIWUERFQBDCUAWRQWHBDIUWER2EBU7sd. period.
No hay otra expresión. No puedo esperar al final de temporada a ver cómo deshacen este lío.
No sé, en mi cabeza recuerdo que tenía un montón de cosa que comentar y links y nulidades, y no sé x-x, pero se han evaporado por completo de alguna manera. Cómo la gente consigue tener tantas cosas que poner en sus journals y desarrollarlas tanto, mira que estoy perdiendo la habilidad de inventar paja con el tiempo.
Y como de alguna manera he decidido que para hacer las entradas de este ele jota productivas tengo que encontrar el pase dorado dejarles cualquier pendejada que haya escrito. Aquí está el bonus gift de la noche :). Y no, no sé exactamente qué me fumé pero funcionó a las mil maravillas.
Nombre: " 04) Círculo"' para
30vicios y mi tabla de Benjamin Linus, porque Benry rockea.
Fandom: Lost
Categoría: Drabble/One-shot
Palabras: 1666
Género: Me gustaría pensar que es una especie de Dramedia xD. Díganme ustedes si lo logré en cuanto al asunto de la comedia.
Personajes: Ben como central, y todos los Otros, porque son un grupo muy awsuuum.
Notas: Ningún conejo fue herido en la realización de este brainfart mío. Groserías para todos los gustos y colores. Intenté tomar un tema serio de Lost y volverlo un desvarío. Vamos, que si eres sensible y no soportas el humor negro... pues cuidadito. Mejor lo lees y te acostumbras xDDD.
"04) Círculo"
Lo decían todos los libros de auto-ayuda que había llegado a ojear de la biblioteca de Harper. Lo decía hasta el horóscopo que solía venir con unos días de retraso cuando Richard se dignaba a traerle el periódico. Algún momento, pensó, llegaría a encontrar la misma parábola en los libros de texto new-age del futuro. Pero en el mundo real nadie tenía tiempo para eso. Todos tenían cosas más importantes que hacer que hornear jamón y leer por enésima vez “Carrie”.
La explicación era siempre más o menos la misma, ya Ben se la había aprendido de memoria. La vida era un círculo, de nacimientos, penas, alegrías y una muerte final. A veces la aplastante teoría iba acompañada de textos con anécdotas personales que hacían a Alex llorar, o un diagrama con los principales puntos de chakra y un plano acerca de cómo posicionar los espejos según el feng-shui. A veces eran menos directos y se limitaban a hacer un gráfico, una cadena alimenticia, un texto corroído de flechas, un mapa mental de cómo de alguna manera u otra todos los seres vivos estaban jodidos.
Sí.
Jodidos.
Una palabra excepcionalmente chocante que de alguna vez se lograba colar entre la línea de pensamiento y en el vocabulario intrínseco de Benjamin Linus.
Era cuestión de tiempo. La gente nacía, la gente moría. Y el fin ultra-terreno era no sufrir demasiado mientras ocurría. Era inevitable y se había dado cuenta de ello muy temprano. Concepción, alegría, vida. Enfermedad, sufrimiento, muerte. Y luego una cortina caía con unas letras en itálicas que decían muy rimbombantes “FIN”. Felices para siempre. O no tanto. El círculo continuaba. La película volvía a empezar. Y él actuaba como si no estuviese sorprendido una vez más.
Pero aquello parecía romperse una y otra vez en aquel lugar. Vamos, que era mágica, y poderosa y hablaba, y tenía opinión propia y exigía uno que otro sacrificio y había decidido ponerle un tumor en la columna porque de vez en cuando se aburría. Eso ya todo el mundo lo sabía y todo el mundo lo aceptaba. Y si no lo hacía, lo más probable era que terminase en la jaula de los osos que funcionaban como sanatorio hasta que decidiesen reintegrarse a la sociedad y reconociesen que sí, todo era más raro que el carajo. Estaban acostumbrados.
Y sí. Ben también decía carajo en sus pensamientos.
Carajo.
Ahí está, ¿ven lo que digo?
Pero aunque todo el mundo de alguna manera se hubiese habituado a aquello, había una cosa. Una pequeña cosa que a Ben le enervaba. Bebés. O la falta de. Vamos, que no es que le gustase demasiado la idea de mocosos escalando las pacíficas paredes de su casa. Pero si había algo que le molestase y le molestase de verdad era que el mundo le dijese que no. Y si él decía bebés, bebés quería.
No siempre había sido así, Ben lo recordaba muy bien. O más bien, recordaba el olor de los pañales sucios en la casa de enfrente y la vista de teteros sin lavar en la ventana. Con alguno que otro bichejo desdentado gateando por ahí y recordándole lo miserable que era en aquella islucha de porquería perdida en algún lugar del infierno. Pero alguna vez aquello había parado y él no creía recordar cómo.
Parecía una maldición, una maldición que había caído sobre él de alguna manera inexplicable, como si no hubiese sufrido lo suficiente. Había descubierto el problema de la esterilidad como una mera casualidad, y como el típico niño al encontrar un agujero en el sofá de la sala, había ahondado y ahondado en él, sólo para hacerlo más grande.
De pronto se hizo necesaria gente joven, gente astuta, que quisiese quedarse entre su mundo de nubes del algodón de azúcar y casas de caramelo con sólo alguno que otro monstruo de humo adicional. Brindaba apoyo, brindaba seguridad, brindaba una vida paradisíaca en un mundo aparte, el típico sueño hippie. Con sólo una interrupción. Fantasmas, tiburones, barbas falsas, aviones, susurros, OSOS POLARES falta de mocosos.
