News report

Sep 18, 2009 13:19

Tras el verano más productivo que he tenido en mi vida (tanto a nivel de ocio como laboral, por primera vez puedo decir tranquilamente que no ha habido un solo día en que me aburriera), la vida vuelve a la normalidad con todas sus consecuencias, tanto buenas como malas. Las buenas son que puedo volver a ver a la gente de mi facultad casi todos los días, lo cual la verdad es que se echaba de menos, y que por fin estamos empezando a dar asignaturas con un mínimo de interés ya que... tratan sobre Psicología, y sí, eso es una novedad ya que durante este primer año de carrera hemos estudiado de todo excepto lo que veníamos a estudiar, y ya íbamos necesitando algo que nos incentivara a tomarnos las clases con ganas. Las malas son... bueno, las típicas. A nadie le gusta madrugar contra su voluntad, que yo sepa. XD Y bueno, a parte está el hecho de que, debido a que por causas de fuerza mayor no he podido dejar el trabajo (y creo que no podré dejarlo en bastante tiempo aún gracias a mi permanente estado de pobreza familiar, ¡viva el capitalismo!), muchos días tengo que salir de mi última clase a las 14:30 y correr como una desesperada para llegar al trabajo a las 16:00... ¿os he comentado alguna vez que mi facultad está en el culo del mundo? Pues sí, así es, lo cual me deja sin apenas tiempo para engullir un sandwich que la mayoría de las veces me sienta mal debido a la velocidad a la que me lo como. Sí, amigos, me espera un semestre laaaaaargo. Pero extrañamente estoy contenta, a ver cuánto me dura. XD

Ya os había comentado alguna vez también que en mi facultad hay muchísimos gatos que campan a sus anchas. Pues el curso pasado había un señor muy majo de la residencia de ancianos cercana que iba todos los días a dejarles comida, lo cual a mí me dejaba muy tranquila porque me aseguraba la supervivencia de tan adorables felinos. Pero el día que fui a hacer la matrícula para este semestre, vi que había una nueva camada de gatitos (tampoco muy pequeños, tendrían tres o cuatro meses), todos extremadamente delgados que iban detrás de toda persona que pasaba por delante para ver si les caía algo de comer. Les di casi todo mi almuerzo y aún querían más. Me quedé bastante mal, porque yo iba tan confiada por la vida pensando que aquel señor tan amable les seguiría dando comida por los siglos de los siglos, pero claro... no pensé en que aquel señor probablemente no iba a vivir para siempre. Estos días he estado tomando el relevo y cada dos días o así les llevo un saco de pienso de mis gatos (los cuales por cierto me miran con rencor cada vez que cojo un saco y lo meto en mi mochila, a veces creo que incluso saben lo que estoy haciendo y no les parece bien que alimente a otros gatos... malditos bichos y su mirada escruta-mentes), pero se me plantea una interesante pregunta... ¿me pasaré toda la vida llevándoles comida, teniendo en cuenta mi reducido presupuesto y que hay muchos otros ancianos que podrían hacerlo por mí? ¿Podrá mi estúpida conciencia permitirme dejar de alimentarles para ver si a alguien más les dan pena y podemos al menos irnos turnando? ¿Están los gatos de mi facultad destinados a una lenta y dolorosa muerte por inanición, o a una más rápida pero igualmente dolorosa al ingerir en su desesperación algo que no deba ser ingerido? Sólo el tiempo lo dirá.

Y... la semana pasada fui a una discoteca gay (lo sé, cambio radical de tema XD). Fuimos unos amigos y yo acompañando a una amiga que nos comentó que se lo había pasado muy bien allí aunque no le suelen gustar las discotecas. Yo nunca había estado en un sitio así, pero quitando el hecho de que es una discoteca y que yo + ruido infernal + multitud de gente borracha = muerte, no estuvo del todo mal. Los espectáculos eran divertidos, lo has visto todo cuando ves a un grupo de tíos en top y minifalda bailando de forma increíblemente coordinada y haciendo gala de una elasticidad y un saber moverse con los que yo sólo podré soñar. XD Sólo que yo iba muy tranquila pensando que, obviamente, estando en una discoteca gay no tendría que quitarme de encima a ningún moscardón (como mucho a alguna tía, pero he comprobado que las mujeres son mucho más fáciles de disuadir que los hombres XD), pero no fue así. Me inquieta bastante el hecho de que haya tíos heteros que van a las discotecas gays para ligar. o_ó Además fue tan absurdo como:

-Hombre extraño: Perdona, ¿esto es una discoteca gay?
-Yo (mirándole, mirando al grupo de bailarines con minifalda y volviéndole a mirar): Sí, eso me temo.
-Hombre extraño: Ay, es que llevo en la ciudad sólo una semana y creo que me he confundido de sitio. ¿Conoces algún bar hetero?
-Yo: Pues no <--- Lo más triste de esa contestación es que no estaba mintiendo ^^U
-Hombre extraño: Oh, bueno. ¿Bailas?

Afortunadamente en ese momento mi amiga me agarró y me sacó a bailar para que se pensara que yo era de la otra acera, y el hombre no tardó en fijar su atención en otra de mis amigas a quien le soltó el mismo rollo. En fin, sobre estrategias de ligoteo no hay nada escrito, supongo.

curro, real life, psicología, verano, anécdotas, universidad, gatos, i'm irresistible xd

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