Tabla Simbólica: 10, 11, 12

Oct 25, 2010 16:10

Tabla Simbólica

Fandom: Fushigi Yuugi
Claim: Hikou/Houjun/Kouran

10.Marioneta
No sabe exactamente qué pensar. Hace algo más de dos meses que se encontró con esa mujer, Sukunami Miaka -ella sí se presentó, después de todo-, y, desde entonces, no ha dejado de verla. Es casi como si la siguiera, como si esperase encontrar… algo. O a alguien.
Y Kouran está asustada, porque algo, algo muy dentro de ella, cree saber quién es ese alguien. Houjun.
Se deja caer en el suelo. El césped está húmedo; es una suerte que sea verano, piensa. A su lado, Hikou gruñe; él y Houjun han estado jugando a las cartas y, probablemente, ha perdido. Como siempre. Sin poder evitarlo, a Kouran se le escapa una risita.
¿Qué es tan gracioso?, pregunta su amigo. Ella niega con la cabeza, sin dejar de sonreír. De pronto ya no parece tan raro, el mundo, y el nudo en el estómago -el miedo- desaparece. Por un rato.
Porque, entonces, llega ella.
En realidad no parece haberles visto, en un principio. Son lo bastante discretos, los tres chavales de dieciséis años, y están bien escondidos. Así que no les ve, al principio, y Kouran suspira aliviada. No quiere que se acerque a ellos, que les salude. Les llamará por sus nombres, a los tres -no sabe exactamente cómo averiguó el suyo, siquiera, pero es casi seguro- ,y Houjun…
¿Qué? ¿Houjun qué exactamente, Kouran?, se dice. No tiene respuesta. Es una estupidez; su amigo no la conoce. Lo único que podría pasar es que se asuste -Hikou lo haría- o que la ignore amablemente.
Y, sin embargo, conforme se acerca esa mujer Kouran va sintiendo cómo se le hace, de nuevo, un nudo en el estómago, cómo los segundos pasan más y más lentos. Es como si la suerte estuviese echada. Como si no fuesen más que muñecos. Una marioneta en manos del Destino.
Querría echar a correr.

11.Déja vu
Él también la ha visto, acercándose poco a poco. Y deja el juego de cartas, deja todo lo que tiene entre manos, y la mira a ella.
Puede tener unos cuarenta y tantos. El pelo es cobrizo y largo, y los ojos, los más verdes que ha visto nunca. Parece japonesa o algo así, a pesar de lo extraño de su pelo y de su piel; tiene pómulos altos y cara redonda, y una sonrisa de niña que, juraría, ha visto en alguna parte.
Houjun tiene una sensación extraña, una sensación que -como dijo alguien- sólo puede expresarse en francés. Déja vu.
¿Qué os pasa, en serio? Y es que Hikou no la ha visto acercarse, ni tiene esa especie de expectación recorriéndole el cuerpo. Houjun querría decirle qué le ocurre, pero es que no lo sabe.
Duda que ella pueda explicárselo. Al fin y al cabo, dice su cabeza, no es más que una desconocida. Una mujer que se acerca a ellos y saluda y le sonríe, le sonríe a él, y luego se le llenan los ojos de lágrimas.
No has cambiado nada, dice. Houjun no sabe en qué tendría que cambiar, pero no importa. Ella lo abraza.
Y, de pronto, una parte de él parece despertar. Y recuerda. No demasiado, por supuesto; sólo lo suficiente como para saber quién es ella.
Miaka, es el nombre que acude a sus labios. Pero no lo pronuncia. No dice nada. Sólo Creo que se ha equivocado.
Y se aparta de ella.
Hay cosas que es mejor no recordar. Una segunda oportunidad consiste en eso: en volver a empezar.

12.Incertidumbre
Se despierta de un golpe, con la respiración agitada y las sábanas húmedas. Otra vez, piensa. Se muerde el labio.
Cómo lo odia. Cómo odia esa sensación incómoda -la culpa- por pensar en él, precisamente en él, cuando no tendría que pensar en nadie. O quizás sí, quizás en una chica. En Kouran. En una chica bonita y con curvas a la que pudiera llevar de la mano sin decepcionar a sus padres, a sus amigos.
Porque Hikou no se hace ilusiones. En el mismo instante en que alguien, cualquiera, se dé cuenta de… de eso, en ese mismo instante las cosas pueden ponerse feas. Muy feas. No quiere ni imaginarse a Houjun, a Kouran. No quiere pensar en cómo le darían la espalda, en la expresión disgustada, asqueada, incluso. Así que, mañana tras mañana, pospone la revelación para otro día. Para un día que, reza, no llegará nunca.
Pero no puede tardar mucho, ya. Tienen cerca de dieciocho años, y las bromas, los roces, se hacen insoportables; Houjun parece no darse cuenta de nada, y todo sigue como siempre, sólo que Hikou no quiere que todo siga como siempre; Hikou quiere algo nuevo, distinto. Y, una mañana, lo tiene.
Tenía que contárselo a alguien, le dice su mejor amigo. Ha ido a buscarle expresamente a su casa para eso, porque son amigos. Los mejores. Y Hikou sonríe débilmente, aunque quiere gritar. ¿Qué te parece?
Bien. Y es mentira.
La sonrisa de Houjun bien lo vale. A Hikou le tiemblan las manos.
Van al parque a esperar a Kouran; ambos están nerviosos, tensos, ambos esperan el mismo instante, y cada uno desea con más fuerza que el otro que no llegue nunca, que llegue enseguida. La incertidumbre es horrible. La espera se hace eterna.
Pero Kouran llega. Kouran siempre llega, piensa Hikou, y lucha por no decirlo en voz alta, agria, terrible. Le da un golpecito a Houjun en la espalda, le da ánimos. Es lo que un amigo tiene que hacer, compartirlo todo. Un amigo tiene que servir de apoyo en momentos como esos, en los momentos en que estás a punto de decirle al amor de tu vida cuánto significa para ti, cuando el miedo, la incertidumbre, hacen que te tiemblen las piernas. Y Hikou es un gran amigo.
Así que aprieta los dientes, reza, se retira. Es algo privado, lo que va a ocurrir.
Además, no necesita estar allí para conocer el resultado. No te engañes, Hikou. Sabes lo que va a pasar.
Diez minutos más tarde, Houjun aparece, de nuevo, en su campo de visión, con Kouran de la mano. Adivina, le dice. Ha dicho que sí.
A Hikou le cuesta sonreír.

30vicios, tabla simbólica, fanfiction, f: fushigi yuugi

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