Tercer evento, William Odergand/Mattesa Oxford
Tema: 21# Fantasía
Autor:lia-kon-neia
Pareja: William Odergand/Mattesa Oxford + Richard Eysenck
Rating: R.
Palabras: 1000
Tabla: Pr0n
Notas: Aquí uno más al fin. Edades: Mattesa 22, Richard 17, William 15. Bastante sencillo y no quedó como quería, pero da igual. Intentaré terminar la continuación pronto XP
Tarda una semana en convencerle (“Por favor”, “no”, “por favor”, “¡No!”, “…¿Por favor?”, “te odio”) pero el mocoso Odergand finalmente acepta cumplirle el caprichito.
Hace calor, debido al verano y ella abre las ventanas de su habitación, notando como la brisa mueve el cortinaje. Suena el timbre. Diez minutos después, sirve el té en el balcón que da al norte, sonriendo amablemente al invitado. Lo observa, fijamente unos instantes, tratando de calcular la edad del jovenzuelo. De dieciséis no le baja, aunque sabe que tiene diecisiete.
- Así que… ¿desde cuándo conoces a William? - La pregunta parece desconcentrar al muchacho que bebe té, pero se recompone y sonríe. Mattesa concluye, de inmediato, que le encantan esos ojos verdes y esa sonrisa tan jodidamente amable.
- Un par de años. Su padre me lo encargó, en Hogwarts y yo simplemente le cuido.
- Ya veo…
Siguen hablando, un rato más (“hermosa vista la de su jardín”, “gracias”, “¿Conoces a Rhett Leakey?”, “Le estimo mucho”, “yo también”) y Mattesa ve el reloj que lleva varias veces, contando los minutos. Richard, se llama el chico y a Mattesa le produce una ternura tal que desearía abrazarlo. Como William la primera vez, el rubio tiene ese aire de inocencia, como si fuese un velo delgado que ella necesita romper.
- ¿Sabes para lo que estás aquí, cierto? - Y el chico enrojece, mientras asiente y termina el té, musitando un “William está tardando”. - Comencemos sin él.
Cuando entran a la habitación, el chico musita un “lindas cortinas” que hace que Mattesa suspire, como pidiendo paciencia y toma la mano del chico, halándole hasta la cama, preguntándose si serán así todos los amigos de William. Ella se sienta también, a su lado y susurra contra su oído ese “yo te desnudaré” que a Richard le causa un suave escalofrío. “Como lo hago con él” continúa y lame despacio en su cuello. Ella espera docilidad, pero él desliza un brazo, rodeando su cuello, atrayéndola y besando con fuerza, lamiendo sus labios al separarse.
A ella le gusta el sonido del friccionar de las ropas y palpar bajo éstas el torso del rubio, nada marcado, pero agradable, firme, casi tanto como el agarre de Richard en su cintura, la otra mano ya soltándole y colándose bajo la blusa. Y el aura de inocencia de ese chico a Mattesa le parece ahora pantalla y se deja dominar por los besos que más que besos son mordiscos contra sus labios, como entreteniéndole con esa intensidad para que no note la mano que ya se ha colado bajo las bragas, sólo que no funciona y lo siente y suspira y ella mete una bajo el pantalón, colándola por la espalda y apretando con fuerza.
En poco tiempo ella ya no tiene su blusa y el pantalón del rubio está desabrochado y la fricción lo es todo, tacto caliente y lento, más marcas de las que debería haber y el malvado aún no le ha quitado ni siquiera la falda. Pero sí que empieza a bajarle las bragas y ella termina, al fin, de quitarle la camisa y cuando baja por el pantalón, aprovecha para sacar el paquetito de condones. Sabor a fresa, dice la etiqueta y Mattesa sonríe divertida, mientras lame en su cuello.
- ¿Por qué traes tantos? - Pregunta contra su oído y el sonroje natural en las mejillas de Richard se vuelve un poco más marcado.
- Para Odergand.- Responde.- No creo que él traiga condones, ¿o sí? - Y Mattesa niega de inmediato, porque eso es cierto, que nunca los trae. - Y hablando de Odergand, está tardando.
- ¿Ansioso de comenzar con él? - Inquiere con tono malicioso, divertido y aprovechando la ligera pausa para tomar delantera y meter la mano en los pantalones del chico, comenzando a masturbarle, despacio, por encima de la ropa interior.
