Fic: Utopía IV

Jul 16, 2008 15:59

Bien, después de muchas dudas, he vuelto...más o menos. Primero agradecer los ánimos y achuchones virtuales que me habeis mandado *os achucha*, la verdad es que se agradecen esas palabras en momentos así...
En fin, parece que lo peor de la crisis ha pasado, así que he decidido quitarme las telarañas de encima, no sabeis la de polvo que se llega a acumular si te dedicas a no hacer nada más que esar tirada en la cama, hecha una bola y de cara a la pared, y colgar un capitulo de mi fic. Lo cierto es que no me convence demasiado...pero sé que si os aburre me lo diréis, ¿verdad?. Además tengo un montón de lecturas atrasadas,....
Bueno, tengo que deciros que hay una "invitada" epecial en esta entrega, por qué necesitaba algo de ayuda extra para expresar lo que quería decir, y por que es "alguien" que se me quedo grabada en la memoria siendo muy niña...Dedicado a vosotras, que spis lo más mejor del mundo mindial, y a mi hermano, aunque sé que no lo va a leer, más que nada por que no tiene ni idea de qué escribo...por qué no sé que habría sido de mi sin él estos dias, con nuestra ración de helado nocturno en mi cuarto, y su casi perfecta imitación de Brian, movimiento de cejas y un "Yoli, eres patética" incluido....Mil besos y abrazos, y espero que os guste, aunque sea un poquito.

Título: Utopía IV
Autor: Creo que yo...
Resumen: Justin está algo estresado....
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Advertencias: Los personajes son de Cowlip, por el momento....
                      Momo y los hombres grises, Casiopea y el anfiteatro, así como algunas de las frases dichas por la niña pertenecen al libro Momo, de Michael Ende.

Utopía IV
Se había levantado una agradable brisa fresca, qué llevaba consigo un agradable aroma a flores, y el sol calentaba sus rostros, sin legar a ser molesto. La hierba era un precioso y suave colchón verde, y los árboles se erguian orgullosos a ambos lados del camino.
Los pocos animales que se cruzaban en su camino lo hacían sin prisa, sin dar muestra alguna de temor o inquietud antre los intrusos, aunque sí lanzaban miradas curiosas al rubio, a las que Ted respondía con una sonrisa.
Sin embargo, Justin era ajeno a todo esto. Por qué de haber prestado atención, tal vez habría notado que el aspecto cálido y lleno de vida que mostraba el paisaje poco tenia que ver con el crudo invierno por el que estaban atravesando. De haber prestado atención, se habría dado cuenta del rápido movimento que realizó una piedra para apartarse de su camino justo antes de qué la golpeará, y habría notado la sonrisa que le dirigió un pequeño zorro antes de internarse entre los árboles, o de las miradas curisas y divertidas que le dedicaron unas crias de jilguero desde su nido, mientras su madre les reprendia severamente por no guardar silencio para que el chico pudiera pensar con calma.
Pero no, Justin estaba demasiado ocupado pensando en el extraño comportamiento de su amigo, recordando también las palabras de Brian...."Deberias esforzarte un poco menos y disfrutar un poco más"...¿ Qué significaba todo aquello? ¿era una broma pesada de los chicos? La indignación del artísta crecia por momentos, ¿cómo podía alguien pensar siquiera en acusarle de perder el tiempo?. Le dirigió una mirada envenenada al contable, mientras miraba a su alrededor, sin entender nada.
De algún lugar les llegaba el sonido de un aria, mezclándose con el sonido del agua al caer. En el suelo, la hierba había dejado paso a un suelo empedrado y, en el centro del lugar, había una enorme fuente de piedra con seis caños de agua...De alguna manera que no comprendia, habían vuelto al lugar en el que se había encontrado con Ted. Exhaló fuertemente, mirando el reloj. Genial, se había parado...
- No te molestes, aquí no funcionan esas cosas...- Sentado al borde de la fuente, el castaño sonreía ante la mirada furibunda del artista.
- Ted, ya basta de tonterias, ¿por qué hemos vuelto aqui?- Frunció el ceño, tratando de recordar el camino que habían hecho, sin recordar que hubieran vuelto hacía atrás en ningún momento.
- ¿Sabes?, la gente tiende a pensar que la única manera de avanzar es caminar en linea recta, sin detenerse, fijandose sólo en el final del camino. Por eso les resulta frustante volver al punto de partida, creen que es una perdida de tiempo. Sin embargo, a veces, la vida solo puede comprenderse mirando al pasado, enfrentandolo. Claro que hay personas que lo hacen de forma incorrecta, y quedan atrapadas en él, sin poder avanzar. Otros, en cambio, prefieren olvidarlo, hacer cómo que nunca ha existido, y ver sólo el futuro, obsesionandose por lo que está por venir. Hay muchas personas en el mundo que olvidan que nada de eso, ni el pasado ni el futuro existen en si mismos. Lo único que tenemos, es el presente, el instante que vivimos...¿estás viviendo el presente, Justin?
El rubio estuvo tentado a mandarle a paseo, pero se sentó junto a él, observando el agua caer.
- Haber, me levanto todos los dias, como todos los dias, trabajo todos los dias, respiro todos los dias...Yo doria que sí vivo el presente.
- Vuelves a confundir los términos...Ya sé que existes, la pregunta no es si vives en el presente, sino si vives el presente. ¿De qué te sirve planificar el mañana al detalle si dejas escapar el hoy?
- Hay que pensar en el mañana...
- El mañana no existe. Hoy es lo único que tienes, sólo este instante y la forma en que lo utilices. Creía que eso ya lo sabias...Aunque a fin de cuentas, la decisión es tuya, tu sabrás si quieres convertirte en uno de ellos...
justin le dirigió una mirada de incomprensión que Ted no pareció notar siquiera, mientras acariciaba la superficie del agua con la mano, formando un peuqeño remolino. El rubio observó el fondo de la fuente, mientrás, no sabía si de ella o de su propia mente, surgia una imágen del pasado...

