How I Met Your Mother Drabbles: Lily/Robin

Nov 06, 2011 16:04

Así que aquí vamos, con las primeras viñetitas preparadas. A ver qué tal: ¡estrenamos fandom!

Fandom: How I Met Your Mother
Pairing: Lily/Robin

Demonios
Porque, bueno, a veces se le hace un poco cuesta arriba, todo esto. La casa nueva -y no, gracias, no necesita que nadie suelte la bromita de rigor-, el quiero/no quiero niños, el mismo Marshall. A veces se estresa un poco, la verdad, y necesita salir y chillar y beber más de la cuenta, revolcarse por los suelos. Y es bueno saber que tiene una amiga, porque Robin siempre está ahí -es como una versión masculina de Ted, ahora que lo piensa-, es bueno saber que, no importa lo que pase, siempre habrá alguien dispuesto a llevarla de vuelta a casa.
Algunas noches, justo antes de dejarla en el sofá -Lily no es buena abriendo puertas, cuando está borracha-, Robin la besa. Un poco, labios y lengua y aliento cargado de alcohol, desesperado. Y Lily responde, por supuesto, porque está bien, es casi la conclusión lógica de toda la noche. Es como si todo lo de antes -la bebida y la música y el despedirse de los chicos porque, hey, ellas necesitan su espacio- fuese simplemente un preámbulo, como si todo las preparara justo para esto, ese momento, labios contra labios, tan parecido y, al mismo tiempo, tan diferente de los besos con Marshall. Así que sí, responde, se deja llevar y quizás lo disfruta un poco más de la cuenta, quizás querría decirle a Robin que entre, alguna noche, entra y no salgas nunca, quédate conmigo. Pero la deja marchar, cada vez; a la mañana siguiente volverán a ser sólo amigas. Cada una tiene sus demonios, desde luego, pero es bonito saber que, pase lo que pase, siempre se tendrán la una a la otra.

Interrogatorio
Lo hace cada vez, casi sin darse cuenta. La somete a un interrogatorio cuidadoso, bien pensado; lo averigua todo en apenas unas preguntas, hasta el más mínimo detalle -todavía recuerda esas preguntillas quizás demasiado personales acerca de Barney-, y lo curioso es que, la mayor parte de las veces, a Robin no le importa. Quizás es porque Lily tiene los ojos así como muy abiertos cuando pregunta, como diciendo es de verdad, me interesa. Quizás porque le gusta, esto de tener una amiga, una mejor amiga de las de verdad, de las que duran. (Quizás porque, a veces, cuando habla demasiado tiempo acerca de un tío, cuando empieza a apuntar muy alto, a soñar más de la cuenta, Lily se pone así como verde; es gracioso verla celosa).
Lo hace cada vez, desde luego. Le pregunta hasta el número de zapatos del tipo en cuestión, por si es proporcional, dice; Robin se ríe, cuando oye esto. Y luego se pone algo más seria y le dice, le confiesa pero tampoco es para tanto. Porque ninguno llega a su altura -ninguno se acerca a Lily-, porque es difícil encontrar al tío perfecto cuando lo compara con su mejor amiga.

Opciones
Lily dijo que quería vivir, en su momento. Que quería ir a conciertos, viajar por Europa, besar a una chica, antes de casarse. Y a Robin le pareció estúpida, la idea, porque vivir no es nada de eso, pensó; la vida no se planea. No puedes marcarte las pautas, el camino a seguir, como hace Ted; no puedes atarte a un calendario que diga qué tienes que hacer en cada momento.
Hay más opciones, intentó explicarle a Lily. Puedes elegir -y es un poco hipócrita, decir esto, cuando ella misma está intentando no moverse de Nueva York, estabilizarse y todo el rollo-, puedes dejar que las cosas vengan. Puede que nunca viajes por Europa, Lily, no más allá de tu luna de miel o de un fin de semana romántico; puede que las cosas no salgan como querías, pero eso no significa que vayan a salir mal.
Lily dijo que quería vivir; a Robin le resulta difícil explicarse que ya lo ha hecho. Que tiene un trabajo y un marido y unos amigos estupendos, que has recorrido un camino largo hasta llegar aquí, y lo sabes. Y, si lo que quiere es besar chicas, bueno, ella está dispuesta a ayudarla con eso.

Temblor
La primera vez es raro. Es incómodo, también, las dos en el sofá, es rápido y un poco peligroso, si se paran a pensarlo -a Barney le encantaría, eso Robin lo tiene claro, pero quizás Marshall no sería tan comprensivo-. Se prometen una a la otra esperar, para la próxima, buscar un buen momento; Lily confiesa, al momento, que no está segura de poder aguantar. Robin piensa lo mismo, y se ríen.
La segunda vez que lo hacen todo sale algo mejor. Se desvisten la una a la otra, se acarician, se toman su tiempo. Se besan y se tocan, hacen todo lo que querían hacer, todo lo que no deberían estar haciendo. Deberíamos sentirnos culpables, dice Robin, en ese momento, y el cuerpo de Lily tiembla, un segundo; ojalá me hubiese mordido la lengua, piensa la reportera. Intentan recuperar el ritmo, intentan seguir adelante, pero no funciona; Lily se deja caer en la cama, al cabo de un momento, dice tienes razón. Deberíamos sentirnos mal por esto, ¿no? Quiero decir, que está Marshall, y, bueno, más o menos Barney, y... Y no sabe cómo seguir. Robin se deja caer a su lado, la besa. Y se le ocurre que no puede estar tan mal, esto, porque Lily sonríe un poco, y se sienten bien, las dos. Y dice no lo sé. No estoy muy segura, la verdad, no sé cómo tendríamos que sentirnos. Pero, bueno, no está mal, esto, ¿no?
Lily no responde. Sólo la besa.

Ya
No es tan fácil, desde luego. No basta con besos a escondidas y caricias robadas, no basta con somos las mejores amigas del mundo, tan buenas que se meten la lengua hasta la tráquea. Ya no son adolescentes, aunque a veces cueste creerlo, ya no son unas niñas, y hay más cosas, en el mundo. Robin nunca ha creído en los cuentos de hadas, por más que lo ha intentado -que es casi que demasiado-; Lily tiene el suyo desde hace mucho tiempo. Así que no, no es como en la televisión, esto que tienen -sea lo que sea-; tampoco es una aventura en toda regla. Más o menos. Eso creen. Es algo más, es algo distinto; es difícil definirlo sin sentirse culpable, la verdad. Quizás por eso no lo hacen.
Robin dice que no cree en las etiquetas, tampoco. Por qué ponerle nombre a algo si puedes llamarlo, simplemente, algo. Por qué ponerle nombre a esto, murmura mientras la besa, a escondidas de todos -a veces cree que Ted lo sabe, por lo menos, pero nunca ha dicho nada-, basta con saber que existe. Y Lily, que es un poco más maniática con todo eso, propone inventar uno. Una especie de código.
Robin le asegura que sólo necesitan dos palabras. Bueno, tres. Lily, Robin (depende de quién hable). Ya. Y lo prueban un par de veces, incluso con los chicos -desaparecen en el baño algo más de media hora, y no hay preguntas-. Funciona.
Es todo lo que necesitan.

retos, c: lily aldrin, f: how i met your mother, femslash, fanfiction, c: robin scherbatsky

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