- No es eso - Reclama, con una voz que está a medio camino entre un gemido y un gruñido de ligera indignación. “Pero lo entiendo” Musita Mattesa contra sus labios, dejándose hacer por las manos del joven, “William es tan adorable. Ya lo verás. Tan adorable, dan ganas de violarlo” Y Richard bufa, pero sólo un poco y vuelve a besarla, para callarla de una buena vez. Mattesa le saca el pantalón, Richard besa en su pecho, lame y ella gime, bajito y ese es el espectáculo que William mira cuando abre la puerta, golpeando ésta un par de veces después de entrar.
- Al fin… - Susurra Mattesa cuando le mira y se separa un poco del chico, acomodándose el cabello con un par de dedos. Richard parece de pronto un poco cohibido y desvía la vista, cubriéndose con una de las sábanas ya deshechas. Pero William no se acerca.
- Ah, sobre eso… cambié de idea. - “¿Qué? Lo prometiste, niñato” - Bueno, estoy de acuerdo con el trío pero, ¿no podría ser con una chica en lugar de un chico? - Richard se da por aludido y desvía el rostro, callado, completamente callado. - Te dejo que la traigas tú. Perdona por las molestias, pero, de verdad no creo poder hacerlo con otro chico.
- ¡Puto cobarde, eso eres, William, un cobarde!
Mattesa se levanta de la cama y le hala del brazo, aunque el chico se resista. Richard se acerca pronto y la hace soltarlo. “No lo obligue” musita y Mattesa tiene que ceder, porque también es cierto que el mocoso bien puede acusarla de algo.
- No te perdonaré ésta, Will - Gruñe y en menos de dos minutos lo tiene fuera de la habitación, seguro aún sobándose el golpe en el hombro, la nenita delicada.
- No se enfade - Musita Richard, conciliador, con voz suavecita y Mattesa suspira. - Err, si quieres, yo podría…
- ¿Te atreverías? - Y él dice que sí, lo promete y “Richard Eysenck nunca rompe una promesa” - Perfecto. ¿Seguimos donde nos quedamos?
Y de nuevo al ataque.
William, desde el pasillo, sólo escucha, sentado en el suelo. ¿Cobarde él? Claro que no. Aunque comienza a considerar cambiar de ”amante”
Autor:lia-kon-neia
Pareja: William Odergand/Mattesa Oxford + Richard Eysenck
Rating: R.
Palabras: 1000
Tabla: Pr0n
Notas: Aquí uno más al fin. Edades: Mattesa 22, Richard 17, William 15. Bastante sencillo y no quedó como quería, pero da igual. Intentaré terminar la continuación pronto XP
Tarda una semana en convencerle (“Por favor”, “no”, “por favor”, “¡No!”, “…¿Por favor?”, “te odio”) pero el mocoso Odergand finalmente acepta cumplirle el caprichito.
Hace calor, debido al verano y ella abre las ventanas de su habitación, notando como la brisa mueve el cortinaje. Suena el timbre. Diez minutos después, sirve el té en el balcón que da al norte, sonriendo amablemente al invitado. Lo observa, fijamente unos instantes, tratando de calcular la edad del jovenzuelo. De dieciséis no le baja, aunque sabe que tiene diecisiete.
- Así que… ¿desde cuándo conoces a William? - La pregunta parece desconcentrar al muchacho que bebe té, pero se recompone y sonríe. Mattesa concluye, de inmediato, que le encantan esos ojos verdes y esa sonrisa tan jodidamente amable.
- Un par de años. Su padre me lo encargó, en Hogwarts y yo simplemente le cuido.
- Ya veo…
Siguen hablando, un rato más (“hermosa vista la de su jardín”, “gracias”, “¿Conoces a Rhett Leakey?”, “Le estimo mucho”, “yo también”) y Mattesa ve el reloj que lleva varias veces, contando los minutos. Richard, se llama el chico y a Mattesa le produce una ternura tal que desearía abrazarlo. Como William la primera vez, el rubio tiene ese aire de inocencia, como si fuese un velo delgado que ella necesita romper.
- ¿Sabes para lo que estás aquí, cierto? - Y el chico enrojece, mientras asiente y termina el té, musitando un “William está tardando”. - Comencemos sin él.