Un Justin de cinco años trataba de abrirse paso entre una multitud de personas que avanzaban en todas direcciones, sin verle siquiera. Eran todos adultos con trajes y maletines, que pasaban a toda prisa, empujandole. Los altos edificios, el ensordecedor ruido de los coches y la gente vociferando le indicaba que estaba en el centro de la ciudad. Asustado por el ruido y los adultos que amenazaban con aplastarle se escurrió escondiéndose tras unas grandes macetas, que trataban de dar algo de vida al enorme y feo centro comercial, rogando por que alguien le encontrará y le llevará de vuelta a casa. Y, efectivamente, alguien le encontró. Sintió como algo tocaba su pierna y al bajar la vista la descubrió. Frente a él, una gran tortuga le miraba, con la cabeza levantada y una expresión sonriente. El pequeño Justin le devolvio la sonrisa, acariciandola.
- Hola, ¿quién eres?- Lo que ocurrió a continuación habría asustado a cualquier otro niño, pero Justin no era un niño cualquiera, así que se limitó a sonreir a su nueva amiga, mientrás leia las letras que habían aparecido en su caparazón. "Casiopea".
- ¿Ese es tu nombre? ¿Tú también te has perdido?
La tortuga negó con la cabeza, mientrás nuevas palabras aparecieron en su caparazón. "Te encontré"
Justin miró a su alrededor, pero a nadie parecía extrañarle ver a un niño pequeño solo, sentado en el suelo, hablando con una tortuga. Ni siquiera les veían, y se sintió asustado de nuevo.
- Me he perdido...- Casiopea le tocó ligeramente, ánimandole. "Ven"
Caminaron lentamente, alejandose del centro de la ciudad, sin que nadie hiciera el menor caso a su presencia, esquivando sin dificultad a las personas que corrian por las calles y a los coches que las inundaban,
Después de caminar durante un rato por una zona que parecia desierta llegaron a lo que parecia ser una plaza en ruinas. Era un espacio circular, rodeado por unas filas de asientos de piedra cubiertos de hierba que se elevaban hacía el cielo. Parecia un lugar muy viejo y abandonado, que a Justin le recordó vagamente  a esos lugares en los que luchaban los gladiadores de las películas de romanos. Lo recorrió lentamente, sobresaltandose al darse cuetna de qué no estaba sólo.
En el centro del circulo, y con Casiopea acomodada en su regazo, había una niña mirándole con curiosidad. Justin sonrió, acercandose. Era una niña pequeña y muy flaca, algo mayor que él, aunque no sabría decir que edad debia tener. Tenía el cabello muy ensortijado y muy negro, y unos ojos enormes negros también. Su falda estaba hecha de muchos remiendos de diferentes colores y le cubría los pies descalzos y sucios. Llevaba un chaquetón de hombre, viejo y demasiado grande, lleno de bolsillos. Desde luego, sus padres nunca le dejarían jugar con una niña así.
- Hola, ¿ Cómo te llamas?
La niña sonrió, y Justin se sintió mucho más tranquilo. Se sentó frente a ella, en el suelo.
- Momo
- Yo soy Justin...Creo que me he perdido,¿sabes?
La niña asintió, y el rubio comenzo a relatarle como había acabado ahí.
Su padre era un hombre muy bueno, que le compraba todo lo que quería, pero hacía dias que apenas lo veía, se marchaba muy temprano por la mañana a trabajar, y cuando volvia él ya estaba en la cama. Y cuando estaba en casa siempre estaba encerrado en su despacho, nunca tenía tiempo para estar con él y se enfadaba si hacía ruido o le pedia que jugarán juntos. Según su padre, Justin ya era mayor para hacer las cosas sólo, y además, tenía un montón de juguetes caros. Y era verdad que ya era un niño grande. Ese dia cumplia cinco años, y ya no necesitaba que estuvieran pendientes de él todo el rato. Esa era también la razón por la que su padre no iria esa tarde a su fiesta de cumpleaños. Y por eso Justin había decidido darle una sorpresa a su padre e ir a verle al trabajo, por qué era grande y segurop que a su padre le gustaria verle allí. Así que esa mañana, aprovechando un descuido de la niñera, había salido de casa. Pero se había perdido.
La niña le miraba sin decir nada, así que, rtras unos minutos, Justin volvió a hablar.
- A veces creo que papá ya no me quiere...Nunca tiene tiempo para nosotros, y siempre está enfadado...nunca se rie...
Casiopea subio a su regazo, tratando de animarle. Después de un largo silencio, Momo habló.
- Los adultos se comportan de forma extraña...creo que es culpa de ellos, de los hombres grises....
La niña le relató la existencia de esos seres invisibles, hombres que vestian trajes grises y bombines grises, que fumaban puros del que salia un pesado humo gris, hombres de rostro ceniciento y voces grises también. Justin escuchó con atención como esos seres robaban el tiempo de los hombres sin que estos lo notarán, cómo les convencian de qué debian ahorrar tiempo, sin desperdiciarlo en cosas superfluas como hablar con otras personas, acudir a una fiesta o divertirse.
- Los ahorradores de tiempo- Explicó la niña- van mejor vestidos que el resto, y tienen más dinero. Pero sus caras son desagradables, cansadas y amargadas, y siempre están de mal humor. Tienen de todo, pero no pueden disfrutar de nada, por que disfrutar es una perdida de tiempo, igual que estar alegres o soñar. No importa si lo que haces no te gusta, al contrario: qué te guste lo que haces solo sirve para entretenerte, así que cuanto menos te guste, mejor.
El niño Justin entendió lo que qeuría decir Momo. Ellos tenían mucho dinero, y una gran casa, pero su padre nunca estaba satisfecho. Siempre estaba cansado y enfadado. Su vida era aburrida, y todo en ella estaba planificado y calculado con exactitud, cada centimetro y cada instante. Todo era gris y frío.
Preguntó como podia impedir que esos extraños hombres grises les robaran el tiempo, si podrían denunciarles, o ir a pedir más tiempo, pero la niña nego con la cabeza.
- Cada hombre tiene el tiempo que le corresponde, y sólo él puede decidir que hacer con él. El tiempo es la vida, y la vida reside en el corazón de las personas. Si recuerdas eso, los hombres grises no podrán acercarse a ti.
Permanecieron en silencio un buen rato, disfrutando del silencio sin más, hasta que sintió a la tortuga de nuevo junto a él. "Hora de irse"
Se despidió de la pequeña prometiendo que los hombres grises nunca le arrebatarian su tiempo, que él jamás se obsesionaria con el mañana, sino que disfrutaria todos y cada uno de los momentos de su vida.
Casiopea lo guio de vuelta acasa, donde todos andaban como locos buscandole. Les habĺó de Momo y Casiopea, tratando de advertirles sobre los ladrones de tiempo, pero nadie le creyó...

