Aug 22, 2008 09:47
Daphne no ha mirado a su hermana en toda la mañana.
Sabe que está radiante, vestida de blanco impoluto y con el pelo, más oscuro que el suyo, cayendo en bucles dorados por su espalda. Sabe también, aunque no la ha mirado, que el corpiño recamado de plata se le ciñe en el pecho y que la falda de seda blanca le cae desde las caderas, como si fuese agua resbalando sobre piel
Y sobre todo, nota su sonrisa. No la ve porque no quiere, pero sabe que sonríe con esa mezcla de dulzura y descaro, con el brazo de Malfoy entre sus pequeñas manos de dedos inquietos.
Y Daphne es consciente de que el gilipollas de Malfoy no es consciente de la suerte que tiene al casarse con su hermana. Porque se lleva una de las cosas más preciadas para Daphne. Porque Astoria no sólo es su hermanita pequeña, sino que para Daphne lo es casi todo.
Porque nunca han sido solo hermanas.
Daphne está sentada con Theodore, y la mano del chico está clocada sobre la pierna cruzada de la chica, más cerca del muslo que sobresale por la raja de la túnica verde hierba que lleva la hermana de la novia que de la rodilla, donde se supone que debería estar.
Astoria camina hacia allí del brazo de su recién adquirido esposo. Draco la mira como si no se creyese que por fin es su esposa. Llegan junto a Daphne y Theodore y la novia le dedica a su hermana la sonrisa sibilina y depredadora que le ha dedicado siempre.
Daphne alza una ceja levemente y gira el rostro hacia un sorprendido Theodore, al que besa delante de su hermana, dándole a entender que no le importa realmente que se haya casado con Malfoy.
La menor de las dos hermanas mira a la otra como si le hubiese arrancado un pedazo de corazón. Astoria siempre ha pensado que Daphne y ella seguirían para siempre como los dos últimos años. Ha creído que casarse daría igual. Pero en realidad al ver a su hermana besando a Theodore entiende que lo suyo ya no basta.
Y se siente mal. Porque ella quiere mucho a Draco, pero necesita a Daphne. Esboza una sonrisa y se la dedica a su hermana.
- Hermanita, ¿harías el favor de acompañar a esta novia al servicio, por favor?- pregunta con una caída de párpados que pretende ser inocente.
Para un observador inexperto, la escena sería la típica y común en la que dos chicas van juntas al servicio, por todos esos motivos, incomprensibles para los tíos, por los que siempre van de dos en dos.
Pero para Astoria y Daphne eso es poco menos que un desafío mezclado con una pizca de reproche.
La mayor asiente, y dándole un último beso a Theodore, con poca lengua y mucho labio, como Astoria nota y envidia, y se levanta. Draco rodea a su reciente esposa y la besa en la frente con suavidad.
Astoria se separa de su marido y agarra a su hermana de la mano, con un roce electrizante y mortal, mientras caminan por en medio del salón de bodas hasta llegar a los servicios. Desiertos.
Una vez allí, Astoria mira a su hermana rezumando furia. Se olvida de que es una dama recién casada, incluso se olvida de que es una dama.
- ¿Se puede saber qué coño te pasa? -preguntó acorralando a su hermana contra el lavamanos.-¿Qué coño hacías besando a Theodore?
Daphne desvia la mirada, y Astoria, con más furia que celos, la aferra de la mandíbula y la besa con violencia.
La mayor se separa de su hermana y alza levemente una ceja. Daphne siempre ha sido la modosita y responsable, y Astoria la impulsiva y de risa fácil.
- Me jode que estés tan feliz del brazo de ese imbécil -dice en un fiero tono de reproche.
- Ese imbécil es mi marido, Daphne -suelta Astoria de forma gélida.-Y más te vale hacerte a la idea.-añade.
La mayor de las dos hermanas desvía la mirada y Astoria da un paso hacia ella, acariciando suavemente su mejilla.
- No te pongas celosona, cariño, que sabes que siempre vas a ser mi hermana favorita -susurra Astoria con suavidad.
La mayor de las dos esboza una sonrisa y la mira a los ojos. Son tan parecidas que casi es como mirarse a un espejo.
- A Malfoy más le vale tratarte bien, o si no será hombre muerto -asegura Daphne con un siseo.
