SPN Fic: Nothing left to lose (hoy, es el cumpleaños de Sam Winchester)

May 03, 2011 02:12




 Hoy, durante TODO el día, ha sido el cumpleaños de Sam Winchester.

¿Y yo? Sin enterarme, claro.

Llevo toda la semana haciendo mentalmente una entrada sobre Frontierland (Madrededios Frontierland), sobre Asoiaf (que es otra forma de decir TheonRobbJon y mevaaexplotarlacabezadeeuforiacomosigamosasímuchasgracias). También de GK, que estoy repitiendo (y ya no puedo estar más enamorada de DocDocDoc. NO. PUEDO.) La cuestión es que no lo he hecho porque es o entrada o fic ahora que empiezan los Tiempos Difíciles y claro, CLARO, ¿con tanta cabeza ida a dónde no se tenía que ir que me ha pasado? Pues que me he olvidado del cumpleaños de Sam Winchester, gente. No tengo perdón de Chuck.

Haría también ahora una entrada larga (gigantesca) sobre Sam. Sobre lo mucho que he escrito y tratado de entender de él durante todo éste tiempo. Sobre las largas horas de la carretera, sobre ser hermanos y necesitarse con todo lo que tienen. Sobre ese miedo a la pérdida que anida en todos nosotros. Sobre esa noche, allá por el tiempo en que el infierno les pisaba los talones pero aún así seguían luchando. Porque luchar es todo lo que les quedaba, todo lo que les queda. Porque siguen luchando.

El caso es que tengo esta cosa escrita desde el otro cumpleaños de Sam. Es una cosa bastante ridícula y me lo parece más a medida que la releo, pero no tengo nada más para su cumpleaños excepto otra cosa ridícula que no tiene nada que ver, así que bueno.

Hoy no puedo hacer todo eso, pero puedo decir Feliz cumpleaños, Sammy, encender una caja entera de fuegos artificiales, fumar en su honor un cigarrillo en la ventana y pensar Dios santo, cuánto se quieren.

Cuanto (cuan desesperada, profunda, desquiciadamente) se quieren.

Feliz cumpleaños, Sammy.

Nota:  porque allá por la época en que empecé a escribir, y a escribir sobre los chicos, se leyó miles de veces la versión larga de esto, que quedó olvidada en una carpeta perdida hasta hoy. Porque siempre me acompaña en el viaje y es parte de lo que lo mantiene vivo. Porque tiene razón cuando dice que todo es mejor si hay una dedicatoria ^^ para izumi_s . Fe, nena. Seguiremos teniendo esa fe, pase lo que pase.

(Spoilers del final de la tercera temporada)

*

(When they got) Nothing left to lose

(They got each other)

“Hoy es tu cumpleaños”

Le escucha decirlo así, sin más, pero a Sam la simple mención de la fecha le estremece los huesos.

Dean conduce tranquilo a su lado. La mirada al frente y el cuerpo relajado mientras persigue las líneas amarillas que se adentran en la oscuridad. Hay algo en esa postura (demasiado cuidada, demasiado perfecta) que le hace ponerse alerta de repente. Conoce todas las caras de póquer de Dean, todos sus trucos de máscaras, los ha visto mil veces antes y tiene la sensación de que ahora mismo, está poniendo en funcionamiento la artillería pesada.

Lo que hace ésta vez es mirarle sonriente desde el asiento del conductor, una sonrisa diez años más joven y diez veces más entusiasmada de lo que le ha visto en mucho tiempo.

“Deberíamos hacer algo, ya sabes, para celebrarlo” dice, y la alerta a Sam se le enciende como una cerilla abandonada frente a un escape de gas.

“Pensaba que ya habíamos hablado de eso”

“No estoy diciendo que dejemos de buscar. Sólo digo que podríamos tomarnos un par de horas libres. No es como si fueran a hacer mucha diferencia”

“Dean. Queda poco más de un día ¿Como cojones no van a hacer diferencia?” Se enfada. Nota que  se enfada. De cero a cien y aumentando. Lleva casi un año esperado que la aguja del reloj cruce el umbral de las doce con el oxígeno atrapado en el pecho y ya no le queda fuerza para contenerse. Aún así, consigue respirar hondo y habla despacio, calmado, a ver si así consigue que le entre en la cabeza.

“Dean. No. Tenemos. Tiempo”

Dean hace un ruido ronco que se le ahoga en la garganta, como conteniendo la ironía y la sonrisa se le nubla en una mueca demasiado cansada que se va transformando poco a poco en un reflejo de lo que hay debajo. Parece ansioso, como si el también estuviese intentando mantener algo a raya. Poco más de veinte horas, eso es todo lo que les queda. La cuenta atrás se agota por momentos y cada uno de los minutos que pierden a Sam se le clavan como cristales en una  explosión. Dean está ahí, pidiéndole cosas que no es capaz de dar como si no tuviese importancia. Sospecha que otra vez está tratando de entretenerle para evitar que haga algo estúpido y deje de presionarle para buscar una solución y Sam es cada vez menos capaz de contener la forma en la que le empieza a hervir la sangre.

Es tu vida, Dean. El resto de tu vida. El resto de mi vida.