Lo habían intentado una y otra vez, pero aquella clínica de fertilidad Linus parecía resultar más infructuosa que las clases video programadas de Aerobics con Jane Fonda que Tom había decidido organizar los domingos. Y eso ya era un decir.
El círculo quedaba roto, parecían una y otra vez, como en un mal augurio, sosteniendo la muerte entre sus manos, con el sabor agrio de la derrota entre los labios y con la desesperanza grabada a fuego en el corazón.
A veces Ben pensaba que estaba siendo demasiado dramático. ¿Qué era un bebé más un bebé menos? Estaban mejor sin ellos. Sinceramente, ¿Quién en verdad quería cargar con una cosita llorona, que comía por un lado y cagaba por el otro, en medio de una isla llena de OSOS POLARES? Pero aquello no le dejaba sólo. Aquello le corroía la mente en las noches en las que cenaba demasiado y en las pocas ocasiones en las que una mujer era lo suficientemente estúpida para no haberse puesto bien el condón. Las mismas noches en las que montaba guardia en la puerta de Alex por paranoia pura cuando normalmente sólo se limitaba a cerrarla con llave.
Aquello le volvía loco. El que hubiese una cosa que se rebelase ante su mandato. El que de alguna retorcida manera aquello les recordase de vez en cuando que el sitio en el que estaban no era la Isla de la Fantasía y que aquello parecía más Jonestown que otra cosa, le sacaba de quicio. Era como si aquel pedacito de tierra en medio del pacífico le observase durante un segundo y le guiñase el ojo. Como si se riese en su cara. Era una rebelión en su contra, que sólo incitaría a nuevas revoluciones, y de eso se daba cuenta bien. Demasiado bien.
Porque él era recto. Y él quería que las cosas siguiesen su curso. Él era estructurado. Y cuando el mismo cosmos no cumplía con las normas que él mismo se había impuesto, se convertía en el cosmos más hipócrita de todos. Y aquello le recordaba demasiado a ciertos clavados que le habían obligado a hacer sus compañeros de escuela en los ochenta en el inodoro detrás del árbol de mango. Sólo por tener nariz ganchuda y estar dispuesto a seguir las reglas. Otra razón que había tenido para matarlos a todos. Ja.
Eso de círculos incompletos nunca le había funcionado. No era lo natural. No era lo correcto. Y aquella disrupción, que parecía más un chiste para enervarlo que otra cosa, era anti-natural. Estaba harto de gente curada, milagros a cada esquina y fantasmas susurrantes a dos por tres. Estaba harto también de las endemoniadas escenitas de sangre, vaginas y llantos al final. Eso no pasaba en el mundo real. Eso no se suponía que debía de pasar en Benville Dharmaville. Por él, que el destino dejase de jugar a strip-poker con él, se sentase a tomar una limonada en su porche y se maravillase del sol intenso de aquel infierno mientras bebés gimoteaban a su alrededor y la vida seguía su curso. Nacimiento. Muerte. Todo lo de por medio. Sin saltos en el tiempo. Sin anomalías. Sin referencias de Stephen King ni conejitos con los sesos revueltos. Y si se tenía que morir que la isla lo dejase morirse en paz, dammit.
A veces le llegaba a hacer caso a Juliet y aceptaba ir con ella al círculo de sanación que Goodwin organizaban todos los martes en su casa, como si aquello fuese una comuna hippie o la secuela de Laura en América. Pero no valía de nada y se encontraba a sí mismo arrugando inexplicablemente la nariz cada vez que se daba cuenta de que el dueño de la casa conseguía escabullirse con su amiga rubia a algún arbusto o foso de muertos cercano mientras el tic en el ojo de Harper se intensificaba.
Aquello más bien aumentaba sus patologías neuróticas y le hacía darse cuenta de que aquel problema de la infertilidad se estaba llevando lo mejor de sí y que lo mejor sería erradicarlo lo más rápido posible. Porque él era un hombre extremadamente meticuloso y no podía permitir que aquello pasase. Era como una mancha en su alfombra cuando Richard todavía no había traído el Míster Limpio del Walmart más cercano a tres mil kilómetros. Era como cuando había encontrado aquella semilla germinada de plátano entre sus hortensias que seguramente aquel chiquillo detestable de Karl había puesto aposta allí. Era como el cabello rebelde que se le levantaba en un copete cuando se levantaba con el pie izquierdo y que ni la máxima cantidad de laca podía aplacar. Eran ya suficientes símiles y Ben no podía pensar en más.
Aquello ya se había convertido en algo personal. Había podido soportar diez o veinte, pero que ya fuesen por la embarazada número 18 le sacaba de sus casillas. Cristo amado. Parecían conejos. Parecían salvajes. Y tal como conejos habían terminado en el horno. No en su horno, pero se entiende la expresión. Y como era ya algo personal, Benjamin Linus había decidido hacer lo que mejor se le daba. No. Manipular no era, aunque estaba cerca. Ni tampoco era la opción de quedarse quieto y mirar guapo hacia la cámara. No. Muy equivocados estaban, pobres mortales.
En lo que se especializaba Ben y a mucha honra era en tener la enorme capacidad de seguir dando la lata, aunque todo el mundo lo pensase libre de orgullo y carente de ganas. Siempre conseguía una manera de salirse con la suya y así sería. Si la isla le daba la espalda le tocaría el culo, señoras y señores. Porque aquellos círculos y circunferencias y ciclos y pendejadas varias ya habían dejado de tener gracia. Y aunque el horóscopo en aquel lugar se equivocaba y después le harían falta un par de sesiones con Harper, no podía permitirlo. Lucharía, y lo lograría. Estaba cien por ciento seguro de ello.
“Fin”