Justin sacudió la cabeza, preguntandose por qué ese antigüo sueño había vuelto a su mente de pronto, por qué evidentemente la niña del anfiteatro había sido un sueño...Pero, ¿cómo lo sabia Ted?. Se volvió para preguntarle, pero su amigo ya no estaba allí. Miró a su alrededor, confundido, centrando su atención nuevamente en el agua.
Si, él se mantenía ocupado las 24 horas del dia, tenia el trabajo que siemrpe había deseado y la familia que siempre había deseado, pero ¿realmente disfrutaba de lo que tenía? La respuesta negativa que le dio su mente fue tan rotunda qeu le sorprendió, preguntandose en que momento había dejado de ser feliz con lo que tenía, cómo el miedo a lo que podia pasar mañana le había impedido desperdiciar el ahora.
La idea de convertirse en un hombre gris, como su padre, le estremecio...
Un sonido a su espalda le sobresaltó. Se giró, esperando ver a Ted, pero desde luego, el ser que le miraba a unos metros de distancia nada tenía que ver con el castaño.
De pie frente a él, mirando al rubio y al sendero alternativamente, el cervatillo daba vueltas en circulo, diriguiendole rápidas miradas, como animandole a seguirle.
Justin se echó a reir ante lo absurdo de la idea, pero se puso en pie, empezando a caminar en su dirección. Al fin y al cabo, el cervatillo le había llevado hasta ahí, tal vez podria sacarlo también...

Si alguien a llegado hasta aquí, gracias...No estoy muy contenta con esto, pero ya me contareis....Besos.

Fic qaf: Utopía IV

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