R&J
Eran las diez de la mañana. Rachel sabía que Joseph no estaba dormido; tal vez tumbado en su cama, escuchando alguna canción y con la mirada fija en el techo. Pero no dormido. Él despertaba antes del amanecer. Y si no debía ir al hospital -Joseph parecía ser más condescendiente con eso de los días libres; tal vez… ya había cerrado el ciclo, apartado el miedo o nunca había sentido temor de encontrarse con sus pensamientos, en medio de una tarde sin nada que hacer-, salía a trotar por las calles de la ciudad. Lo conocía tan bien, lo conocía tanto, tanto, que no podía permitirse aquella situación. Había tanta necesidad. Y también estaban las sonrisas. Las horas en las que podía ser ella misma y sonreír. Los abrazos. La seguridad. Ese latir desesperado. Ese sentimiento. Con Joseph estaba…, con él estaba el amor. Y tal vez ya era muy tarde para dar marcha atrás; pero aún tenía tiempo, aún podía frenar el sentimiento. Levantar un muro. Aún podía.