[FIC] Mal Karma, Buen Karma

Jan 20, 2008 14:11


Título: Mal Karma, Buen Karma
Género: Crack/General.
Fandom: Naruto.
Pairing: SasuNaruSasu. Lulz.
Words: 1625.
Rated: K+ por gay Sasuke gay y su puberta y obsena boca.
Tipo: Series. (1/???).
Warning: Spoilers, reincarnation!issues, lol, normalDorkyOOC!Sasuke, dorkyGLASSES!Naruto y High School AUness.
Comments: Siempre quise dorkteen!Sasuke ;_;



I
Uchiha Sasuke llegó al mundo, un húmedo veintitrés de Junio quince años atrás, como cualquier otra criatura: desnudo, ruidoso y directo desde el interior de su madre. Pero siempre hubo algo que lo diferenció del resto de los niños de su edad: una particularidad poseída por pocos (des)afortunados. Una particularidad que le moldeó en el paranoico, incomodo y socialmente retardado individuo que es hoy en día.

Uchiha Sasuke nació sabiendo.

Desde el momento en que sus pulmones recibieron aire por primera vez y sus llantos de infante se fueron escuchados con orgullo por sus padres, supo (sí, supo), desde el primer momento que, hace mucho muchísimo tiempo, la jodió. Soberana y supremamente, ocho desastrosas veces en total y cada una peor que la anterior. Ocho oportunidades, ocho vidas anteriores… y cada una terminaba de peor forma que una mala película extranjera de explosiones.

Desde luego, pequeño y adorable, Sasuke no asimiló dichos conocimientos al principio, pues siendo tan joven e inocente, nuevo en el mundo, no tuvo ni la más mínima idea de lo que significaban las incoherencias y terribles escenarios que poblaban su joven cabecita. No obstante y sin siquiera saber de estos recuerdos, memorias de otras vidas, aprendió desde temprana edad a odiar ciertos olores, colores, sabores y objetos. Es así que sus padres nunca pudieron figurarse por qué el color naranja le causaba jaquecas a su retoño o por qué, desde bebé, cada mirada dirigida a al hermano mayor sería una de poderoso e indiscutible aborrecimiento.

- Madre, creo que Sasuke me odia- dijo Itachi, un día en que su hermano le miraba con particular intensidad. Su madre sólo hizo a un lado el comentario con un ademán de la mano, Son ideas tuyas, le dijo.

- ¡Me acaba de lanzar una engrapadora!

Fue así que Sasuke, a la tierna y corta edad de cinco años, aprendió y aplicó lo que más tarde sería la peor de sus pesadillas: el karma. Pero no nos movamos a ese tópico aún.

Sasuke, un niño normal, creció de forma normal y tuvo una infancia normal. Hasta la pubertad, eso es, una etapa que le recordó que ‘No, Sasuke, no eres normal: eres un tipo que absolutamente la cagó ocho veces, en ocho vidas distintas y recuerda cada una de ellas, seguramente debido a que si no formabas conciencia la novena vez ibas a totalmente joderla de nuevo’. A lo que gentil, cortés Sasuke, contestó ‘Tienes que estar jodiéndome’.

‘Soy tu cerebro, niño, como tu central de poder no puedo joderte’. Fin de la discusión.

Así, junto a las espinillas y los tropezones en la voz, crecieron vividos recuerdos dentro de su cabeza y durante un tiempo la realidad se le hizo un poco… confusa. Confusa no el sentido de ‘Creo que maté a alguien mientras dormía y no me di cuenta. ¿O eso fue ayer?’ más bien en el sentido de ‘¿Dónde dejé mi espada… o eran las llaves del auto lo que buscaba? Ah, aquí está el libro de matemáticas.’ Porque a pesar de tener la sanidad mental pendiendo de un hilo el chico no era tonto. En serio.

Durante los cuatro largos, tortuosos y hormonales años que duró su pubertad, Sasuke hizo su tarea. Y a tarea no me refiero a escuela, no (eso fue aparte, permíteme decirte), sino a que el chico finalmente se dio cuenta de que algo andaba mal con su cabeza y se le ocurrió la brillante, pero a la vez tardía, idea de investigar. Hizo de la biblioteca y las librerías de callejón sus nuevos hogares, agarrando cuanto libro esotérico y de lo oculto encontró. No hallando éxito intentó con una tarotista, pero resultó no sólo ser una farsa, sino que también una farsa cara, y mucho: aún le duelen los bolsillos cuando piensa en ella. La terapia no ayudó tampoco y tuvo que mentirle a sus padres sobre la orden que recibieron de internar a su hijo en un hospital mental. Afortunadamente, le dijo a la psiquiatra que se llamaba Itachi.

Después del fiasco de la terapia y banca rota producto de la tarotista estafadora, parecía no haber solución a los problemas de Sasuke, eso es, hasta un año antes del idiota (A.N.) cuando, a los catorce, conoció a la persona que sería su guía espiritual.
- ¿Vienes seguido acá, niño? - Al oír la voz irrumpiendo el silencio en la biblioteca, Sasuke fue lo suficientemente educado como para despegar los ojos de ‘La Reencarnación: Una Verdad Olvidada’ y dirigirle una mirada irritada al extraño que le dirigía la palabra. Inmediatamente se arrepintió.

