Tal vez algo más (Blair/Serena) [Gossip Girl] [Amigo Invisible '09 @ judeyconstance]

Jan 07, 2010 13:58

Título: Tal vez algo más
Fandom | Personajes: Gossip Girl | Blair/Serena, Blair/Nate
Rating | Advertencias: NC-17 | Femmslash, lemmon
N/A: Esto ha sido escrito para el Amigo Invisible de judeyconstance .Es mi primer femmslash en el fandom. Cuenta para el quinesob  y el dekasem .
Palabras: 2061

Hubo una época en la que Blair y Serena eran como uña y carne. Como las dos partes de un todo. Se complementaban como unos pendientes complementan a un colgante de Dior. No podían estar la una sin la otra, como ese par de guantes de cashmere color azul bebé que el padre de Blair le había regalado un viernes por la tarde, simplemente porque sí.

(Más adelante, Blair entendería que eran pequeños detalles para paliar la culpabilidad que sentía por ponerles el culo a chavales de la edad de su hija)

Hubo una época en la que Blair y Serena eran casi como hermanas. Inseparables, “si saltas tú, salto yo, ¿recuerdas?” y aquellas noches en que Serena se mordisqueaba las uñas sobre la cama de Blair mientras veían Titanic una y otra vez.

Hubo una época, antes de que Serena desapareciese y todo se volviese más negro que los últimos zapatos de Stella McCartney, en la que se divertían. Salían de juerga hasta las mil, se bañaban en champán en la suite de los Bass en el Palace, bailaban descalzas sobre las barras de los clubes más selectos de Manhattan y caían rendidas en una cama cualquiera, sabiendo que cuando volviesen a abrir los ojos (ya fuesen dos horas o dos días después) estarían una al lado de la otra, como una versión con mucha más clase de Thelma & Louise; burlando a la desdicha y dando esquinazo al aburrimiento.

Eran las reinas, qué digo reinas… eran las diosas del Upper East Side. Las chicas a las que todos querían imitar y a las que todos miraban, con envidia o deseo, eso da igual, el caso era que las miraban, y eso las hacía ser alguien.

Blair recuerda aún ahora, sentada delante de su tocador, esperando a que llegue su madre para decirle qué vestido tiene que ponerse para la fiesta que organizan en su casa (a Eleanor Waldorf le gusta tenerlo todo bajo control, en lo que a sus diseños se refiere), el momento en el que todo cambió.

Serena era como un meteorito. Luminosa, enérgica, de fuego. Quemaba la noche y a todo el mundo a su paso; y su compañera de correrías, Georgina Sparks, bastante más alocada que ella (si eso era posible), empezó a reemplazar a Blair en sus salidas nocturnas.

No era que a Blair no le gustase salir a divertirse, pero quería entrar en Yale, y para eso no bastaba con sacar buenas notas. Tenía que ser la mejor.

Su amiga empezó a cambiar y Blair no sabía si para bien o para mal.

Recordaba aquel cumpleaños de Chuck Bass, aquella noche, todo había cambiado. Después de aquella noche, Blair no había vuelto a ver a Serena con los mismos ojos… cómo si fuese posible. Y poco después, ella se marchó al internado, y aún no había vuelto.

Se pasa un cepillo por el sedoso pelo castaño. Recuerda como se había reído aquella noche. Tenía que reconocer que estaba un poco achispada, pero ni de lejos tanto como Serena. Estuvieron bailando en la suite de los Bass. Entonces, Serena se subió con Georgina a la mesa de cristal importada directamente desde Alemania hasta aquella suite, y se pusieron a bailar pegadas como dos streapers cachondas. Había algo que la desagradaba en todo aquello. Algo que se escapaba a su entendimiento. Pero no le hacía pizca de gracia verlas bailando así. Tenía algo de… denigrante, tal vez.

Bebiendo un sorbo de su copa de champán, la tercera o la cuarta, se apartó de la mesa y se acercó a la terraza, para apoyarse en la balaustrada y mirar las luces de la ciudad que se extendían a sus pies. Soltó un suspiro y cerró los ojos. Hacía fresquito, pero no lo suficiente como para ponerle la piel de gallina en su vestido sin mangas, diseño de su madre.

Una voz a sus espaldas, esa voz suave y un tanto sensual que a veces lograba hacerla temblar, se oyó a su espalda.

