Tabla Momentos
Fandom: Harry Potter
Claim: James Potter/Lily Evans
11. Futuro
Lleva un vestido verde oscuro, un verde botella que resalta el color de su pelo, que combina a la perfección con sus ojos. Lleva un vestido largo y curiosamente provocativo, y está más bonita que nunca, a ojos de James. Se ha recogido el pelo, se ha pintado los labios; se retuerce las manos también, estropeando un poco el efecto. Tiene la vista baja.
Merlín, dice. No puedo creerlo. No, James tampoco. La atrae hacia sí, la besa; se mancha de pintura, de carmín rojo fuego, pero no importa. Lily se relaja.
Tranquila. Sólo es una graduación.
El Premio Anual tiene una novia guapísima; todos lo saben. O, al menos, todos los que importan; Peter suelta un silbido admirado, y sonríe, y Sirius flirtea medio en broma, y hasta Remus le dirige una mirada a la pelirroja. James asiente con la cabeza, dice Ya podemos salir.
Hay otras chicas fuera, esperando. Son los últimos, como siempre; Mary McDonald, amiga de Lily y compañera de todos, golpea el suelo con el pie, impaciente.
Ya os vale, dice. Se agarra al brazo de Sirius. Vamos a llegar tarde.
También ella está arreglada, un vestido más corto y más rojo y más escotado, muggle, a conjunto con el traje de chaqueta del más rebelde de los Black. Los tacones la obligan a contonearse de forma un poco extraña; James sólo puede imaginarse la cara de los Slytherin cuando la vean llegar. Se ríe.
¿Nervioso? La voz de Lily la delata. Ella también lo está.
Todo saldrá bien. No es más que una ceremonia, le explica. Ella asiente.
Lo sé. No es eso.
¿Entonces?
Todo lo demás. Y James entiende. No importa esta noche, ahora, no importa el tiempo que duren las fotografías y los discursos; ni siquiera los exámenes. No; lo que importa -lo que asusta- está mucho más allá, está fuera del castillo. Más allá de Hogwarts.
Ninguno de ellos quiere imaginarse el futuro.
6. Locura
Es una locura, protesta Lily. James se ríe; Sirius suelta una carcajada, también, pero más perruna. Un ladrido.
Eres una Gryffindor, Evans. Demuéstralo.
Y Lily frunce el ceño, y lo demuestra.
La moto voladora de Sirius es un cacharro enorme y peligroso -más que nada esto último, en palabras de ella-, y surca los aires muy rápido, en una carrera contra el tiempo. James está abajo, más y más pequeño cada vez; Lily se aferra a Sirius como puede. Le tiemblan las manos, las piernas; está aterrada. Pero es una Gryffindor.
Y los Gryffindor cometen locuras, de vez en cuando.
Voy a matarte, Black, comenta, una vez se han bajado. James la abraza, y sonríe. Se besan.
Si cada locura tiene una recompensa así, Lily está dispuesta a cometerlas todas.
20. Celebración
Alguien, en una cocina, abre una botella de champán muggle. Sirve unas copas y brindan, celebran. Hay gritos y fiesta por las calles; la magia está en todas partes, este uno de noviembre de mil novecientos ochenta y uno. Alguien chilla un nombre, ¡Harry Potter!, y los demás lo aclaman, y nadie cae en la cuenta de que es sólo un niño, un bebé; nadie recuerda que a su héroe no le queda nada, ahora.
Han atrapado a Sirius Black, asesino y mortífago y sangre pura, un renegado de todas partes y de ninguna. Han atrapado al hermano de no-sangre de los Potter; van a enviarlo a Azkaban.
Cae una ligera llovizna en toda Gran Bretaña. Son chispas pequeñas de agua; Godric’s Hollow se moja lentamente, minuto a minuto, al ritmo de la música en las calles. Magos y brujas celebran; hay un hombre asomado a una puerta rota, esperando encontrar algo, algo que le diga que él también debe celebrar.
El lobo dentro de Remus Lupin olfatea, aúlla; hay restos de magia negra en la casa, y todo huele a muerte y a pérdida.
El mundo mágico celebra.
James y Lily Potter no tienen nada que celebrar.