Cuando entran a la habitación, el chico musita un “lindas cortinas” que hace que Mattesa suspire, como pidiendo paciencia y toma la mano del chico, halándole hasta la cama, preguntándose si serán así todos los amigos de William. Ella se sienta también, a su lado y susurra contra su oído ese “yo te desnudaré” que a Richard le causa un suave escalofrío. “Como lo hago con él” continúa y lame despacio en su cuello. Ella espera docilidad, pero él desliza un brazo, rodeando su cuello, atrayéndola y besando con fuerza, lamiendo sus labios al separarse.
A ella le gusta el sonido del friccionar de las ropas y palpar bajo éstas el torso del rubio, nada marcado, pero agradable, firme, casi tanto como el agarre de Richard en su cintura, la otra mano ya soltándole y colándose bajo la blusa. Y el aura de inocencia de ese chico a Mattesa le parece ahora pantalla y se deja dominar por los besos que más que besos son mordiscos contra sus labios, como entreteniéndole con esa intensidad para que no note la mano que ya se ha colado bajo las bragas, sólo que no funciona y lo siente y suspira y ella mete una bajo el pantalón, colándola por la espalda y apretando con fuerza.
En poco tiempo ella ya no tiene su blusa y el pantalón del rubio está desabrochado y la fricción lo es todo, tacto caliente y lento, más marcas de las que debería haber y el malvado aún no le ha quitado ni siquiera la falda. Pero sí que empieza a bajarle las bragas y ella termina, al fin, de quitarle la camisa y cuando baja por el pantalón, aprovecha para sacar el paquetito de condones. Sabor a fresa, dice la etiqueta y Mattesa sonríe divertida, mientras lame en su cuello.
- ¿Por qué traes tantos? - Pregunta contra su oído y el sonroje natural en las mejillas de Richard se vuelve un poco más marcado.
- Para Odergand.- Responde.- No creo que él traiga condones, ¿o sí? - Y Mattesa niega de inmediato, porque eso es cierto, que nunca los trae. - Y hablando de Odergand, está tardando.
- ¿Ansioso de comenzar con él? - Inquiere con tono malicioso, divertido y aprovechando la ligera pausa para tomar delantera y meter la mano en los pantalones del chico, comenzando a masturbarle, despacio, por encima de la ropa interior.
- No es eso - Reclama, con una voz que está a medio camino entre un gemido y un gruñido de ligera indignación. “Pero lo entiendo” Musita Mattesa contra sus labios, dejándose hacer por las manos del joven, “William es tan adorable. Ya lo verás. Tan adorable, dan ganas de violarlo” Y Richard bufa, pero sólo un poco y vuelve a besarla, para callarla de una buena vez. Mattesa le saca el pantalón, Richard besa en su pecho, lame y ella gime, bajito y ese es el espectáculo que William mira cuando abre la puerta, golpeando ésta un par de veces después de entrar.
- Al fin… - Susurra Mattesa cuando le mira y se separa un poco del chico, acomodándose el cabello con un par de dedos. Richard parece de pronto un poco cohibido y desvía la vista, cubriéndose con una de las sábanas ya deshechas. Pero William no se acerca.
- Ah, sobre eso… cambié de idea. - “¿Qué? Lo prometiste, niñato” - Bueno, estoy de acuerdo con el trío pero, ¿no podría ser con una chica en lugar de un chico? - Richard se da por aludido y desvía el rostro, callado, completamente callado. - Te dejo que la traigas tú. Perdona por las molestias, pero, de verdad no creo poder hacerlo con otro chico.
- ¡Puto cobarde, eso eres, William, un cobarde!
Mattesa se levanta de la cama y le hala del brazo, aunque el chico se resista. Richard se acerca pronto y la hace soltarlo. “No lo obligue” musita y Mattesa tiene que ceder, porque también es cierto que el mocoso bien puede acusarla de algo.
- No te perdonaré ésta, Will - Gruñe y en menos de dos minutos lo tiene fuera de la habitación, seguro aún sobándose el golpe en el hombro, la nenita delicada.
- No se enfade - Musita Richard, conciliador, con voz suavecita y Mattesa suspira. - Err, si quieres, yo podría…
- ¿Te atreverías? - Y él dice que sí, lo promete y “Richard Eysenck nunca rompe una promesa” - Perfecto. ¿Seguimos donde nos quedamos?
Y de nuevo al ataque.
William, desde el pasillo, sólo escucha, sentado en el suelo. ¿Cobarde él? Claro que no. Aunque comienza a considerar cambiar de ”amante”