Título: A Magical Marauders' Tale II: De bostezos, calderos hirviendo y plumas voladoras
Fandom | Personajes: Harry Potter | Merodeadores
Rating | Advertencias: ATP | Ninguna
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quinesob . Además, es el segundo capítulo de mi historia larga
A Magic Marauders' Tale. Y eso es todo.
Palabras: 585
De bostezos, calderos hirviendo y plumas voladoras
Que el primer día de clase les toque Historia de la Magia justo recién levantados es una jodienda, según Sirius. Remus lo mira inquisitivo y se sorprende cuando Sirius dice que “está chupada”.
La verdad es que mientras están en clase, Remus (bastante sorprendido de la existencia de un profesor fantasma, todo hay que decirlo) toma apuntes diligentemente, mientras Peter, a su lado, lucha porque la cabeza no le caiga sobre la mesa. Sirius, en la mesa de delante, se rinde al sueño, cosa que llevaba evitando desde el quinto bostezo. James, a su lado, hace garabatos en el pergamino.
Peter suelta un bostezo descomunal. Se ha perdido a medio camino entre Urk el Guarro y Ork el Sucio. Dos gremlins al strogoff aderezados con zumo de seta azul pitufo.
Remus le da un codazo, despertándolo y trayéndole de nuevo a la realidad. La clase se ha acabado, por fin.
Al salir al pasillo, Remus se siente como renovado, como si respirase aire puro. Hay veces, como esa, en las que mataría por dejar de lado la responsabilidad y poder relajarse. Pero la disciplina inculcada desde niño se lo impide.
Lleva en las venas la necesidad de ser el alumno ejemplar, y si embargo no ha podido dejar de fijarse en la chica pelirroja de la segunda fila, que seguía las explicaciones del profesor fantasma sin apenas pestañear.
Lo que ni Remus ni nadie sabe, es que Lily está asustada. Asustada y fascinada a la vez. Curiosa combinación. Asustada porque nunca antes había visto nada parecido. Fascinada por lo mismo.
Sin embargo, cuando el orondo profesor de pociones le pone delante un caldero hirviendo, ella sabe exactamente lo que tiene que hacer, sin necesidad de que nadie se lo explique. Como si de un talento natural se tratase, sabe qué hacer, qué ingrediente echar y cuantas veces revolver.
Decididamente, Slughorn le cae bien. No sólo porque la haya alabado delante de toda la clase y haya subido quince puntos a Gryffindor durante su primera clase… No sólo por eso. A parte, imparte su asignatura favorita, o al menos, la que ella ha decidido que es su favorita.
Sonríe afablemente a un chico rubio, que, pálido y ojeroso, le dedica una sonrisa agradecida por haber recolectado puntos para su casa, cuando su acompañante más cercano, un chiquillo de cabello castaño claro y mirada acuosa, ha hecho estallar tres calderos en el primer tercio de clase.
Y la verdad es que Peter acaba de decidir que odia las Pociones. Con toda su alma. Sabe que no puede pretender igualar a Sirius, que diferencia a Urk de Ork a la perfección sin abrir un solo libro; ni con Remus, que lo aprenderá a base de empuñar codos y paciencia.
Peter descubre su talento bastante después; concretamente tras el almuerzo, durante el cual James convirtió el agua en zumo de cereza con solo concentrarse un poco; su talento, tal vez oculto, es la magia misma.
En Encantamientos, empuñando la varita, siente como late en sus sienes y hormiguea en sus dedos. Y de repente, como si una descarga lo sacudiese, hace que su pluma llegue al techo con sólo desearlo y murmurar las palabras entre dientes.
Lo ha logrado antes que Sirius, ese hechizo es demasiado simple para él; antes que James, cuya pluma se redujo a cenizas debido a la concentración de energía; antes que Remus, que necesita desentrañar la maraña teórica anteees de llevarla a la práctica. Lo ha logrado.
A su manera; pero lo ha hecho.