-Hey… ¿qué te pasa?-Nate, su novio, ese al que quería desde siempre y para siempre, estaba mirándola con esos ojitos azules que a veces casi parecían vulnerables.

Blair le sonrió y se acercó a él, que la abrazó, para respirar ese aroma dulce que le hacía sentirse bien.

-Nada-no era una mentira, la verdad era que no sabía qué le pasaba-tenía un poco de calor-bueno, vale, tal vez eso era una mentira.

Lo notó sonreír contra su pelo, y Blair supo que todo iba a ir bien.

Volvieron a entrar en la suite, y Blair vio que Georgina bailaba con dos jugadores del equipo de lacrosse del Saint Jude’s haciendo un sándwich con ella. Y vio a Serena sentada en la barra del mini bar de la suite, revolviendo su coctel azul con un palillo antes de bebérselo de un trago.

Ella se volvió hacia Nate y le echó los brazos al cuello.

-¿Bailamos?-preguntó con esa sonrisa confiada, de quien sabe que la respuesta va a ser afirmativa. La sonrisa de los chicos del Upper East Side.

Por suerte la canción era lenta, porque Blair no estaba de humor para nada más enérgico. Cerró los ojos y se pegó a Nate. Sim embargo, con un ojo, vigilaba a Serena, lo que estaba haciendo, y si volvía a hacerse la lesbiana calentorra con Georgina.

Entonces la oyó chillar algo, distorsionado por la música, y todo el mundo corrió en desbandada hacia la puerta.

-¿A dónde van todos?-le preguntó a Nate.

-A Central Park, a bañarse en el lago-explicó él con una sonrisa.

Blair frunció el ceño, a medias, pero se detuvo cuando se dio cuenta de que seguramente le saldrían arrugas.

-Y tú quieres ir… ¿verdad?-una de las ventajas de estar con el mismo chico desde parvulario es la de conocer sus deseos a cada momento.

Y por mucho que intentase decir que no, su sonrisa de niño travieso acababa de delatarlo.

-¿No te importa?-preguntó, rozando su nariz con la de Blair (había cosas que hacía, como esa de rozarle la nariz, o besarle el pelo, que la derretían completamente… y Blair no podía creerse que fuese suyo. Suyo, suyo, suyo.).

Ella le dedicó la sonrisa más dulce que pudo esbozar, y negó con la cabeza.

-Ve y diviértete-dijo poniéndose de puntillas y besándolo suavemente-yo me quedo, que si me resfrío no podré estudiar para los parciales-se soltó de él y le dio un suave empujón.

Él le dedicó una última sonrisa antes de meterse las manos en los bolsillos y salir, medio cabizbajo, de la suite de los Bass.

Blair soltó un suspiro y se descalzó. Adoraba sus Manolos, pero sus pies pedían auxilio en Código Morse. Pero lo que no descubrió hasta ese momento, fue que Serena se había quedado también. Que se habían quedado solas en la suite más lujosa de todo New York.

Su mirada en el espejo adquiere un brillo extraño. Que no es nostalgia, tal vez deseo. Pero el recuerdo de esa noche sigue atormentándola cuando no puede dormir. Si no pienso en ello no ha pasado es lo que se dice cada vez que esa noche se cuela en su mente. Pero ha pasado.

Recuerda como Serena se levantó de la barra, dejando tras de sí una copa a medio acabar, con líquido color azul que reflejaba las luces de la suite. Recuerda como se acercó a ella, con esa sonrisa perfecta que lograba opacar el brillo de cualquier foco. Recuerda, también, como se agachó hasta llegar a su altura y rozó sus labios, finos y sensuales, contra los de Blair, cuya espalda se tensó y retrocedió un paso, manteniéndose lejos del alcance de Serena.

-¿Qué se supone que haces?-preguntó, casi lo bastante escandalizada como para levantar la voz.

Recuerda como Serena compuso ese puchero capaz de convencer al mismísimo Presidente de entablar la Tercera Guerra Mundial de habérselo propuesto.

-Estás enfadada conmigo-se metió las manos en los bolsillos traseros del short vaquero que llevaba-y quería saber por qué-añadió, sacudiendo la cabeza para apartar el flequillo rubio de delante de sus ojos azules, que, como el cóctel, reflejaba las luces de la suite.

Blair miró al techo, hastiada. Un diez para Serena, la reina de la perspicacia.