- Te me haces molesta y fastidiosamente familiar - dijo y se aseguró de mirarlo con aún más enfado. El tipo seguía siendo el espantapájaros fastidioso de su séptima vida (¿O era octava? Sí, creo que era la octava).

- Awww, a mi también me da gusto verte de nuevo, Sasuke - Sonrió debajo de la bufanda que llevaba en el cuello y sus ojos se curvaron hasta quedar en forma de ‘U’. Sasuke se preguntó por un momento si ese gesto era algo humano. Aquel hombre tenía algo que ver con él, recordaba…

- Maestro Kakashi - Bingo. ‘Así que eso era’.

- Veo que no soy el único que recuerda, entonces - Sasuke abrió la boca para decir algo pero el efecto retardado de la impresión se la cerró de golpe.

- ¿A qué te refieres con eso?

- Sólo algunos pueden recordar experiencias pasadas, Sasuke - dijo - sólo aquellos que han estropeado sus vidas en demasiadas ocasiones pueden recordar. Dado que la vida que compartimos resultó en un desastre particularmente malo para ambos, me figuré que tú la habías cagado tantas veces como yo.

‘Pues gracias por decírmelo’.

- ¿Cuántas veces? - preguntó con una mezcla de enfado y curiosidad.

- A ver…- adoptó un aire distraído y comenzó a contar con los dedos - cinco. Con esta son seis.

Sasuke hizo rechinar los dientes ante la diferencia numérica entre ambos.

- Ohohoho, ay Sasuke, por esa cara puedo deducir que tú tienesmucho más que contar - le dio un codazo y soltó una risa burlona - ¡Pero si eres todo un problemático!

Aprovechando que esta vez la brecha generacional era corta, golpeó a Kakashi con un libro.

- ¡Ey, esa no es manera de tratar a tu guía espiritual! - dijo y cogió ‘El paraíso del Coqueteo’ para cubrirse la cabeza. Que diablos, el tipo estaba demente y era adicto a las novelas pornográficas.

A partir de ese momento las reuniones entre Sasuke y Kakashi en la biblioteca se hicieron regulares, tres o cuatro veces al mes se reunirían y Sasuke trataría de sonsacarle al hombre detalles de su vida como ninjas y si estaba de buen humor escucharía anécdotas de las otras vidas de Kakashi y quizás él haría lo mismo (siempre dependiendo del buen humor, por supuesto). Conocerle sirvió para dispersar un montón de dudas sobre su condición y una vez con la cabeza clara, pudo empezar a distinguir que recuerdo pertenecía a que vida y una lista de largos etcéteras. Siempre hubo una pieza faltante en cada una de ellas, incluida su vida actual, algo que se supone debía recordar, que había estado con él y que ahora debía buscar, pero nunca le llamó la atención ni le preocupó.

Ya una vez la fuente de sus problemas revelada y aceptada como una parte de si mismo (definitivamente no era algo común y cualquier persona enloquecería, pero ¿para que darle tantas vueltas al asunto?), Sasuke se convirtió en un adolescente normal, con una vida normal, un normal sobreviviente de la pubertad. Eso hasta que A.N. se convirtió en D.N., alas: conoció a Namikaze Naruto.

El mundo se volvió caos, los sueños se volvieron húmedos, las mariposas se apoderaron de su estómago y la garganta se le hizo una bola de estambre mutante: todos los síntomas que marcaron el primer año de bachillerato y lo convirtieron en un desagradable pudín de nuevas experiencias. Y la pieza faltante hizo click.

Desde el momento en que Naruto entró en el salón, agitado y escandaloso, se dió cuenta que él era la pieza que había faltado durante toda su vida y que había terminado en catástrofe total durante sus ocho vidas pasadas. 'Le llaman alma gemela, zoquete' le dijo su cerebro. 'Ew, eso es cursi' respondió Sasuke.

A paso seguro, decidió acercarse al asiento de Naruto, donde el chico se encontraba tratando de resolver (fútilmente) unos problemas de matemáticas. Se paro, erguido, justo frente a él.

- ¿Pasa algo? - le preguntó, con sus grandes ojos azules enmarcados por gafas, el ceño fruncido en concentración y una expresión de fastidio total. Sasuke, con el corazón latiéndole a mil por hora y un ligero temblor en el maxilar, abrió la boca para hablarle

No salió ningún sonido.

- Eh... ¿estás bien? - Naruto agitó su mano frente a la cara de Sasuke y observó como el chico se tornaba de mil y un colores distintos. No pudo suprimir una risotada.

Y Sasuke, en una mezcla de frustración y enfado, articuló la única palabra que le siempre le hizo sentirse familiar a esta persona.
- Idiota - dijo y sus labios se curvaron en una sonrisa maliciosa.

- ¿C-Cómo me dijiste? - gritó Naruto, furioso y Sasuke notó que no tenía marcas en las mejillas - Eres un... un... ¡Bastardo!
Sasuke arqueó una ceja 'Tan predecible, aún'. Se sintió satisfactoriamente superior.

- Perdóname - dijo, con toda honestidad - pero es la única palabra con la cual pude asociarte.

'Awww, mierda, eso salió mal'.

Naruto abandonó el salón indignado, sin siquiera dirigirle una segunda mirada, dejando a Sasuke mirando su asiento vacío.

'¿Acaba de... ignorarme?'

Bingo, Sasuke. Ahora si hablamos de karma.

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