- Oh, vamos, Daph, no quieras dejarme viuda tan pronto -musita Astoria atrayendo el rostro de su hermana hacia el suyo.
Se besan despacio, con poca lengua y mucha saliva. La mano de Astoria deja la mejilla de su hermana y se entrelaza con la de Daphne, mientras la otra mano de su hermana mayor le rodea la cintura despacio, arrastrándola lentamente hacia un cubículo del servicio, en medio de ese beso, lento.
Se separan levemente, mientras Astoria corre el pasador de la puerta y Daphne le arregla el pelo para que quede nuevamente todo en su sitio.
Se vuelven a besar. Daphne acorrala a su hermana contra la puerta del baño y se pega tanto a ella, que si no fuese por la ropa, sería imposible distinguir de quien es cada centímetro de piel.
Si Astoria fuese un animago sería una pantera, y a esos animales es imposible acorralarlos. Mete una mano por la raja del vestido verde de Daphne buscando sus braguitas a tientas. Daphne lame el cuello de su hermana mientras empieza a levantar la falda de su túnica de novia.
Hace calor, y hay humedad en ese cubículo del baño de mujeres. Daphne se pone de rodillas delante de su hermana y empieza a lamer despacio. Primero le separa los labios con el dedo índice, mientras deposita un beso en su vello rubio, luego baja un par de milímetros y la besa con lengua, despacio y con mucha, muchísima saliva. Oye como Astoria suelta un respingo y ella aprieta con más fuerza la tela del vestido en la cintura de su hermana. Sabe salado y al mismo tempo dulce. Y le encanta.
Agarra una de las manos de su hermana, que están crispadas y rígidas, y la lleva a su cintura, indicándole, sin dejar de hacer círculos con la lengua alrededor de su clítoris, que debe agarrarla. La más pequeña obedece sin dudarlo. Es entonces cuando Daphne le aferra los muslos con las manos, haciéndole separarlos levemente, y es entonces también cuando Astoria suelta un gemido que más bien parece un sollozo.
Y Daphne esboza una sonrisa. Porque tiene a su hermana abierta de piernas contra la puerta de unos baños, con su vestido de novia por la cintura y gimiendo, como si no le importase que la oigan los invitados. O su marido.
Y primero va un dedo, despacio, como tanteando el terreno. Luego va el segundo, un poco más fuerte, y moviéndose en círculos. Y Astoria gime. Gime como si el mundo fuese a acabarse, y Daphne deja en paz al clítoris de su hermana para empezar a dar besos como mariposas por sus ingles.
La oye jadear, y le encanta. Le encanta hacerle perder el control a Astoria. Sus dedos se mueven mientras ella sube por su vientre dando pequeños besos. Llega a su ombligo y besa con lengua, allí, despacio.
Y su hermana pequeña gime, casi como si llorase, y Daphne se ríe contra la piel de su vientre. Astoria se corre y su hermana lo sabe porque se queda completamente callada, buscando el aire en cualquier lugar donde pueda estar, al tiempo que todo su cuerpo parece tensarse para luego empezar a palpitar en torno a los dedos de su hermana mayor.
Todo se termina en medio de un calor húmedo, casi pegajoso, mientras Daphne se pone de pié y besa a su hermana con dulzura. Se separa de ella levemente y ve que Astoria tiene en los labios marcas de sus propios dientes, al intentar evitar gritar.
Daphne sonríe, colocándole bien el pelo a Astoria. La aparta con cuidado e intenta abrir la puerta, pero su hermana pequeña la estampa contra la pared.
- ¿A dónde crees que vas? -pregunta alzando una ceja de una forma que casi podría ser insolente.
- ¿No crees que a la gente puede parecerle raro que la novia y la dama de honor se pasen media boda metidas en el baño? -pregunta Daphne con fingida inocencia.
Astoria suelta una risita, mientras levanta el vestido de su hermana hasta quitárselo por la cabeza.
- Daphne, querida, soy la señora Malfoy… ¿de verdad crees que me importa lo que la gente piense?
Daphne sonríe, y si. Todo se vuelve húmedo, caliente y pegajoso otra vez.
· fuente: reto,
~ escrito: fanfic,
fandom: harry potter,
advertencia: incesto,
advertencia: femmslash,
longitud: one-shoot,
pairing: astoria/daphne