-No estoy enfadada contigo, si eso te deja más tranquila-dijo, dejando traslucir el mínimo rencor en su voz, era más bien esa condescendencia de Blair Waldorf que lograba minar la autoestima de todo el mundo.

Pero Serena no era todo el mundo.

-Las amigas no se dicen mentiras, Blair-le soltó con tono dolido.

Blair, que se había girado, dándole la espalda, se volvió hacia Serena, dispuesta a decirle las cosas claramente.

-No, tienes razón. Las amigas no se dicen mentiras. Pero las amigas tampoco se dejan de lado unas a otras por una niñata drogadicta que baila como una lesbiana cachonda y a veces parece fugada de una película de zombies con poco presupuesto-soltó, con su mejor tono de “soy Blair Walfdorf y soy mejor que cualquier ser humano en el mundo”.

Lo que ella no se esperaba, mientras soltaba su pequeño discurso, fue que Serena esbozase esa sonrisa, la sonrisa de alguien que se las sabe todas.

-No puedo creerme que estés celosa-su tono era ese mimoso que le hacía parecer un peluche demasiado grande-si sabes que tú eres mi amiga favorita-añadió, volviendo a agacharse y besándola.

Esa vez no fue un simple roce de labios, esa vez la lengua de Serena entró lentamente en su boca, mientras Blair se preguntaba por qué se estaba dejando; pero la respuesta a su pregunta se perdió en el momento en el que comprobó que Serena sabía a coco y piña, tal vez a Blue Tropic.

Durante unos segundos, tomó consciencia de sí misma. Estaba besando a su mejor amiga. Una chica. Eso no estaba bien. No.

-¿Qué se supone que haces?-preguntó, sin separarse de la boca de Serena más que dos centímetros.

-Tranquila, será divertido-dijo con Serena, como siempre, solucionando todo con esa frase.

Sus labios volvieron a encontrarse, no tan despacio, no tan suavemente como antes. Había algo en la forma en que Serena y Blair se estaba besando que lograba acelerar el corazón de la chica Waldorf. Serena movía la lengua de una forma en que, Blair lo entendió, estaba dominándola.

Inconscientemente, se acercó un poco más a ella, notando los pechos de su amiga contra los suyos, y una de sus manos en la cintura, que en ningún momento había notado llegar allí. En un recóndito lugar de su mente, Blair se preguntó cuándo se había puesto de puntillas, pero entonces, en el momento preciso en el que la lengua de Serena delineó su labio superior, haciéndole soltar un ronroneo, se dijo que no importaba. Nada importaba realmente.

Sólo que esa sensación no se acabase.

Blair cierra los ojos, dejando el cepillo encima de su tocador.

Recuerda lo que pasó después. Recuerda cómo Serena le fue subiendo el vestido poco a poco hasta quitárselo por la cabeza. Recuerda como sus propios dedos, como si fuesen los de otra persona, desbrocharon la camisa de su amiga. Recuerda los labios de Serena bajando por su pecho, sus dedos abriéndose paso a través del encaje de sus braguitas de La Perla. Recuerda como sus dedos, casi moviéndose por propia voluntad, se cerraron en torno a uno de los pezones de Serena, acariciando despacio, mientras sus lenguas volvían a encontrarse.

Vuelve a abrir los ojos, y ve que, bajo el maquillaje, está sonrojada.

No puede evitarlo, al recordar como, una vez despojada de la lencería que la propia Serena le había regalado las últimas Navidades, sus labios bajaron de su ombligo a sus caderas, de sus caderas bajaron al pubis, y, desde ahí, su lengua siguió el itinerario.

Recuerda, sin quererlo, como se arqueó y retorció en esa cama. Como gimió cuando Serena introdujo en ella un dedo más experto de lo que ella se había esperado. Cuando a ese dedo le siguió otro. Recuerda, y casi, casi se avergüenza, como gritó, mezclando su voz con la música a todo volumen, cuando la hizo llegar al orgasmo.

Recuerda, aún sin quererlo, el momento en el que su amistad con Serena se convirtió en algo extraño.

Tal vez algo más.

~ escrito: fanfic, fandom: gossip girl, comunidad: judeyconstance, # periodo: quinesob, advertencia: femmslash, longitud: one-shoot, pairing: blair/serena, advertencia: lemmon, # periodo: dekasem, · fuente: reto, pairing: blair/nate

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