“Es precisamente ahora cuando todavía tenemos tiempo, Sammy” contesta Dean y Sam empieza a asustarse un poco porque parece loco, loco de algo que Sam es incapaz de ver “Tú y yo,  y una maldita noche libre. Maldita sea” golpea el volante “No es tanto pedir”

Sam se encoge instintivamente cuando nota que el coche se detiene al borde de la carretera. Pasan unos segundos en los que todo parece latir, unos segundos en los que los nudillos de Dean se vuelven blancos en torno cuero desgastado del volante.

No es hasta que silencio empieza a pesar en la oscuridad húmeda del Impala cuando su hermano habla por fin.

“Es sólo- no quiero perdérmelo, Sam”

Sam no puede hacer más que quedársele mirando, desprotegido con le ha visto tan pocas veces. Rabioso de algo que está lejos de la ira. Algo cercano a la angustia.

Su hermano se gira para mirarle con ojos que son casi negros en la oscuridad “Lucharemos” dice  “Cuando llegue el momento, te juro que lucharemos. Pero necesito-” Dean coge aire despacio, con cuidado, susurra  “Necesito llevarme algo, Sam. Necesito algo que me  siga haciendo humano ahí abajo si perdemos”

No vamos a perder. Piensa Sam instintivamente. Pero no es así, ¿verdad? Pueden perder. Y quien sabe si entonces alguna vez volverá a haber tiempo.

Dean baja la vista, se arrebuja en las profundidades de su chaqueta, suspira desde lo más profundo de sus pulmones, y Sam lo ve, de repente, con más claridad de la que lo ha visto hasta ahora: un miedo que vas más allá del infierno. Miedo a dejar de ser él mismo. A las palabras de Ruby. Un miedo que Sam sólo acaba de empezar a comprender pero que le llena la sangre de algo que le hace sentir enfermo y podrido y, repentinamente, siente el final más cerca de lo que se ha permitido verlo hasta ahora.

Se calma tan rápido como se enfadó. De golpe. Se desinfla. Dean sigue con las manos aferradas al volante. Su cara queda oculta por la oscuridad. Le oye respirar a bocanadas y nota como la misma ansiedad le late también en el pecho, dejándole sordos los oídos. Se da cuenta de que ha estado tan obsesionado con la idea de salvarle, tan ciego de miedo por volver a vivir la vida muerta de hace sólo unos meses, que no se ha dado cuenta de que ese muro blindado que siempre ha sido su hermano mayor se estaba también resquebrajando.

Dean sigue respirando. Sam nota como se recompone a su lado. La respiración más lenta ahora, controlada. La única familia que tiene, lo único que ha impedido siempre que Sam se convirtiese en un monstruo, y se da cuenta de que tiene razón. No es más que el mismo miedo. Sam se aferra a Dean porque es lo único que le hace humano y lo que su hermano le está pidiendo es exactamente lo mismo. Dean sólo le está pidiendo un motivo para seguir teniendo corazón.

Tan ciego como siempre, Sam.

“Hey, Dean. Ven aquí” dice, bajito “Que-” Empieza, pero Sam le corta “Acércate” y es muy probable que lo que le esté haciendo temblar y lo que llena de frío los extremos de sus manos sea ese miedo pero no importa. Porque puede ocurrir. Porque pueden perder, y tal vez cuando el tiempo se acabe Sam también necesite guardar algo que le siga haciendo humano.

Le abraza, le abraza tan fuerte que es su propio cuerpo el que se queja. Entierra la frente en su cuello y respira el olor templado que se esconde ahí, el mismo olor con el que se quedaba dormido por las noches cuando eran niños, el olor de sus recuerdos, ese olor con el que sueña a veces, cuando la noche es demasiado oscura y el miedo demasiado grande. El olor de su hermano.

“Aunque también podemos quedarnos un rato aquí, si quieres”

Sam ríe, asiente contra su piel, cierra los ojos. Aspira ese olor para no perderlo, a pesar de que sabe que en realidad no podría olvidarlo nunca.

“No, Dean. Ven aquí”

Es tan suave que no parece un beso, al principio. Solo rozarse los labios, respirar el aire que se posa en la piel del otro. Es tan suave que no parece un beso, al principio, pero entonces Dean gime, y Sam abre la boca, besa, lame, se hunde, se desespera y Dean lo coge todo, se lo lleva todo, y Sam se lo da, porque ya lo hizo una vez, porque puede volver a hacerlo, porque

Se separa, jadeando, sostiene la cara de Dean entre sus manos, le obliga a mirarle a los ojos. Recuerda el vacío, el dolor, la pérdida. Todo lo que volverá a pasar. No va a (no puede) permitirlo.

Va a luchar, aunque tenga que descender al infierno y sacarle con sus propias manos.

Porque cuando no les queda nada que perder, se tienen el uno al otro.

“Lo haremos. La próxima vez. Lo haremos, Dean”

Es una promesa. Sam Winchester siempre cumple sus promesas.

*

! fic?, the epic love story of sam and dean, !fandom: spn, everybody is broken, !pairing: sam/dean

Previous post Next post
Up